Читать книгу Naturaleza y conflicto - Danilo Bartelt Dawid - Страница 5
ОглавлениеPRÓLOGO
Río de Janeiro, 1992: la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) debía introducir un cambio de paradigmas que condujera a otra política económica, ambiental y de desarrollo. Las convenciones que se aprobaron en la también llamada “Cumbre de la Tierra” sobre la protección del clima y para preservar la diversidad biológica, tales como la Agenda 21 y la Declaración de Río, son hitos de la política ambiental multilateral; no obstante, nunca ejercieron mayor influencia sobre la política económica y de desarrollo de los países latinoamericanos.
América Latina no sólo cuenta con la selva tropical más grande del mundo, sino que, desde México hasta Tierra del Fuego, ofrece una diversidad biológica incomparable y pasmosa, así como ecosistemas que es necesario proteger. Un tesoro amenazado: los bosques del Amazonas se reducen de manera dramática, pues deben cederle paso a campos de pastoreo y a la minería; la tala comercial e ilegal sigue viento en popa; las sabanas son aradas para plantar caña de azúcar y soya; los ríos son represados para producir energía.
Los países latinoamericanos eligieron una vía de desarrollo que no es viable para el futuro desde el punto de vista ecológico, económico y social. Si bien es cierto que los gobiernos de izquierda redistribuyeron los ingresos obtenidos en el sector agrícola y de materias primas mediante programas sociales, y ayudaron a muchas personas a escapar de la pobreza absoluta, por desgracia no invirtieron en una distribución adecuada de la tierra ni en sistemas tributarios más justos, o en una diversificación de la economía. El pueblo venezolano está padeciendo de manera muy amarga las consecuencias de haber creído que nunca se acabarían los ingresos por la venta del petróleo, y también de que la economía y la política social dependieran tanto de esos ingresos.
Las inversiones en el futuro son diferentes. El neoextractivismo, sea en el sector de las materias primas o en el agrícola, les abre paso a ciertos actores globales latinoamericanos en la agricultura industrial y la industria de alimentos, mas no logra crear desarrollo para amplias capas de la población, ni tampoco es ecológicamente viable. Además, América Latina es un importante campo de acción y una referencia muy citada para lo que llamo la “nueva economía de la naturaleza”. El término economía verde redefine a la naturaleza como capital natural, y así, algunos “servicios” ecológicos —por ejemplo, que las hojas sean depósitos de CO2— son cuantificados, comercializados y financiarizados.
Todos éstos son temas en los que trabaja la Fundación Heinrich Böll desde hace muchos años, a la vez que clarifica las consecuencias de las formas de vida imperiales de las élites y las clases medias globales.
Dawid Bartelt dirigió por más de seis años nuestra oficina de representación en Brasil, desde donde cooperó con las oficinas en México y el Cono Sur, y desde 2017 es director de la oficina para México y el Caribe. Ha observado con precisión los deficientes desarrollos políticos y económicos en América Latina con todas sus repercusiones sociales y ecológicas.
Estoy muy agradecida por este libro. Reúne observaciones y análisis hechos durante años por la Fundación Böll en América Latina y, con su crítica a los desatinos, también contribuye al desarrollo de alternativas para la política económica, social y del clima en América Latina.
Barbara Unmüßig
Presidenta de la Fundación Heinrich Böll