Читать книгу R-evolución. aprende a avanzar en la carrera de tu vida - Chema Martínez - Страница 8

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Definir el momento presente

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Hay instantes en los que conviene detenerse, sentarse, liberarse de los prejuicios y ver con claridad cuál es nuestro punto de partida. Definir en qué momento nos encontramos.

En su día, un punto mío de partida fue ese en el que jugaba en las calles y experimentaba, me divertía y sentía la felicidad reciente por el deporte. También lo fue cuando entré a estudiar INEF —ahora llamado CAFYD—, y descubrí el maravilloso mundo de la alta competición. Me deslumbró y jamás he conseguido separarme de él.

Una de las cosas más importantes es saber diagnosticar la realidad. Yo hubo un tiempo que me creía eterno, y pensaba que, si seguía entrenando, si seguía esforzándome de igual forma, podría continuar haciendo lo mismo que cuando tenía veinte o treinta años. Quizá por no contar con gente en mi entorno que me fuera acercando a la situación real, porque desde donde yo estaba ni lo veía ni quería verlo.

Hay muchos deportistas a los que esta situación les pasa factura —incluso se han dado casos de suicidios— y personas que no lo han sabido gestionar bien y han acabado metidos en las drogas. Es duro dar ese paso, porque no somos capaces de asumirlo. El alto nivel es un mundo complejo en el que estamos inmersos durante años, al que poca gente tiene acceso, pero que tiene una fecha clara de entrada y, por supuesto, otra de salida. Y no hay más, por muchas vueltas que le queramos dar.

Precisar una fecha para decir adiós es complicado, primero por la aceptación del propio deportista, porque estamos siempre planeando el siguiente reto. Sabemos que se acerca el final, pero nos cuesta asumirlo y no pensamos en ello; no es algo tangible. De hecho, si pienso en mi caso, nunca he dicho «me retiro». Nunca jamás. A mí me ha retirado el alto nivel —me ha asegurado: «Macho, ya no vales para nosotros»—. Se da por hecho porque ya no acudo a ese tipo de competiciones, pero sigo entrenando siempre que puedo.

¿Cómo definiría entonces mi situación actual? Soy un exdeportista que no deja de entrenar y que esta mañana se ha hecho diez kilómetros, que ha dedicado un buen rato a hacer pesas y que esta tarde también irá a correr. Yo por fin sé dónde estoy y ya no me hace falta ir a los grandes campeonatos.

Es curioso, pero cuando entreno —o en algunas otras situaciones—, hay mucha gente que me saluda, que me pita con el coche, y pienso que gran parte de ella no me ha visto correr, no me ha visto en la plenitud, en el esplendor, no me ha visto cuando corría con el corazón, cuando no me dejaba ganar, porque nunca me he hipotecado, jamás me he asegurado una plaza de finalista para saber que iba a tener la seguridad de una beca. Siempre he peleado por ganar. ¡Si me hubieran visto cuando era un «asesino»! Aunque en verdad esa lectura de vida es mi forma de vivir. Lo aplico a cualquier cosa, es el gran bagaje que me ha dejado el deporte: que sigo afrontando así la vida, como si fuera una especialidad nueva. Me entreno, me esfuerzo, tomo decisiones, utilizo la estrategia más adecuada y me implico al cien por cien en cada cosa que hago como hacía antes en mi disciplina.

Un deportista de este tipo vive, vivimos, fuera de la realidad. Es otro mundo que está al alcance de muy pocos y es difícil que la gente lo conozca. Creo que no llegamos a ser capaces de pasar esa barrera y mostrarlo. Un deportista de alto nivel dedica su vida al deporte las veinticuatro horas al día y los siete días de la semana. Me explico: entre entrenar, descansar, organizar la siguiente rutina de entrenamiento, controlar la dieta y volver a entrenar se nos va la jornada. Y así de lunes a domingo. Sin descanso. Vivimos tan inmersos en esa espiral, que intentar incorporar algo que se salga de ello —por mínimo que sea— es tremendo.

Durante aquellos años igual tenía un evento al mes, no más, y si debía hacer una sesión de fotos estaba una semana antes dándole vueltas. Ahora todo ha cambiado. Necesitamos más exposición, pero existen asesores que nos ayudan a llevar estas cosas, a organizarlas. También te digo que para que un deportista funcione de verdad y consiga competir con los mejores, los mejores del mundo, creo que no hay otra forma, tiene que ser así. Trabajo, trabajo y trabajo. Y estar dispuesto durante un tiempo a hipotecar parte de la vida.

Metido en esta vorágine, dar el primer paso fuera es el más complicado para el deportista. El día después de dejar el alto nivel te das cuenta de que comienza otra etapa, de que tienes un nuevo punto de partida. Debes hacer una transición, y, si eres capaz de ir haciéndola poco a poco, si eres capaz de adelantarte, de visualizar lo que antes o después está por llegar, mejor. Por eso el consejo que doy a los chavales que destacan es que estudien, que se formen y se preparen; que se puede, que no pasa nada.

Como te he dicho, a mí la vida académica me hizo enamorarme de la deportiva y luego seguí estudiando, con mis tiempos, a mi ritmo. En distintos momentos hice tres másteres con la idea de ir amortiguando el «golpe» de ese aterrizaje. Me dieron la posibilidad de becarme al cincuenta por ciento en la Universidad Europea y aproveché la oportunidad. Después hice el máster de Periodismo y también uno en Gestión y Dirección Deportiva.

Hoy tengo claro que lo que más me gusta es la comunicación. Ahora estoy abriendo un abanico de posibilidades. Trabajo en la radio y me encanta, en la tele, en la revista Runner’s. Estudio marketing y desearía mejorar mi inglés, porque es fundamental. Tengo que plantearme qué pasará el día que no pueda seguir corriendo, anticiparme a lo que pueda pasar. De momento he encontrado un equilibrio, uno que no sé si valdrá a los demás, pero es el que me vale a mí. Ya no soy deportista de alto nivel, pero voy a carreras que tengo opciones de ganar y sigo peleando con los mejores.

He sabido entender cómo funciona el mundo del deporte. Dadas mis cualidades, encuentro retos y estímulos que me hacen tener energía para entrenar y sentirme bien. No soy capaz de correr tan rápido como antes, pero sí de aguantar más tiempo, aunque vaya más lento.

Hoy por hoy no he alcanzado mi techo en cuanto a capacidad deportiva. Estoy haciendo cosas ahora que no pensaba que haría. En casos concretos —no todo el tiempo, porque soy consciente de mi situación y de que si me enfrentara todo el año, no ganaría— sigo teniendo protagonismo todavía en muchos retos y quiero aprovechar esos momentos para ganar. Quiero seguir siendo el principal protagonista de mi vida, eso me estimula. Sentirme ganador y pelear por las medallas me supone un plus de energía y de ilusión. Con lo cual, aún no he llegado a «aterrizar» al otro lado, por decirlo de alguna manera. A veces las cosas no son blancas o negras. Yo he sabido identificar cuál es mi momento, el equilibrio perfecto que vale para mí.

Hacer una radiografía sincera de uno mismo, de cuál es el tiempo del que se dispone, de cuáles son las aptitudes, las condiciones físicas y los posibles talentos hace dar pasos importantes.

Por ejemplo, ahora mismo me encuentro muy bien, estoy cansado todos los días, pero me siento en forma. Este año tenía la posibilidad de volver a correr una gran maratón y hacer una buena marca, que podría haber sido récord del mundo de mi edad, pero para mí no era estímulo suficiente, porque era una carrera en la que dejaba de tener papel protagonista. Iban a estar corriendo los africanos y los españoles jugándose la plaza en los Juegos Olímpicos y yo iría a estar justo detrás. ¿Me compensaba? No. Mi subconsciente amenazaba con traicionarme y decirme que podía, pero no sería verdad. Esos dos o tres minutos que para otras personas no son nada, para nosotros es un mundo. Entonces, ¿qué he hecho? Renunciar. Aceptar mi realidad, aceptar mi situación, que es difícil, aunque esté entrenando, aunque me sienta bien, pero renunciar a fijarme ese objetivo y asumir que yo ahí no pintaba nada. Prefiero buscar un objetivo en el que saque brillo a mi trabajo, a lo que soy, a mi estado, y lucir más. Me gusta brillar. Tengo que potenciar el talento que me queda para florecer. Es fundamental tenerlo claro y hay que hacerlo con lo que tengas y con lo que seas. Asegúrate de tomar las decisiones correctas, acorde a tu realidad, sin dejarte llevar por la euforia de momentos concretos, y para eso es clave que definas bien cuál es tu punto de partida.

Mi punto de partida aquí y ahora sería el de una persona normal. Comparto mi vida desde hace veintiséis años con Nuria, mi mujer, y tengo tres maravillosos hijos: Paula, Nicolás y Daniela. Estoy en mi versión 4.8 y he tenido la suerte de ser un deportista de alto nivel que en un momento determinado tuvo éxito, pero sobre todo muchos fracasos. En mi formación no solo he dado prioridad a la faceta deportiva, también a la académica dentro de lo que mi tiempo me ha permitido. Soy un padre de familia con unas obligaciones y alguien que trata de difundir lo que ha sido mi vida en el deporte al mundo de la empresa, siempre como prescriptor de salud.

El deporte como modelo educativo hace mejores a las personas.

Trabajo como periodista en la radio, en El Partidazo, y hemos sido capaces de hacer un programa de salud en uno de fútbol. Fuimos pioneros y hoy somos líderes.

En el mundo editorial soy director técnico de la revista Runner’s y sigo corriendo, que es mi pasión. Y mientras me acerco a la versión 5.0 —a la vuelta de la esquina—, me preparo con todas las herramientas que encuentro a mi alcance.

Cada versión que está por llegar quiero que sea mejor que la anterior. La inquietud es lo que nos hace no renunciar a seguir construyendo el futuro con un presente cada vez más evolucionado. Soy una persona completa en el deporte, porque lo he vivido desde distintos puntos y es una visión muy enriquecida.

Tal vez no te sientas directamente identificado conmigo porque nuestras vidas han sido diferentes —en mi caso el motor ha sido el deporte; en tu caso puede que sean las finanzas, los negocios, la innovación o cualquier experiencia vital—, pero seguro que hay puntos de encuentro, como los que yo he tenido en mi vida deportiva y fuera de ella.

Te invito a que hagas una pequeña reflexión. Lo que nos une es el deseo de construir el futuro con fuerza, y para eso la clave es la formación. No vale con tus cuatro años de carrera y a mí no me vale con mis años de alto nivel. Debemos seguir actualizándonos porque el mundo cambia, porque el mundo se mueve. Es un proceso vivo, dinámico, y hay que estar alerta a los cambios que aparecen todos los días. Por eso, nunca pierdas el contacto con esa realidad.

R-evolución. aprende a avanzar en la carrera de tu vida

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