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La renovación de un museo o centro de ciencias: retos, reflexiones, propuestas y caminos por andar

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Elaine Reynoso Haynes


Introducción

Universum, Museo de las Ciencias, fue pionero en el campo de la comunicación pública de la ciencia (CPC) al destacar como el primer museo de ciencias interactivo de la UNAM, planeado, diseñado, construido y operado por la propia universidad. El equipo que hizo Universum estableció una metodología para hacer exposiciones que incluía evaluaciones específicas en cada etapa del proyecto (la planeación, el diseño, la construcción, el montaje, la apertura al público y la operación del museo) con el fin de contar con criterios para el desarrollo y mejoras oportunas. Desde su apertura, el museo ofrece una oferta variada y actual de temas relacionados con la ciencia a través de exposiciones temporales (algunas propias y otras alquiladas), así como una programación de actividades complementarias que incluyen espectáculos y obras de teatro (muchas escritas y producidas por personal de Universum), talleres infantiles de ciencia, cursos para maestros y demostraciones. La entidad ha mantenido una relación activa con diversos públicos, en particular con el sector educativo, y ha capacitado a varias generaciones de guías del museo en diversos aspectos de la CPC en estos espacios. Estas actividades han hecho que Universum sea desde su creación un referente para otros museos de México y América Latina, así como asesor y desarrollador de estos.

Desde la inauguración del museo en 1992, han habido muchos cambios en el mundo que obligan a los profesionales de los MCC a reflexionar sobre el papel que deben desempeñar estas instituciones en la sociedad. En primer lugar, la ciencia ha cambiado en los temas que aborda, los objetivos que se persiguen y la forma de llevar a cabo tales investigaciones. Hoy en día existen varios ejemplos de lo que se denomina big science en contraposición con little science. Little science se refiere a la ciencia generada por grupos de investigación que trabajan en problemas que son de su interés con el objetivo fundamental de contribuir al campo de conocimiento por medio de publicaciones y comunicaciones formales (Aaron, https://www.britannica.com/science/Big-Science-science).

Big science se refiere a investigaciones realizadas por grupos de trabajo enormes, en las cuales participan miles de científicos que laboran en diferentes instituciones, incluso en diferentes países, para resolver problemas de interés mundial que frecuentemente obedecen a intereses fuera del ámbito académico. Ejemplos emblemáticos de big science son proyectos como la física de altas energías, las investigaciones espaciales y el genoma humano. En los primeros dos casos, se pueden mencionar el CERN (por sus siglas en francés Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire) y el Telescopio Espacial Hubble. En estos proyectos colaboran expertos (científicos, técnicos altamente especializados, ingenieros, administradores) de varios países para resolver problemas de frontera, empleando instrumentos de gran escala y de alta tecnología en instalaciones diseñadas específicamente para esos fines con el apoyo económico de gobiernos y agencias internacionales (Kukso, 2010).

Otra forma de big science es el Proyecto del Genoma Humano. En este caso el trabajo no se realiza en un único gran laboratorio, sino más bien en varios, por grupos de investigación en distintos países (incluido México) con una meta común. Este proyecto recibió financiamiento de las grandes empresas farmacéuticas con la esperanza de que los resultados fueran aplicables a la generación de nuevos productos médicos y farmacéuticos (Aaron, https://www.britannica.com/science/Big-Science-science).

En México, dos ejemplos notables de big science son los proyectos realizados y operados por el Instituto Nacional de Óptica y Electrónica (INAOE): el Gran Telescopio Milimétrico (GTM) y el HAWC (High-Altitude Water Cherenkov Gama Ray Observatory), ambos instalados en el Volcán Sierra Negra en el Estado de Puebla y son proyectos binacionales entre grupos de investigación de México y Estados Unidos (https://www.inaoep.mx).

Otro cambio fundamental desde la década de 1990 se relaciona con los grandes desafíos a los que se enfrenta la sociedad contemporánea y cuya solución requiere la colaboración de científicos, pero también de expertos de diversas áreas del conocimiento con el fin de generar saberes nuevos para la solución de estos retos. Retos como los relacionados con el cambio climático, los problemas ambientales, la pérdida de la biodiversidad, los riesgos asociados con los desastres naturales, el desabasto del agua potable, la necesidad de recurrir a fuentes alternas de energía, los transgénicos y la salud pública, precisan de la fusión de los saberes y experiencia de científicos de diferentes áreas de conocimiento, así como de expertos en campos como la economía, la política y las ciencias sociales. Sin embargo, las propuestas generadas no tienen ningún sentido si no se cuenta con políticas públicas adecuadas para su implementación. A su vez, las medidas propuestas y las políticas públicas no tendrán éxito sin la participación de la sociedad civil, para lo cual es necesario que sus individuos cuenten con los elementos básicos de una cultura científica y un pensamiento crítico que les permita tomar decisiones informadas y actuar de manera responsable con su entorno natural, social y cultural. En todos los casos, la CPC constituye una herramienta indispensable para la construcción de la cultura científica que requiere la población, y los MCC tienen un potencial único para convertirse en aliados protagónicos de la sociedad en esta tarea. Esta nueva y urgente función social de los museos debe ser un ingrediente fundamental del planteamiento de un proyecto de renovación.

Por otro lado, en el último cuarto de siglo, tanto el campo de conocimiento de la CPC como el de los MCC han evolucionado. Existen nuevas tendencias museológicas que se reflejan en discusiones y propuestas relacionadas con la misión, la visión, los objetivos, la dependencia con el contexto y los usuarios; las metodologías para su desarrollo y operación; los criterios para seleccionar los contenidos y la forma de comunicarlos; las actividades que se llevan a cabo en estos espacios, la capacitación del personal que labora en ellos (en particular de los guías); la incorporación de las nuevas tecnologías de la comunicación y la evaluación. También es notorio el proceso de profesionalización en los MCC. Prueba de ello es el incremento considerable de libros y publicaciones periódicas especializadas, tesis de licenciatura y posgrado en diferentes temas de la CPC y de los MCC, asociaciones académicas, cursos y posgrados relacionados con estos campos, así como foros, congresos, coloquios y seminarios.

Por último, los públicos también han cambiado. Los niños que visitaron los modernos museos interactivos de los años setenta, ochenta y noventa del siglo pasado ya son adultos, madres y padres de familia y algunos hasta abuelos. Los museos interactivos ya no son la novedad. Los jóvenes actuales tienen muchas opciones para obtener información actualizada y de manera inmediata; se relacionan entre sí de una manera distinta a como lo hacían las generaciones anteriores y tienen varias opciones para el tiempo libre.

Durante estos años Universum se ha ido modificando como resultado de la evolución del campo de conocimiento, la experiencia, la evaluación y la necesidad de ofrecer una propuesta atractiva y actualizada al público. Al igual que muchos museos, estas modificaciones han consistido en la sustitución total o parcial de algunas salas o el remozamiento de las actuales. Sin embargo, el resultado suele ser que el museo se ve irregular con fuertes contrastes entre lo nuevo y lo viejo, en lo que se refiere a su contenido y propuesta museológica. Para evitar esto, es indispensable pensar en una renovación integral con base en una reflexión fundamentada en los cambios en la ciencia, la evolución de los museos de ciencias, las necesidades de los distintos públicos, el papel social de los museos y los recursos humanos, técnicos y financieros requeridos. A partir de este análisis se deberán definir la misión, la visión y los objetivos los cuales serán los ejes rectores para el desarrollo del proyecto de renovación. Pocos museos se pueden dar el lujo de cerrar sus puertas por varios años mientras llevan a cabo esta renovación. Por lo anterior, tienen que encontrar la fórmula para llevar a cabo esta reestructuración sin dejar de funcionar y al mismo tiempo ofrecer un servicio de calidad.

No existen recetas ni fórmulas únicas para desarrollar un proyecto museológico, pero sí existe un cuerpo de conocimiento considerable basado en la enorme experiencia acumulada y documentada sobre muy diversos rubros de este medio para comunicar la ciencia. Los autores de este libro realizaron numerosos estudios en Universum con el fin de construir fundamentos teóricos y metodológicos para la realización del plan maestro de renovación del museo, los cuales son aplicables a otros proyectos similares. Todavía existen muchas áreas por explorar y propuestas que probar. El presente libro ofrece algunas líneas de investigación que se pueden emplear para la planeación, desarrollo, evaluación y operación de MCC.

Renovarse o morir

A finales de la década de 1990, el mundo de los MCC se encontraba en pleno auge y en un estado de crecimiento vertiginoso. El surgimiento de nuevos MCC en Estados Unidos y Europa parecía no tener fin. Otros países también se unieron a este movimiento y México no fue la excepción con alrededor de quince MCC, número que se duplicaría en las siguientes dos décadas de acuerdo con las cifras de la Asociación Mexicana de Museos y Centros de Ciencia y Tecnología (AMMCCyT, www.ammccyt.org.mx).

Esta era la situación cuando apareció un artículo de Bradburne (1998) que cimbró a la comunidad de museos, en el cual se afirmaba que los MCC estaban condenados a desaparecer. Entre sus argumentos, Bradburne asevera que los MCC son caros de crear, mantener y cambiar; tienen requerimientos específicos con complicaciones técnicas, necesitan personal con perfiles muy variados para desarrollarse y operar, además de que sus costos de funcionamiento son elevados. Aunado a ello, no tienen la capacidad de cambiar lo suficientemente rápido como para satisfacer las demandas de los usuarios, ni de competir con otras opciones de educación informal y de tiempo libre; y difícilmente pueden mantenerse al día con las nuevas tecnologías. El autor aseguraba que los MCC sólo podrían sobrevivir si lograban ofrecer un servicio que no se pudiera obtener en ningún otro lado a un precio competitivo. En un artículo posterior, Bradburne (2004) comentó que los museos de mediana edad son particularmente vulnerables y que un reflejo de la pérdida de interés en estos es el decrecimiento en el número de visitantes.

A pesar de esta terrible predicción, Bradburne (1998) ofrece soluciones para evitar esta catástrofe y hace una invitación a repensar los MCC. Lo primero es reconocer que la misión de los MCC ya no es relevante. Ya no basta simplemente informar a la sociedad sobre temas de ciencia y tecnología con el fin de generar una imagen más positiva de las mismas; los nuevos retos de la sociedad requieren mucho más que el entendimiento de la ciencia, ya que involucran factores sociales, económicos y políticos, además de los científicos.

El éxito inicial de los MCC fue que proporcionaban experiencias que no se podían obtener en el aula. Ahora, la “interactividad”, uno de sus distintivos, ya no es suficiente para mantener el interés de los visitantes, ya que existen otros espacios donde se pueden vivir experiencias similares a menor precio. Sin embargo, Bradburne consideraba que no hay como el espacio físico y el contacto con personas y objetos reales. Propone explotar esta característica y pensar en nuevas propuestas educativas y en la generación de oportunidades para el aprendizaje informal y la educación para toda la vida. Los MCC deben estimular las destrezas, más que proporcionar información y despertar la curiosidad. Deben volver a ser recintos en los cuales sus visitantes encuentren experiencias que no se pueden vivir en ningún otro lado.

Más que pensar en visitantes, la meta de los MCC debe ser que estos se conviertan en usuarios y que vean estos recintos como un lugar de investigación y un espacio para el aprendizaje y la construcción de conocimiento nuevo.

Por último, el autor sugiere que cada museo busque su nicho, algo que lo distinga, un componente local que lo haga único. Concluye que solo con estas recomendaciones el MCC puede ser autosostenible y un espacio para la sociedad del conocimiento y aprendizaje.

La planeación, el desarrollo, la operación y la evaluación de un MCC implican un gran reto intelectual, creativo y ético. Los museos se deben a sus públicos y a la comunidad en la cual están inmersos. Por lo anterior, todo proyecto de un museo nuevo o de renovación del mismo debe basarse en un análisis del contexto social, económico y cultural en el que está inmerso, en congruencia con la institución que lo alberga. Debe hacerse explícito para todo el equipo de trabajo que la propuesta (intencionada o no) se basa en una determinada imagen de qué es y cómo se hace la ciencia, una postura sobre la CPC y una propuesta del papel que pueden desempeñar los MCC en la sociedad. En este libro, Carmen Sánchez presenta un análisis sobre cómo han evolucionado estos enfoques en el capítulo “Fundamentos teóricos y metodológicos para establecer la narrativa del proyecto de renovación de un Museo y Centro de Ciencias”, y muestra cómo la conformación de los equipos de trabajo para hacerlas y la relación que se busca con los distintos públicos influyen en el tipo de exhibiciones que se desarrollan.

Con base en lo anterior, el primer paso de cualquier proyecto museológico debe ser definir la misión, la visión y los objetivos del futuro museo o del museo por renovar en función del contexto del mismo.

La misión y la visión

Definir la misión del museo es mucho más que un simple requerimiento formal. Es la base que sustenta los objetivos y las metas, así como las estrategias relacionadas con el rumbo que debe tomar el proyecto. Es la guía para definir los temas y los programas; para la aceptación o el rechazo de propuestas; una referencia obligada para medir resultados (Grinell, 1992).

Fleming (citado en McCarthy, 2015) considera que para definir la misión es necesario responder a preguntas como: ¿para qué existe el museo?, ¿cuál es su propósito?, ¿qué busca obtener? y ¿cuáles son sus metas? Esta reflexión es la base de la esencia del museo, los valores que se buscan fomentar y la función social del mismo. Por ende, es el punto de partida para definir el rumbo de la institución, es decir la visión que debe ser una fuente de inspiración. El conjunto misión-valores-visión está íntimamente ligado al contexto en el que está inmerso el museo y debe ser la guía en todo momento. Debe estar presente a lo largo de todo el desarrollo del proyecto, desde la etapa de planeación hasta la apertura y en todo lo que se haga después de la inauguración del museo. Lo que exhibe y lo que ofrece la institución debe ser compatible con la misión, la visión y los valores. Todo el personal que labora en y para el museo (directivos, responsables de la planeación, realizadores, educadores, promotores, administrativos, el personal que atiende al público, los guías, los que venden los boletos y los vigilantes) deben actuar de acuerdo con esta misión y visión, así como con los valores que se promueven. Todos deben tener una visión general de lo que ofrece el museo. Cualquier incongruencia o contradicción entre los diferentes elementos que conforman el mensaje general del museo se verá reflejada en una mala comunicación con los destinatarios (Reynoso, 2007). En conclusión, esta tríada misión-valores-visión será la luz que guíe el camino, la utopía, como propuso Eduardo Galeano en su poema “Ventana sobre la utopía”.

Ella está en el horizonte.

Yo me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.

Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.

Por mucho que yo camine nunca la alcanzaré.

¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar.

Fleming (2015) afirma que los museos no deben verse como instituciones lucrativas y por lo tanto la ganancia del museo no se debe medir en términos monetarios. La ganancia de los museos está en la incorporación de los valores que transmiten por parte de quienes los visitan. Sin duda, esta afirmación se aplica a un museo universitario como Universum.

Como museo universitario, las tres funciones sustantivas de la universidad (la docencia, la investigación y la difusión de la cultura) proporcionan el marco ideal para esta reflexión y deben sustentar la misión, la visión, los mensajes, los objetivos, la selección de contenidos, la forma de comunicar estos contenidos, la operación, la evaluación de los resultados, la relación con los diferentes sectores de la población y las modificaciones (Reynoso, 2012).

En el caso de los MCC, la difusión de la cultura, en particular de la científica, es su tarea primordial. A través de la difusión, la comunidad universitaria puede conocer mejor su universidad y establecer contactos para el intercambio y la colaboración con el fin de generar conocimiento nuevo y hasta para innovar. En cuanto al público que no es universitario, los MCC son los sitios idóneos para que conozcan temas de la ciencia universal y en particular lo que se hace en el país en este campo. Para muchos visitantes un museo universitario como Universum es su primer y único contacto con la universidad y por lo tanto una magnífica ventana hacia la institución.

Una de las grandes ventajas de los museos, en particular de los museos universitarios, es que gozan de gran credibilidad por parte de la población. Muchos de los visitantes acuden al museo y asisten a las actividades que ofrecen en busca de información o para adquirir un conocimiento que consideran confiable. Por lo tanto, estos recintos se convierten en espacios de encuentro y convivencia entre la comunidad universitaria y otros sectores de la población, ya sea para informarse, aprender algo nuevo, vivir una experiencia diferente o como un foro para el debate y el cambio (Reynoso y Franco, 2015).

Bradburne (1998) propuso convertir los museos en una especie de plaza pública, como un lugar de convivencia y esparcimiento. La mayoría de los visitantes al museo acuden acompañados o en grupo, por lo cual estos espacios son idóneos para poner en práctica destrezas de socialización. Para funcionar como plaza, el museo debe ampliar su oferta de actividades y pensar que la experiencia de visitar el museo es mucho más que simplemente ver las exhibiciones permanentes. La visita al museo es una experiencia social como comer, conversar y comprar. Las salas deben verse como una especie de “parque intelectual” en el cual los visitantes pueden pasear entre los objetos e ideas y compartir experiencias. La investigación muestra que lo que más recuerdan los visitantes es la experiencia social, por lo tanto se tiene que ofrecer una gama amplia de experiencias potenciales para la socialización. Si los museos se conciben como una plaza pública, tienen más posibilidades de éxito.

Sin duda, la función sustantiva más importante de la universidad es la docente, la formación integral de los cuadros profesionales, intelectuales y técnicos que el país requiere. Los museos universitarios pueden contribuir y enriquecer esta función sustantiva considerablemente, para lo cual se puede hablar de dos dimensiones que están estrechamente ligadas entre sí. La primera se refiere al compromiso como universitarios de formar, capacitar y actualizar a nuestro personal. La Comunicación Pública de la Ciencia (CPC) es un campo de conocimientos que conjunta saberes y experiencias de diversas disciplinas científicas (naturales, exactas, humanas), artísticas, de la comunicación y la tecnología. Debido a que el campo de conocimiento de la CPC es amplio y diverso, es necesario que sus profesionales se especialicen, ya sea en temas específicos de ciencia, el medio que emplean o el público al que se dirigen, o bien una combinación de estos. También existen otras actividades profesionales relacionadas, como son la investigación, la evaluación, la gestión y la comercialización, por mencionar algunas. Por lo tanto, la capacitación y actualización requerida para ejercer la CPC en un determinado espacio o medio dependerá de la naturaleza del proyecto y de los objetivos. En el caso específico de los MCC es imprescindible que quienes van a participar en el desarrollo de proyectos museológicos puedan capacitarse y actualizarse en el campo. Los guías (anfitriones) también requieren de una formación general en diversas áreas de la CPC de la ciencia y en MCC, así como se específica de acuerdo al tipo de actividades que van a realizar (Reynoso y Franco, 2015).

La función externa de la docencia tiene también diversos componentes. Como institución educativa, debemos compartir nuestros conocimientos y experiencias con otras instituciones que desempeñan labores afines, y asesorar a aquellas con menor experiencia. Una de las labores educativas más importantes se relaciona con el enorme potencial que tienen estos espacios de servir como apoyo a la educación formal. En el caso específico de los museos, y debido a que una parte considerable del público es escolar, se deben tener programas especiales para alumnos, así como de apoyo a docentes y materiales complementarios. En virtud de que el público es heterogéneo y que posiblemente los usuarios sean de un amplio espectro de edades y grados educativos, se deben considerar programas especiales para cada sector.

Los museos tienen un gran potencial didáctico y formativo, así que pueden ser un excelente apoyo a la educación formal, siempre y cuando se comprenda que el aprendizaje en estos espacios no es igual que en la escuela. Para sensibilizar al sector educativo sobre la conveniencia de emplear el museo como apoyo a la educación formal es recomendable diseñar estrategias para los diferentes estratos de este sector, acerca de cómo usar el museo para explotar al máximo su potencial didáctico. Habrá que iniciar con las autoridades educativas. Además de que conozcan la oferta de productos y actividades que ofrecen los MCC también es importante mostrarles las ventajas de emplear estos recursos como apoyo al aprendizaje y como complemento del curriculum escolar para que las propias autoridades, a su vez, transmitan estas ideas a los profesores. El segundo paso es trabajar con los maestros para mostrarles las opciones que ofrecen los MCC. Es fundamental insistir en que no reproduzcan en los MCC las prácticas del aula, porque al hacerlo se desaprovecha la rica experiencia de aprendizaje que ofrecen estos espacios.

Feher y Diamond (1990) destacan una ventaja adicional de los museos: son buenos sitios para estudiar cómo aprende la gente debido a que los visita un público heterogéneo, porque son ambientes en los cuales la gente puede elegir libremente lo que quiere hacer y porque los diferentes elementos que integran el discurso del museo permite explorar aspectos específicos de la interpretación de los conceptos e ideas que se presentan. El hecho de que los alumnos se encuentren en un ámbito en el cual no sienten la presión de que van a ser evaluados, ofrece al docente oportunidades únicas para conocer aspectos de sus alumnos que no puede observar en el aula. En estos espacios, los estudiantes, al sentirse libres de evaluaciones y de ciertas conductas esperadas en un salón de clases pueden buscar lo que les interesa. Por lo anterior, es importante incluir esta “libertad” en la programación de la visita escolar. Además, en este ámbito educativo informal es más factible que el alumno responda de acuerdo a lo que verdaderamente entiende, utilizando su sentido común y no respuestas memorizadas para pasar un examen. Por lo tanto, es un buen sitio para explorar los conocimientos previos de las personas, cómo interpretan la información que se les presenta y cómo van estructurando su conocimiento, información que es de suma utilidad para los maestros y para el personal del museo.

A final de la década de los años 80 del siglo pasado, una de las preocupaciones más importantes en el ámbito de la enseñanza de la ciencia fue la creciente evidencia empírica de que los alumnos poseen ciertas ideas previas a la instrucción en relación a temas científicos que verán en clase, que frecuentemente están en contradicción con lo que se enseña (Serrano y Blanco, 1988 y Hills, 1989). Lo más sorprendente y preocupante es que estas ideas permanecen casi o totalmente inalteradas, aun después de la enseñanza formal (Viennot, 1979). Matilde Vicentini (1978) afirmaba que estas ideas no estaban aisladas sino que más bien formaban parte de una red de experiencias e interpretaciones que todos construimos a lo largo de nuestra vida como resultado de la interacción con el medio natural y social en el que estamos inmersos. Muchas de estas experiencias e ideas son socializadas por la comunidad y quedan enmarcados dentro de esquemas que se comparten y que se denomina sentido común. Estos esquemas incluyen conceptos e ideas, correctas o incorrectas desde el punto de vista de la ciencia y resultan muy resistentes al cambio. Driver y Easly (citado en Hills, 1989) propusieron, que como punto de partida del diseño de estrategias educativas, sería muy útil analizar el contenido de estas ideas y cómo están estructuradas con el fin de comprender las dificultades intelectuales a los que se enfrentan los alumnos para entender conceptos científicos. A partir de ese momento surgieron cantidad de artículos en relación a las ideas previas a la instrucción de los alumnos y el contraste con las ideas científicas en temas como movimiento, energía, electricidad, fuerza, gravedad, calor, evolución, selección natural, fotosíntesis y estructura de la materia por mencionar algunos (Hills, 1989).

Otro aspecto interesante es que en el museo cambian las dinámicas y los roles que se establecen en el salón de clases, ya que los alumnos pueden recurrir a otros conocimientos, habilidades o destrezas que no tienen la oportunidad de emplear en el aula. Por lo tanto, el maestro puede descubrir otras características de sus alumnos que desconocía.

Los museos deben contar con un departamento de servicios educativos y atención al visitante, que oriente y ayude a cada escuela a planear su visita y a obtener el máximo provecho de la experiencia. Es recomendable que se produzcan materiales escritos con propuestas didácticas para los maestros y que se les sugieran actividades para antes, durante y después de la visita. El museo también se beneficia de esta relación con el sector educativo ya que la experiencia de los docentes puede aportar información muy valiosa para el desarrollo de proyectos museológicos.

La labor educativa en los MCC no debe limitarse a los escolares. Los museos tienen el potencial para convertirse en espacios de educación para toda la vida (Delors, et al., 1996) por lo que es indispensable tener una amplia disponibilidad de equipos, programas y actividades para todos los sectores de la población (Reynoso y Franco, 2015).

La UNESCO en diferentes conferencias internacionales ha profundizado sobre las diferentes conceptualizaciones que debe tener una educación que se prolongue a lo largo de toda la vida de las personas. Desde la denominación de educación permanente, que abarca todas las facetas y ámbitos de la educación, hasta la denominación más actual de la educación para toda la vida y que se la ha consolidado con el Informe Delors de 1997. Es evidente, que con el paso del tiempo, la educación ha ido transformando sus perspectivas y ha dejado de ser una función destinada a preparar a los individuos para la vida y ha pasado a ser una constante en la evolución de las personas durante toda su existencia (Camacho, 2006/2007).

La tercera función sustantiva es la investigación. Aquí nuevamente se puede pensar en una dimensión interna y otra externa. En la parte interna, al llevar a cabo las labores de la CPC en los MCC, se deberá asumir una actitud crítica, considerando los fundamentos teóricos y metodológicos, así como la experiencia acumulada. Algunos aspectos a considerar son los estudios de públicos, de los diseños de equipos y los espacios; la evaluación, la experimentación y la reflexión sobre su práctica. Al igual que en cualquier otro campo, las personas dedicadas a la CPC en este medio deberán estar al día en relación con las nuevas propuestas para analizarlas, ponerlas en práctica y abrirlas a la experimentación, la crítica y la evaluación. Es indispensable incrementar la investigación en MCC con la finalidad de mejorar las propuestas teóricas y metodológicas que lleven a nuevas contribuciones al campo de conocimiento y a mejorar los productos, actividades y servicios que ofrecen los MCC. Los resultados de investigaciones, estudios y reflexiones deberán someterse al debate y la crítica entre pares en seminarios, congresos, comunicaciones formales y publicaciones (Reynoso y Franco, 2015).

La función externa de la investigación está íntimamente ligada con la difusión de la ciencia que se realiza en el país y en la institución. Los MCC son excelentes foros para que diferentes sectores de la sociedad convivan y compartan conocimientos y experiencias con la comunidad académica en un ambiente cordial y de intercambio de saberes. Estos diálogos pueden ser la base de conocimiento nuevo más acorde a las necesidades locales. Es conveniente que en este intercambio de saberes participen diversos sectores de la sociedad civil, incluyendo empresarios y tomadores de decisiones. Ejemplos de temas que se podrían explorar son los relacionados con la salud, la seguridad alimentaria, el cambio climático, la sustentabilidad, las fuentes alternas de energía y las adicciones, por mencionar algunos. En el proyecto de renovación del museo Universum se propone incluir estos espacios de debate y reflexión.

Aunque estas tres funciones sustantivas son características de las universidades públicas, es altamente recomendable considerar esta tríada difusión-docencia-investigación para la planeación, desarrollo y operación de cualquier museo, sea público o privado.

El contexto

Como se mencionó, la misión, la visión, los valores y los objetivos de un museo o de un proyecto de renovación están íntimamente ligados al contexto en que está inmersa la institución. En el caso de un museo nuevo es fundamental hacer un estudio del público potencial considerando una diversidad de factores, tales como: variables demográficas del público meta, así como sus intereses, expectativas, necesidades y conocimientos previos relacionados con los temas que se desarrollarán.

En el caso de un museo ya existente se puede hacer un estudio de diferentes sectores del público real con el fin de determinar aciertos y desaciertos. Ejemplos de sectores a considerar son la comunidad local, el sector educativo, la comunidad cercana al museo, los que no lo visitan, personas de la tercera edad, visitantes con necesidades especiales, discapacitados y turistas. Conviene averiguar aspectos como: ¿con quién van?, ¿qué medio de transporte utilizan para llegar?, ¿cuándo y por qué lo visitan?, ¿qué visitaron?, ¿cuántas veces han visitado?, ¿qué actividades realizan?, ¿cómo fue su experiencia total?, ¿cómo evalúan los servicios y qué otros servicios demandan?

Una propuesta de este tipo de estudios es la que presenta Mayra Garcimuño en el capítulo “Herramientas para el diseño de un estudio de público”. Los resultados de su estudio cuantitativo y cualitativo del público universitario y del nivel medio superior que visita Universum aportaron criterios valiosos para el proyecto de renovación.

Además de conocer las necesidades, intereses y conocimientos de los distintos públicos reales y potenciales, es indispensable explorar y evaluar otros rubros, como el contenido científico y sus posibilidades divulgativas, los equipos y el mantenimiento, la calidad de los servicios que ofrece el museo, la atención al público, las actividades complementarias, el desempeño de los guías y la relación con el sector escolar, así como con los diferentes sectores de la población. En este estudio es fundamental incluir las opiniones de expertos en los distintos rubros: profesionales e investigadores de MCC, científicos para avalar la pertinencia y actualidad de los contenidos, divulgadores de la ciencia para opinar sobre cómo se comunican estos contenidos, especialistas en los diferentes medios que se emplea, expertos en seguridad, atención a públicos vulnerables y del discurso inclusivo; así como profesionales en aspectos como la gestión, promoción y comercialización. Por último, es indispensable conocer las opiniones y experiencias de todos los que laboran en el museo: directivos, responsables de las diferentes secciones, guías, realizadores, los responsables del mantenimiento, administrativos y personal de seguridad, intendencia y vigilancia. Esta consulta tiene un doble propósito. Por un lado conocer la vida cotidiana del museo, lo que experimentan, observan y escuchan quienes lo operan y están en contacto con el público; por el otro, para que se sientan incluidos en el nuevo proyecto.

Esta amplia consulta aportará los criterios para detectar aciertos y desaciertos, las buenas y malas prácticas, las duplicidades y las carencias, las fortalezas y las debilidades, así como las oportunidades y las amenazas. Este estudio servirá de guía para saber qué se puede conservar, qué se debe cambiar y qué se tiene que descartar. Con base en estos resultados y la experiencia previa se puede hacer un proyecto que deberá estar sustentado en la misión, la visión y los objetivos considerados, tomando en cuenta las tendencias museológicas y museográficas, las nuevas tecnologías y los costos.

El proyecto resultante deberá ser sometido de nuevo a una consulta amplia entre todos los sectores mencionados previamente, incluyendo a expertos externos al proyecto, para enriquecerlo. En el caso particular de un museo universitario, esta consulta también tiene la intención de incluir a la comunidad de la universidad.

Para iniciar la realización del proyecto se requiere un análisis de las posibilidades del museo en términos de recursos humanos, técnicos, presupuestales y las cargas de trabajo, con el fin de decidir si la institución tiene la capacidad para realizarlo en su totalidad o si tiene que recurrir a instancias externas para su ejecución. El arranque del proyecto debe estar acompañado por una estrategia de comunicación, promoción y financiamiento.

Una propuesta integral

Es fundamental contar con una metodología para la realización del proyecto en la cual la evaluación se considere como parte inherente del mismo. Los resultados de evaluaciones en cada una de las etapas del proceso proporcionarán los criterios para la toma de decisiones y mejoras oportunas.

El éxito del proyecto depende del profesionalismo de todos los involucrados, así como de un ambiente cordial de colaboración y respeto en el cual puedan aflorar la experiencia y creatividad de todos los integrantes del equipo de trabajo. Por lo tanto, la metodología de trabajo debe incluir las reglas de colaboración entre todos los participantes, en las cuales queden establecidos los compromisos, obligaciones y los límites de autoridad de cada uno. El elemento definitivo para llevar el proyecto a buen puerto es la designación de un coordinador competente. La persona que coordine el proyecto debe tener la capacidad para funcionar como intermediario entre los asesores científicos, los realizadores, las instituciones participantes, los patrocinadores, los promotores del proyecto y, por supuesto, el público potencial. Es altamente recomendable que este coordinador sea un divulgador de la ciencia, porque deberá tener la capacidad para comprender la esencia de la ciencia para poder hablar con los expertos en el tema sin perder de vista las estrategias comunicativas más adecuadas para el público meta. Además, debe conocer lo suficiente de los medios que se emplearán para desarrollar el proyecto en cuanto a sus potencialidades, limitaciones y ventajas y, por si eso fuera poco, además debe tener capacidad de liderazgo.

En el caso de proyectos que se desarrollen con o para otras instituciones, sobre todo si es en otra localidad, es esencial incluir a representantes de la comunidad local en el equipo de trabajo.

Con el fin de fomentar la colaboración y creatividad colectiva del grupo de trabajo, se requiere socializar ampliamente el proyecto haciendo énfasis en la misión, visión, objetivos, la narrativa, los contenidos y una propuesta sobre cómo se podrían convertir los diferentes ingredientes del discurso en algo tangible, en diferentes elementos museográficos y actividades.

Un ejercicio que ha resultado de gran utilidad es que antes de iniciar la ejecución del proyecto se lleve a cabo un encuentro de “divulgación entre divulgadores” en el cual participen todos los integrantes del grupo de trabajo. El propósito de este encuentro es establecer un lenguaje común y que todos comprendan las potencialidades y limitaciones de cada uno de los medios de comunicación que se utilizarán. Si todos los integrantes del equipo de trabajo comprenden el contenido científico a nivel de divulgación, tienen nociones sobre cómo se deberían de comunicar pensando en el público potencial, así como una idea básica sobre cómo emplear los elementos técnicos y creativos que tienen a su disposición, estarán en mejores condiciones de participar en una discusión colectiva sobre cuál es la mejor forma de presentar el tema en cuestión.

Todos los documentos resultantes (minutas y acuerdos de las reuniones, guiones temáticos, conceptuales y museográficos; actividades, materiales complementarios y guías para maestros; diseños de equipos, planta museográfica, manuales de operación y mantenimiento; manuales de capacitación de los guías, observaciones de seguridad, presupuestos, cronogramas, los servicios educativos, resultados de las evaluaciones, etc.) deberán integrarse en un expediente o memoria del proyecto. Estos documentos son de suma utilidad para decisiones posteriores en cuanto a actualizaciones y cambios, investigaciones, estudios, tesis y publicaciones; informes de trabajo del personal involucrado, un registro histórico y como un aprendizaje para futuros proyectos.

Los proyectos museológicos de la magnitud de la renovación de un museo como Universum son vulnerables ante cambios políticos y económicos, sobre todo de las instituciones que colaboran en el mismo. Por lo tanto, en la medida en que el proyecto esté bien fundamentado, con una estrategia clara a largo plazo y con la aceptación de la comunidad en la cual está inmerso, tendrá más posibilidades de sobrevivir y continuar.

Una propuesta de cómo elaborar un proyecto museológico de esta envergadura se presenta en el capítulo “Planeación del proyecto de renovación del Universum” de Javier Arias. En este capítulo se hace una descripción de las actividades y tareas que comprenden las distintas etapas de desarrollo: el diagnóstico, la planeación, la programación, la ejecución, así como las actividades relativas la gestión y el control del proyecto de renovación del Museo de las Ciencias Universum.

La narrativa del proyecto

Como se mencionó previamente, la misión, visión y los objetivos del proyecto museológico son los ejes rectores y deberán estar presentes a lo largo de todo el proyecto desde el análisis del contexto, la planeación, la realización, la operación, la relación con la comunidad y los distintos públicos; la promoción, la consecución de patrocinios, la evaluación de todo el proceso y los resultados. A partir de esta propuesta se plantea la narrativa del proyecto que constituye el cerebro, el corazón y la columna vertebral del mismo.

La tendencia actual de los MCC es que la misión de estos, como espacios de educación informal, contribuya a la construcción de una cultura científica para la población con el fin de que los ciudadanos adquieran elementos básicos de ciencia que les permitan tomar decisiones informadas, tanto en lo personal como en lo colectivo, en asuntos relacionados con la ciencia y sus aplicaciones. Además, se busca fomentar un pensamiento crítico, una comprensión de cómo se hace la ciencia y ciertas actitudes y valores con el fin de que estas decisiones se conviertan en acciones responsables y comprometidas con el entorno natural, social y cultural de los individuos, con miras a un desarrollo sostenible, la conservación del planeta y el bienestar social. En el capítulo “Fundamentos teóricos y metodológicos para establecer la narrativa del proyecto de renovación de un museo y centro de ciencias”, a partir de una propuesta fundamentada en la teoría y numerosas investigaciones, estudios y consultas a expertos, se muestra cómo se construyó la narrativa de Universum.

Como se mencionó en la introducción de este capítulo, el mundo actual se enfrenta a grandes desafíos que son una amenaza para el futuro del planeta y de todas las especies que la habitan, incluidos los seres humanos. Las soluciones a estos retos requieren acuerdos internacionales y nacionales que deben convertirse en acciones locales. Tales soluciones están destinadas al fracaso si no se cuenta con la participación de todos los sectores y niveles de la población: los gobiernos, los tomadores de decisiones, la comunidad científica y técnica, el sector productivo, el sector educativo y absolutamente todos los seres humanos que habitan la Tierra. Es fundamental que todos los niveles educativos, los medios de comunicación y los espacios de educación informal como los MCC unan esfuerzos en esta labor titánica pero imprescindible de proporcionar a la población los conocimientos, destrezas y actitudes que se necesitan para tomar decisiones informadas y para actuar responsablemente ante tales retos. Los MCC tienen características únicas que los convierten en instituciones que pueden desempeñar un papel protagónico en esta gran tarea. María del Carmen Sánchez Mora aborda esta discusión en el capítulo “Las exhibiciones críticas: un enfoque complementario en la museología de la ciencia”, y propone una forma actual y novedosa para exhibir los contenidos de una exposición en la cual se exponen retos como los mencionados, presentando las controversias y aportando al visitante elementos para que saque sus propias conclusiones, con el fin de motivarlo a participar en las soluciones.

Uno de los mensajes más importantes es que en la ciencia existen todavía muchas controversias y problemas por resolver. La ciencia, aunque es el conocimiento más fundamentado y estructurado que tenemos para entender nuestro entorno, también es un producto humano que depende del contexto cultural, social, político y económico en el que se desarrolla. Es un conocimiento en continua evolución, en el cual todavía no se tienen todas las respuestas. Esta situación confunde al público lego que muchas veces considera que como la ciencia no proporciona soluciones contundentes a los problemas es mejor esperar a que existan y por lo tanto no tomar ninguna acción. Muchas veces el público confunde incertidumbre con ignorancia y no comprende que la incertidumbre es inherente a todo problema complejo en el cual existen muchas variables. Por lo anterior, es fundamental comunicar que con lo que ya se sabe es posible hacer predicciones que permiten tomar decisiones oportunas, un ejemplo de lo anterior es el cambio climático. Dado que es un problema tan complejo cuyas soluciones para hacerle frente a los retos asociados depende de una gran cantidad y variedad de factores, incluidos los económicos, culturales y políticos, el estudio y el desarrollo de propuestas requiere de la colaboración de un gran equipo multidisciplinario de expertos en diferentes aspectos del tema para la construcción de escenarios a partir de lo que ya se sabe para hacer predicciones. Por lo anterior, es importante que el visitante al museo entienda cómo se hace la ciencia, cómo saben los científicos lo que saben y cómo se puede usar ese conocimiento. Muchas veces la aplicación de tales conocimientos para beneficio personal o colectivo implica un cambio de actitud, de hábitos, así como de valores. Por lo tanto, el papel fundamental de los museos se encuentra en el impacto que generan en lo emotivo.

La experiencia del visitante

Los museos deben ser recintos en los cuales sus visitantes encuentren experiencias que no se pueden vivir en ningún otro lado. Por lo tanto, se debe buscar la forma de crear experiencias ricas y novedosas. El modelo de la Experiencia Interactiva desarrollado por Falk y Dierking (1992) proporciona un buen instrumento para comprender la complejidad de la experiencia. En este modelo se propone que la experiencia del visitante comienza desde el momento en que se decide ir al museo, incluye lo que vive en el museo y continua años después con los recuerdos de la visita. Propone tres contextos para analizar la experiencia de visitar el museo: el personal, el social y el físico.

A grandes rasgos, el contexto personal de un sujeto es el resultado de muchos factores, como su historia personal, sus antecedentes genéticos y culturales; sus motivaciones, intereses, estado de ánimo, conocimientos previos y creencias. El contexto social es el resultado de la socialización, con quien visita el museo (acompañantes, grupo, familia) y las interacciones con el personal de este, como los guías. El contexto físico incluye fundamentalmente factores museográficos, como la arquitectura, el tamaño del edificio, la señalización, la iluminación, la temperatura, la facilidad para circular, el ruido, los acabados y el ambiente en general.

La experiencia del visitante se encuentra en la intersección de estos tres contextos. Sin embargo, dada la gran cantidad de variables que los componen, así como las posibles combinaciones e interacciones entre todos estos factores, el resultado es que la experiencia de cada visitante es única e irrepetible. A pesar de esta complejidad, es importante tener presente estos tres contextos al planear, diseñar y evaluar la experiencia.

El contexto personal es el más estudiado con una variedad de estudios de público reportados en la literatura sobre una gran diversidad de aspectos desde estudios demográficos, conocimientos previos sobre los temas a tratar y las emociones que se suscitan. Un aspecto importante al diseñar y evaluar la exposición es conocer la variedad de preferencias de los visitantes en relación con los contenidos, la forma de comunicarlos y las emociones que suscitan. Marco Antonio Ortega Soriano, en su capítulo “Análisis de la diversidad de experiencias ofrecidas en una exposición de un museo y centro de ciencias, una aproximación desde el modelo IPOP” ofrece una propuesta teórica y metodológica para analizar estas preferencias en estos dos últimos rubros, la forma de comunicarlos y las emociones. Con base en esta propuesta formula criterios para la evaluación y diseño de experiencias.

En cuanto al contexto social, sin duda los guías del museo son un ingrediente fundamental de la experiencia y su discurso debe estar en concordancia con la misión y los objetivos del museo, por lo cual su capacitación, actualización, así como la evaluación constante de su desempeño son tareas de suma importancia. Patricia Aguilera Jiménez, en su capítulo “La metodología observacional para identificar el comportamiento de los guías en los MCC: una propuesta de un sistema de categorías a la medida”, presenta un análisis de las conductas que usan los guías al interactuar con los visitantes y cómo estas pueden desarrollar patrones y estructuras conductuales que pueden ser utilizados de manera sistemática para involucrar a los visitantes de forma más activa en tareas que llevan a cabo, como las demostraciones científicas. Omar Torreblanca Navarro, en su capítulo “Propuesta de un instrumento para identificar y analizar interacciones dialógicas en museos y centros de ciencias” ofrece una propuesta teórica y metodológica aplicable a la interacción entre guías y público que propicia una mejor comprensión de los contenidos científicos de una exposición.

El museo es mucho más que sus salas de exhibición y la experiencia del visitante se puede enriquecer considerablemente a través de las actividades complementarias, las cuales son una parte integral del discurso general del museo. Esta discusión es abordada por María Yazmín Hernández Arellano en el capítulo “Las actividades complementarias en los museos y centros de ciencias: primera versión de un mapa”, donde como resultado de un estudio cualitativo, plantea algunas consideraciones generales respecto a la función educativa y comunicativa de dichas actividades en el contexto de estos espacios educativos informales.

En lo que se refiere al contexto físico, a pesar de ser un ingrediente fundamental y decisivo de una buena o mala experiencia, es el menos explorado. Un aspecto fundamental de este es el ambiente museográfico que se genera. Un ambiente atractivo que invita a permanecer en él favorece y es un ingrediente fundamental de una buena experiencia, así como un ambiente poco atractivo puede hacer que el visitante no se interese por permanecer en el mismo. Este tema es abordado por Diana Carina Monterrosa Ferreira en el capítulo titulado “Evaluación del efecto del ambiente museográfico en los visitantes de un museo y centro de ciencias”. A partir de un análisis de aciertos y desaciertos en diferentes salas de Universum ofrece criterios sustentados para el desarrollo de ambientes museográficos que favorecen experiencias más ricas en lo cognitivo y emotivo.

Evaluación e investigación

McCarthy (2015) afirma que la incorporación de investigaciones a partir de teorías sociales y culturales ha servido para fortalecer el campo y comprender muchos aspectos de los museos. Comenta que lamentablemente todavía es frecuente que los “practicantes” de los museos utilicen poco este tipo de estudios y recurran solo a su experiencia y lo que consideran que les ha funcionado bien.

Por fortuna, esta actitud de los que desarrollan y operan los museos está cambiando y existe un interés creciente por llevar a cabo estudios y evaluaciones como los mencionados, con el fin de contar con criterios fundamentados para la realización de los diferentes elementos que componen un proyecto museológico. Hoy, cada vez es más frecuente que se emplee la evaluación como una herramienta para el desarrollo de proyectos museológicos, los cuales generalmente se basan en la comunicación con el usuario. Los resultados de estas evaluaciones proporcionan las bases para una reflexión crítica que sirve para redefinir la misión, los objetivos, las estrategias, la inclusión de nuevos públicos y formas de operación.

Existen estudios reportados en la literatura sobre una gran diversidad de temas. Algunos buscan caracterizar al público que visita los museos; otros analizan su comportamiento considerando diferentes parámetros como la edad, género, las interacciones sociales y las dinámicas que se establecen ya sea dentro del grupo con el que van al museo o con el personal de este; qué aprenden al visitar la exposición y qué tipo de emociones se generan por mencionar algunos. También existe una diversidad de instrumentos y metodologías para evaluar diferentes aspectos de la experiencia del visitante, incluyendo métodos cuantitativos y cualitativos. En el capítulo “Enfoque multiángulo, una contribución a la evaluación sumativa de la experienca museística”, Alba Patricia Macías Nestor, presenta diferentes estrategias de evaluación y propone una combinación de las mismas con el fin de tener una idea integral de la experiencia y de ofrecer criterios para el diseño de esta.

Es recomendable llevar a cabo una evaluación interna y otra externa. La interna la puede realizar el equipo de trabajo realizador. Cada integrante del equipo deberá evaluar la parte que haya desarrollado. La evaluación de las distintas fases del proceso ayuda a delimitar problemas potenciales en cualquier etapa y proporciona criterios fundamentales para tomar decisiones de mejora o modificación del producto. Además de estas evaluaciones parciales es conveniente que una vez terminada la exposición todos los involucrados hagan una autocrítica; cada uno debe dar una opinión fundamentada de su participación.

Así mismo, es altamente recomendable contar con una evaluación externa efectuada por profesionales que no hayan participado en el proyecto, a petición de la institución interesada en el estudio y a partir de determinadas indicaciones. Las evaluaciones deben reflejar en primer término las impresiones del público. También es sumamente enriquecedor tomar en cuenta a profesionales externos, para que opinen sobre el rubro de su competencia. Se puede incluir en el grupo consultado a científicos especialistas en los temas abordados, divulgadores de la ciencia y expertos en cada uno de los medios empleados.

Toda la información obtenida de ambas evaluaciones –interna y externa– es importante y complementaria, por lo que se deben considerar sus resultados para llevar a cabo las modificaciones pertinentes.

La mayoría de los estudios que se realizan son aplicables solo al contexto específico en que se llevaron a cabo. Sin embargo, los análisis comparativos de varios de estos estudios pueden arrojar resultados, como determinados patrones y tendencias, que contribuyan al campo de conocimiento.

Studart et al. (2003) hace una distinción entre evaluación e investigación en MCC. Aunque en ambos se hacen estudios de público, la intención es distinta. La evaluación es un levantamiento sistemático de datos sobre determinados elementos expositivos, programas y actividades cuyo propósito es obtener información que sirva para mejorar los objetos estudiados. En cambio, la investigación tiene la finalidad de obtener conocimientos nuevos que puedan ser generalizados y que eventualmente sirvan como base para teorías. La evaluación surge de la necesidad de emprender una actividad específica a corto plazo. Además, tiene el propósito de buscar patrones en relación con diferentes rubros de la experiencia del museo, con el fin de contribuir al campo de conocimiento de los MCC.

Desarrollar un proyecto museológico basado únicamente en la experiencia puede resultar en equipos museográficos deficientes, discursos que no se entienden o ambientes que no generan una experiencia agradable. Una corrección o modificación oportuna antes de abrir la exposición al público evita que se desperdicien recursos económicos, técnicos y hasta emocionales. Por lo tanto, la evaluación no debe verse como un “lujo intelectual”, un instrumento coercitivo, una forma de obtener información para “legitimar” lo que se invirtió o una pérdida de tiempo. La evaluación debe verse como un ingrediente indispensable de todo proyecto museológico y un instrumento que aporta criterios para el buen desarrollo del mismo, ya que permite tomar decisiones oportunas en las diferentes etapas de desarrollo del proyecto, minimizando los posibles errores. Por lo tanto, la evaluación debe verse como una inversión e incluirse tanto en el cronograma de actividades del proyecto como en el presupuesto.

La investigación es esencial porque sirve de fundamento para nuevas estrategias comunicativas, nuevas formas de relacionarse con los usuarios y nuevas propuestas museológicas. Aporta bases para la creatividad, la experimentación y nuevos aprendizajes.

El presente libro es una muestra de algunas líneas de investigación y representa una contribución al campo de conocimientos sobre MCC. Sin embargo, a pesar de que ya existen numerosos estudios e investigaciones en MCC, aún hay muchas preguntas abiertas. Algunas de estas son: ¿qué significa el aprendizaje en un MCC?, ¿qué se lleva una persona de su experiencia y cómo influye en su vida privada, profesional o social?, ¿cómo contribuyen los MCC a que los usuarios sean mejores ciudadanos, trabajadores, padres o madres?, ¿cuáles son los efectos de diferentes propuestas museográficas en diferentes públicos?, ¿cuál es el impacto real del museo en la sociedad? y ¿cómo llevar a cabo un diseño universal que sea incluyente para todos los usuarios? Se podrían agregar muchas más interrogantes a la lista, lo que queda claro es que todavía hay mucho por aprender sobre los MCC. No todos los MCC cuentan con un grupo de investigación. Sin embargo, sus proyectos museológicos se verán altamente enriquecidos si los responsables de llevar a cabo tales proyectos están al tanto de las nuevas tendencias teóricas y metodológicas.

La brecha entre teoría y práctica

Como señala McCarthy (2015) una de las discusiones más frecuentes en foros académicos es la brecha y hasta divorcio que existe entre los denominados practicantes (practicioners) de los MCC y los académicos. Además de los motivos mencionados para tal separación, los practicantes dicen que el quehacer cotidiano del museo es muy demandante y que no tienen tiempo para estas “reflexiones y discusiones académicas”. Ven con cierto desprecio a los académicos de los MCC porque consideran que sus propuestas están en el mundo ideal y que no corresponden a la realidad. Los académicos consideran que los practicantes caen en soluciones repetitivas, poco imaginativas y con deficiencias en el discurso. Existen varias estrategias para disminuir esta tensión entre ambos y para cerrar esta brecha con el fin de mejorar las propuestas museológicas. A continuación se mencionan algunas:

• La integración de un espacio de experimentación para el grupo de realizadores con el fin de fomentar la creatividad, actualización e innovación. La institución debe motivar y apoyar este tipo de actividades considerándolas tanto parte del plan de desarrollo de la institución como de los planes de trabajo individuales. Los resultados de tales innovaciones deben reportarse en informes técnicos internos. Estos servirán como una constancia del trabajo realizado y como parte del aprendizaje de la institución. También pueden ser la base para tesis, comunicaciones formales, publicaciones o patentes.

• Un programa de actualización y capacitación para el personal mediante cursos, talleres, estancias en otras instituciones, congresos y posgrados.

• Un programa institucional en el cual estudiantes de licenciatura y posgrado de diversos campos de conocimiento puedan realizar prácticas profesionales, tesis e investigaciones en el MCC, en colaboración con los practicantes.

• Programas de intercambio y estancias posdoctorales en el MCC.

• Estancias de maestros de todos los niveles educativos en el MCC para que aprendan cómo usarlo como apoyo a la educación formal y para que el personal del museo conozca mejor el ámbito de la educación formal.

• Foros y coloquios internos para todo el personal en diversos temas relacionados con los MCC, así como visitas a otros museos.

El éxito de estas propuestas dependerá del apoyo que reciban de la institución y de que se fomente un ambiente cordial y respetuoso de intercambio de ideas y experiencias entre el personal de los MCC. El beneficio obtenido será una propuesta museológica actual, creativa, innovadora y una mejor relación y comunicación con los usuarios.

Conclusiones

Todo proyecto museológico, ya sea nuevo o de renovación, debe partir de un análisis del contexto y de una reflexión fundamentada en las tendencias museológicas actuales sobre el papel que pueden desempeñar los MCC en la sociedad. Este análisis será la base para definir la misión, la visión y los objetivos del proyecto, los cuales deberán estar presentes a lo largo de todo el proyecto hasta la apertura y operación del MCC.

Se requiere una visión integral del proyecto basado en una narrativa que sea congruente con la misión, la visión y los objetivos. El éxito depende de una metodología que incluya la evaluación como instrumento de desarrollo, así como el establecimiento de las reglas de interacción entre todos los involucrados.

Es fundamental que se genere un ambiente cordial y de respeto entre los integrantes del equipo de trabajo en el cual exista la oportunidad de compartir ideas, de experimentar y de sacar el máximo provecho de la experiencia y creatividad de todos los participantes con el fin de que la propuesta final sea incluyente y novedosa. La elección de un coordinador competente para el proyecto, que propicie el ambiente descrito, es fundamental. Además, se debe llevar un expediente de todo el proyecto que incluya los documentos y materiales generados.

Por último, se debe buscar la forma de cerrar la brecha entre los practicantes y los académicos que estudian los MCC, con el fin de enriquecer el trabajo, de formar nuevos profesionales y de contribuir al campo de conocimiento.


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Repensar los museos y centros de ciencias

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