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ОглавлениеCapítulo 1
Antecedentes históricos
Existen varios puntos de vista con respecto a los antecedentes de participación política de los evangélicos. Unos ven ciertos indicios casi desde el comienzo de la República, tomando como antecedente histórico la experiencia del evangélico de origen escocés Diego Thomson, promotor del sistema lancasteriano, mediante el cual se intentó implementar una red de escuelas populares durante el gobierno del general José de San Martín en 1822 (Arroyo y Paredes 1992:15). Pero este punto de vista tiene como inconveniente el hecho de que la primera iglesia evangélica se fundó apenas en 1889. Por ello, antes de esa fecha, no se puede afirmar categóricamente que hubo presencia orgánica de los evangélicos en la arena política. Otros han señalado que la participación de los evangélicos en las jornadas de lucha para conseguir la Ley de Libertad de Cultos en 1915 debe considerarse como un antecedente histórico (Gutiérrez 2000:41–47). Y estudios recientes señalan que en las primeras décadas del siglo xx hubo evangélicos que participaron en los movimientos sociales reivindicativos (Inocencio 1998:175–178; Fonseca 2002:185–274). Sin embargo, teniendo en cuenta que la comunidad evangélica comenzó a consolidarse sólo a mediados de la década del cincuenta, parece más acertada la opinión de otros autores que ven en esa década, cuando ya existía una comunidad evangélica suficientemente establecida y había niveles de organicidad desarrollados, un período en el que se comenzó a notar un creciente interés de evangélicos vinculados a partidos de masas como La Alianza Popular Revolucionaria Americana (apra) por incursionar en la vida política1.
En ese sentido, la gestión pública de José Ferreira en las décadas del cincuenta y del sesenta, como integrante de la célula parlamentaria del apra, sí puede considerarse como un antecedente y como una experiencia pionera en este campo por parte de un ciudadano de confesión evangélica. José Ferreira García fue miembro del Congreso de la República en tres oportunidades. Primero como diputado (1958–1962) y, posteriormente, como senador (1963–1968 y 1985–1990). Lo mismo se puede decir, respecto a la presencia del pastor presbiteriano Pedro Arana Quiroz en la Asamblea Constituyente de 1978–1979, como uno de los representantes del apra.
A fines de 1979, cuando el gobierno militar de Morales Bermúdez (1975–1980) convocó a elecciones generales para 1980, un grupo de pastores y líderes formó el Frente Evangélico (fe) con el objetivo de participar en ese proceso electoral. Sin embargo, debido a las tensiones teológicas y políticas que se generaron en el liderazgo de las iglesias evangélicas, el Frente Evangélico no pudo presentar candidatos. En su Comité Nacional de Coordinación había pastores y líderes bastante conocidos en el mundo evangélico como Samuel Escobar y Carlos García (Convención Bautista), Víctor Arroyo y Nicanor Arévalo (Iglesia Evangélica Peruana), Abner Pinedo (Asambleas de Dios) y Bolívar Perales (Iglesia del Nazareno). Una década después, dos de ellos, Arroyo (elegido senador) y García (elegido segundo vicepresidente), tendrían una presencia política visible en el único período democrático que tuvo el gobierno de Fujimori (1990–1992).
Casi cinco años después, meses antes de las elecciones de 1985, una vez más evangélicos de distintas denominaciones formaron un nuevo movimiento político denominado Asociación Movimiento Cristiano de Acción Renovadora (amar), que luego se vinculó a un frente de partidos denominado Convergencia Democrática. En esa coyuntura electoral, bajo el paraguas de ese frente de partidos no evangélicos de tendencia política conservadora, cinco evangélicos postularon como candidatos a senadores y diputados, pero ninguno de ellos resultó electo2.
Estos antecedentes de presencia evangélica en la vida pública o intentos de participación antes de la coyuntura electoral de 1990 dejan constancia, por un lado, que en todas las coyunturas electorales los canales de mediación política utilizados por los evangélicos no fueron los mismos; por otro, que durante la década del ochenta se fue haciendo más visible el interés de los evangélicos por incursionar en la cosa pública. El canal que dio mejores resultados fue la presencia de evangélicos en partidos de larga trayectoria como el apra. De hecho, José Ferreira y Pedro Arana, los dos evangélicos que ingresaron a la arena política en las décadas del cincuenta y del setenta respectivamente, fueron elegidos como representantes de ese partido. Un segundo canal fue la formación de grupos independientes como FE, de corta duración, y que no logró participar en una contienda electoral. El tercer canal fue la formación de grupos inicialmente independientes como amar que, posteriormente, formaron parte de alianzas políticas más amplias con el objetivo de llegar al Congreso de la República.
Así que, durante los años previos a la llamada participación masiva y decisiva de los evangélicos, según se cree como soporte electoral para el triunfo de Fujimori en las elecciones de 1990, su incursión en el escenario público tuvo distintas características. Pero, un elemento común en la mayoría de los casos fue que el interés por participar en la vida política afloró meses antes de una contienda electoral y se fue diluyendo cuando pasó el marco temporal en el cual dicho interés surgió. ¿Cómo se puede explicar esta preocupación coyuntural de los evangélicos por los asuntos públicos? El estudio de la presencia evangélica en el escenario público durante la década de los noventa ayudará a explicar este hecho.
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1 Antes de 1990 hubo también experiencias aisladas de presencia evangélica en los gobiernos locales. Ése fue el caso del misionero inglés Tomás Payne, elegido alcalde de Calca (Cusco) en los años 1916 y 1930 (El Cristiano 1916:16; South America 1918:104; Renacimiento 1930:1). Fue también el caso de Moisés Allauca, nombrado alcalde de San Jerónimo (Cusco) en los años 1945 y 1956. Años después, durante el régimen militar del general Francisco Morales Bermúdez, el pastor Florencio Durand de la Iglesia Bethel, fue elegido como alcalde del distrito de Huaylas (Ancash) para el período 1975–1977. Él postuló como candidato de un movimiento vecinal y fue apoyado por la «Asociación de Ciudadanos Santotoribianos de Lima». Uno de sus regidores fue el evangélico Humberto Bullón (Iglesia del Nazareno) quien se desempeñó primero como Jefe de Planificación y, posteriormente, como Teniente Alcalde en el año 1977.
2 Los candidatos a diputados fueron Abner Pinedo, Daniel Valencia, Jorge Morales y Secundino Román (todos ellos miembros de las Asambleas de Dios). Como candidato para el senado, postuló el general (r) de la Policía Nacional Roberto Acosta (Iglesia Anglicana).