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3. El karma
ОглавлениеLa tercera de las Cuatro Comprensiones o Cuatro Entrenamientos Mentales consiste en reflexionar sobre el karma y tener presente su comprensión. Nuestro precioso nacimiento humano da lugar a una vida que existe en el tiempo, pero que es producto del karma. Nosotros mismos hemos creado las causas cuyas consecuencias sufrimos. Nuestras vidas son también un producto del karma acumulado en vidas pasadas, ya que cuando hay tiempo, hay continuidad. Luego de inhalar debemos exhalar, pues, en caso contrario, la respiración se interrumpiría. Mientras respiremos la vida continúa, y así seguimos adelante. Si hubo un tiempo pasado, naturalmente habrá un tiempo futuro. El tiempo presente en el que nos hallamos es una consecuencia del tiempo pasado, es el efecto de una causa.
El Buda dijo: «A fin de comprender lo que has hecho en vidas pasadas, examina cómo eres en tu vida presente». El cuerpo humano que ahora tenemos es producto del karma que hemos creado en el pasado. Vivimos su efecto. Por medio de este efecto podremos descubrir la causa en el pasado, y en el presente podremos determinar cuáles son las nuevas causas que creamos para el futuro. Por ejemplo, si tenemos dolor de estómago, ello es el efecto de una causa mediata y una circunstancia inmediata, la última de las cuales podría ser el haber comido algo en mal estado. El Buda dijo: «Si quieres conocer cómo será tu futuro, examina tus acciones actuales». Podemos realizar muchas acciones en el presente y producir todo tipo de karma, tanto positivo como negativo. El karma negativo proviene de nuestra distracción y nuestras pasiones y, a su debido tiempo, tendremos que padecer sus consecuencias.
Es importante tener presencia del karma y comprender su potencialidad. Mucha gente piensa que el karma es un destino predeterminado y dice: «¿Qué le voy a hacer? Es mi karma». Esta actitud resignada puede ofrecernos algo de tranquilidad en momentos difíciles, pero no es así como funciona el karma. Este es el producto de nuestras acciones y, para bien o para mal, su potencialidad solo fructifica cuando en nuestra existencia están presentes las condiciones apropiadas, y no en cualquier momento.
Si en el sendero del bodhisattva llevamos a cabo una buena acción, como por ejemplo el ofrendar, podríamos producir un karma positivo. ¿Cómo se genera el karma positivo? Primero surge la intención. En el Mahayana se dice que la intención es la base de todo. Si la intención es buena, los resultados serán placenteros. Si es mala, serán todo lo contrario. Por tanto, debemos tener sumo cuidado de que nuestra intención sea positiva, de modo que pueda servir de causa para el desarrollo de la bodhichitta. Cuando uno acumula el karma negativo de matar, primero surge la intención de matar. Pero a fin de crear el karma relacionado con el matar, la mera intención no basta; uno debe llevar a cabo la acción de matar. Por sí sola, la intención puede constituir un obstáculo para obtener estados mentales positivos, pero es la acción misma la que produce la verdadera potencialidad del karma. La acción, por su parte, puede ser directa o indirecta. Por ejemplo, en el caso del matar, nosotros mismos podemos llevar a cabo la acción de matar, o podemos encargársela a otra persona, en cuyo caso habremos cometido una acción indirecta.
El mismo principio es válido cuando se trata de una buena acción. Si queremos, por ejemplo, tener un gesto de generosidad hacia un grupo de gente hambrienta de la India, pero no tenemos suficiente dinero para ayudarlos, podemos pedirle a una persona más pudiente: «Por favor, ayuda a esta gente». Si hacemos esto de tal modo que el grupo de gente hambrienta resulte en verdad beneficiado, habremos realizado una acción positiva indirecta.
La tercera condición para que se complete el karma es la satisfacción de haber realizado la acción. Si después de haber matado a alguien, pensamos: «Oh, al fin me deshice de esa persona», el karma negativo de matar estará completo. La conjunción de la intención, la acción y la satisfacción crea la potencialidad total, tanto del karma positivo como del negativo, cuyos efectos se manifestarán cuando las circunstancias que favorecen su maduración se presenten. Esto significa que el karma no necesariamente tendrá sus efectos tan pronto se produzca la acción. Los mismos pueden ocurrir en cualquier momento, inmediatamente o mucho después, según cuándo se presenten las causas secundarias. Si, por ejemplo, tengo el karma negativo que me producirá un dolor de estómago, este se manifestará bajo ciertas circunstancias, tales como el estar en un clima muy caliente o el ingerir comida en mal estado. Si estas circunstancias secundarias se reúnen, el karma se manifestará.
El Buda dijo: «El karma nos sigue como la sombra sigue al cuerpo». Cuando una causa secundaria está presente, tal como una lámpara o el sol, la sombra se manifiesta. El cuerpo es la causa principal de su sombra, pero si no hay una causa secundaria, como por ejemplo el sol, la sombra no aparecerá. No hay una regla cronológica para la manifestación del karma, ya que este madura según las circunstancias. En la enseñanza se dice que se debe tener presente el karma a fin de evitar producir potencialidades negativas. Debemos estar presentes en todas las circunstancias de nuestra vida, pues de otro modo acumularemos karmas cuyos efectos luego sufriremos. Sin embargo, no siempre hay que pagar el karma, ya que se puede incidir en él de muchas maneras; por ejemplo, se lo puede purificar, transformar, eliminar o bloquear.
En todas las tradiciones budistas tibetanas se enseña el mantra de Vajrasattva como medio para la purificación del karma negativo. Recitando el mantra, el efecto del karma y los obstáculos disminuyen, y uno desarrolla claridad. A veces se oye hablar de enfermedades kármicas, es decir, enfermedades hasta ahora incurables, como algunos tipos de cáncer, etcétera. Ahora bien, de acuerdo con la enseñanza, no hay nada que no pueda purificarse; es solo que no sabemos lo pesado que es el karma que debemos purificar; no sabemos si pesa cien, mil o millones de kilos. Ese es el problema, pero no existe ningún karma que no podamos eliminar.
Si somos practicantes, debemos ser conscientes de las circunstancias bajo las cuales se manifiesta el karma. Por ejemplo, si queremos que una semilla germine, debemos plantarla, fertilizarla, regarla, permitir que tenga acceso a la luz solar, etcétera. Si no la sembramos en las condiciones apropiadas, incluso si la semilla posee toda la potencialidad para germinar, no dará ni flores ni frutos. Si plantamos diez semillas idénticas en diez macetas, pero regamos algunas y dejamos otras sin regar, ponemos algunas al sol y otras a la sombra, o dejamos algunas sin fertilizantes, etcétera, nunca obtendremos diez flores idénticas. Algunas de ellas prosperarán, otras se sofocarán, mientras que otras ni siquiera germinarán; obtendremos distintos resultados, aun cuando todas las semillas posean la misma potencialidad de producir plantas de la misma especie. Todo está determinado por las diversas circunstancias secundarias.
Por tanto, si el karma madura, ello se debe al hecho de que las circunstancias secundarias han sido favorables para su manifestación. Si estamos conscientes de ello, podremos comportarnos en consecuencia. Si está germinando una flor que no deseamos, podemos bloquear su crecimiento dejando de regarla. Siendo conscientes de las circunstancias que favorecen el karma, nos volveremos activos en nuestra práctica y adquiriremos sabiduría.