Читать книгу La nación inconclusa - Cecilia Bobes León - Страница 5
Introducción
ОглавлениеHace ya algún tiempo, y por uno de esos accidentes inexplicables, pero provechosos, cayeron en mis manos casi simultáneamente dos libros espléndidos. En el primero, Avishai Margalit caracteriza a una “sociedad decente” como aquella cuyas instituciones no humillan a las personas. En el otro (Cuba and the Politics of Passion) Damián Fernández afirma que la política cubana se ha debatido siempre entre la pasión (la cruzada por fines morales absolutos para toda la comunidad) y el afecto (una lógica instrumental y afectiva que justifica la ruptura de las normas para satisfacer necesidades personales). Mientras avanzaba en la lectura de estos dos trabajos se me aparecía persistentemente la pregunta: ¿cómo construir una sociedad “decente” en un país donde la política ha estado siempre atada a la emoción y a la vehemencia? La búsqueda de respuesta a ese dilema me llevó a esta exploración en torno a la ciudadanía, la identidad nacional y las sucesivas reconstituciones de la nación cubana a lo largo de su historia.
Así, este libro trata de dos temas aparentemente desconectados: la política y la imaginación. Intenta explicar cómo se construye la política desde la sociedad y la cultura, desde la emoción y la pasión. Es por eso que su hilo conductor es la ciudadanía y, aunque de momento pueda parecer extraño, a través del relato de sus derroteros intentará descubrir claves explicativas para interpretar procesos más actuales.
La noción de ciudadanía no aparece con frecuencia en los estudios sobre Cuba, más bien el enorme interés que suscitó el fenómeno revolucionario inclinó la reflexión hacia temas y problemas menos apegados a los marcos normativos de la institucionalidad política. Si bien existen numerosos análisis de la ideología de la Revolución, de las clases que la llevaron adelante, del carisma de su liderazgo, o de sus prácticas de redistribución y justicia social, muy pocos son los que se han dedicado a desentrañar cómo se ha producido la relación de sus sujetos con el poder.
Sin embargo, en las condiciones actuales cuando la interrogante principal refiere a las posibilidades de permanencia o cambio del statu quo y, más aún, cuando la mayor incertidumbre apunta hacia las condiciones y los modos en que una eventual transformación se produciría, pienso que el eje analítico de la ciudadanía constituye un lugar privilegiado para mirar las potencialidades de la sociedad cubana. La reciente convalecencia de Fidel Castro y el traspaso temporal del poder a su hermano, aunque despertó enormes expectativas, parece confirmar la rutinización del carisma y obliga a prestar atención a lo que ocurre fuera de los cenáculos del poder.
Desde esta perspectiva, y ya que el escenario actual apunta a que cualquier cambio que se produzca en el sistema probablemente será pacífico, interesa analizar el conjunto de prácticas políticas, económicas y culturales que definen hoy a los cubanos como miembros de una comunidad política para, desde ese entramado procedimental y simbólico, descubrir sus posibilidades y limitaciones para intervenir en los procesos políticos actuales y futuros.
Elegir la ciudadanía como eje articulador de estas reflexiones tiene varias ventajas. Por una parte, dado que la ciudadanía implica un tipo de relación entre el individuo y el Estado,1 el análisis de esta categoría permite ingresar a lo político desde una perspectiva sociológica que vincula lo individual con lo sistémico. Se resalta así su contingencia respecto a un sistema de relaciones y competencias que define la calidad de la membresía a la comunidad. De modo que el proceso de constitución de la ciudadanía en Cuba y las sucesivas ampliaciones que experimenta en su desarrollo histórico pueden servir para entender el establecimiento de sus instituciones políticas y su peculiar funcionamiento democrático. Por otra parte, comprender cabalmente cómo se ejerce la condición de ciudadano, obliga a retomar el análisis de su construcción simbólica, esto es, su referencia a una nación (que el Estado representa) y su compromiso con una identidad nacional. Dicha identidad existe como proyecto público encarnado en sistemas discursivos de representación, legitimados tanto por los proyectos políticos como por las producciones del espacio público (periodismo, literatura, historia) que crean campos unificados de comunicación e instituyen la comunidad.
En este sentido lo que me propongo es encarar el análisis desde una visión integradora y no parcial. Tal perspectiva obliga a combinar el estudio de los procedimientos y los marcos legales con eso que Castoriadis llamaba el “magma instituyente de lo social”, es decir, el ámbito imaginario y discursivo en que la sociedad se piensa y se instituye a sí misma. Lo que aquí se hace entonces no es ni una historia política ni una historia intelectual, sino más bien un análisis sociológico que se coloca en la intersección de ambas y que “invita a comprender la política como el lugar de trabajo de la sociedad sobre sí misma” (Rosanvallon, 1999: 18).
Por lo tanto, las ideas que se tendrán en cuenta serán aquellas que han tenido repercusiones en los diseños institucionales a lo largo de la historia.2 Si bien desde el punto de vista procedimental se analizarán los marcos legales e institucionales de la ciudadanía, para avanzar hacia su dimensión simbólica habrá que explorar las diversas construcciones imaginarias de la nación, la identidad nacional, la cultura política y el espacio público, en el entendido de que en ambas dimensiones se producen cambios y reelaboraciones que son el resultado de una competencia incesante así como de la victoria de unas propuestas sobre otras. A partir de todo esto será posible entender los criterios básicos del patrón inclusión–exclusión que allí se concretan.
En este espacio busco estudiar el desarrollo y las transformaciones que han experimentado la noción (ámbito simbólico) y el ejercicio (dimensión procedimental) de la ciudadanía en Cuba, viendo este proceso en su relación con la(s) definición(es) simbólica(s) de la nación y descubriendo en ambos el patrón selectivo de inclusión–exclusión que le da sentido, fundamento y legitimidad a los derechos ciudadanos. La hipótesis principal de este trabajo es que, en el caso de Cuba, la refundación de la nación y la transformación del modelo de ciudadanía que orientan los comportamientos políticos en la actualidad, tienen su raíz en procesos históricos de larga duración y no pueden comprenderse cabalmente sin una exploración minuciosa de su pasado. El arraigo de una cultura política marcada por el nacionalismo beligerante, la intolerancia y la moralización de la política, ha generado una definición de la nación desde lo político y lo ético que siempre es excluyente respecto a otro. En estas circunstancias, la exclusión supone además la negación categórica de ese otro. Tal(es) comprensión(es) de la nación explica(n) sucesivamente tanto las inclusiones como las exclusiones en el ejercicio de la ciudadanía y la ampliación y/o restricción de los derechos ciudadanos.
El análisis está organizado desde una perspectiva histórica. En la primera parte se emprende una exploración minuciosa de las construcciones simbólicas y procedimentales de la nación y la ciudadanía, desde sus antecedentes en la etapa de las guerras por la independencia de Cuba hasta el fin de la República en 1959. La segunda parte lleva la reflexión hacia las transformaciones experimentadas a partir del cambio revolucionario, para llegar a dilucidar cuál es el imaginario ciudadano que prevalece en la Cuba de hoy y cuál ha sido el impacto del nuevo orden normativo en la conformación de una constelación simbólica que contribuya a explicar los acontecimientos políticos actuales. Finalmente, pienso que, más que un ejercicio académico y una contribución al conocimiento, esta reflexión en torno a los valores políticos que promueve y favorece la legislación cubana actual sobre derechos y deberes ciudadanos, podría contribuir a precisar en qué medida esos valores constituyen hoy obstáculos (o no), para el establecimiento de una sociedad democrática y plural. ◆