Читать книгу Repensar los museos y centros de ciencias - César A. Domínguez - Страница 6
Presentación
ОглавлениеDr. César A. Domínguez
Cuando las doctoras Elaine Reynoso y Carmen Sánchez me invitaron a escribir la presentación de este libro, además de agradecerles me pregunté sobre los aspectos que debería abordar en esta breve contribución. Dado que el libro versa sobre el proceso de renovación de los museos y centros de ciencias (MCC), es importante reflexionar sobre cuál es la importancia de estos espacios dentro del entorno social, económico y cultural en el que vivimos. Idealmente, el resultado de esta reflexión debería guiar el proceso de renovación para ajustarlo a nuestra realidad y alcanzar cabalmente los objetivos de fomentar el desarrollo de una cultura científica y del pensamiento crítico en la sociedad. A pesar de lo atractivo que parecen estos objetivos, es importante darnos cuenta de que la consecución de estas metas tiene consecuencias que van más allá de la aspiración subjetiva de incrementar la cultura de la población.
En realidad, lograr que una sociedad esté científicamente informada, que sea capaz de evaluar la información de manera crítica, tiene consecuencias prácticas de enorme importancia. Para ilustrar esta afirmación quisiera resaltar la afortunada coincidencia de que al momento de escribir estas líneas se esté desarrollando uno de los foros más importantes del mundo: el Foro Económico de Davos. Este evento reúne anualmente a políticos, empresarios, líderes de opinión y representantes de organizaciones sociales y culturales con el fin de buscar soluciones a problemas globales.
En su seno se han realizado importantes discusiones protagonizadas por líderes mundiales; por ejemplo, en ediciones pasadas del Foro, el príncipe William habló sobre el problema de la salud mental en el mundo; David Attenborough expresó de manera vehemente la urgencia de detener y revertir el deterioro del ambiente; y fue en el seno de esta reunión donde se gestó la idea del Tratado de América del Norte (NAFTA). En cada edición del Foro se elabora una serie de reportes sobre los resultados más importantes de la reunión y ésta, la 50.a edición, no fue la excepción. En particular, quiero llamar la atención sobre el Reporte de Riesgos Globales 2020 <http://www3.weforum.org/docs/WEF_Global_Risk_Report_2020.pdf>. Este reporte enlista los 20 riesgos globales más importantes y los ordena en función de la probabilidad de ocurrencia y por su efecto potencial.
Por primera vez en la historia del Foro, los temas ambientales dominan los primeros lugares de la lista, tanto por la probabilidad de ocurrencia como por la extensión de su impacto. El reporte señala que a pesar de las múltiples alertas que han expresado los científicos y algunos sectores de la sociedad, muchas decisiones políticas y de negocios han desdeñado la evidencia y han conducido al fracaso de las acciones en favor del clima y del ambiente. En otras palabras, el reporte resalta de manera patente que la solución de los mayores problemas del planeta como el cambio climático, las enfermedades emergentes, la transición energética, la seguridad alimentaria, el déficit de agua, la contaminación, la extinción masiva de especies y la migración, entre muchos otros, requiere de una base científica sólida y de sociedades informadas que propicien un cambio en los hábitos personales, en la construcción de una sociedad organizada y en un interés por los fenómenos globales. Idealmente, esta sociedad del conocimiento favorecería el establecimiento de políticas más racionales que aborden, de manera efectiva, los temas críticos que afectan a los individuos, las sociedades, los países y el planeta en su conjunto.
Aunque es relativamente fácil enunciar estas ambiciosas metas, en muchos países del mundo, entre los que se encuentra el nuestro, estamos lejos de haber construido una sociedad crítica y bien informada. Son muchas las razones que explican esta situación; sin embargo, quisiera enfocar mi atención en dos aspectos que juegan un papel fundamental en este fenómeno. El primero es una consecuencia, probablemente inesperada, del avance en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), principalmente el internet y las redes sociales. Estos desarrollos han facilitado el acceso, prácticamente inmediato, a una enorme cantidad de información que no siempre es veraz o verificable. Es muy posible que el impacto, positivo o negativo, que se deriva del acceso casi ilimitado a la información, esté modulado por el nivel educativo de la sociedad. Una sociedad con un nivel educativo elevado, poseedora de una cultura científica, estará mejor preparada para evaluar críticamente la calidad de la información y para tomar mejores decisiones. Es aquí donde los MCC pueden desempeñar un papel fundamental en la construcción de una sociedad más educada, crítica y con un mejor conocimiento de la naturaleza de la ciencia. Por esta razón, el diseño de un MCC es una tarea de la mayor importancia, ya que para muchas personas estos espacios son la única oportunidad que tienen de acercarse a la ciencia, interactuar con ella y vivir experiencias científicas.
Empecemos entonces con el problema del acceso a la “información” y su veracidad. Es un hecho que en las sociedades actuales cualquier persona con acceso a internet puede acceder —y propagar— a grandes cantidades de “información” no verificada, ya sea de manera inconsciente o con la intención de desinformar o manipular al público. El escándalo de Cambridge Analytica, una empresa que fue acusada de usar información sensible para influir en las elecciones de aproximadamente 200 países, entre los que se incluyen Estados Unidos, Argentina y México, es un triste ejemplo del fenómeno de desinformación y manipulación en la era de la posverdad.
El término posverdad se ha vuelto tan común que el diccionario Oxford designó a este neologismo como Palabra del Año en 2016, y lo definió como una situación en la que “los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y las creencias personales”. Es muy común pensar que la posverdad es un fenómeno que surge en las sociedades actuales; sin embargo Yuval Harari, en su libro 21 lecciones para el siglo 21, sostiene que el fenómeno de la posverdad es tan viejo como la especie humana. Según él, la propaganda y la desinformación son herramientas del Homo sapiens que han permitido que numerosos individuos que no se conocen colaboren de manera efectiva. Sus argumentos son convincentes y los ejemplos abundantes: la magia, la mitología, las religiones, las naciones, el dinero, la propaganda política, la publicidad, etc. En sus palabras, la verdad nunca ha estado entre las prioridades de la agenda de Homo sapiens. Lo que ha cambiado en las sociedades actuales es que el monopolio de la información, tradicionalmente en manos del Estado y los medios de comunicación, se ha democratizado y ahora está al alcance de todos nosotros. Por lo tanto, esta propensión de los humanos para juzgar con base en las emociones y las creencias personales, aunada al acelerado avance tecnológico en las comunicaciones, hace que la velocidad de propagación y contagio de las noticias falsas (fake-news) alcance un nivel nunca visto en la historia de la humanidad. Es en este difícil contexto en el que los MCC tienen que diseñar sus actividades, exposiciones y operación para lograr la meta de generar una sociedad científicamente culta. En este sentido, será necesario que los MCC hagan un uso más intensivo y planificado de las redes sociales y el internet basado en el estudio de las audiencias, y que los productos se diseñen con el fin de inculcar la importancia y el gusto por el conocimiento científico.
Por otra parte, como se comentó unas líneas más arriba, una sociedad bien educada, especialmente en los aspectos relacionados con la ciencia, estará mejor equipada para distinguir entre la información veraz y las noticias falsas. Esto significa que el diseño o renovación de un MCC debería incorporar un análisis detallado y profundo del nivel educativo del público al que espera atender. La prueba PISA (Programme for International Student Assessment) que realiza la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) desde hace 19 años, permite hacer una descripción general de la situación educativa de México. Esta prueba evalúa los conocimientos y habilidades en lectura, matemáticas y ciencias de los estudiantes de 15 años de los países participantes.
Aunque la prueba ha recibido críticas por hacer uso de enunciados inadecuados y por el potencial de incurrir en sesgos culturales, tiene la ventaja de ser una evaluación internacional, dirigida a uno de los sectores de edad más sensibles de la población; está estandarizada y se ha repetido en al menos siete ocasiones, dando así la oportunidad de observar las tendencias de cada país. Los resultados de su última edición (2018) muestran un panorama poco halagüeño para México: los estudiantes mexicanos están por debajo del promedio de los países de la OCDE y 35% del casi millón y medio de estudiantes que fueron evaluados no alcanzó el nivel mínimo de competencia.
A pesar de que se han observado algunos avances en los puntajes de los estudiantes de más bajo rendimiento, la situación promedio de los escolares mexicanos no ha cambiado en los 15 años que nuestro país ha participado en la prueba. Tristemente, el nivel socioeconómico de estos jóvenes es uno de los mejores predictores del rendimiento en lectura, matemáticas y ciencias. Finalmente, es importante resaltar que la prueba también mostró que existen diferencias de género entre los estudiantes: las mujeres obtuvieron mejores puntajes en lectura, mientras que los hombres se desempeñaron mejor en matemáticas y ciencias. En síntesis, en 2018 la prueba incluyó a 79 países (36 pertenecen a la OCDE) y México ocupó el lugar 53 en lectura, 57 en ciencias y 61 en matemáticas. Éste es el panorama educativo que enfrentamos en México y que habrá que considerar explícitamente en el proceso de renovación de los MCC.
Los resultados de la prueba PISA hacen evidente que los esfuerzos realizados durante los últimos 15 años no han logrado elevar el nivel educativo de los niños de secundaria. En el ámbito internacional, el nivel educativo de México sigue estando lejos del de los países desarrollados y se ubica en el tercer cuartil de la distribución de puntajes educativos por país. Desafortunadamente, no es evidente que esta situación vaya a mejorar en los siguientes años, sobre todo considerando que existe un rezago patente en los estudiantes de menor nivel socioeconómico y que las cuestiones de género siguen afectando el desempeño de los estudiantes.
Este somero análisis señala algunos de los aspectos en los que habría que incidir en el momento de planear y diseñar la renovación de un MCC en las circunstancias de México. El bajo nivel educativo de un importante sector de nuestra población los hace presa fácil de la información falaz que circula en algunos sitios de internet o de las redes sociales. Esto sugiere que el diseño o renovación de un MCC debería considerar de manera explícita que compite con estas poderosas tecnologías (TIC), y aprender sus métodos de estudio de las audiencias y el diseño de los mensajes. Asimismo, además de ilustrar los aspectos básicos de la ciencia, es necesario abordar los temas que preocupan o interesan al público como las cuestiones de género, así como el papel de la ciencia en los aspectos cotidianos, en la sociedad y en la solución de los grandes retos de la humanidad. El análisis de la prueba PISA también revela que tenemos que reforzar nuestras iniciativas para llevar la ciencia a los sectores de la población más desfavorecidos. Por esta razón, una parte sustancial de las actividades de los MCC debe enfocarse en actividades extramuros dirigidas a los grupos vulnerables.
Afortunadamente, muchos de los aspectos relevantes (pero no todos) se abordan en los once capítulos que componen este libro. Su lectura revela un esfuerzo por sintetizar gran parte del conocimiento y de la experiencia acumulada por sus autores y por profesionales de todo el mundo. Podemos encontrar capítulos enfocados al diagnóstico y la planeación, otros que abordan el análisis sobre los diferentes tipos de exhibiciones, y varios más que contemplan el siempre complicado pero insustituible proceso de evaluación.
Nuestra tarea es convertir a los MCC de México en una herramienta de cambio que contribuya a la creación de esa anhelada sociedad del conocimiento. No hay duda de su enorme potencial para cumplir con esa tarea. La red europea de centros de ciencias y museos (Ecsite) ha mostrado que los MCC interactivos incrementan la comprensión de la ciencia de los visitantes; y el reporte Bayer Facts que se realiza desde 1995 en Estados Unidos, mostró que los MCC son uno de los cinco estímulos más importantes para elegir una carrera científica. En otras palabras, los MCC constituyen uno de los instrumentos más poderosos de educación informal con los que contamos. Por esta razón, el proceso de renovación de un MCC, especialmente en el contexto de un país como México, debe ser el resultado de un cuidadoso proceso de diagnóstico y planeación que permita el diseño, la construcción y la operación de un recinto que realmente cumpla con su función social y educativa.
Enero 2020