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Una vida con tres espejos retrovisores: tres legados

«Arjuna dijo: ‘¿Oh Señor, cuáles son las señales de aquel cuya conciencia está absorta así en la trascendencia? ¿Cómo habla y qué lenguaje usa? ¿Cómo se comporta? ¿Cómo se sienta y cómo camina?’»

Bhagavad Gita (2.54)[7]

Ahora bien, ¿qué tenemos que hacer para identificar la zona ciega de nuestra mente? ¿Cómo realizar la «cirugía» del cerebro? ¿Cómo disminuir esta ceguera? ¿Cómo reconocer las reacciones primitivas procedentes de nuestro cerebro reptil? ¿Cuáles son los espejos retrovisores que nos van a permitir ver nuestra zona ciega? ¿Cómo podemos controlar nuestros impulsos primarios y así evitar los accidentes en la vida? ¿Cómo cambiar nuestras acciones para así modificar nuestras emociones? En otras palabras, ¿cómo entrenar a nuestra mente?

Tenemos que reprogramar nuestra mente, disminuir lo primitivo que hay en ella y usar a nuestro favor la amígdala, pues sin emociones, la vida sería triste. Tres grandes retrovisores pueden ayudarte a ver tu zona ciega. Primero, la visión, que es distinta de la vista y los demás sentidos. Ésta hará que no cometas los mismos errores y puedas ver las cosas antes de que sucedan. El segundo retrovisor son las virtudes. Éstas te ayudarán a vivir la vida como un buen ser humano, con dignidad, rectitud, innovación, valentía, esperanza, respeto y solidaridad. Y el tercero es la verdad: la acción. Él te ayudará a encontrar el sentido de la vida, a encontrar la respuesta a las preguntas existenciales: ¿para qué vivir y cómo vivir? Estos tres espejos retrovisores constituyen lo que he denominado «mis legados».

Espejos retrovisores: mis tres legados


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