Читать книгу Equilibrio y movilidad con personas mayores - Debra J. Rose - Страница 10

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El éxito del control del equilibrio depende de una serie de procesos complejos que desencadenan la decisión consciente o inconsciente de actuar. Nuestra decisión de actuar puede ser la respuesta a un deseo interno de realizar una tarea, a acontecimientos sensitivos del entorno que exigen una acción o a una combinación de ambos. Aunque muchas de las decisiones que tomamos durante el día pertenecen al nivel consciente, como levantarse de una silla, abrir la puerta de casa o caminar hasta una tienda cercana a comprar leche, otras se producen a nivel subconsciente. Estas respuestas más subconscientes suelen asociarse con destrezas bien aprendidas que requieren poca o ninguna atención consciente, o que se producen con rapidez ante acontecimientos inesperados que amenazan nuestra estabilidad. Dependiendo de si la decisión de actuar es consciente o inconsciente, intervienen múltiples sistemas del cuerpo.

¿Qué es el equilibrio?

Centro de masa (CDM). Punto en que se considera concentrada toda la masa de un cuerpo al analizar las fuerzas que actúan sobre él y su movimiento. También se denomina centro de gravedad (CDG) porque la fuerza gravitatoria del peso del cuerpo también actúa sobre este punto.

El equilibrio se define como el proceso por el cual controlamos el centro de masa (CDM) del cuerpo respecto a la base de sustentación, sea estática o dinámica. Por ejemplo, cuando estamos de pie en el espacio, nuestro objetivo primario es mantener el CDM en los confines de la base de sustentación, mientras que cuando caminamos, desplazamos continuamente el CDM respecto a la base de sustentación, la cual restablecemos a cada paso. Aunque con frecuencia consideremos que estar de pie y erguidos en el espacio constituye una tarea del equilibrio estático, y que inclinarse en el espacio o caminar son tareas del equilibrio dinámico, recuerda que mantener una posición erguida estable también implica la contracción activa de distintos grupos de músculos para controlar la posición del CDM ante la fuerza desestabilizadora de la gravedad.

Terminología básica

Equilibrio. Proceso por el cual controlamos el centro de masa del cuerpo respecto a la base de sustentación, sea estática o móvil.

Postura. Alineación biomecánica de las partes del cuerpo, y orientación del cuerpo en el espacio.

Inevitablemente, cuando nos adentramos en una nueva área de estudio, nos sentimos abrumados por el número de términos nuevos que nos resultan poco familiares. A medida que vayas leyendo los capítulos de este manual para profesores, también descubrirás muchos términos nuevos que son específicos del estudio del equilibrio y la movilidad. Además de aprender lo que significa el término equilibrio, que se definió al comienzo de este capítulo, también descubrirás otros términos importantes que tendrás que ser capaz de definir como postura, control ortostático reactivo y anticipatorio, límites de la estabilidad, margen de balanceo movilidad.

Una buena postura es crítica para el equilibrio y consiste en la alineación biomecánica de las distintas partes del cuerpo, y también en la orientación del cuerpo en el espacio (Shumway-Cook y Woollacott, 2001). De pie y sin movernos en el espacio, nuestro objetivo consiste en alinear verticalmente las partes del cuerpo y, por tanto, consumir una cantidad mínima de energía interna para mantener una posición estable y erguida frente a la fuerza de la gravedad. Para contrarrestar la fuerza de la gravedad, se mantienen activos varios músculos durante la bipedestación estática (fig. 1.1), como el sóleo y el gastrocnemio, el tibial anterior (cuando el cuerpo se inclina hacia atrás), el glúteo medio y el tensor de la fascia lata, el psoasilíaco, el erector de la columna en la región dorsal del tronco y los músculos abdominales un poco más intermitentemente (Basmajian y De Luca, 1985).


Figura 1.1. (a) Una buena alineación ortostática reduce la actividad muscular necesaria para mantener la bipedestación erguida. (b) Incluso en ortostatismo inmóvil, se mantienen activos varios músculos del cuerpo.

Control ortostático anticipatorio. Planificación de acciones por anticipado.

Control ortostático reactivo. Acciones que no pueden planearse por anticipado por la naturaleza inesperada del acontecimiento.

Aunque muchas de las actividades relacionadas con el equilibrio y la movilidad nos permiten planear nuestras acciones consciente y anticipadamente, en ocasiones hay acontecimientos inesperados que nos obligan a responder de forma más subconsciente o automática. Control ortostático anticipatorio es el término que suele emplearse para describir las acciones que se planean con antelación, mientras que control ortostático reactivo es el término usado para describir las situaciones que no se planean antes de que la acción lo requiera. El control ortostático anticipatorio se utiliza para evitar obstáculos a nuestro paso mientras caminamos por la calle o corremos por un bosque. También nos ayuda a adaptar nuestro patrón de la marcha al desplazarnos por distintos tipos de superficies (p. ej., firmes frente a blandas o móviles; amplias frente a estrechas). En contraste, el control ortostático reactivo resulta necesario cuando tenemos que responder con rapidez a un acontecimiento inesperado (p. ej., al meter el pie en un agujero que no hemos visto; al ser empujados entre una multitud). Muchos ejercicios de los capítulos 4 y 5 se conciben para ayudar a los clientes mayores a mejorar estas capacidades.

Límites de la estabilidad. Distancia máxima hasta la que puede inclinarse una persona en cualquier dirección sin cambiar la base de sustentación.

El punto máximo de inclinación en una dirección que logran los adultos mayores sin cambiar la base de sustentación constituye su límite de estabilidad. Se calcula que la gente capaz de alinear su CDM directamente sobre la base de sustentación en ortostatismo estático logra inclinarse hasta 12º en dirección anterior y posterior, (8º adelante y 4º atrás) y 16º lateralmente antes de tener que dar un paso por haber superado los límites de la estabilidad (Nashner, 1989). Por supuesto, este margen de balanceo suele ser mucho menor en los adultos mayores que comienzan a experimentar problemas de equilibrio. Los límites de la estabilidad reducidos o asimétricos responden a factores tales como anomalías musculosqueléticas causadas por la debilidad de los músculos de la articulación del tobillo; reducción del grado de movilidad de los tobillos; traumatismos neurológicos (accidente cerebrovascular, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple), factores que derivan hacia una debilidad muscular que afecta el movimiento en una dirección concreta, o al miedo a sufrir caídas.

Margen de balanceo. Curso del movimiento del cuerpo durante una actividad de equilibrio en bipedestación.

Aunque varíen las fronteras de la estabilidad según las limitaciones biomecánicas de cada persona o por las tareas o impedimentos del entorno, la reducción significativa de esos límites, sobre todo en dirección lateral y posterior, aumenta el riesgo de caídas en adultos mayores. Cualquier interrupción mínima del equilibrio en bipedestación de estos adultos les hará superar los límites de la estabilidad obligándoles a agarrarse a algo cercano o a dar uno o más pasos para no caer.

Movilidad. Capacidad de moverse con independencia y seguridad de un lugar a otro.

Finalmente, la movilidad se ha definido como la capacidad para moverse con independencia y seguridad de un lugar a otro (Shumway-Cook y Woollacott, 2001). Se necesitan niveles adecuados de movilidad para los distintos tipos de actividades que realizamos a diario, como transferencias (p. ej., levantarse de una silla, subir o bajar escaleras), caminar o correr, y otros tipos de actividades recreativas (p. ej., cuidar el jardín, hacer deporte, bailar).

Estrategias de control ortostático para conservar el equilibrio

Estrategia maleolar. El cuerpo se mueve como una sola entidad por medio de las articulaciones del tobillo (es decir, los hemicuerpos superior e inferior se balancean en la misma dirección).

Los estudios realizados durante años han revelado la existencia de al menos tres estrategias distintas de control ortostático para el balanceo del cuerpo: estrategia de corrección con los tobillos (maleolar), estrategia de corrección con las caderas (coxal) y estrategia de corrección dando pasos (podal) (fig. 1.2). En la estrategia maleolar, el cuerpo se mueve como una sola entidad ejerciendo fuerza contra el suelo mediante las articulaciones del tobillo. Lo que se ve cuando una persona aplica la estrategia maleolar es el movimiento de los hemicuerpos superior e inferior en una misma dirección o en sincronía. Como la fuerza que generan los músculos de la articulación del tobillo es relativamente escasa, esta estrategia suele emplearse en bipedestación para controlar el balanceo espacial en una amplitud de movimiento muy reducida. La estrategia maleolar también se emplea subconscientemente para restablecer el equilibrio cuando se recibe un leve empujón.

Estrategia coxal. Los hemicuerpos superior e inferior se mueven en distinta dirección como resultado de la activación de los músculos de la cadera para controlar el equilibrio.

En contraste con la estrategia maleolar, la estrategia coxal comprende la activación de los grandes músculos de las caderas cuando el CDG debe desplazarse con rapidez sobre la base de sustentación. Cuando observas a una persona aplicando la estrategia coxal, verás que los hemicuerpos superior e inferior se mueven en direcciones opuestas (es decir, desfasados). La estrategia coxal adquiere importancia cuando se incrementa la velocidad y distancia del balanceo, o en bipedestación sobre una superficie más estrecha que la longitud de nuestros pies (p. ej., en bipedestación de lado sobre un travesaño estrecho). En estas condiciones, ya no es posible usar la estrategia maleolar para restablecer el equilibrio por la falta de superficie suficiente sobre la que generar la fuerza necesaria con los músculos más pequeños de los tobillos.

Estrategia podal. Se activa cuando el CDG se desplaza superando los límites máximos de estabilidad o cuando el balanceo es excesivo como para usar con eficacia la estrategia coxal. Exige que se establezca una nueva base de sustentación.

La última estrategia ortostática para controlar el equilibrio es la estrategia podal, que entra en juego cuando el CDG se desplaza y supera los límites máximos de estabilidad, o cuando es tanta la velocidad del balanceo que la estrategia coxal resulta insuficiente para mantener el CDG dentro de los límites de la estabilidad. En tales casos, debe establecerse una nueva base de sustentación para evitar la caída. Cuando se aplica la estrategia podal, se dan al menos uno o más pasos en la dirección en que se pierde el equilibrio. Aunque estas estrategias se representen como patrones de movimiento independientes, está demostrado que se combinan para controlar el balanceo anterior y posterior en bipedestación (Horak y Nashner, 1986). Además, estudios recientes sugieren que, en muchas situaciones, las respuestas podal y de extensión del cuerpo se manifiestan incluso antes de que el CDG supere los límites de la estabilidad (Brown, Shumway-Cook & Woollacott, 1999).


Figura 1.2. Los adultos emplean tres estrategias de control ortostático para mantener el equilibrio en bipedestación: (a) maleolar, (b) coxal y (c) podal (dar un paso).

¿Qué factores limitan probablemente nuestra capacidad de usar estas tres estrategias de movilidad? En el caso de la estrategia maleolar, se necesita que los músculos de la articulación del tobillo tengan un grado suficiente de movilidad y fuerza. La superficie sobre la que se apoyan los pies también debe ser firme y ancha, y los pies necesitan suficiente sensibilidad para percibir la superficie. A los adultos mayores que experimentan un declive significativo de la sensibilidad en los pies o los tobillos les resulta especialmente difícil emplear esta estrategia.

Una estrategia maleolar eficaz requiere:

• Un grado adecuado de movilidad y fuerza en las articulaciones del tobillo.

• Una superficie firme y ancha bajo los pies.

• Suficiente sensibilidad en pies y tobillos.

A diferencia de la estrategia maleolar, nuestra capacidad para emplear la estrategia coxal y controlar el balanceo ortostático está mucho más determinada por la fuerza muscular y el grado de movilidad de la región coxal que en el caso de los tobillos. Las caderas también controlan el balanceo lateral, sobre todo los músculos aductores y abductores. Cualquier debilidad en estos músculos afecta negativamente la estabilidad lateral, un requisito importante para caminar.

Una estrategia coxal eficaz requiere un grado de movilidad adecuado, así como suficiente fuerza en la región de las caderas.

Como se expuso anteriormente, la estrategia podal es la más utilizada cuando se superan las fronteras de la estabilidad. La capacidad para recurrir a esta estrategia está muy afectada por el grado de fuerza de las extremidades inferiores y por la velocidad con que se genera para dar los pasos con rapidez. La lentitud del procesamiento central también afecta negativamente la capacidad de los adultos mayores para usar eficazmente esta estrategia. Además, el menor grado de movilidad de la articulación coxofemoral es un factor que determina la longitud del paso que damos al perder el equilibrio.

Una estrategia podal eficaz requiere:

• Fuerza, potencia y amplitud de movimiento suficientes en los músculos del hemicuerpo inferior.

• Suficiente velocidad de procesamiento central.

• Rapidez para mover las extremidades al dar un paso.

La capacitación de las estrategias ortostáticas como parte del programa FallProof (véase el cap. 6) se basa en múltiples ejercicios progresivos, concebidos para mejorar la capacidad de los participantes en el uso de las tres estrategias de movimiento descritas. El objetivo primario de este componente del programa es que los participantes aprendan a seleccionar y mejorar la estrategia adecuada con el fin de adaptarse a las exigencias de la tarea que deben realizar, así como al espacio en que se llevan a la práctica.

Múltiples sistemas conforman el equilibrio y la movilidad

Sinergias de respuesta muscular. Grupos de músculos obligados a actuar en sincronía.

Múltiples sistemas conforman nuestra capacidad para mantener el equilibrio en bipedestación y en movimiento. En primer lugar, los sistemas sensoriales (es decir, visual, somatosensorial y vestibular) proporcionan información sobre el espacio que nos rodea o sobre nuestras propias acciones. Esta información es vital para el éxito de la planificación de acciones encaminadas a un objetivo, así como para los ajustes subconscientes o automáticos necesarios para mantener una postura en el espacio o responder con rapidez a un cambio en las exigencias de una tarea o del entorno. Empleamos los sentidos para anticipar cambios que afectan nuestras acciones, así como para responder a los cambios que ya se han producido. Las numerosas estructuras del sistema nervioso que componen el sistema motor también son críticas para la acción. El sistema motor actúa sobre la información sensorial exterior y de otras áreas sensitivas del sistema nervioso. La acción se produce porque el sistema nervioso ordena actuar a distintos grupos de músculos del cuerpo, a lo que se denomina sinergias de respuesta muscular, las cuales son responsables de las múltiples acciones coordinadas de que somos capaces. En conclusión, el sistema cognitivo desempeña un papel importante porque nos ayuda a interpretar los impulsos aferentes y planear las respuestas motoras. Este sistema, que comprende los procesos de atención, almacenamiento en la memoria e inteligencia, nos confiere la capacidad colectiva de anticipar o adaptar nuestras acciones como respuesta a cambios en las tareas y el espacio.

Empleamos los sentidos tanto para anticipar los cambios que afectarán la acción como para responder a los cambios que ya se han producido.

El sistema motor actúa sobre la información sensorial interna y externa.

Como se expuso con anterioridad, son tres los sentidos especialmente importantes para lograr un buen control ortostático y, en gran medida, determinar cómo percibimos lo que debe hacerse por la información que se nos presenta. Se trata de los sistemas visual, somatosensorial y vestibular. Aunque ninguno de ellos nos ofrezca toda la información sensorial que necesitamos para determinar nuestra posición en el espacio, todos contribuyen con su información única con el sistema nervioso central (SNC) sobre las posturas y movimiento del cuerpo. Cada uno de estos sistemas responde a distintos tipos de información. Mientras que la vista responde a la luz, el sistema somatosensorial es sensible al tacto, la vibración y el dolor, y el sistema vestibular responde a los movimientos de la cabeza.

Dependemos mucho del sistema visual para obtener información sobre nuestros movimientos y nuestra situación en el espacio. Este sistema no sólo nos aporta un marco visual de nuestro entorno, sino que también nos ofrece información crítica sobre nuestra localización espacial respecto a los objetos. Una vez que empezamos a movernos en el espacio, la visión también ayuda a orientarnos con seguridad, a anticipar cambios en las superficies que pisamos y a evitar obstáculos en nuestro camino. Por tanto, es una fuente muy importante de información para la movilidad.

En contraste con el sistema visual, el sistema somatosensorial nos proporciona información sobre la localización espacial y el movimiento del cuerpo respecto a la superficie de sustentación. También nos informa sobre la posición y el movimiento de los segmentos del cuerpo entre sí. Esta última información depende de importantes propioceptores localizados en los músculos y articulaciones del cuerpo (p. ej., los husos musculares, los receptores articulares). En ausencia de la vista, el sistema somatosensorial se convierte en nuestra fuente primaria de información sensorial para mantener el equilibrio en posición erguida y para movernos en la oscuridad.

El sistema somatosensorial nos aporta información sobre nuestra localización espacial y el movimiento del cuerpo respecto a la superficie de sustentación.

El último sistema sensitivo que nos proporciona información importante para el equilibrio es el sistema vestibular. Este delicado mecanismo del equilibrio se aloja en el oído interno y se activa cuando movemos la cabeza. Junto con la vista, actúa ayudándonos a determinar nuestros movimientos o los de lo que nos rodea cuando nos giramos con rapidez en el espacio. Se vuelve especialmente importante para mantener el equilibrio en bipedestación cuando dejamos de disponer de la información sensorial que solemos recibir de los sistemas visual y somatosensorial, o cuando nos llega distorsionada o es imprecisa.

Junto con la vista, el sistema vestibular nos ayuda a determinar si es el mundo o nosotros lo que se mueve.

Una vez que el SNC organiza e integra la información recibida de los tres sistemas sensoriales, y determinamos nuestra situación en el espacio y decidimos lo que queremos hacer, las distintas estructuras del sistema motor, junto con el sistema musculosquelético, son las responsables de generar el apropiado plan de acción. Mientras empezamos a actuar, los sistemas sensoriales continúan recibiendo información adicional del exterior y de nuestras propias respuestas, de modo que podemos modificar con rapidez nuestro plan de acción, cambiarlo por un plan alternativo o comenzar a planear el siguiente. Esta interacción intrincada y continua entre los sistemas sensoriales y el sistema motor suele denominarse ciclo de percepción-acción. Mientras que los sistemas sensoriales permiten una percepción que sirve para dirigir la acción inicial, los resultados de esa acción inicial generada por el sistema motor se emplean para alterar o confirmar la exactitud de la percepción original.

Este modelo de equilibrio dinámico fue concebido por Nashner (1990) como un medio para describir los procesos que se producen en los componentes periféricos y centrales de los sistemas sensoriales y motor, y que caracterizan el ciclo de percepción-acción (fig. 1.3). Así como los receptores visuales, somatosensoriales y vestibulares constituyen el componente periférico del sistema sensitivo, las vías de transmisión y las áreas especializadas del SNC integran los componentes centrales del sistema sensitivo. Es en este componente central donde la información recibida del exterior a través de los receptores visuales, somatosensoriales y vestibulares se compara, selecciona y combina para determinar finalmente la posición de nuestro cuerpo en el espacio.


Figura 1.3. Modelo del equilibrio dinámico. Reproducido de NeuroCom International.

Una vez que hemos determinado nuestra situación en el espacio, se inicia el proceso para determinar lo que vamos a hacer –si es que algo hacemos– a partir de la información recibida. Este proceso de planificación de la acción comienza en el componente central del sistema motor mediante la selección de los grupos de músculos necesarios para ejecutar el plan de acción, así como de los patrones contráctiles de músculos específicos necesarios para realizar el movimiento. Ese movimiento puede ser tan sencillo como estar de pie inmóviles en el espacio o tan complicado como correr por un terreno irregular. Los numerosos y diferentes grupos de músculos del cuerpo que integran el componente periférico del sistema motor serán los últimos responsables de generar el movimiento deseado.

En la velocidad y precisión del movimiento generado como respuesta a la información aferente de los sentidos también influye nuestra capacidad para recordar lo que se supone que debemos hacer en una situación dada, así como nuestra capacidad de asignar las fuentes de atención, sobre todo cuando tenemos que realizar más de una tarea al mismo tiempo. Cualquier alteración de la cognición o de la atención afectará gravemente la capacidad para percibir con precisión el tipo de respuesta necesaria y ejecutar con eficacia la respuesta o respuestas, una vez seleccionadas. (Dickin y Rose, 2004). No sólo está bien documentado que los adultos mayores con alteraciones cognitivas experimentan un declive más rápido de las funciones tras una enfermedad aguda o un período de hospitalización, sino también que sufren muchas más caídas que sus pares que no han experimentado un deterioro cognitivo (Leape, 2000; van Dijk, Meulenberg, van de Sande y Habbema, 1993).

También varios estudios de investigación han demostrado que los adultos mayores deben prestar más atención al equilibrio, sobre todo cuando dispongan de menos información sensorial (Shumway-Cook y Woollacott, 2000). Asimismo se ha descubierto que a los adultos mayores les resulta cada vez más difícil distribuir la atención entre dos tareas cognitivas, sobre todo en el caso de mayores con alteraciones del equilibrio diagnosticadas o con una historia de caídas (Shumway-Cook, Baldwin, Polissar y Gruber, 1997; Brauer, Woollacott y Shumway-Cook, 2002).

Los adultos mayores deben prestar más atención al equilibrio.

Como profesor de equilibrio y movilidad, tienes que conocer no sólo los sistemas del cuerpo que contribuyen a la estabilidad ortostática, sino también saber cómo funciona cada sistema en colaboración con los otros para resolver muchos problemas de equilibrio a los que nos enfrentamos a diario. Este conocimiento es fundamental para entender los seis componentes centrales del programa FallProof, ya que no sólo abordan las dimensiones del equilibrio y la movilidad, sino que también la progresión del nivel de dificultad de los ejercicios se ajusta a las capacidades variables de los participantes en cada componente del programa.

Cambios debidos al envejecimiento en los sistemas que conforman el equilibrio y la movilidad

Por desgracia, los cambios en los sistemas corporales que intervienen en el equilibrio y la movilidad son una consecuencia inevitable del envejecimiento. Aunque algunos de los cambios que se producen en cualquiera de estos sistemas no tengan un efecto evidente en la ejecución de las tareas relacionadas con el equilibrio en entornos variados, otros cambios, en especial los que afectan múltiples sistemas, no sólo influirán en el tipo de estrategia que usemos para realizar ciertas tareas, sino también en si optamos por llegar a realizarlas. Los espacios en que estamos preparados para realizar estas tareas también pueden cambiar dependiendo de la gravedad de los cambios debidos al envejecimiento que experimentemos.

Los cambios en los sistemas corporales que intervienen en el equilibrio y la movilidad son una consecuencia inevitable del envejecimiento.

Los cambios estructurales y funcionales que se producen en el SNC a edades avanzadas parecen tener un efecto evidente y muy profundo en la función motora en general. Cuando los adultos mayores se comparan con adultos jóvenes en variedad de tareas motoras, se manifiestan diferencias significativas en la velocidad con la que los mayores inician y ejecutan los movimientos, sobre todo respecto al número de posibles respuestas y cuando aumenta la complejidad del movimiento (Spirduso, Francis y McRae, 2005). Las diferencias cualitativas en la estrategia para cumplir el movimiento también son evidentes en algunos casos.

A pesar de los numerosos cambios estructurales y funcionales debidos al envejecimiento que se producen en los sistemas nerviosos central y periférico, no todos los cambios en regiones específicas se traducen necesariamente en efectos evidentes o negativos en nuestro comportamiento. Esto se debe a que la función motora óptima se logra mediante la interacción de múltiples sistemas propios y ajenos al SNC. Cuando se alteran múltiples sistemas, la calidad de la interacción entre los sistemas alterados declina y se manifiesta como una disfunción motora evidente. Por ejemplo, aunque los cambios negativos en la vista hagan más difícil emplear la información visual para el equilibrio, la información de los sistemas somatosensorial y vestibular compensa este déficit en la mayoría de las situaciones. Cuando se altera uno o dos de los sistemas sensoriales restantes, la capacidad para organizar e integrar la información sensorial resulta gravemente afectada. No sólo resulta inadecuada o imprecisa la percepción del exterior y de nuestra posición en el espacio, sino que también queda comprometida nuestra capacidad para responder apropiadamente.

Se logra una función motora óptima mediante la interacción de múltiples sistemas propios y ajenos al SNC.

A nivel del comportamiento, esta acumulación de cambios en el sistema nervioso envejecido parece manifestarse como una reducción en la capacidad para realizar movimientos complejos que requieran velocidad y precisión, equilibrio, fuerza o coordinación. Describiremos ahora los cambios debidos al envejecimiento que se producen en los componentes periféricos y centrales de los sistemas sensitivo y motor, ilustrados en el modelo del equilibrio dinámico de Nashner (fig. 1.3, pág. 24).

Cambios en los componentes periféricos y centrales del sistema sensitivo

Es de esperar que los cambios debidos al envejecimiento en los componentes periféricos y centrales de los sistemas visual, somatosensorial y vestibular afecten el equilibrio y la movilidad de la peor manera posible en virtud de la interdependencia existente entre el procesamiento de la información sensorial aferente, la selección de una respuesta motora apropiada y su posterior control. Como se ilustra en la figura 1.3, los receptores periféricos asociados con los sistemas sensoriales son los responsables de la recepción y transmisión iniciales de la información sensorial procedente de nuestra interacción con el entorno, mientras que las áreas sensitivas que conforman el componente central del sistema sensitivo son las responsables de comparar, seleccionar y combinar la información sensorial aferente de todos los sistemas, con el objetivo de que podamos determinar nuestra ubicación en el espacio y nuestra respuesta. Esta información sensorial, una vez organizada e integrada con las áreas sensitivas centrales del encéfalo, se utilizará para seleccionar la respuesta motora.

Cambios en la vista debidos al envejecimiento

Los cambios habituales por envejecimiento en el componente periférico del sistema visual son pérdida de agudeza, de profundidad de percepción, de sensibilidad a los contrastes y reducción del campo visual, sobre todo en la región periférica. Estos cambios alteran la calidad de la información que recibe el componente del sistema central y causan un enlentecimiento del procesamiento de la retroalimentación sensitiva aferente, una mala integración del aferente sensorial y una percepción alterada de la posición del cuerpo en el espacio.

A nivel del comportamiento, estos cambios en el sistema visual pueden afectar negativamente a la capacidad de los adultos mayores para percibir con precisión o anticiparse a los cambios en las condiciones normales del suelo y a la presencia de peligros a su alrededor. En consecuencia, resulta afectada negativamente la capacidad para evitar obstáculos, subir bordillos o escaleras y moverse con eficacia con poca luz o con contrastes lumínicos (Lord, Clark y Webster, 1991). Las disminuciones en el sistema visual, sobre todo en el campo visual periférico, también se han asociado con un aumento del riesgo de caídas en adultos mayores.

Los cambios debidos al envejecimiento en el sistema visual afectan negativamente la capacidad de los adultos mayores para percibir o anticiparse con precisión a los cambios en las condiciones del suelo o a la presencia de peligros a su alrededor.

La creciente prevalencia de enfermedades oculares, como cataratas, glaucoma y degeneración macular en los adultos mayores, también se ha relacionado con el aumento de la tasa de caídas (Ivers, Cumming, Mitchell y Attabo, 1998; Lord, McLean y Stathers, 1992). Cuando se combina con cambios normales por envejecimiento en el sistema visual, la presencia de cualquiera de estas enfermedades afecta todavía más la calidad de la visión. En la figura 1.4 aparecen ejemplos de cómo estas enfermedades oculares afectan a la calidad de lo que ven los adultos mayores.

Cambios somatosensoriales debidos al envejecimiento

Umbral de vibración. Nivel en el que un receptor somatosensorial comienza a activarse como respuesta a un estímulo vibratorio.

También se ha demostrado que los cambios por envejecimiento del componente periférico del sistema somatosensorial afectan la estabilidad ortostática y la capacidad para recuperar el control en bipedestación cuando se pierde el equilibrio. El aumento del umbral de vibración de dos a diez, que revela una reducción de la capacidad para percibir la calidad del contacto entre los pies y la superficie que los soporta, está bien documentado en adultos mayores (Kenshalo, 1986; Perret y Reglis, 1970). Se cree que los cambios por envejecimiento, sobre todo en la actividad de los husos musculares y en menor grado en la actividad de los receptores articulares, influyen también en el control ortostático (Blaszczyk, Hansen y Lowe, 1993; Thelen, Brockmiller, Ashton-Miller, Schultz y Alexander, 1998). Como se mencionó con anterioridad, los propioceptores musculares y articulares nos aportan información sobre la posición estática y cambiante de nuestras articulaciones en el espacio, y por tanto, son importantes para un equilibrio y movilidad óptimos.


Figura 1.4. La visión normal puede resultar afectada negativamente por enfermedades como glaucoma, cataratas o degeneración macular por envejecimiento. Por cortesía del National Eye Institute, National Institutes of Health.

Cambios en el sistema vestibular por envejecimiento

Cilios sensoriales. Sensores biológicos presentes en el sistema vestibular que se deforman (arquean) mecánicamente cuando la cabeza se mueve, generando impulsos neurales.

Reflejo vestibuloocular (RVO). Reflejo responsable de girar los ojos en una dirección igual u opuesta a la dirección del movimiento de la cabeza.

Hacia los 30 años de edad se inicia una reducción gradual de la densidad de cilios sensoriales en el sistema vestibular, la cual progresa en la edad adulta. Estos cilios sensoriales actúan de sensores biológicos del movimiento de la cabeza. Por tanto, cualquier reducción significativa en su número merma nuestra sensibilidad a los movimientos de la cabeza y provoca un aumento del balanceo del cuerpo, sobre todo cuando ya no disponemos de la vista y se distorsiona la información del sistema somatosensorial. También se ha apreciado una reducción moderada del reflejo vestibuloocular (RVO) con el envejecimiento. Como este reflejo nos ayuda a estabilizar la visión cuando movemos la cabeza con rapidez en el espacio, cualquier alteración del RVO afecta la capacidad para determinar con precisión si es el mundo o nosotros quien se mueve en ciertas situaciones.

Además de ayudarnos a alinear correctamente la cabeza y el cuerpo frente a la fuerza de la gravedad, el sistema vestibular es vital para el equilibrio en ausencia de información sensorial visual o cuando la información de los sistemas visual y somatosensorial se distorsiona o entra en conflicto. Por ejemplo, dependemos mucho del sistema vestibular para el equilibrio cuando nos movemos en la oscuridad o por una superficie blanda o inestable. El sistema vestibular también ayuda a resolver el conflicto que con frecuencia surge entre los sistemas sensoriales cuando nos encontramos en contextos visuales complejos (p. ej., centros comerciales atestados, tráfico en la autopista). Por ejemplo, ¿cuántas veces has echado el freno de mano con el coche parado creyendo erróneamente que tu coche se movía hacia atrás? Lo que ha ocurrido en realidad es que el coche situado justo delante del tuyo ha empezado a moverse hacia delante y ha engañado tu sistema visual haciéndote pensar que eras tú quien se movía, pese a que los sistemas somatosensorial y vestibular te dijeran que estabas parado.

El sistema vestibular es vital para el equilibrio en ausencia de información sensorial del sistema visual, o cuando la información de los sistemas visual y somatosensorial entra en conflicto o se distorsiona.

Los adultos mayores que ya experimentan problemas de equilibrio suelen comentar lo poco que les gusta acudir a tiendas o centros comerciales atestados, ya que se sienten cada vez más inseguros porque la gente se desplaza constantemente dentro y fuera de su campo visual. Muchos adultos mayores compensan esta inseguridad empujando un carrito de la compra para estabilizarse mejor, mientras que otros evitan este tipo de entornos sensoriales. Su problema consiste en la dificultad para resolver el conflicto entre los tres sistemas sensoriales al no poder ya identificar y pasar rápidamente por alto la información aferente conflictiva de los sistemas visual y somatosensorial. Los adultos mayores con disfunción del sistema vestibular también suelen referir que experimentan problemas visuales, se marean o pierden el equilibrio, o experimentan ilusiones sensoriales inusuales cuando se enfrentan a un entorno sensorial conflictivo (Wolfson y otros, 1997).

El conflicto sensorial se produce cuando la información procedente de uno o más sistemas sensoriales no coincide con la de otro u otros sistemas sensoriales.

Cambios en los componentes centrales y periféricos del sistema motor

Los cambios en función de la edad del componente central del sistema motor están bien documentados. Las mediciones cronométricas (es decir, tiempo de reacción, tiempo de movimiento y tiempo de respuesta) empleadas para cuantificar el tiempo requerido para planear y ejecutar acciones han demostrado que el declive más significativo por envejecimiento se produce durante la fase de planificación de las acciones (momento en que se procesa la información sensorial aferente y se formula una respuesta motora apropiada (Spirduso y otros, 2005). Son muchos los adultos mayores que experimentan dificultad para seleccionar la estrategia de movimiento apropiada en una situación concreta. También suele observarse en los adultos mayores un análisis incorrecto de la estrategia de respuesta; es decir, una tendencia a responder por defecto o exceso, en especial cuando están perturbados. Podrían reaccionar por exceso si dan un paso precipitado, aunque la pérdida de equilibrio sea pequeña, o por defecto, no dando un paso siquiera ante una perturbación mayor.

Alteración. Trastorno de un sistema. El trastorno puede tener un origen externo o interno.

Los estudios electromiográficos (EMG) también han revelado importantes diferencias con la edad en la secuencia temporal de los patrones de activación muscular como respuesta a alteraciones inesperadas. A diferencia de las respuestas estereotípicas y simétricas de los adultos jóvenes, los adultos mayores sanos muestran patrones de activación considerablemente más variables y una reducción de la capacidad para inhibir respuestas inadecuadas (Stelmach, Phillips, DiFabio y Teasdale, 1989). Las respuestas ortostáticas inapropiadas son más evidentes cuando se reduce la base funcional de sustentación, cuando la superficie es inestable o blanda o si se altera la aferencia visual (Alexander, 1994).

Le elección inapropiada de las estrategias de respuesta suele ser habitual en los adultos mayores.

Fuerza muscular. Can -tidad de fuerza que un músculo o un grupo de músculos concretos producen con una única contracción máxima.

En conclusión, los adultos mayores, cuando envejecen, parecen perder capacidad para anticipar cambios a su alrededor o exigencias asociadas con una tarea. Esta pérdida del control ortostático anticipatorio es sin duda resultado del declive de la velocidad de procesamiento en los componentes periférico y central del sistema sensitivo y en el componente central del sistema motor. Este cambio debido al envejecimiento es más evidente cuando se pide a adultos mayores que anden o se detengan con rapidez, o durante la transición entre superficies distintas (de firme a blanda), o para salvar obstáculos. En vez de una acción armónica e ininterrumpida, es más probable ver una ralentización acusada de la velocidad de la marcha al acercarse a un obstáculo y una breve pausa antes de iniciar la acción. Hay que buscar esta conducta durante la evaluación inicial de los adultos mayores para ajustar mejor la dificultad de los ejercicios a su capacidad.

Resistencia muscular. Capacidad de los músculos para contraerse continuamente a nivel submáximo.

Potencia muscular. Capacidad de los músculos para contraerse forzadamente durante un período muy breve.

Los cambios debidos al envejecimiento del componente musculosquelético del sistema motor también prolongan el período de ejecución de los movimientos. La reducción de la fuerza muscular, sobre todo en el hemicuerpo inferior, está bien documentada. Entre los 50 y los 70 años de edad, se ha comprobado que la fuerza muscular declina hasta un 30%, siendo la reducción incluso mayor después de los 80 años (Lindle y otros, 1997). Se cree que este declive se debe en gran medida a una reducción del tamaño y número de fibras musculares. La inactividad física también contribuye a la pérdida de fuerza muscular, sobre todo de los músculos ortostáticos o antigravedad necesarios para adoptar una postura erguida. La resistencia muscular (la capacidad de un músculo para contraerse ininterrumpidamente a un nivel submáximo) también decrece con el envejecimiento. Este declive se traduce en una aparición más temprana de la fatiga durante las actividades, lo que aumenta el riesgo de pérdida del equilibrio o de caídas en los adultos mayores. Finalmente, la potencia muscular también se reduce con la edad. Se calcula que la potencia absoluta declina un 6-11% más rápido que el ritmo al que se pierde la fuerza muscular, aunque ambos declives de la fuerza y la potencia comienzan a una edad similar (Metter, Conwitt, Tobin y Fozard, 1997). Este cambio por envejecimiento en los músculos probablemente tenga su mayor consecuencia en la ejecución de actividades básicas, como caminar, subir escaleras o levantarse de una silla, porque todas ellas requieren potencia muscular para su ejecución con éxito. Es cierto que el declive de la fuerza muscular es un factor concurrente importante de la incapacidad de los adultos mayores para responder con rapidez y eficacia ante una pérdida inesperada del equilibrio.

Entre los 50 y los 70 años, la fuerza muscular se reduce hasta un 30%.

Unidad motora. Motoneurona y todas las fibras musculares que inerva.

También se ha observado una pérdida selectiva de unidades motoras de contracción rápida que afecta negativamente la capacidad de los adultos mayores para ejecutar movimientos rápidos. Estudios recientes han llegado a la conclusión de que también son evidentes los cambios por envejecimiento en la conducta de activación de las unidades motoras (Erim, Beg, Burke y De Luca, 1999; Luff, 1998; Roubenoff, 2001). Este cambio en el componente neuromuscular del sistema motor, junto con la pérdida de las capacidades de control ortostático anticipatorio por el enlentecimiento de las velocidades de procesamiento central, aumenta el riesgo de sufrir caídas cuando se altera el equilibrio.

La pérdida de fuerza muscular, combinada con los cambios estructurales que se producen en las articulaciones con el envejecimiento, también causa la reducción de la flexibilidad general y afecta negativamente el alineamiento ortostático y la calidad de los movimientos de los adultos mayores. Enfermedades articulares específicas como la osteoartritis y la artritis reumatoide afectan todavía más la integridad articular y se han relacionado con la alteración del equilibrio y la movilidad. El dolor asociado con estas patologías también contribuye a una reducción del grado funcional de la movilidad. Ambas patologías se tratarán en mayor profundidad en el capítulo 2.

Cambios en el sistema cognitivo

De la misma forma que el declive por envejecimiento de los sistemas sensoriales y motor afecta negativamente el equilibrio y la movilidad de los adultos mayores, también lo hacen los cambios debidos al envejecimiento del sistema cognitivo. De hecho, al menos el 10% de todas las personas mayores de 65 años y el 50% de las mayores de 80 años padecen algún tipo de alteración cognitiva, desde déficits leves hasta demencia (Yaffe, Barnes, Nevitt, Lui y Covinski, 2001). Es probable que los cambios negativos que se producen en los procesos de atención, memoria e inteligencia afecten la capacidad de los adultos mayores para anticipar y adaptarse a los cambios en su entorno.

A los adultos mayores les resulta especialmente difícil almacenar y manipular simultáneamente información en la memoria cuando se presenta una segunda tarea que también requiere cognición. Esta necesidad de dividir la atención entre ambas tareas, sobre todo cuando una de ellas afecta el equilibrio, es más problemática para los adultos mayores sanos que para los adultos jóvenes (Shumway-Cook, Woollacott, Baldwin y Kerns, 1997; Brown, Shumway-Cook y Woollacott, 1999). El descenso del rendimiento es incluso más evidente cuando los adultos mayores con alteraciones del equilibrio diagnosticadas se comparan con adultos mayores o jóvenes sanos (Shumway-Cook y otros, 1997; Brauer, Woollacott y Shumway-Cook, 2002).

Al menos el 10% de todos los mayores de 65 años y el 50% de los mayores de 80 años padecen alguna forma de alteración cognitiva.

Inteligencia cristalizada. Comprende las capacidades verbales, numéricas y espaciales.

Inteligencia fluida. Capacidad para razonar, resolver problemas y establecer relaciones entre conceptos abstractos.

La inteligencia está integrada por dos componentes: la inteligencia cristalizada y la inteligencia fluida. La inteligencia cristalizada alude a las capacidades verbales, numéricas y espaciales, mientras que la inteligencia fluida comprende la capacidad para razonar, resolver problemas o establecer relaciones entre conceptos abstractos. Aunque el envejecimiento no parece que afecte la inteligencia cristalizada, sí tiene un efecto negativo sobre la inteligencia fluida. A nivel práctico, los cambios en la inteligencia fluida probablemente afecten la capacidad de los clientes adultos mayores para encontrar soluciones rápidas a los problemas de movimiento que no hayan afrontado antes o se presenten de distinto modo.

Los cambios en la inteligencia fluida con el envejecimiento probablemente afecten la capacidad para dar con soluciones rápidas a nuevos problemas de movimiento.

¿Pueden invertirse los cambios en el equilibrio y la movilidad causados por el envejecimiento?

A pesar de los numerosos cambios debidos al envejecimiento que se producen en los múltiples sistemas que contribuyen a un buen equilibrio y movilidad, existen cada vez más evidencias que sugieren que podemos invertir, o al menos enlentecer, el ritmo en el declive de algunos o de todos estos sistemas. Varios estudios de intervención realizados con adultos mayores sanos o con problemas de equilibrio han demostrado que se producen grandes mejoras en el equilibrio y la movilidad, y una reducción del riesgo de caídas (Chang y otros, 2004; Clemson y otros, 2004; Lord y otros, 2003). Las intervenciones destinadas a la(s) fuente(s) de los problemas del equilibrio, y la exposición repetida de los adultos mayores a cambios en las exigencias de las tareas y las restricciones del entorno, han sido especialmente eficaces (Buchner y otros, 1997; Rose y Clark, 2000; Shumway-Cook, Gruber, Baldwin y Liao, 1997; Wolfson y otros, 1996). Gracias al exhaustivo protocolo de detección y evaluación, y al método multidimensional de programación, el programa FallProof también actúa sobre las fuentes de las alteraciones iniciales que contribuyeron a la inestabilidad ortostática.

Las intervenciones que tratan las fuentes de los problemas de equilibrio y abordan la exposición repetida de los adultos mayores a cambios en las exigencias de las tareas y las restricciones del entorno son especialmente eficaces para mejorar el equilibrio y prevenir caídas.

Estudio de casos

Una de las mejores formas de aplicar la información teórica de este libro es relacionarla con una persona real. Para establecer una conexión crítica entre la teoría y la práctica, así como para desarrollar tu habilidad para resolver problemas, exponemos en esta sección el estudio de dos casos que ampliaremos en capítulos posteriores. Cada caso describe a un adulto mayor con los problemas de equilibrio y movilidad típicos en muchos de los adultos mayores que se inscriben en el programa FallProof. En este capítulo ofrecemos una descripción general de su estado actual y resumimos la información de cada cliente en el cuestionario sobre la salud y actividades completado antes de comenzar el programa. Se expone información sobre la salud y las actividades para el estudio del caso 1 en las páginas 18 a 23 y para el estudio del caso 2 en las páginas 25 a 30. Ambos estudios se basan en personas reales que han participado en el programa FallProof en Cal. State Fullerton. Además de los antecedentes personales fisiológicos que se ofrecen en este capítulo, en el capítulo 3 aparece una serie completa de los resultados de la evaluación de (cada caso) Phoebe y Larry. Será importante revisar estos resultados con atención y emplear las tablas de interpretación del capítulo 3 con el fin de identificar las posibles alteraciones subyacentes que contribuyeron a los cambios en el equilibrio y la movilidad, detectados con los resultados de las pruebas.

Caso 1: Phoebe

Estado actual

Phoebe es una mujer de 74 años que oyó hablar del programa FallProof a su médico de cabecera, el cual llevaba años tratándola de varias enfermedades. En su primera visita al centro, refirió deterioro del equilibrio y la movilidad desde que sufrió en febrero de 2006 el último de varios ataques al corazón. Aunque ya tenía problemas para realizar actividades físicas por haber sufrido asma crónica toda su vida adulta, las complicaciones de la reciente cirugía cardíaca (envenenamiento por teofilina) han afectado significativamente su capacidad para mantener el equilibrio y caminar con confianza.

Antecedentes personales fisiológicos

La revisión del cuestionario de la salud y actividades cumplimentado por Phoebe (páginas 35-40) revela que además de habérsele diagnosticado insuficiencia cardíaca congestiva y asma, también se le diagnosticó en 2002 neuropatía periférica en ambos pies, así como osteoartritis en ambas caderas y en la rodilla derecha ese mismo año. También refirió haber experimentado intenso vértigo en 1993 que afectó gravemente su equilibrio. A pesar de sus problemas de equilibrio y su nivel de condición física, Phoebe estaba muy motivada para mejorar su equilibrio y movilidad. Describió su salud como buena a pesar de sus limitaciones físicas y refirió que no había sufrido ninguna depresión el mes anterior. Valoró su calidad de vida como moderadamente mala debido a su incapacidad para desempeñar sin ayuda varias actividades básicas e intermedias de la vida diaria (p. ej., hacer la cama, pasar el aspirador, hacer la compra) y para llevar una vida social como años atrás. También señaló que siente algo de dolor cuando cumple con sus actividades diarias. Phoebe toma en la actualidad varios medicamentos con receta. Los medicamentos exactos se enumeran en la pregunta 9 del cuestionario cumplimentado por Phoebe.

Historia de caídas previas

La historia de caídas previas de Phoebe revela que se cayó dos veces en los últimos seis meses. Ambas caídas ocurrieron fuera de casa, la primera caminando de noche por el césped delante de su casa, y la segunda al tropezar con un obstáculo que no vio en su camino. Tuvo la fortuna de no romperse ningún hueso, pero sufrió graves magulladuras y desgarros en brazos y piernas en la segunda caída. No sorprende entonces que esté tan preocupada por sufrir nuevas caídas en la respuesta a la pregunta 13 del cuestionario de salud y actividades.

Figura 1.5







Estudio del caso 2: Larry

Estado actual

Larry es un hombre de 70 años que vive en su casa con su mujer de 34 años. Larry se inscribió en el programa FallProof en 2008 porque estaba experimentado un declive continuo de su equilibrio. Aunque participaba con regularidad en un programa de ejercicio 3 días por semana en el centro de mayores local, estaba buscando un programa que se centrara específicamente en mejorar el equilibrio y la movilidad.

Antecedentes personales fisiológicos

Larry refirió cinco patologías diagnosticadas al completar el cuestionario de salud y actividades (véanse las páginas 42-47). Sufrió un ataque al corazón en 1999 que exigió una cirugía de triple derivación coronaria, seguido por un ictus en 2004 que le dejó debilitado el lado derecho del cuerpo. También se le diagnosticó diabetes tipo II en 2002 y osteoartritis en la espalda y la rodilla derecha en 2004. Se le diagnosticó hipertensión por primera vez en 1996, que está controlando actualmente con medicación. Aunque refirió edema en piernas y pies, a Larry no se le ha diagnosticado neuropatía periférica, una afección secundaria habitual de la diabetes. Larry considera su salud como buena y alta su calidad de vida. Tiene alguna dificultad para realizar las actividades de la vida diaria, sobre todo las que requieren tolerancia aeróbica y fuerza.

Larry está tomando actualmente siete medicamentos prescritos y dos sin receta médica para sus distintas enfermedades. Los medicamentos exactos aparecen en la pregunta 9 de su cuestionario de salud y actividades. Larry lleva gafas sólo para leer, así como un audífono en el oído derecho. Debido a sus problemas crecientes de equilibrio, en ocasiones usa un bastón de un solo apoyo, usualmente cuando planea salir por la ciudad gran parte del día.

Historia de caídas previas

Larry no refirió ninguna caída en los 6 meses previos, aunque tuvo varios traspiés al caminar por superficies irregulares. Aunque no sufrió ninguna caída en los seis meses anteriores, sí comunicó que estaba muy preocupado por el tema de las caídas.







Ahora que has leído los dos casos y sabes un poco más sobre el estado de salud pasado y presente de estas personas, repasa los cuestionarios con más detalle para aprender más sobre ellos. Familiarízate con los distintos diagnósticos médicos enumerados en su cuestionario, con los signos y síntomas primarios, y con el modo en que es probable que cada enfermedad afecte la capacidad del cliente para realizar ciertas actividades en una clase de ejercicio. En el capítulo 2 te pediremos que valores el nivel funcional físico de cada uno y los riesgos generales de caídas basándote en la información adicional aportada por los cuestionarios.

Resumen

El propósito de este capítulo ha sido iniciar al lector en la terminología básica usada en el estudio sobre el equilibrio y la movilidad, así como ofrecer un breve repaso de los múltiples sistemas del cuerpo que conforman el equilibrio y la movilidad, y los tipos de estrategias de movimiento usadas para controlar el equilibrio. También se han descrito los cambios principales debidos al envejecimiento que es probable observar en los clientes del programa FallProof. Como se ha aprendido en este capítulo, los sistemas sensoriales, motor y cognitivo forman parte integral del desarrollo y mantenimiento de un buen equilibrio y movilidad. Si bien los sistemas sensoriales nos aportan información para percibir nuestra posición en el espacio, es cometido del sistema motor planear la acción o acciones subsiguientes. El sistema cognitivo, que comprende los procesos de la memoria, la atención y la inteligencia, desempeña un papel crítico para que los adultos mayores se anticipen mejor a los cambios de su alrededor y adapten sus acciones en respuesta al cambio de tareas o exigencias del entorno.

Aunque algunos de los cambios que se producen en ciertos sistemas son menores (p. ej., reducción de la agudeza visual), otros pueden ser tan graves (p. ej., degeneración macular) que afecten negativamente la capacidad de los adultos mayores para realizar muchas actividades diarias que requieren equilibrio y movilidad. Lo bueno es que muchos de los cambios por envejecimiento en los sistemas que conforman el equilibrio y la movilidad pueden invertirse o al menos compensarse, una vez identificados. Ciertamente, estos componentes centrales de los ejercicios que conforman el programa FallProof están pensados para tratar las dimensiones del equilibrio y la movilidad, pero además el proceso del envejecimiento puede modificarse positivamente con un programa multidimensional de ejercicios específicos.

También hemos introducido en este capítulo el estudio de dos casos para aplicar mejor la teoría durante la práctica de las actividades físicas. Su intención es mejorar la capacidad para resolver problemas como futura preparación para las clases de FallProof. Los buenos profesores deben poder analizar los antecedentes fisiológicos de cada paciente para aprender todo lo posible sobre ellos antes de aplicar las pruebas básicas. El estudio de estos casos se desarrollará en los dos siguientes capítulos y se presentarán problemas prácticos mientras se adquieren los conocimientos teóricos necesarios para elaborar y aplicar un programa de capacitación del equilibrio y la movilidad.

PRUEBA DE CONOCIMIENTOS

1. ¿En cuál de las situaciones siguientes es más probable recurrir al control ortostático anticipatorio?

a. Mantener el equilibrio del cuerpo erguido.

b. Evitar un obstáculo en nuestro camino.

c. Restablecer el equilibrio al pisar inesperadamente un agujero.

d. Correr de noche por un bosque.

e. Sentarse en una superficie inestable con los ojos cerrados.

2. Las fronteras de los límites de la estabilidad de una persona:

a. Son 12º de inclinación anterior, posterior y lateral.

b. Están determinados por las exigencias de las tareas.

c. Se restringen con nuestras limitaciones biomecánicas.

d. Dependen de las restricciones externas.

e. Son b, c y d.

3. Las sinergias musculares son:

a. Grupos de músculos que se inhiben para que se produzca el movimiento.

b. Grupos de músculos obligados a trabajar juntos para producir movimiento.

c. Cualquier grupo de músculos del cuerpo.

d. Músculos implicados sólo en movimientos reflejos.

e. Un grupo de músculos que se activan al unísono para producir movimiento.

4. ¿Qué sistema sensitivo nos aporta información sobre nuestra posición en el espacio respecto a la superficie?

a. El sistema visual.

b. El sistema somatosensorial.

c. El sistema vestibular.

d. El sistema visual y el sistema somatosensorial.

e. Los tres sistemas sensoriales.

5. Es más probable emplear la estrategia coxal cuando:

a. La superficie que pisan los pies es estrecha o poco firme.

b. La distancia del balanceo es pequeña.

c. Superamos nuestros límites de estabilidad.

d. La velocidad del balanceo es lenta.

e. No puede recurrirse a la estrategia podal.

6. ¿Cuál de los cambios siguientes no es un cambio habitual por envejecimiento del sistema visual?

a. Reducción de la agudeza visual.

b. Reducción de la sensibilidad a los contrastes.

c. Estrechamiento del campo visual.

d. Glaucoma.

e. Reducción de la percepción de la profundidad.

7. El papel primario de los propioceptores es informarnos sobre:

a. La posición de la cabeza y el cuerpo en el espacio.

b. El panorama visual exterior.

c. La posición cambiante de las articulaciones en el espacio.

d. La tensión cambiante de los músculos mientras se mueven.

e. El tipo de superficie sobre la que pisamos.

8. El papel primario del reflejo vestibuloocular es:

a. Estabilizar la cabeza cuando se mueven los ojos.

b. Estabilizar el cuerpo cuando se mueve la cabeza.

c. Estabilizar los ojos cuando se mueve la cabeza.

d. Estabilizar el cuerpo cuando se mueven los pies.

e. Forzar la cabeza y los ojos a moverse en la misma dirección.

9. Surge una situación de conflicto sensorial cuando:

a. Los sistemas visual, somatosensorial y vestibular aportan la misma información.

b. La información aportada por uno o más sistemas sensoriales no concuerda con los otros sistemas sensoriales.

c. La información aportada por el sistema motor no concuerda con la información de los sistemas sensoriales.

d. El sistema vestibular no funciona correctamente.

e. No se dispone de la percepción de la vista.

10. La pérdida del control ortostático anticipatorio que acompaña al envejecimiento probablemente se deba a:

a. Una reducción de la fuerza muscular.

b. Una alteración cognitiva.

c. Un declive de la velocidad de procesamiento central.

d. Una alteración de la memoria.

e. Una mejora del control ortostático reactivo.

PROBLEMAS PRÁCTICOS

Esta serie de actividades estimulantes tiene por objeto que comprendas mejor los cambios debidos al envejecimiento en los múltiples sistemas del cuerpo, y que probablemente afecten el equilibrio y la movilidad. Necesitarás el siguiente material para completar esta serie de actividades: gafas, vaselina, cinta adhesiva negra, cinta atlética, guantes, zapatos rellenos de gomaespuma, bolas de algodón o tapones para los oídos, y macarrones secos. Aunque puedas practicar esta actividad solo, es mejor hacerlo con un compañero por motivos de seguridad. Tras haber practicado todas las alteraciones que describimos a continuación, trata de sortear un obstáculo e intenta seguir una serie de instrucciones visuales y verbales de tu compañero como si estuvieras en el gimnasio del centro médico.

1. Extiende vaselina sobre unas gafas para que la visión sea borrosa. Esto reproduce los cambios por envejecimiento en la agudeza visual y también simula afecciones como degeneración macular y cataratas.

2. Elimina las regiones periféricas de las gafas con cinta adhesiva negra para reproducir la pérdida de campo visual o glaucoma.

3. Inserta bolas de algodón o tapones para los oídos y trata de seguir una serie de órdenes verbales dichas en voz baja por tu compañero.

4. Mete macarrones secos en los zapatos para simular el malestar asociado con la artritis.

5. Emplea la cinta atlética para reducir el grado de movilidad de las articulaciones clave (p. ej., tobillos, rodillas y caderas). Practica actividades de levantarte en sedestación, caminar y sortear obstáculos.

6. Ata una banda elástica a tus tobillos para reducir la zancada y la base de sustentación.

7. Cálzate un par de zapatos rellenos de gomaespuma para simular la pérdida de sensibilidad en los pies.

Una vez que hayas probado a moverte por la habitación con alguna alteración propia del envejecimiento, combina varias deficiencias (p. ej., 1 y 3, ó 1, 2 y 4) para comprender mejor la forma en que los cambios en múltiples sistemas influyen en el equilibrio y la movilidad. Escribe lo que piensas cuando hayas acabado todas las actividades enumeradas.

Equilibrio y movilidad con personas mayores

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