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ОглавлениеCAPÍTULO 5
POSICIONES ESTÁNDAR, TÉRMINOS Y REFERENCIAS. ENVOLTURAS Y SISTEMAS CORPORALES
POSICIONES, TÉRMINOS Y REFERENCIAS
Para los propósitos de una descripción anatómica, el cuerpo siempre se considera desde una posición convencional. El cuerpo se sitúa erecto, con los brazos en los costados y las palmas de las manos hacia delante. Las partes delanteras del cuerpo y las extremidades constituyen la superficie anterior; la espalda, la posterior. De esta forma, para dos estructuras cualesquiera, podemos determinar cuál de ellas será anterior o posterior en relación con la otra en tanto que esté más próxima a la superficie anterior o posterior. La superficie anterior también se denomina ventral, y la posterior, dorsal.
La posición de las estructuras se relaciona también con el plano medio del cuerpo (AA en la Fig. 5.1). Un punto es medial en relación con otro si éste está alejado de la línea media, denominándose, entonces, lateral en relación con el primero. Los puntos más cercanos al extremo de la cabeza son superiores, mientras que los más cercanos a los pies se etiquetan como inferiores. Algunas veces se utilizan los términos craneal y caudal para superior e inferior, respectivamente.
Los términos interno y externo se refieren a descripciones relacionadas con las paredes limítrofes de las cavidades corporales o los órganos huecos. Así, por ejemplo, las costillas poseen una superficie externa que mira directamente hacia fuera y una superficie interna que mira hacia la cavidad torácica. Los términos superficial y profundo se refieren a las distancias relativas desde la superficie. La piel, por ejemplo, es superficial en comparación con los músculos.
Algunos otros términos se han utilizado en relación con las extremidades. De esta manera, la superficie anterior se ha denominado palmar (mano) o plantar (suela del pie), y la posterior, dorsal, correspondiéndose con la parte posterior de la mano o con la superficie superior del pie. Los términos lateral y medial se reemplazan en las extremidades por nombres derivados de las parejas óseas del antebrazo y de la parte inferior de la pierna, es decir, radial y cubital o peroneal y tibial. Los puntos más cercanos al hombro o a la ingle son proximales en relación con otros dista les situados más cerca de los dedos de las manos o de los pies, respectivamente. La periferia se corresponde vagamente con las estructuras distales, pero se emplea generalmente para las distribuciones lejanas relacionadas con las ramas de los sistemas circulatorio y nervioso.
Figura 5.1: Visión convencional del cuerpo desde la parte delantera, mostrando su superficie anterior (AA se corresponde con el plano medio)
Figura 5.2: Superficie posterior del cuerpo
Figura 5.3: El cuerpo desde llna visión lateral (BB es el plano coronal)
A menudo es necesario referirnos a secciones a lo largo del cuerpo. Estas pueden ser horizontales (transversas), sagitales (a lo largo del, o paralelas al plano medial) o coronales (a lo largo del, o paralelas al plano coronal [BB en la Fig. 5.3] en ángulo recto con el plano medial). Todos estos términos deben recordarse antes de proseguir: son los puntos cardinales del ámbito anatómico.
Existe, además, un sistema concertado de nombres para las partes del cuerpo, basado en la terminología latina y revisado de forma bastante continua. Este sistema, no obstante, no lo utilizaremos en este libro.
Simetría y segmentación
Las dos mitades del cuerpo en cada lado del plano medial son similares, correspondiéndose con las extremidades derecha e izquierda, el riñón derecho e izquierdo, y así sucesivamente; en otras palabras, muchas estructuras son simétricas. Sin embargo, algunos órganos internos son unilaterales de forma prioritaria o de forma completa, como, por ejemplo, el hígado o el bazo. Las dos mitades del cerebro no son nunca exactamente iguales.
Figura 5.4: Sección a trovés de la piel que muestro sus capas
El cuerpo humano repite, en una forma muy modificada, la disposición primitiva de la segmentación, ejemplificada a partir de la lombriz, formada por un número de segmentos idénticos, que contienen cada uno los mismos órganos. Según la forma como está integrado, el cuerpo humano conserva los rasgos de esta segmentación, como podemos ver en la disposición de la columna vertebral: series de parejas de costillas en segmentos de la columna vertebral, cada uno de los cuales emite una pareja de nervios espinales en los segmentos corporales apropiados.
LA ENVOLTURA DEL CUERPO
La piel
La piel cubre el cuerpo y se continúa a nivel de sus orificios naturales con los revestimientos de los canales internos. Es elástica y móvil, excepto en las zonas en las que se une al cuero cabelludo, las orejas, las palmas de las manos y las plantas de los pies. Sobre su superficie se dejan al descubierto folículos pilosos y glándulas sebáceas y sudoríparas, así como un pigmento pardo, la melanina, que se encuentra más desarrollado en ciertas zonas descubiertas, en los genitales y en los pezones. Contiene las terminaciones periféricas de los nervios sensoriales, actúa como un agente excretor gracias a sus glándulas y ayuda en la regulación de la temperatura por medio de la pérdida de agua por evaporación. También es una estructura protectora que se modifica para formar el cabello y las uñas.
Figura 5.5: Estructura detallada de la epidermis (de A Companion to Medical Studies, Vol. 1)
Desde una perspectiva microscópica, la piel posee dos zonas principales:
1.La epidermis superficial es muy espesa en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. Se encuentra permanentemente arrugada en la zona de las articulaciones. Posee una capa externa, o zona córnea, de células finales aplanadas (o muertas), mudadas de forma continua y renovadas gracias al crecimiento de la zona germinativa (ver Fig. 5.4).
Podemos reconocer cinco capas (ver Fig. 5.5). Dentro de la capa basal, un grupo especializado de células producen el pigmento melanina. En los sujetos con la piel oscura, el pigmento está presente en todas las células basales. La queratina de la zona córnea es característica de la piel y de sus estructuras derivadas, como el pelo y las uñas.
2.La dermis profunda, o piel verdadera, es una resistente capa de tejido conectivo fibroso y elástico entre la epidermis y la capa subcutánea. A diferencia de la epidermis, está muy vascularizada y se proyecta en ésta gracias a unas pequeñas elevaciones, las papilas, que contienen los terminales capilares y las terminaciones bulbosas de los nervios sensoriales del tacto, el dolor y la temperatura (calor y frío). Aunque los folículos pilosos, las glándulas sebáceas y las glándulas sudoríparas se encuentran en la dermis, se desarrollan y crecen hacia la epidermis, atravesándola por medio de las vainas pilosas y de los canales de las glándulas sebáceas hasta llegar a la superficie. Las glándulas sebáceas se extienden a lo largo de los pelos para asegurar su lubricación.
Los tres o cuatro millones de glándulas sudoríparas se encuentran sobre toda la piel, siendo más numerosas en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. Son glándulas tubulares, simples y enrolladas, irrigadas de forma abundante por vasos sanguíneos. Las glándulas apocrinas son glándulas sudoríparas modificadas en la axila, el área anogenital y el pecho, y están relacionadas con fenómenos sexuales: comienzan a funcionar en la pubertad y producen un olor corporal característico.
El pelo individual está formado por una gran vaina inerte, queratinizada, mientras que el segmento basal de crecimiento o bulbo se encuentra invagi-nado en las papilas pilosas vasculariza-das de un tejido especializado. Filamentos de músculo involuntario se insertan en los folículos y son responsables de la erección pilosa, o “piel de gallina”, en casos de frío o miedo. El crecimiento del pelo es intermitente. Tras una fase de crecimiento, la parte inferior del folículo degenera y la vaina pilosa se afloja y se desprende cuando es empujada por el crecimiento de un nuevo pelo.
Figura 5.6: Diagrama de un folículo pilosa y de su relación con una glándula sebócea (de A Companion to Medical Studies, Vol. 1)
Las glándulas sebáceas se encuentran en todas las regiones, excepto en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. Son estructuras lobuladas cuya secreción, el sebo, lubrica la piel. La secreción sebácea aumenta en la pubertad por la influencia de las hormonas sexuales.
La uña es una lámina translúcida de queratina incrustada en los pliegues de la piel. Está libre en su extremidad, pero se mantiene unida firmemente a la epidermis que le sirve de base. El lecho ungueal, desde donde acontece el crecimiento, se encuentra en la epidermis sobre los pliegues basales. El crecimiento de la uña es más rápido en las uñas de las manos que en las de los pies.
La función protectora de la piel depende de forma fundamental de que la epidermis esté intacta. Las sustancias pueden entrar en el organismo directamente por medio de la epidermis o a través de los canales abiertos del sistema sebáceo/piloso. Esta penetración depende de la solubilidad al agua y a los lípidos del agente. La piel es casi impermeable al agua, pero algunas sustancias que disuelven la grasa, como el alcohol, pueden entrar porque disuelven los lípidos de las paredes celulares. La absorción encuentra una ayuda en el incremento de la temperatura corporal y en la irrigación sanguínea, así como en las lesiones cutáneas. Una piel intacta es virtualmente impermeable a los electrólitos y algo permeable a los gases. En los anfibios, la piel es un órgano respiratorio importante, pero la respiración cutánea en el hombre sólo constituye el 0,5% de la respiración total (de los pulmones).
Fascias
Se disponen entre la piel y los músculos y son dos capas importantes de tejido conectivo, la fascia superficial y la profunda.
Figura 5.7: Diagrama de una uña, (a) transversal, (b) longitudinal (de A Companion to Medical Studies. Vol. 1)
La fascia superficial, la capa subcutánea ordinaria, forma una lámina continua sobre toda la superficie del cuerpo, por todas las zonas carnosas, salvo en los párpados y en los genitales masculinos. En uno o ambos costados contiene fibras musculares, como sucede en los músculos de la expresión facial y en los que arrugan el escroto. La grasa es más abundante en el abdomen, pecho y nalgas y tiene más espesor en las mujeres. Permite aislar el cuerpo y retener el calor. Además, contiene los nervios cutáneos y los vasos sanguíneos que recorren el camino desde y hacia la piel.
En las zonas donde la fascia superficial es abundante, como en el muslo, la piel se mueve libremente sobre las estructuras más profundas, mientras que en las zonas en las que se encuentra virtualmente ausente, en la nariz y la oreja, la piel se encuentra sujetada de manera firme. El depósito más voluminoso en las mujeres es responsable de sus contornos redondeados, siendo esta distribución una característica sexual secundaria. En los hombres, la grasa tiende a acumularse en períodos más tardíos en las paredes del abdomen superior. En ciertas zonas -los dedos, los talones y los intestinos-, la grasa está distribuida como en un panal por filamentos fibrosos, lo que forma un cojín contra la presión.
Desde un punto de vista interno, en relación con la fascia superficial se encuentra la fascia profunda, un lámina membranosa que cubre y separa los grupos musculares, encontrándose, además, relacionada con los huesos y los ligamentos. Desde su superficie profunda, otras láminas, o septos, se extienden hacia dentro entre los grupos musculares, formando vainas para los nervios, vasos y compartimientos de las vísceras. Esta fascia varía considerablemente en zonas diferentes: se encuentra virtualmente ausente sobre la cara, pero es extremadamente espesa sobre la parte inferior de la espalda.
La disposición general de las fascias se muestra en la sección transversal de una extremidad (Fig. 6.25). Este corte muestra la piel, la fascia superficial y la fascia profunda, así como la envoltura que contiene las masas musculares y el septo que demarca los diversos grupos y los conecta entre sí, extendiéndose hasta el hueso conectado con el periostio. Esto es importante para entender el retorno de la sangre y la linfa desde las extremidades. El corazón bombea sangre arterial hacia estos compartimientos, de forma que el retorno de los fluidos en dirección al tórax se debe a la acción de bombeo que realizan las contracciones musculares dentro de la envoltura fascial. Cuando tanto las venas como el sistema linfático poseen válvulas unidireccionales, empujan el contenido de su fluido hacia el corazón de forma que, si elimináramos la contracción muscular por una parálisis o una inmovilización, se acumularían líquidos en los tejidos de las extremidades, hinchándose, en lo que se conoce como edema. En varias situaciones, la fascia profunda forma bandas de contención, o retináculos, para sostener los tendones y prevenir que se arqueen cuando se contraen los músculos. Las vainas sinoviales facilitan un movimiento uniforme de los tendones, como sucede en los dedos de las manos y de los pies, mientras que las bolsas son simplemente unos sacos sinoviales dispuestos sobre los puntos de fricción, como, por ejemplo, entre la piel y los puntos óseos (la rótula y el codo) o entre los tendones y los huesos.
PAREDES Y CAVIDADES CORPORALES
Las paredes corporales encierran las grandes cavidades, el abdomen y el tórax, también denominados, tras sus membranas de revestimiento, espacios peritoneal y pleural. La pared corporal está formada por el esqueleto, con los músculos y el tejido conectivo que se le unen, así como por la piel y la grasa que lo cubren (estructuras parietales o somáticas).
Las cavidades, con sus revestimientos serosos lisos, contienen los órganos internos, viscerales o esplácnicos: los pulmones y el corazón en el tórax, los intestinos y otros órganos en el abdomen. Las vísceras se desarrollan en el embrión a partir de la pared corporal posterior y todavía mantienen esta unión en los adultos (los pulmones por sus raíces), el intestino gracias a su doble capa, cargada de grasa y que soporta el mesenterio).
Figura 5.8: Las vísceras expuestas tras una eliminación de las paredes anteriores del abdomen y el tórax
SISTEMAS CORPORALES
Existen los siguientes:
Sistema locomotor
Sistema esquelético – huesos
Articulaciones
Músculos
Órganos viscerales
Sistema respiratorio
Sistema digestivo
Sistema urogenital
Además existen:
Sistema vascular: corazón, vasos sanguíneos, vasos linfáticos
Sistema nervioso y órganos de los sentidos
El sistema digestivo
La comida, que pasa a través de la boca, entra en una cavidad expandida por debajo de aquélla, la faringe, que es una zona compartida con el paso de aire a este nivel. Baja entonces por el esófago hasta alcanzar el estómago, y desde allí entra en el intestino delgado para pasar al intestino grueso o colon . La materia de desecho de la comida alcanza la parte más inferior del intestino, o recto, expulsándose a través del corto canal anal. En diferentes puntos a lo largo del tracto digestivo se encuentran situadas ciertas glándulas que descargan sus secreciones. Existen glándulas salivales alrededor de la boca (tres pares), en el páncreas, por debajo del estómago, y en el hígado, en la parte superior del abdomen.
El sistema respiratorio
El aire inhalado por la nariz o por la boca entra en la faringe y desciende por un canal de aire propio. La primera parte de este conducto es la laringe, que también es el órgano del habla. Desde aquí se dirige hacia la tráquea, que se dividirá en la parte superior del tórax en un bronquio derecho y en otro izquierdo antes de entrar en los pulmones. Cada bronquio se subdivide a su vez dentro de los pulmones, formando numerosos bron-quiolos ramificados que finalizan en agrupaciones de minúsculos sacos aéreos. En las paredes de éstos se produce el intercambio entre los gases disueltos en la sangre y los que proceden del aire inhalado.
El sistema urinario
La orina es secretada en los dos riñones que se encuentran en la parte posterior de la cavidad abdominal. Desde cada riñón un tubo, el uréter, lleva la orina hacia abajo, en dirección a la pelvis, hacia la vejiga, entre los huesos de la cadera, siendo expulsada desde allí a la uretra. En las mujeres, este canal es corto, abriéndose pronto hacia el exterior, mientras que en los hombres atraviesa un camino más largo, pasando por la glándula prostática y posteriormente por el pene, que también se utiliza en el acto de la reproducción. Los órganos sexuales o genitales asociados se tratarán más adelante (pág. 331).
Figura 5.9: Los sistemas corporales
El sistema vascular
El sistema circulatorio forma un circuito cerrado, alrededor del cual es propulsada la sangre por las contracciones del corazón. La sangre es llevada a las arterias, unos gruesos tubos elásticos que distribuyen la sangre por todos los lugares del cuerpo. Las arterias se dividen en ramas más pequeñas en su trayecto hacia los órganos y las extremidades, deshaciéndose finalmente en una malla de finos capilares o vasos microscópicos que penetran en todos los tejidos del cuerpo, excepto en la córnea del ojo y en la capa externa de la piel.
La sangre de los capilares descarga oxígeno y sustancias alimenticias en las células tisulares, cargando dióxido de carbono y desechos para expulsarlos. Una vez incorporada de nuevo en la red, se integra en pequeñas venas que se transformarán en grandes troncos venosos en su viaje hacia el corazón. Este trayecto se realiza a través de pequeñas venas, que no tienen pulso y que contienen válvulas para prevenir que el flujo vuelva hacia atrás.
Figura 5.10: El trayecto respiratorio
Existen dos circulaciones separadas: una sistémica, que concierne a todo el cuerpo y que impulsa por el lado izquierdo del corazón, y otra pulmonar, relacionada con el trayecto de la sangre hacia los pulmones y que impulsa por el lado derecho del corazón.
Los lados derecho e izquierdo del corazón están aislados uno de otro, y cada uno de ellos posee una cámara superior, o aurícula, que recibe sangre de las grandes venas, y una cámara inferior, o ventrículo, que descarga sangre en las grandes arterias. La sangre venosa entra en la aurícula derecha, pasa al ventrículo derecho y es expulsada hacia la arteria pulmonar para atravesar los capilares de los pulmones. Una vez aquí, se airea, recibiendo oxígeno fresco en los sacos aéreos al mismo tiempo que entrega dióxido de carbono para que sea exhalado. La sangre fresca vuelve desde los pulmones a la aurícula izquierda a través de las venas pulmonares y baja entonces, al ventrículo izquierdo para descargar en la gran arteria del cuerpo, la aorta, que irriga la cabeza, el tronco y las extremidades mediante sus ramas.
Figura 5.11: El sistema urinario
Figura 5.12: Diagrama de la circulación de la sangre
En los tejidos la sangre se vuelve oscura y venosa, acumulándose más tarde en las grandes venas (la vena cava superior, que se dirige a la cabeza y a los brazos, y la vena cava inferior, hacia el tronco y las piernas). Obsérvese que, mientras las arterias del cuerpo contienen sangre roja clara y las venas sangre oscura, sucede exactamente lo contrario en las arterias y venas pulmonares, como consecuencia de la función química que realizan los pulmones sobre el estado de la sangre.
Figura 5.13: El sistema linfático (las glándulas de la cabeza y del cuello no se muestran)
Existe una distribución especial de los vasos abdominales. Mientras que las venas que dejan muchas estructuras van directamente al corazón, otras, las que atraviesan el estómago y los intestinos, se dirigen hacia otro órgano, el hígado, donde se deshacen en un segundo conjunto de capilares, de forma que la sangre se filtra en el hígado antes de volver al corazón. Este hecho asegura que el hígado utiliza y almacena las sustancias alimenticias transportadas por la sangre desde los intestinos. Esta circulación se conoce con el nombre de porta!.
El sistema linfático
Este sistema es accesorio en relación con el sistema vascular principal. Ninguna porción de la sangre que penetra en los tejidos desde los capilares vuelve a estos vasos, por lo que existe una acumulación de fluido en los tejidos. Este exceso se elimina gracias a un conjunto diferente de finos canales, los linfáticos, que se inician como hendiduras entre las células y forman un plexo que drena los diversos órganos.
Estos vasos atraviesan las extremidades y el tronco, interrumpiéndose en ciertas zonas por ganglios “estacionarios” o filtros, situados en el codo y la rodilla, el antebrazo y la ingle, así como en el tronco a lo largo de los grandes vasos sanguíneos.
Los linfáticos del tronco se unen para formar un vaso más amplio conocido como conducto torácico, del espesor de una cerilla, que asciende por el tórax hasta alcanzar el lado izquierdo del cuello. Allí se une a los linfáticos del brazo izquierdo y del costado izquierdo del cuello y la cabeza, y descarga en las grandes venas. En el lado derecho, los vasos del brazo, el cuello y la cabeza descargan directamente en las venas.
Una de las principales funciones de este sistema consiste en la absorción de grasa digerida vía los linfáticos de los intestinos. Además, los ganglios linfáticos actúan contra cualquier infección transportada hasta ellos por los linfáticos.