Читать книгу Mar de voces - Cecilia Magaña - Страница 11
ОглавлениеRoberto Pérez Jiménez
Preparatoria 7
La tristeza no es una referencia, es un estado sólido del ser sólo penetrable por su mirada
Imagen deseada que emerge y se diluye en esta noche que la pienso.
Demanda estremecida bajo el brillar de la luna
evocada desde las entrañas de este cuerpo que se le insinúa;
prístina realidad nocturna acechada por los recuerdos
espasmo de voces
risa de nervios
cintura de mariposas
olor de vino seco:
desde mi ayer, esta noche sin su mirada
es ciudad en llamas, infierno en el que fallezco.
Cuando la medida es un frágil suspiro
Cinco muertes con tiro de gracia, tres asaltos
dos camiones incendiados bloquearon el tráfico
de la ciudad, un caos.
Yo, temeroso, camino las calles nocturnas sin ti.
La anarquía emerge
el miedo cunde
las sombras dejan su rostro figurado
en las banquetas
el horizonte está ante nuestros ojos
pegado a nuestra nariz:
el siguiente paso es a la nada.
El amor se eclipsó, no hay memoria
la locura se posesiona en cada esquina y gesticula
deambulan gritos desolados;
sin tu mirada…
todo es un desconcierto.
Cuando la locura es piel que vomita recuerdos
Se escurren las sombras por debajo de la puerta
la música, con el viento, se va por la ventana
mientras tanto, veo cómo una mosca montada sobre un ciempiés
trepa por las patas de una mesa de centro;
huele a estiércol e insecticida
algo no anda bien, presiento: el sol dejó de brillar
a mediodía.
Los cuadros de pintura se descuelgan de su lugar
se acurrucan en el piso, así, sin más.
Los muros se juntan unos a otros;
cautivo, siento que me ahogan… no puedo respirar.
Toco mis ojos: salpicados están de la ausencia tuya;
el llanto no avisa, aparece intempestivo y se desplaza
por los distintos senderos de mi cuerpo.
Hiervo en esta caldera, solo, ausente del ruido
y la algarabía de la calle que festiva
increpa el mutismo que hoy habito.
Por algún extraño impulso no puedo despegar mi mirada del techo
él no se mueve hacia mí, se desplaza al infinito.
Alcanzo a ver cómo las estrellas se lo tragan.
En este expandible escenario, alguien, persistente
toca a mi puerta.
Con agobio me levanto, la abro:
es tu desapacible ausencia quien, como niño
golpea mis recuerdos… y se va.