Читать книгу Rompiendo el silencio - Cristian Secul Giusti - Страница 8
Rock en transición
ОглавлениеEl panorama del rock argentino dejó entrever un momento de eclecticismo que trajo consigo diversas corrientes heterogéneas, como la llamada “trova rosarina” (relacionada con cierta perspectiva utópica en clave democrática), las vanguardias del punk, metal o reggae que tuvieron como denominador común el borde de la cultura hasta finales de la década de 1980 y, por supuesto, la explosión de bandas new wave o directamente pop (vinculadas con la cultura rock underground que prosperaba al margen de la dictadura).
En el rock local, los nuevos conceptos estéticos y estilísticos fueron incorporándose hasta copar las zonas más fértiles de la cultura. Las letras funcionaron como ejemplos de una retórica que proporcionaba palabras y sentidos específicos de un sentir de época. Asimismo, el ambiente rockero masivo se constituyó como una música bailable y, en variadas ocasiones, profundizó un lirismo de enunciación irónica y paródica.
Antes del conflicto en Malvinas, el rock argentino logró amplificarse en los márgenes de la cultura oficial y provocó “la gran renovación del rock, gente que empezó a escuchar música new wave, ska, punk […] Fue la gran renovación del rock y la gran pérdida de la inocencia” (Del Mazo, 2006: 41-42).
A partir de 1981, el rock local se destacó por generar espacios suburbanos que incluyeron estéticas diversas de creación artística en tiempos dictatoriales. Distintos estilos y discursos líricos rupturistas se relacionaron directamente con la irrupción del género punk (coronado durante 1976-1978) y el denominado postpunk (célebre durante 1979-1983). Este estallido cultural generó un cimbronazo en los estamentos periféricos del rock argentino y produjo, además, una fractura en la tonalidad monocorde, discursiva y sonora.
Las estrategias enunciativas de las canciones se vincularon con formas alegóricas, irónicas y sarcásticas. En paralelo con esta situación controvertida, se vivenció un retorno al underground (por fuera de los carriles que la industria delimitó entre 1967-1981) y se forjó un territorio suburbano que acuñó a una gran parte del rock masivo de la democracia.
Esa corriente de la era predemocrática se conformó como una usina cultural que planteó de una manera distinta el consumo del rock. Los músicos no mostraban intenciones de rendirle tributo al pasado y pretendían integrarse a la cultura de masas, con las ventajas y los problemas del caso. De esta manera, salieron a la luz bandas con nuevos valores que en poco tiempo fueron partícipes elementales de la historia del rock argentino: Virus, Soda Stereo, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Sumo, GIT, Zas, Los Twist y Los Abuelos de la Nada (segunda formación), entre otros.
Sobre este punto, Pablo Alabarces, Daniel Salerno, Malvina Silba y Carolina Spataro (2008: 39) remarcan que el rock argentino planteó un juego de fuerzas que incluyó una gesta antirrepresiva en los recitales (cada vez más masivos) e impidió, mínimamente, que se desentramara la “desideologización flagrante” impuesta por el proceso: “Los públicos […] no podían articular otro discurso que el «se va a acabar, la dictadura militar». Nuevamente, se trataba de un énfasis ético antes que político stricto sensu, pero en esa vaguedad se revelaba eficaz e interpelador”.
En tanto, para los periodistas Darío Quintana y Eduardo de la Puente (1996: 126), el ingreso de un nuevo público posibilitó una apertura en cuanto a temática y tratamiento de las líricas, y también generó un drástico cambio de actitud en la estrategia de enunciación: “Política, guerra, desaparecidos, droga, homosexualidad son ítems tomados con gravedad en determinadas ocasiones, con humor y desenfado en otras, evidenciando un notable contraste con el silencio reinante en la mayor parte del período anterior”.
Las y los artistas, en su gran mayoría, provocaban un discurso de tono más dispar o suavizado que se encontraba conmovido por la perspectiva política alfonsinista y se sostenía en una perspectiva a favor de la reflexión sobre los derechos humanos (separado del ideal revolucionario-político de la década de 1970). La postura ganaba complejidad en teorías que apuntaban hacia un final de las ideologías o, en gran medida, hacia una suspensión de conflictos que simulaba afinidades sociales.
El rock argentino, haciéndose eco del contexto de destape o del desprejuicio generalizado en torno a los tabúes luego del horror y el silenciamiento forzoso, incorporó temáticas que no habían predominado en su repertorio y se encargó de reivindicar la dimensión física y erótica de la vida. La tematización del placer se colocó en el tapete y se enlazó con un compromiso liberal en la vida que significaba un camino hacia la transformación.
La postura sexual y erótica emergió de los discursos a partir de una particular conceptualización de la libertad, entronizada desde el cuerpo y, también, las nuevas representaciones de los géneros. Así, se profundizó una relación entre rock, deseo y placer que inscribió una línea divisoria entre la opresión y la liberación.