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¿Qué tengo que saber y hacer para elegir un remedio?
ОглавлениеDebe saber que existen diversos tipos de síntomas:
generales (los que afectan a todo el cuerpo, como una sed excesiva, escalofríos, fiebre): a menudo estos síntomas (por ejemplo, la diarrea o los dolores de la dentición) solo nos indican dónde buscar síntomas más particulares y propios del individuo concreto.
mentales y emocionales (afectan a la psique, como la tristeza, los cambios de humor, la ira): tienen la máxima importancia y, cuando están presentes, siempre son indicativos del remedio elegido.
particulares (específicos para una parte del cuerpo, como la lengua amarillenta, la ciática en la pierna izquierda, los sabañones en el pie derecho): son útiles, dado que a menudo señalan lo que trastorna al paciente. (En ocasiones, una buena observación revelará cómo puede cambiar este punto focal durante el curso del tratamiento.)
síntomas «extraños, infrecuentes y peculiares»: estos son especialmente relevantes debido a su escasa incidencia. Por ejemplo, un triángulo rojizo en el ápice de la lengua; una sed excesiva de agua fría aunque el paciente saliva profusamente; ardores que se calman con compresas calientes.
«modalidades»: aquellas cosas que caracterizan a las imágenes de los remedios, como «la tos que empeora cuando uno entra en un cuarto caldeado»; «los jadeos más intensos cuando el clima es húmedo»; «sentirse mejor cuando se masajea un pun to y se toma un baño caliente»; «la fiebre que se inicia a las tres de la madrugada». Las modalidades son muy útiles, y si al principio no son evidentes, deberían detectarse por medio de unas preguntas bien pensadas.
Hay determinados rasgos sintomáticos que facilitan la elección: la localización, el dolor, la intensidad, las excreciones, el color, la distribución, el factor tiempo y el temperamento.
La localización le ayuda a descubrir en qué sistema físico hay que buscar información, pero también debe evaluarse en unas condiciones que le induzcan a inquietarse por si necesita asistencia profesional. Hay que prestar atención a los síntomas que solo aparecen en el lado izquierdo o derecho del cuerpo, o que pasan de un costado al otro.
El dolor puede variar: malestar, opresión, ardor, escozor, quemazón intensa, punzadas, pinchazos poco intensos, dolor intenso, incisivo, presión dolorosa, dolor pulsante, súbito, repentino o itinerante (que se desplaza de una parte a otra).
La intensidad es importante, dado que puede ayudarnos a elegir la potencia más adecuada.
Las excreciones son esenciales, porque nos muestran cómo expresa el cuerpo su angustia, o cómo reacciona positivamente a un remedio. La diarrea puede ser negra, verdosa, sanguinolenta, acuosa o puede encajar en muchas otras descripciones. La mucosidad, el pus, la orina, la cera y el vómito también pueden ser muy distintos.
El color de la parte afectada siempre es revelador, cuando resulta anómalo. Hay determinados remedios asociados con colores concretos, y a veces el color nos llevará a optar por uno entre unos pocos remedios (Belladona = rojo; Carbo veg. = azulado; Lachesis = púrpura o rojo-azulado oscuro).
La distribución puede ser útil sobre todo cuando abordamos problemas dérmicos, dado que determinados remedios se identifican con partes concretas del cuerpo. También es útil fijarse en la distribución de algunos dolores (por ejemplo, Berberis vulgaris presenta dolores renales que, cuando se orina, irradian hasta la entrepierna y los muslos).
Los síntomas de determinados estados del remedio tienen factores cronológicos característicos: el crup de Aconitum se produce a medianoche; el peor momento del día para Lycopodium es entre las 4 y las 8 de la tarde; las fiebres de Apis y Belladona suelen producirse o intensificarse sobre las 3 de la tarde; la tos productiva de Pulsatilla es más intensa a la hora de despertarse por la mañana y hacia la tarde.
El modo en que se manifiesta una enfermedad por medio del estado anímico es vital en muchos casos. Si un paciente que suele ser alegre se vuelve irritable, es que el remedio provisto tendrá esta característica anímica negativa en su imagen. El hecho de que un niño feliz llore mucho y reclame mucha atención debería ser crucial para la elección del remedio. Si un hombre de negocios preocupado se vuelve intolerante y huraño, estas características son propias de la enfermedad que produce ese individuo.
Síntomas objetivos son aquellos que se observan sin necesidad de hacer preguntas. Incluyen cosas como el grado de sed y de temperatura corporal, los olores y la expresión corporales, incluso el lenguaje. Dese cuenta de si el paciente se siente inquieto o no, si suda o no, si se muestra sensible a todo lo externo (como el ruido o las molestias de otro tipo), y observe su lenguaje corporal (como la postura que el dolor puede inducir a adoptar al paciente).
Síntomas subjetivos son aquellos sobre los que hay que formular preguntas. Incluyen la localización, la cualidad y la intensidad del dolor, y cómo se siente el paciente. Lo que no pueda ver, pregúntelo:
¿Qué sensación tiene?
¿Cómo es el dolor? ¿Qué sensación provoca? (Si es quemazón, punzadas, una sensación pulsante, etc.)
¿Dónde está exactamente el dolor?
¿El dolor se desplaza de un punto a otro? (La localización izquierda o derecha o la alternancia entre ambas son muy significativas.)
¿Cuándo alcanza su máxima intensidad el dolor? (El momento del día o de la noche; antes o después de comer, etc.)
¿Qué lo alivia? ¿Qué lo agudiza? (El calor o el frío; frotar la zona o permanecer quieto; una bebida caliente; un paseo a paso rápido cuando hace fresco, etc.)
Intente no formular preguntas directas como «¿Siente un sabor metálico en la boca?» o «¿Es un dolor ardiente?».
A veces podrá reconocer un remedio partiendo de su imagen general. Pulsatilla se identifica fácilmente debido a su estado de ánimo lloroso y dependiente, sea cual sea la patología. Otras son más difíciles de localizar. Cuando haya elegido uno de los remedios enumerados bajo el trastorno que esté evaluando, remítase a su descripción más general en la «Tercera parte». Recuerde que busca una descripción parecida, no exacta. Es posible que el paciente no manifieste algunos de los síntomas descritos bajo un remedio; esto no significa necesariamente que no sea idóneo para ese trastorno.