Читать книгу Juanjo, ángel de amor - Cristina Margossian de Babicola - Страница 3
ОглавлениеPrólogo
Resulta muy difícil y a su vez placentero redactar el prólogo del séptimo libro de Juanjo.
En primer lugar, porque los anteriores de Lucy, Laura, Cristina y José anuncian con sobrada jerarquía, humildad y corrección sus contenidos. En segundo término, porque me obliga a unir experiencias humanas con realidades que —aún— la ciencia racional no puede admitir por razones atinentes a la lógica materialista que cultivamos, que no es buena ni mala: solo distinta.
Responde a un proceso evolutivo que recién estamos empezando, en este caso gracias a entidades de luz como Juanjo.
Él nos habla siempre de amor, en el sentido que le dan los seres evolucionados, verdaderos maestros de la existencia material en esta escuela terrenal.
Y nos enseña que la vida no es solo la física que se agota cuando abandonamos la materia. La vida es el todo, y el paso físico por este plano, solo una parte. Algunos animales, pero fundamentalmente casi la totalidad de los pájaros, cuando cambian de dimensión se llevan su cuerpo. Los humanos avanzados, como Juanjo, son ángeles que pueden comunicarse, aparecer y hasta corporizar su encarnación.
Si no fuese así, el planeta estaría regado por cadáveres de pajaritos, pero también si los cuerpos sutiles adheridos al hombre no existieran, ¿podría este funcionar biológicamente?
La historia está llena de manifestaciones de santos, vírgenes y seres de luz que millones de personas han visto y que adaptan su manera de manifestarse en función de los recuerdos cerebrales enmarcados en las culturas de cada región y de cada época.
En esta colección de siete libros documentales editados hasta ahora, el lector original va añadiendo saberes que le permiten intuir que esa “máquina perfecta”, que es el universo, tiene también un “engranaje perfecto”, que es la persona. Un mundo que se mueve por fuerzas intocables e invisibles, que podemos llamar indistintamente energía, fuerza o espíritu.
Los nuevos lectores tendrán la posibilidad de ingresar a una nueva realidad, como los chiquitos que concurren a la escuela para enfrentar con recursos su futuro inmediato, pero con la ventaja de que su corazón y su cerebro —en esta etapa crucial de la humanidad— actúan coordinadamente, lo que les permitirá empezar a cursar la carrera correspondiente a los tiempos que transitamos. Lo de la relación neurológica y cardíaca es solo un ejemplo. Básicamente, faltan cinco más… para empezar.
Esa ligación entre lo desconocido que “mueve al mundo” y los descubrimientos diarios que llamamos ciencia, en algunos años podrán explicar fenómenos tan complejos como los que relata la Biblia y otros milenarios textos sagrados de las distintas culturas. Los monoteístas sabrán, con fundamento científico, la naturaleza de los milagros, y los politeístas podrán desmenuzar las leyendas y convertirlas en evidencias.
Los humanos empezamos a cursar las nuevas materias y los responsables de la rectoría de la evolución están enviando sus docentes. Ellos pueden venir de los distintos planos: hermanos mayores, hermanos del cosmos y hermanos dimensionales.
Para el pensamiento doméstico, están los maestros del cielo y los maestros de la tierra. Los primeros son los planificadores que hacen el plan de estudios y, los otros, los docentes frente a los alumnos. En este caso, Juanjo y Cristina. Se trata de una nueva moneda, con dos caras que, fuera del tiempo, han marchado por el mismo camino, porque así se mueve la rueda de la vida.
En algún momento deberemos trasladar estas primeras lecciones a una más completa, que es la escuela superior.
Para llegar a ello, debemos dar el salto. Juanjo por ahora es el puente colgante, y las barandas son Cristina, José, Laura y todos aquellos convocados por la luz que se van sumando a este esfuerzo.
Lino Marcos Budiño