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A manera de prólogo
Las negociaciones nuestras de cada día 20 años después
ОглавлениеHan pasado 20 años desde la primera edición de Las negociaciones nuestras de cada día y el mundo ha seguido hundiéndose en luchas cada vez más tortuosas en pos de poderes absolutos que casi siempre han pretendido disimularse bajo las «mejores intenciones». Las interminables negociaciones con las que se pretende resolver intereses contrapuestos se arropan con el manto de la paz pero sostienen valores éticos faltos de solidaridad. Siguen siendo negociaciones que privilegian la astucia en beneficio de unos pocos en lugar de encontrar un punto de equilibrio para satisfacción de todos. El modelo patriarcal —jerárquico y favorecedor de privilegios— sigue gozando de buena salud tanto en el ámbito de lo social como en el de la subjetividad, sea esta femenina o masculina. Sin ninguna duda han habido cambios en nuestro complejo mundo actual que, si bien no abarcaron a todo el planeta, mejoraron la condición de las mujeres. Pero muchos de esos cambios suelen ser solo modificaciones cosméticas que siguen coexistiendo con viejas concepciones del modelo patriarcal disimuladas bajo sofisticadas y aparentes escenarios de libertad. Estoy convencida que la liberación femenina no consiste en imponer la sumisión masculina sino que se trata de revisar en profundidad los valores éticos sobre los que se asienta la organización social y, como consecuencia, la conformación de la subjetividad y el vínculo solidario entre los géneros.
Uno de los motivos que contribuyen a la persistencia del modelo patriarcal —y que se desliza sutilmente aún donde ya se han instalado cambios que favorecen la libertad femenina— reside en el fenómeno de naturalización. Eso significa que las características constitutivas del modelo patriarcal (jerarquía, privilegios, violencias, distribución de roles por género, naturaleza como destino, etc.) siguen existiendo en las prácticas tanto masculinas como femeninas sin conciencia de que se sigue reeditando lo que se intenta combatir. Esto sucede en parte porque lo que se ha mamado durante siglos termina siendo considerado «natural» y por lo tanto obvio e invisibilizado en la propia subjetividad. La desnaturalización de la moral —y ética— patriarcal requiere un laborioso proceso de cambio en las subjetividades, tanto de hombres como de mujeres.
El tema de las negociaciones en la práctica cotidiana del vivir pone en carne viva los modelos de convivencia con los otros y con uno mismo. Las negociaciones, necesariamente, tienen por meta un acuerdo y dicho acuerdo requiere de una adecuada evaluación de los costos. Es sabido que absolutamente toda acción tiene costos, de la misma manera que los tiene toda inacción. En otras palabras, los costos son inevitables y no dejan de pasar factura a lo largo de la vida. Es por ello que la elección de los mismos es la clave para el cambio y el punto de partida, indefectiblemente, es esa negociación con uno mismo. Eso significa que cualquiera fuese la elección será inevitable ceder algo y en esto reside el meollo de toda negociación. Sin ninguna duda, es aquí donde la sabiduría reside en elegir el costo menos oneroso que dependerá del modelo ético con que cada quien oriente su vida y de las circunstancias que lo hagan posible.
Mi mayor deseo es que este libro siga sirviendo de estímulo para que las nuevas generaciones —y las no tan nuevas— se lancen a la aventura de descifrar dónde se ubica el costo menos oneroso para cada quien y cual es el que mejor contribuye a que nuestra sociedad no se pierda en su propia voracidad de poder y de violencia. Ahora más que nunca, lo personal es político y lo individual afecta a toda la humanidad.
Clara Coria
Buenos Aires, 2016