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Prólogo

Si es verdad conocida desde siempre que la literatura de calidad es como el buen vino, en el sentido de que no pierde virtudes con el paso del tiempo, no lo es menos que cuando pertenece a un área científica que requiere de quien la consulta un esfuerzo de contextualización histórica, puesto que sus contenidos están condenados por principio a sufrir revisiones críticas que los actualicen. Esto vale para las disciplinas musicológicas o vinculadas con tal ámbito del saber: las expectativas que despierta la aproximación a un libro de reciente publicación acerca de un género o fenómeno musical no son hoy las mismas de hace medio siglo. Ya no nos conformamos con leer hipótesis sobre los orígenes o antecedentes de una danza, por ejemplo, acompañadas por referencias sobre estudios previos, dispersión geográfica actual, rasgos estructurales, ocasiones de uso o instrumentos musicales que ejecutan su repertorio (si bien todos estos aspectos siguen despertando, con justicia, nuestra curiosidad).

A lo largo de la última centuria o poco más, los investigadores del sector se han interrogado acerca de cuestiones muy diversas que de un modo u otro afectaban a sus objetos de estudio: grado de complejidad estructural (o inserción en una presunta escala de perfeccionamiento y desarrollo crecientes), vinculaciones de carácter simbólico, momentos de vigencia dentro del ciclo de la vida o del calendario anual, área de difusión, antigüedad de existencia, inserción en eventuales esquemas clasificatorios, interacción con otros ámbitos de la cultura, significados sociales y otros asuntos que han venido surgiendo en el seno de las disciplinas antropológicas e instalándose en la agenda de quienes las practican. Desde una actitud de crítica constructiva y de curiosidad intelectual, las exigencias no han dejado de crecer hasta conformar un desafío considerable, no ajeno al entusiasmo epistemológico que —corresponde alegrarse por ello—, sigue vigente en buena parte de los destinatarios de libros como el presente.

Sin necesidad de caer en un exceso de eclecticismo disciplinar, que habría resultado un tanto inapropiado como poco útil hoy, Christian Spencer ha vertido en este trabajo muchos de los resultados de las investigaciones que ha venido realizando sobre un fenómeno tan significativo para la sociedad chilena en general —y santiaguina en particular— como la cueca urbana. Independientemente del nivel de conocimiento que posean acerca del fenómeno, quienes se dispongan a leerlo encontrarán en él una riquísima variedad de temas afrontados en coherencia con el objetivo especificado que especifica en el comienzo, articulado en tres ejes analíticos —“tradición, nostalgia y escena”, “genealogía y espacialidad” y “participación y performance”, respectivamente— y desarrollado de manera sistemática y amena a lo largo de capítulos cuyos densos contenidos son deudores de una estrategia metodológica convenientemente especificada descrita por el autor. Esta se inscribe en el espacio heurístico abierto por la etnomusicología urbana, que permite superar paradojas y límites de la investigación, tales como los cepos plantados en el terreno de las prácticas culturales anteriormente denominadas folcklóricas por el ruralismo, el ancestralismo o la presunción de oralidad exclusiva, entre otros.

La investigación histórica desarrollada sobre fuentes del pasado ha sido combinada en este libro con una serie de actividades propias del trabajo de campo etnográfico-musical, enriquecidas a través de la inmersión en prácticas musicales del universo sometido a estudio. Se revela exitosa aquí la estrategia de interpretar la música para experimentar “desde dentro” recursos y técnicas de ejecución instrumental y vocal a la par que se observa el modus operandi de los cultores del género, con la intención de descifrar las claves que permiten conocer tanto los mecanismos de su creación, interpretación y recepción, como el apasionante universo de significados individuales y compartidos que activa entre sus usuarios. El estudio de estructuras musicales, literarias y coreográficas se enriquece aquí con el análisis del contexto social y los avatares políticos vinculados de varios modos con las etapas y modalidades del surgimiento y la recuperación de la cueca urbana. En las páginas que siguen se asiste a consideraciones, datos y discusiones acerca de los conceptos de escena musical, las manipulaciones de la cueca huasa por parte de la dictadura militar, la permanente rearticulación de identidades, efectos de las políticas culturales, construcción de arquetipos, generaciones de protagonistas, variantes de cueca (romántica, de fusión, de autor, brava) y los criterios empleados para distinguirlas, así como el paso del canon folcklórico al urbano y del huaso al roto como arquetipo social (con sus relativos repertorios consensuados por el uso y el rol del recurso a la discografía histórica), la transmisión del conocimiento —basada en oralidad, mediatización y cibernética— como responsabilidad social y el aprendizaje como experiencia colectiva (con referencias a las relaciones intergeneracionales en este campo y en otros), los aportes de los intérpretes individuales y grupales de ambos sexos, el incremento de la relevancia social de la autoría, las vías de transmisión y difusión, la relación de los músicos con la industria discográfica, las dimensiones local y virtual, estilos performativos, espacio y relevancia de la música en vivo, economía y muchos otros asuntos que configuran este conjunto de saberes y sugerencias.

Además de afrontar el reto de aproximarse al inabarcable ámbito del significado, Spencer aborda con ojo crítico las retóricas de autenticidad y sus connotaciones axiológicas, la dialéctica entre anonimato y autoría reconocida, los procesos de emblematización, el espacio como constructo social, el funcionamiento de los procedimientos de fusión y de la tendencias folckloristas y de revival y aún más: el espacio ocupado por la memoria y la nostalgia, así como su actualización en el presente a través de la performance y los discursos de los entrevistados, y también la dialéctica entre cambio y estabilización de la tradición y el recurso a la historia familiar por parte de los jóvenes para validar lo aprendido y conectar pasado con presente, sin olvidar la detallada descripción formalista de los parámetros musicales que conforman el “capital cultural” de músicos y audiencias apoyada en la distinción entre lo performático y lo performativo.

Algunos de estos ítems (a los que se suman otros, como la etnografía e historia del canto a la rueda y sus múltiples repercusiones, la combinación de elementos escritos y orales en la narrativa de la tradición o los distintos usos de este concepto por parte de los agentes sociales a través del tiempo) son iluminados desde la doble perspectiva emic y etic que el autor puede combinar gracias a su doble posición de intérprete musical y avezado observador.

Desde las primeras líneas del texto Spencer define con claridad algunos conceptos claves de su objeto de estudio a la vez que especifica los criterios adoptados en relación con categorías y términos que han recibido distintas interpretaciones semánticas (es el caso, entre otros, de los usos del término “folcklore”), con lo cual despeja el camino para permitirnos transitar sin dificultad por los paisajes de su narrativa. Esta fusiona convenientemente perspectivas históricas y etnográficas y establece diálogos entre las afirmaciones procedentes de la bibliografía y el discurso de los protagonistas entrevistados, a la vez que rescata lo útil o pertinente de cada propuesta (véase, por ejemplo, el puente tendido sobre dos modos de concebir la cultura popular sensibles respectivamente a lo tradicional-casero y lo alternativo a la hegemonía).

No es posible hoy, tras las críticas que recibieron corrientes como el estructuralismo o estrategias expositivas basadas en el uso del presente etnográfico, limitarse al enfoque sincrónico en el tratamiento de fenómenos como el de la cueca urbana, ni abordarlo ignorando los cambios sufridos a través del tiempo (y sus causas), la dinámica entre conservación y creatividad o las distintas connotaciones axiológicas que recibe en los estratos sociales (aún existentes en Latinoamérica y condicionantes del tratamiento otorgado a los productos y modalidades expresivas de la cultura). Tampoco lo es remitir a determinadas corrientes interpretativas ignorando otras cuya vigencia obliga a considerarlas, más allá de que dificulten o impidan al investigador delinear teorías de apariencia pacífica y factura tranquilizadora. La “escritura polifónica” que reivindica el autor procede tanto de utilizar distintas personas gramaticales, para especificar su doble postura de “investigador-músico” y “observador-musicólogo”, como de poner en diálogo los puntos de vista de cuatro tipos de agentes sociales, con los riesgos que ello implica para el mantenimiento de una dirección en el discurso y también el incentivo que deriva de la posibilidad de enriquecer el campo hermenéutico, empresa de la que el autor sale airoso para bien de los lectores.

Como suele suceder cuando se combina la práctica musical con la lectura de textos y el diálogo con los insiders, el trabajo resultante dista de ser monocromo o unidireccional. Por el contrario, cada capítulo aborda aspectos concretos con herramientas elegidas en función de su utilidad y desvela multitud de detalles que configuran panoramas sugestivos en los que no están ausentes los claroscuros. Son mencionados creadores e intérpretes, ediciones discográficas y audiovisuales, prácticas musicales, clases sociales, estudiosos, políticos y otros agentes sociales, letras de canciones, obras de teatro, espacios para la práctica cuequera, eventos oficiales y reuniones informales, conflictos entre visiones asociadas a diferencias de clase social, circunstancias de urbanización de un género, sus transformaciones, interacción y convivencia de espacio físico y virtual (ítem ineludible en el estudio de las realidades sociales contemporáneas).

Tras un recorrido por esta miríada de circunstancias, procesos y connotaciones que conforman el universo de la cueca urbana, las conclusiones nos ofrecen una serie de tablas que resumen con acierto las líneas principales del trabajo (otro acierto del libro). Todo ello permite augurar un enriquecimiento aportado por su lectura, que sin duda proporcionará muchos momentos placenteros a quienes la emprendan. Gracias, Christian.

Enrique Cámara

Pego el grito en cualquier parte

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