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V

DESCANSO

Quiero subirme a una piedra de la playa, deseo quedarme allí hasta que me falte el agua. Voy. Me monto en la piedra porque es ya lo único que anhelo, me acomodo, entiendo que éste será mi sitio a partir de ahora.

El sol me calienta y los malestares del cuerpo se atenúan. Miro mis manos y noto que la piel ha engrosado en las muñecas.

Estoy aquí porque tengo el agua y la tierra reunidas. Puedo sumergirme en el mar cuando lo desee y pisar la tierra de vuelta. Necesito la procuración de los dos medios porque ya no sabría vivir de otra manera.

Poco después de llegar, siento un cansancio que me impide atestiguar ciertos hechos. Me quedo dormida.

El papel del testigo es reconocer los hechos. Pero el corazón del testigo no siempre tiene las cualidades de una estrella, no emite luz. Los testigos suelen ser personas débiles que se dejan llevar por sus pasiones y oscurecen lo que ven. De su mirada está hecha buena parte de la historia. En la vida propia, en ese limbo donde uno es uno mismo y se percibe el pulso de las vísceras, no hay otro que pueda hablar en nuestro nombre. Yo deseo dar mi testimonio porque sé que otros padecen de la misma manera sin que pueda atestiguarlo.

El animal sobre la piedra

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