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HISTORIA DE LA OBRA



Desde hace mucho he estado sugiriendo en el círculo interno que el inconsciente y el preconsciente no deben ser opuestos, más bien, el coherente “yo” y el material reprimido se escindieron de ellos. Pero eso tampoco resuelve la dificultad. El “yo” es profundamente inconsciente también, en sus profundidades... La noción más correcta parece ser así que las categorías y jerarquías observadas por nosotros sólo se aplican a capas relativamente superficiales, y no a la profundidad, para la cual su “ello” es el nombre correcto.

Carta de Freud a G. Grodeck


El yo y el ello se consi­dera una de las últi­mas grandes obras teóricas. Los textos metapsicológicos publicados entre 1915 y 19171 son el punto de partida de su posterior revisión de la teoría a partir de 1920. Con ella se modifican por última vez los ejes rectores del modelo freudiano de la mente.


A partir del tercer y último modelo pulsional en Más allá del principio de placer (1920)


y hasta el final de su obra, Freud plantea que el conflicto psíquico opone las pulsiones de vida, o Eros, a las pulsiones de muerte

o de destrucción. Las últimas no son una explicación del sadismo en sí (el sadismo era una expresión de la libido en 1905). En cambio, ponen de relieve la fuerza que empuja hacia la autodestrucción en el interior de cada ser humano y que, en el mejor de los casos, logra ser desviada hacia el exterior. Nos advierte en varias ocasiones que se trata de una especulación teórica fundada en la biología. Es muy probable que sus experiencias con pacientes difíciles así como acontecimientos personales e históricos (ni la cultura pudo impedir el estallido de la Primera Guerra

Mundial, hasta entonces la más sangrienta de la historia) hayan contribuido a esa visión más pesimista del porvenir del hombre. La ob-

servación de los fenómenos de repetición —la famosa compulsión a

la repetición de experiencias dolorosas— es otro factor que pone en evidencia que el principio de placer (ya sea la búsqueda del placer, ya sea la evitación del displacer) no regula la totalidad del funcionamiento mental. Desde el título del ensayo entendemos que Freud plantea la existencia de un más allá del principio de placer. Sin embargo, el concepto de pulsión de muerte no recibió la adhesión unánime de la comunidad psicoanalítica ni cuando fue expuesto ni después. Es la cuestión de la tendencia autoagresiva, como fundamento de la agresividad, lo que ha desencadenado mayores controversias.

Recordemos que en el primer modelo pulsional presentado en Tres ensayos de teoría sexual (1905) las pulsiones sexuales, o libido, luchaban contra las pulsiones de autoconservación también llamadas pulsiones del yo a partir de 1910. En 1914, con la introducción del narcisismo en la teoría psicoanalítica, Freud discierne una oposición entre libido yoica y libido objetal; es decir, la libido puede dirigirse al yo o bien al objeto. Ese modelo es dejado a un lado al año siguiente;2 su defecto principal era el no asentarse sobre un dualismo entre pulsiones de naturaleza diferente. Es preciso mencionar que no todos los autores lo consideran como un segundo modelo pulsional.

En la segunda tópica que Freud introduce en El yo y el ello (1923), la mente consta ahora de tres instancias: el ello, el yo y el superyó. Reemplaza a la primera tópica en la cual el aparato psíquico estaba conformado por tres sistemas: el inconsciente, el preconsciente y el consciente (La interpretación de los sueños, 1900).

La segunda teoría de la angustia en Inhibición, síntoma y angustia (1926[1925]) es un texto que abarca muchos temas distintos. Una de las ideas centrales es que la angustia deja de ser una consecuencia de la represión de las pulsiones sexuales; en cambio, se vuelve la señal que da el yo para emprender la represión con el fin de evitar el conflicto y el dolor psíquico. En la nueva teoría se invierte entonces la relación previa entre la represión y la angustia. De manera general, Freud se pregunta qué papel desempeña la angustia en el proceso que desemboca en la formación del síntoma.

Concibe el proyecto de El yo y el ello en julio de 1922 como una prolongación de Más allá del principio de placer (1920). Lo redacta entre julio y diciembre de 1922. Expone las ideas principales en el Congreso Psicoanalítico de Berlín en septiembre del mismo año. Anticipa que sus nuevas reflexiones tendrán una influencia sobre el concepto de inconsciente. El yo y el ello es publicado en abril de 1923.


1 “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915), “La represión” (1915), “Lo inconsciente” (1915), “Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños” (1917 [1915]) y “Duelo y melancolía” (1917 [1915]).

2 En “Pulsiones y destinos de pulsión” de 1915 hace nuevamente alusión a los dos grupos de pulsiones: las sexuales y las yoicas.

S. Freud: El yo y el ello

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