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En qué consiste ser arquitecto

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La pregunta que yo abordaré es muy sencilla y no es tan profunda, pero es de suma importancia para aquellos que pretendan acercarse a la vida productiva de ese ser humano que, a través de lo que hace, se ha definido en la sociedad como una persona que asume la responsabilidad de mejorar las condiciones y calidad de vida de las personas, dejando muestra de sus logros a través del tiempo. Se trata de un personaje común, el arquitecto. Y ¿cómo surge el concepto de arquitecto?, o ¿en qué consiste ser arquitecto? Las respuestas se revelarán a lo largo de este libro con la organización de ideas generales, conceptos, preguntas, ejemplos, analogías, que me permitan proporcionar todo un contexto para establecer un puente facilitador, como eslabón entre mis experiencias personales y la realidad.

La pregunta exige una definición concreta; sin embargo, prefiero derivar ciertos antecedentes que nos conducen a la definición de su identidad como preámbulo ante las pruebas.

Desde tiempos remotos, uno de los elementos preponderantes para preservar la vida de los organismos vivos es garantizar que posean un espacio dentro de un ambiente adecuado, que les brinde las condiciones para su subsistencia.

Esta reflexión nos lleva al análisis del concepto de hábitat. En la naturaleza, los seres vivos, el clima, la composición geológica y la relación que existe con el universo, interactúan en un proceso de ciclos vitales regidos por leyes. Existen ecosistemas diversos donde los seres vivos han desarrollado capacidades de adaptación ante su entorno, cohabitan en un ambiente físico entre formas de vida y estados ambientales de factores físicos distintos. Ciertos organismos vivos microscópicos y macroscópicos han desarrollado la capacidad de adaptación utilizando espacios para resguardo y logran su supervivencia dentro de los ambientes ecológicos más hostiles buscando refugios. Entre ellos, los animales han desarrollado, conforme a su nivel de inteligencia y memoria, la intuición para su defensa, preservación y protección de su especie. Utilizan materiales como hojas secas, paja, piedras, virutas, entre otros, y construyen refugios para guarecerse de los efectos climáticos como la lluvia, la nieve, el frío y el calor, así como protegerse de otros animales depredadores. Volvemos al concepto de “adaptación”. Es innegable que nadie debe quedar exento de acomodarse en su propio entorno.

Otros animales construyen sus madrigueras utilizando técnicas de excavación distintas. Algunos realizan refugios basados en estructuras rígidas adheridas a los árboles, rocas, o bajo el agua. Entre los más destacados tenemos algunas aves como las golondrinas, varias especies de peces, las abejas y sus colmenas, las termitas, los castores… Todos construyen sus refugios con técnicas diferentes y eficaces, donde anidan y se reproducen. Producen espacios adecuados para su resguardo. Las arañas construyen refugios que no solo les sirven de protección, sino que también, bajo ciertas circunstancias, los usan como trampas de caza. De esa forma muy peculiar, los animales se protegen de los factores ambientales y se preparan para asegurar su permanencia en la cadena alimenticia. Utilizando sus propias uñas, garras, dientes, pico y patas como herramientas de trabajo, se convierten en animales constructores.

En el caso del hombre, apoyado en su inteligencia, ha intervenido y modificado las condiciones de la naturaleza para lograr ambientes artificiales contra las adversidades. Desde la prehistoria, los seres humanos tuvieron la necesidad, al igual que los animales, de buscar un sitio de resguardo ante las inclemencias del tiempo. Tal necesidad llevó a una de las primeras especies humanas, el Homo erectus, del cual se tienen registros antropológicos de hace más de 400 mil años, a utilizar campamentos y refugios ligeros para resguardarse. Para una comunidad nómada que estaba en constante movimiento, estos refugios se realizaban con materiales fáciles de transportar, utilizaban palos ligeros, huesos, pieles y realizaban pequeñas excavaciones para sostener estructuras muy pragmáticas que formaban un refugio o vivienda temporal. Esta comparación entre el hombre y los animales establece un postulado: habitar un sitio en condiciones favorables ante el entorno nace de una necesidad de subsistencia.

El desarrollo del hombre constructor vino de la mano con los avances en todas las áreas de su evolución. El hombre prehistórico pasó por tres importantes períodos de tiempo que le permitieron desarrollar varias habilidades para construir refugios: el período paleolítico, el neolítico y el mesolítico. Durante ese tiempo desarrolló también habilidades para su subsistencia como la caza y la pesca, hasta conquistar el fuego y cultivar la tierra. El hombre utilizó cuevas y grutas del ambiente natural para resguardarse. Posteriormente, entre chozas temporales y definitivas, comenzó a utilizar arcillas y lodos, y a tallar piedras para conformar apilamientos de rocas. El hombre pasó de construir refugios ligeros con los materiales que la naturaleza les proveía hasta construir refugios sólidos y planificados. Entre muros arcillosos, techos de paja y ramas, el hombre pasaba de ser un nómada para comenzar a establecerse en comunidades.

El hombre se manifestó como constructor por necesidad ante un proceso evolutivo indetenible. Grandes investigadores de la arqueología y la historia del arte nos han mostrado a detalle la participación de esos constructores en el desarrollo de nuestra civilización, de manera que, inesperadamente, aquel hombre se transformó en arquitecto. Evolucionó pasando por todos los períodos de la historia, fue creando una infraestructura para el desarrollo de sus comunidades y las convirtió en grandes ciudades. Pasó por la prehistoria, la antigüedad, la antigüedad clásica, la edad media, la edad moderna, hasta llegar a la edad contemporánea, construyendo y consolidando ciudades avanzadas en un proceso de metamorfosis, ayudado de la ciencia y la tecnología.

Han sido muchos hombres constructores arquitectos a lo largo de la historia que han promovido el perfeccionamiento de la arquitectura y han dejado una gran huella. Es importante mencionar algunos. No puedo indagar a todos, ya que para muestra basta un botón. Entre ellos están los antiguos hombres prehistóricos que construyeron monolitos; luego, los faraones que edificaron sus propias tumbas en pirámides como la de Jufu (Keops), Jafra (Kefrén) y Menkaura (Micerino), en Guiza. También debo mencionar a Calícrates e Ictinos, quienes desarrollaron trabajos como el proyecto del Partenón y complementos de la plaza de Acrópolis de Atenas (470 - 420 a. de C.). Asimismo, a Marco Vitruvio (Vitrubio) Polión (siglo I a. de C.), arquitecto romano autor de un célebre tratado sobre la arquitectura muy consultado desde el Renacimiento. Por supuesto, debo mencionar a Miguel Ángel Bounarroti (1475-1567), escultor, pintor y arquitecto italiano; y a Antoni Gaudí (1852-1926), arquitecto español, autor de grandes manifestaciones de la arquitectura orgánica como el templo de la Sagrada Familia. Cómo no mencionar al norteamericano Frank Lloyd Wright (1867-1959), precursor de la corriente del minimalismo; los alemanes Walter Gropius (1883-1969) y Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969); a Le Corbusier (1887-1965), arquitecto francés exponente del funcionalismo; a Frank Gehry, nacido en Toronto (1929); a Norman Foster, nacido en Manchester (1935); a Renzo Piano, en Italia (1937); a Tadao Ando, en Japón (1941); a Zaha Hadid, en Irak (1959); a Santiago Calatrava, en Valencia (1951); todos ellos, arquitectos de diversas naciones, de gran creatividad, que han dejado obras maravillosas. Todos han contribuido activamente a la formación y transformación de nuestro mundo a través de su legado.

El arquitecto es y será uno de los pilares fundamentales para asistir a la sociedad ante la necesidad de espacios, hábitats, refugios, viviendas, ciudades, construcciones y conglomerados necesarios para la vida. La historia es testigo de las evidencias claras y de los rastros que han dejado.

Pero, entonces, aquí surge una pregunta pertinente: ¿qué significa el término arquitecto?

Según Wikipedia, proviene de la palabra en latín architectus; a su vez, del vocablo griego ἀρχιτέκτων (architéktōn), composición de ἀρχι (archi ‘ser el primero, el que manda’) y τέκτων (téktōn ‘albañil, constructor’).

Es decir, el máximo responsable de una obra.

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