Читать книгу R-evolución. aprende a avanzar en la carrera de tu vida - Chema Martínez - Страница 6

Prólogo

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Muchas veces he escuchado que los deportistas estamos hechos de otra pasta. Pero más bien de lo que me he dado cuenta con el paso del tiempo es de que los entrenamientos y las competiciones nos preparan para los baches del camino que, antes o después, llegan.

Tanto Chema Martínez, en su vida como atleta, como yo, en la portería, hemos vivido momentos gloriosos, pero también muy complicados, y son esos los que nos han forjado para superar los obstáculos. De todas estas cosas nos habla Chemita en este libro, del que para mí es un honor ser prologuista.

Se ha hablado mucho de la soledad que marca la vida de un portero, y creo que se puede hacer extensible al deportista en general, porque, aunque tengas equipo, hay una parte, quizá muy íntima y muy profunda, que es la mental, que si no la tienes bien trabajada estás perdido. Es ese primer punto de partida, el primer peldaño, para poder avanzar y llegar a esa R-Evolución de la que se habla en estas páginas.

Recuerdo todavía cómo cuando era pequeño, apenas con cuatro años, ya jugaba con los chicos del barrio que tenían ocho. No me importaba que me doblaran la edad, porque tenía confianza en mí y sabía que se me daba bien. En ese momento ya me gustaba estar en la portería. Era un niño ágil que tiraba la pelota contra la pared, que emulaba las paradas de los porteros que estaban de moda y que soñaba con ser algún día como ellos. Creo que cuando tienes un talento acaba saliendo a la superficie, pero no es suficiente con tener esa cualidad, luego hay que potenciarla y trabajarla para no perderte en el camino.

Ahora las cosas han cambiado, ya soy padre, otra de las grandes R-Evoluciones de mi vida, y me doy cuenta de lo importante que es reforzar las habilidades de los hijos, apoyarlos, escucharlos y generarles esa confianza para que ellos también puedan desarrollar sus gustos y aficiones. Centrarnos en lo que hacen bien, ayudarles a llevarlo al máximo y no tanto en aquello que les cuesta más. Es decir, sacar brillo al talento de las personas, y en eso yo fui muy afortunado.

Hay varios puntos de inflexión que han marcado mi vida. Uno lo sitúo a los dieciséis años. Después de ese runrún que me acompañaba de poder formar parte del Real Madrid, me convocaron y todo lo que llevaba escuchando desde hacía años de pronto se hizo realidad. Supuso un cambio tremendo. Una carga de responsabilidad muy grande a una edad muy temprana, y ya ahí, de pronto, tuve una evolución distinta a la de mis amigos. Ellos empezaron a salir y yo ya estaba metido en otra película, consciente de que, según cómo jugara mis cartas, así sería mi futuro. Y mis sueños.

He tenido la fortuna de estar bien rodeado y mantener a mis amigos, los de siempre. Eso te ayuda a ser fiel y a que no se te olvide de dónde vienes ni quién eres, a estar centrado a la hora de disfrutar las victorias y preparado, como buen portero, cuando vienen los golpes.

Hay muchos desafíos y altibajos en la vida de un deportista: el vértigo de los sueños, el propio peso de la victoria… Son momentos que hay que saber encajar. Pasas de ser una persona anónima a que estadios enteros coreen tu nombre, y casi ocurre de la noche a la mañana. Saber que un gesto tuyo, que seas capaz de parar un balón, puede hacer llorar de alegría a mucha gente. Pero toda luz tiene sus sombras. Y un fallo te puede llevar a los infiernos. Por eso, en esa soledad en la que vivimos, es tan importante mantener la cabeza fuerte, bien amueblada, y ver siempre el vaso medio lleno. Me gusta pensar que todo es para bien.

La vida es un proceso evolutivo constante. Ocurre que te lesionas o de pronto tienes un problema de salud y te obliga a parar en seco, a recuperarte. Son esos momentos en los que sientes la soledad, en los que te entran todas las dudas a la vez, pero tienes que decirte «arriba y apuesta por tu potencial» y toca reinventarse y ponerse otra vez en marcha. Los sinsabores, las críticas, las lesiones y los instantes duros que he tenido en mi vida han sido grandes maestros. De pronto estás en lo mejor y te sacan de tu zona de confort, todo se tambalea y tienes que pelear por mantener el equilibrio como un buen funambulista. He de decir que me han gustado los retos, las lesiones fueron los grandes muros que me permitieron hacerme también con la victoria de una lucha mental y de destruir mis miedos.

Algo clave para avanzar es el optimismo. Siempre me he sentido muy querido, el cariño de la gente me ha llevado en volandas tanto en los momentos buenos como en los menos buenos, de ahí mi eterna lucha por ser la mejor versión de mí.

Además, los deportistas tenemos una enorme responsabilidad: ser el espejo en el que mucha gente se mira. En mi carrera deportiva he recibido numerosas cartas de personas que estaban pasando situaciones realmente duras, historias complicadas en las que sus protagonistas me tomaban como referente para salir adelante. No podemos permitirnos el lujo de quedarnos atrás, no podemos estancarnos, hay gente que cree en nosotros. Para mucha nuestra profesión hace que su mundo sea un poquito mejor. No hubiese sido justo que en alguno de estos momentos difíciles me hubiese quedado lamiendo mis propias heridas y hubiera tirado la toalla, no. Aunque sea por toda esa gente a la que, por unas horas, conseguimos sacarles de su tristeza, tenemos que responder haciendo lo que mejor sabemos hacer y hacerlo de la mejor manera posible. Seguir funcionando mientras se pueda, saltando obstáculos, reparando averías y adaptándonos a los nuevos tiempos.

El factor suerte también influye, pero la suerte ha de ir acompañada del trabajo. He trabajado mi suerte y, además, he creído en ella, incluso cuando parecía que me abandonaba. Por ejemplo, con mi problema de salud, hay muchos que se quedan por el camino y yo, por suerte, sigo aquí. Veré qué nos encontramos mañana, pero sea lo que sea, por muy alta que sea la montaña, trataremos de escalarla, de aprender de cada obstáculo y, seguramente, una vez llegue a la cima, sea una persona nueva. Mudar la piel como las serpientes tantas veces como sea necesario para adaptarse a los nuevos tiempos, esta es la verdadera R-Evolución.

Ahora estoy inmerso en un nuevo punto de inflexión en mi carrera deportiva. Soy consciente de todos estos aspectos que han sido fundamentales en mi vida: la responsabilidad, el optimismo, el compartir… Y me doy cuenta de que tengo que agarrar el timón y coger, quizá, un nuevo rumbo que me permita continuar en el que ha sido mi hábitat durante tantos años: el fútbol. Es en este medio donde me gustaría seguir reinventándome. Empezar a trabajar desde otro plano diferente, aportar mi granito de arena en el ámbito deportivo, fuera de la portería. Un reto en el que ponga en práctica todo lo que he aprendido durante estos años. Encarar un nuevo desafío dentro de la gestión del deporte que me permita aprender más aún y seguir caminando, en esta ocasión, dejando atrás mis guantes de portero. En definitiva, me gustaría devolver al mundo del fútbol todo lo que esta disciplina me ha dado, que ha sido mucho.

Mi filosofía de vida es dejar de lado los miedos y decir siempre sí a los retos, y, si no los encuentro, no cesar en su búsqueda. Uno tiene que tener siempre una pasión que le sirva de motor y ahora mi motor es ayudar al mundo del fútbol de una forma diferente, plasmar mis ideas en el juego, aplicar lo vivido como jugador y mi experiencia como espectador, que también lo soy. Me gusta ver el juego, disfrutar y que haya un reto o una diversión, que haya un esfuerzo.

Hoy puedo decir que estoy contento conmigo mismo, con todo lo conseguido tanto en el club como en la selección, y ahora he llegado a un punto en el que tengo que reinventarme. Tengo la experiencia acumulada de haber estado escuchando con los ojos siempre muy abiertos, atento a lo que me decían los profesionales y amantes de este mundo. Para aprender, uno tiene que estar dispuesto a escuchar, y yo lo estoy. Además, creo que siempre he estado muy bien acompañado, tanto en el fútbol como fuera de él, y de estas personas sigo aprendiendo día a día. No debemos pensar que ya lo sabemos todo. Hemos de ser humildes y ver la vida como el eterno aprendiz. El que cree que todo lo sabe, nunca aprenderá nada nuevo.

Hay otro sentimiento que me ha acompañado a lo largo de mi carrera: el agradecimiento. Tengo que dar las gracias al fútbol, a los que han estado junto a mí en mi trayectoria, a las victorias y a cada una de las piedras con las que me he topado en mi vida porque han hecho de mí lo que hoy soy.

En esta ocasión quiero darle las GRACIAS, con mayúsculas, a Chema Martínez por pensar en mí, por poner este libro en mis manos y por ser un referente en el arte de reinventarse, con sus locos retos deportivos para muchos de nosotros.

IKER CASILLAS

R-evolución. aprende a avanzar en la carrera de tu vida

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