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Presentación

Uno de los objetivos del Instituto de Ciencias Políticas, Investigación y Promoción del Desarrollo “Nueva Humanidad” se relaciona con el interés de estudiar utilizando distintos marcos teóricos y enfoques metodológicos, desde una perspectiva interdisciplinaria, la presencia de ciudadanos de confesión evangélica en los movimientos sociales y en la comunidad política. Precisamente, la investigación post-doctoral realizada por el Dr. Darío López Rodríguez bajo los auspicios del Oxford Centre For Mission Studies (Oxford, Inglaterra) y de la International Fellowship of Evangelical Mission Theologians (infemit), se inscribe dentro de los lineamientos institucionales de Nueva Humanidad. El Dr. Darío López, un pastor y teólogo evangélico bastante conocido en América Latina y en otras regiones del mundo, ha sido por cuatro períodos consecutivos, durante los años 2000-2003, Presidente del Concilio Nacional Evangélico del Perú (conep). Y, actualmente, es el Vicepresidente de esta entidad que representa a una amplia mayoría de la comunidad evangélica.

La publicación del libro La Seducción del Poder: Evangélicos y Política en la década de los noventa, prologado por el Dr. Daniel Levine, un académico de bastante prestigio en el ámbito académico internacional, inaugura el programa de publicaciones de Nueva Humanidad y se constituye, además, en su carta de presentación a la comunidad política, a la sociedad civil, al mundo académico y a las iglesias. Nueva Humanidad, como se define en sus objetivos, intenta desarrollar una práctica política que siendo orgánica en todos sus niveles, sea también consecuente con los valores innegociables del evangelio. Los que formamos parte de Nueva Humanidad estamos conscientes del déficit testimonial de los cristianos evangélicos en el terreno de la vida pública. Un hecho que fue notorio, particularmente, durante el período de predominio del fujimorismo en el escenario público nacional. Pero también en estos últimos años en los que la corrupción se ha convertido en un mal sistémico que corroe todo el tejido social y que está afectando notablemente a las distintas instituciones. En tal sentido, la autocrítica madura es imprescindible, especialmente si se quiere coadyuvar a un cambio radical del rostro público de los llamados políticos tradicionales y, consecuentemente, del sistema de partidos y de las instituciones vinculadas al Estado.

De acuerdo a la fe evangélica, la práctica política desde el Estado y desde la participación responsable de los ciudadanos en el quehacer de la polis, tiene un irrefutable fundamento en las Sagradas Escrituras. En efecto, dos de los ejes transversales que hilvanan el mensaje del Antiguo y Nuevo Testamento, son la presencia activa de Dios en la vida política de las naciones y la preocupación especial que él tiene por los indefensos del mundo. Ambos temas bíblicos indican que el amor al prójimo tiene que ser el combustible que impulse la presencia de los cristianos en el escenario público para defender la causa del pobre y para luchar por la justicia social. Más aún, desde una perspectiva evangélica, la marca característica de la inserción cristiana en la llamada cosa pública tiene que ser la actitud y la práctica del servicio. Así, cuando un creyente evangélico ingresa a la vida pública por mérito propio, antes que por un favor político o por haber utilizado a las iglesias como su despensa electoral o como su chacra particular, necesita entender que está en ese lugar para servir a todos los ciudadanos y no para beneficio propio o para favorecer a los miembros de una determinada confesión religiosa. Necesita entender, por eso mismo, que sus tres tareas fundamentales son representar, legislar y fiscalizar.

Lo señalado hasta este momento, indica claramente que Nueva Humanidad pretende nutrirse de lo mejor de la herencia evangélica, potenciándola aún más todavía y dándole mayor organicidad, pero sin hacer concesiones a la tentación personalista que tanto daño le ha hecho —y le hace actualmente— a la comunidad política nacional. Nueva Humanidad está conformada por líderes evangélicos, científicos sociales, teólogos y activistas sociales, que creen que la política es un espacio legítimo de testimonio cristiano y que en ese campo la eficacia en la gestión pública tiene que estar íntimamente asociada a la ética. El sugestivo nombre de Nueva Humanidad, lo hemos tomado prestado de los capítulos 2 y 4 de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Efesios; intentando comunicar así, de modo condensado, tanto la naturaleza como la perspectiva de lo que somos y de lo que buscamos ser como institución preocupada por la realidad nacional signada por una crisis larga y múltiple; que tiene en la injusticia económica y en la impunidad, dos de sus flancos más crónicos. Una realidad nacional que se percibe incluso como dramática, ya que las mayorías empobrecidas están perdiendo toda confianza y esperanza en la clase política, señalada frecuentemente como uno de los factores responsables de la fragilidad del sistema democrático y de los desencuentros históricos del país. Nueva Humanidad irrumpe públicamente como un espacio de reflexión y acción política colectiva que apuesta por la democracia y el desarrollo. Dos categorías políticas que, aunque desgastadas en los últimos años, requieren sumergirse permanentemente en principios y valores éticos. En tal sentido, afirmamos que el enlace entre la ética y la economía, es una de las claves para la refundación del discurso y la práctica política. Particularmente, si se tiene en cuenta que la dignidad de la persona humana, está relacionada estrechamente con los valores democráticos de la búsqueda activa de la fraternidad y la integración, la promoción de la verdad, el establecimiento de la justicia, una lucha activa por la paz, la tolerancia mutua, y la libertad, entre otros.

La publicación del libro La Seducción del Poder: Evangélicos y Política en la década de los noventa, escrito por el Dr. Darío López, Presidente de Nueva Humanidad, expresa nuestro deseo de constituirnos en participantes activos en la construcción de un nuevo Perú, un Estado-Nación en el que todos los ciudadanos tengan igualdad de oportunidades, no solo en el papel, sino en todas las instancias de la vida nacional. Aunque la tarea de Nueva Humanidad se concentrará principalmente en la investigación de la realidad nacional, la capacitación y formación de líderes para la acción política y el servicio social, la difusión y la publicación, así como la promoción del desarrollo. La participación de algunos de sus integrantes en la gestión pública, vía los partidos políticos, no está descartada, porque consideramos que sería irresponsable escribir sobre la realidad nacional y opinar sobre la práctica política, sin sembrar ejemplos concretos de servicio al prójimo, modelos de políticos que se preocupen sinceramente por el bienestar de todos los ciudadanos y que en la gestión pública demuestren que la eficacia no tiene que estar reñida con la ética.

Lima, agosto de 2004

Nelson Ayllón Flores

Vicepresidente de Nueva Humanidad

La seducción del poder

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