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CAPÍTULO 1
Cultura rock: género y escena

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A más de cincuenta años de su nacimiento, la cultura rock continúa siendo una práctica social que integra expresiones y modos de concebir los acontecimientos de la vida social. El rock, en sí mismo, es un campo de contradicciones, aciertos y desacuerdos que postula un estado de incomodidad y de reconfiguración identitaria dentro de la industria cultural. Y, por si faltara algo más, es una cultura que plantea una tensión constante con las reglas del sistema y se constituye a partir de la crítica y el desafío. Su voluntad es rebelde y su intensidad patenta reacciones y emociones, aunque también se nutre de tácticas y estrategias.

En términos de Philippe Paraire (1992: 10), el rock es un fenómeno que contiene, interpela y considera a la juventud como sujeto social, a pesar de la disparidad de lugares que atraviesa y de los géneros musicales o cualidades que la conforman: “No se puede examinar de otra manera que, como una cultura con derecho propio, compuesta de actitudes, recorrida por temas, amplificada por soportes y caracterizada por temas que definen escuelas y estilos”.

La cultura rock instituye, desde sus discursos y prácticas, una sucesión de representaciones sociales (ideológicas) sobre la creación musical y la vida de las juventudes en sociedad. Es una expresión que supera al género musical e incorpora efectos de comercialización e industrialización a partir de negociaciones y luchas en el territorio cultural.

Las letras de rock cumplen un papel primordial de enlace en la relación entre comunicación y cultura, puesto que activan el diálogo, el debate y la interacción entre las juventudes y las distintas etapas generacionales de la sociedad (Pujol, 2005, 2007). El mensaje producido y construido estratégicamente sobre la base de la letra de rock articula significados, prácticas y modos de decir de la actividad rockera, en principio, y de los procedimientos sociales, en segunda instancia.

Las canciones se potencian y se erigen como fenómenos culturales que forman parte de la realidad en la que surgen al mismo tiempo que la constituyen. El estudio concreto las ubica como piezas discursivas posibles de ser analizadas en pos de detectar las huellas subjetivas y las intencionalidades que la integran. Las líricas se desempeñan como canales expresivos que enuncian experiencias y representan malestares, problemáticas humanas y propios quehaceres de una sociedad en crisis y en reconfiguración democrática. La comunicación establecida en su narrativa constituye un desafío de pensamiento y contribuye a la consolidación de valores, aspectos democráticos y abordajes identitarios: las letras concentran un sentido esencial de compartimiento, intercambio y puesta en debate con el oyente-espectador-lector.

Rompiendo el silencio

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