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Introducción

Cada aniversario de tu cumpleaños terrenal y celestial, comparto alguna fotografía tuya, mostrando siempre tu rostro feliz y alegre, como lo fue realmente en tu paso por la Tierra. Adjunto un texto, en el que vuelco el agradecimiento por tanto amor compartido. En la oportunidad de cumplirse quince años desde que estás en el cielo, escribí una pequeña nota en un cuaderno unas horas antes de la medianoche, que dice:

Juanjo, te ves hermoso observándonos con tu eterna alegría desde la luz. Gracias por compartir con nosotros por siempre tu amor. Quince años de separación física, pero tu espíritu libre y feliz nos acompaña. Nuestro eterno vínculo está colmado de amor, gozo, conocimiento. Bendiciones en tu cumpleaños celestial. Te amamos hasta el infinito.

En el momento preciso, publiqué la nota junto con una hermosa fotografía tuya, cuyo fondo era el lago de Como, trayendo así el recuerdo de ese último viaje que realizamos juntos con vos y papi. Posaste en la fotografía medio inclinado, como queriendo pasar algún secreto, con tu sonrisa a flor de labios, contagiando alegría.

Publiqué en Facebook con el deseo de compartir el gozo de sentirte en presencia. Aguardé un par de minutos para observar si se había publicado bien. Y allí pude disfrutar cómo la divina presencia de Dios interviene. En realidad, siempre está en “todo lo que es”, pero desde nuestra conciencia, percibirlo es el gran milagro.

Seguida a la publicación, apareció un video donde se observaba el movimiento de las nubes en un cielo azul y apareció un título que me conmocionó hasta las lágrimas: “Carta desde el Cielo”. Con José, continuamos leyendo emocionados por cada palabra que iba apareciendo escrita en imprenta. ¡Juanjo escribía en imprenta!

Una respuesta, un sublime mensaje de amor. El video había sido publicado por Miriam, una amiga de Patquía, La Rioja, sendero por donde nos llevaron nuestros hijos. Juanjo, desde el cielo, conectado con Laura desde la tierra. Transcribo el texto para que quede impreso aquí y en mi alma:

No estés triste pensando en mí, este es un lugar realmente maravilloso. Me encuentro feliz y totalmente en paz… No me duele nada… Te escribo para que quites la tristeza de tu corazón y la oscuridad de tus pensamientos… Hay miles de ángeles aquí y son extraordinarios… Me encanta verlos volar y ¿sabes? Jesús no se parece a ninguna de las fotos que pintan de Él. Aun así, tan pronto Lo vi, Lo reconocí enseguida. ¡Sabía que era Él!

Me llevó con Dios y Él habló conmigo como si yo fuese importante… Ahí fue cuando le dije que quería escribirte una carta para despedirme de ti y decirte cómo me siento ahora… Dios me dio papel y pluma para que te escribiera esta carta y un ángel hizo que te llegara… Es difícil explicar cómo me siento, pero lo que puedo decirte es que se siente bien estar aquí… El sol brilla increíblemente y las nubes reflejan su luz provocando rayos hermosos por todos lados…

Aquí hay mucha gente que hace mucho se me adelantó… Dios me dijo que te contestara una de las preguntas que le hiciste: “Que dónde estaba Él cuando yo más lo necesitaba”. Dios me dijo que estaba en el mismo lugar, conmigo, como siempre. Él nunca me ha dejado, ni antes, ni ahora y eso me regocija el alma.

¡Hoy puedo estar con Él por siempre y a cada instante! Cada vez que me necesites, solo debes cerrar los ojos y pensarme, estoy junto a ti… Te escucho… Háblame en el silencio de tu alma… Mira al cielo y ahí, en un lugarcito ¡estoy feliz!, con mi sonrisa, esa que tanto te gusta…

Pero no estés triste, por favor, ¡yo estoy muy bien! Tengo que devolverle la pluma a Dios, así que me voy despidiendo… Celebra que puedes verme en cada acto de amor… Soy solo eso, sencillamente amor… Que tus lágrimas no te impidan ver las estrellas y cerrar tu alma, no te dejes apagar… Por favor.

Cuando más te ríes, más brillo, cuando más sufres, te abrazo yo… Sé que me extrañas pero no pienses en cuando me fui, piensa en mí cuando estuve, en todo lo bello que pasamos… En todos esos sencillos momentos que nunca vamos a olvidar. Hoy te digo adiós y no me busques en todos lados, no es necesario porque yo estoy ahí en tu alma, cerquita de tu corazón, ¡velando y orando por ti siempre!

¡Yo nunca me iré de tu lado mientras me recuerdes!

Te amo desde el cielo.

Cuando la mente se calla,

una energía mágica libera alegría, amor, prosperidad y libertad en tu interior,

esto se llama paz y viene de Dios.

Facundo Cabral

Juanjo, ángel de amor

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