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LA REALIDAD ES QUE NO ESTAMOS TAN LEJOS DE LA EDAD MEDIA

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Uno pensaría que, con los adelantos en la tecnología, las distintas traducciones y la alta tasa de individuos que saben leer, todas las personas cristianas leerían la Biblia, así como muchos cristianos leen el horóscopo…

Aun en el siglo XXI sigue existiendo una barrera entre las personas y la Biblia, donde:


«¡VAYA, QUÉ REAL QUEDÓ ESE VITRAL DEL DILUVIO!».

•La vemos como un libro aburrido y tedioso de leer y entender;

•No sabemos por dónde comenzar a leerla;

•Tenemos la frustración de que se nos olvida lo que leímos;

•Leemos algunos textos fuera de contexto y no le vemos la relevancia;

•La Biblia ha sido tan mal utilizada que nos alejamos de leerla;

•Sencillamente es más fácil escuchar y repetir lo que dijo el predicador, el autor o el video de YouTube que te envió tu prima por WhatsApp.

El peligro de no conectarnos con la Biblia personalmente es que nos hace vulnerables a ser manipulados por las doctrinas que nacen de las agendas de personas hambrientas de poder.

Al principio de la década del 2000, la iglesia donde yo asistía fue recibiendo la influencia de diferentes predicadores que sembraron las enseñanzas del «evangelio de la prosperidad». Por muchos años, nos repartimos relojes y sortijas caras a diestra y siniestra al punto que mi iglesia parecía una fiesta de intercambio de regalos navideños auspiciada por Rolex… y uno que otro Rilex hecho en Taiwán.

La Biblia dice que, una vez que un espíritu entra a una casa, llama a sus amigos, y fue eso exactamente lo que vimos ocurrir en mi iglesia. Con base en el evangelio de la prosperidad, poco a poco se comenzó a omitir por completo el Antiguo Testamento, se comenzó a negar la existencia del infierno y del diablo; se predicaba más sobre el pastor de la iglesia (o el apóstol o arcángel) que del mismo Jesús; toda la experiencia del culto se basaba más en servir y honrar a una persona hasta el punto que Dios pasó a ser una nota al calce.

Hubo un grupo que permanecimos más tiempo del debido porque la mayoría en la iglesia éramos familia; pero la realidad es que cada domingo que pasaba identificamos enseñanzas y doctrinas que iban descaradamente en contra de lo que decía la Biblia.

El resto de las personas que se quedó en la iglesia y se tragó toda esa falsa doctrina, al cuestionarles sobre su rutina de estudio de la Palabra confirmaban que su único contacto con la Biblia era lo que predicaban desde el altar. Cuando les preguntabas por qué no tomaban el tiempo de leer lo que dice la Biblia, las excusas que soltaban eran más o menos las mismas que discutimos arriba y a eso le añadían: «Eso le toca al pastor. Para eso es que doy mi diezmo. Él lee la Biblia; me comparte lo que ella dice, y yo lo hago».

¿Es indignante escuchar este tipo de comentario? Sí.

¿Es sorprendente escuchar estos comentarios? No.

Es probable que hayas escuchado comentarios y barreras como estas. Es más, me atrevo a pensar que a ti también te ocurren los mismos obstáculos cuando quieres sentarte a leer y aprender más de la Biblia; por eso es que estás leyendo este libro. Yo soy honesto, a mí también me ocurre; y por eso escribí este libro, porque necesito que alguien me ayude a vencer el aburrimiento, la confusión, la distracción y el olvido que me impiden conectar con la Palabra de Dios.

La Biblia nos enseña en Josué 1:8, cual es la clave para tener una conexión real y efectiva con la Palabra de Dios que añada crecimiento, sabiduría y éxito a nuestra vida: «Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.» Si hacemos una extracción del texto para enumerar las acciones que debemos ejecutar para conectarnos con la Biblia, tendríamos el siguiente listado:

1.Enfocarnos lo suficiente y retener lo leído

2.Entender y meditar lo que dice la Palabra y las lecciones que guarda

3.Aplicar lo aprendido

Ahora que leo bien este listado, me doy cuenta de que estas acciones forman un acróstico que representan muy bien mi expresión cuando veo todo lo que hay que leer cuando abro la Biblia: ¡¡¡EEA!!!

Dibuja tu Fe

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