Читать книгу Equilibrio y movilidad con personas mayores - Debra J. Rose - Страница 12

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Las caídas son habituales en los adultos mayores, y, con frecuencia, dan lugar a lesiones y traumas psicológicos. A nivel nacional, las caídas también generan tasas elevadas de morbilidad y mortalidad. De hecho, las caídas son la primera causa de lesiones no mortales que requieren atención médica en Estados Unidos (Adams, Dey y Vickerie, 2007). Las caídas también salen muy caras. Por ejemplo, el monto total de las lesiones asociadas con caídas en Estados Unidos fue 27,3 mil millones de dólares en 1994; se espera que esta cifra aumente hasta 43,8 mil millones de dólares en 2020. La tasa de lesiones por caídas aumenta con la edad y es mayor entre las mujeres que entre los hombres. Los adultos mayores con ciertas enfermedades crónicas y limitaciones en sus actividades también presentan tasas más altas de lesiones por caídas en comparación con adultos mayores sin estas afecciones (Schiller, Kramarow y Dey, 2007). Se han atribuido muchas causas posibles a la elevada tasa de caídas en los adultos mayores, y se han identificado varios factores de riesgo durante la última década. En este capítulo se distinguen y explican con gran detalle cuatro categorías de estos factores de riesgo. A pesar de lo poco esperanzadoras que a primera vista parecen estas estadísticas, lo bueno es que muchas caídas pueden prevenirse. Los programas de concienciación, combinados a menudo con inspecciones y modificaciones del domicilio, y las intervenciones con ejercicios han tenido un efecto positivo sobre las tasas de incidencia de caídas en los adultos mayores (Chang y otros, 2004; Gillespie y otros, 2009).

Para que estés mejor preparado como profesor de equilibrio y movilidad, en este capítulo exponemos los distintos factores de riesgo, intrínsecos y extrínsecos, que se han asociado con el aumento del riesgo de caídas en los ancianos. También presentamos varias estrategias que, en tu papel de profesor, puedes aplicar para que los clientes sean más conscientes de la necesidad de potenciar la seguridad de sus hogares al tiempo que mejoran su habilidad física, en especial, las áreas del equilibrio y la movilidad. Como resultado de la adquisición de conocimientos en esta área, estarás más capacitado para identificar los factores de riesgo específicos que presentan tus clientes. Estos conocimientos también te ayudarán a desarrollar un plan individualizado de ejercicios que mejore los factores de riesgo específicos que hayas identificado.

Múltiples factores causan las caídas

En primer lugar, no todos los adultos mayores se caen por la misma razón. De hecho, multitud de razones y factores contribuyen al aumento de las tasas de caídas en los adultos mayores. En esta sección se exponen cuatro categorías principales de factores de riesgo: biológicos, de la conducta, ambientales y socioeconómicos (Scott y otros, 2001; Organización Mundial de la Salud, 2007). La figura 2.1 presenta un modelo que ejemplifica el modo en que estos distintos tipos de factores de riesgo contribuyen a nivel individual e interactivo a elevar el riesgo de caídas y lesiones asociadas con caídas.

Muchas de las causas primarias de las caídas de los adultos mayores que viven en su domicilio pueden prevenirse.

Factores de riesgo ambientales

Ciertamente, los adultos mayores que viven solos se enfrentan a diario a numerosos factores de riesgo extrínsecos. Pueden ser peligros ambientales en el hogar o alrededor de él o en la propia localidad. Los objetos desperdigados, las alfombras que se mueven, las escaleras mal diseñada y la iluminación insuficiente en áreas principales de la casa son sólo unos pocos de los muchos posibles factores de riesgo extrínsecos que se han relacionado estrechamente con el aumento de caídas. Las aceras en mal estado, la altura variable de los bordillos o los caminos en cuesta también suponen un riesgo para los adultos mayores que viven en poblaciones.

Factores de riesgo biológicos

En la literatura se han identificado varios factores de riesgo biológicos que contribuyen a elevar el riesgo de caídas. Entre otros tenemos factores no modificables como la edad, el sexo y la raza, así como factores que son algo modificables con intervenciones específicas (p. ej., el declive físico y el cognitivo asociados con la edad, las enfermedades crónicas). Factores biológicos que se asocian en grado moderado a extremo con las caídas son ser mayor de 80 años y ser mujer.. La dificultad para realizar las actividades de la vida diaria (AVD) y la alteración de la movilidad también se han identificado como factores de riesgo de caídas (Nevitt, 1997). Un mal resultado en las pruebas específicas de equilibrio y marcha también es un factor de riesgo muy relacionado con el aumento de la tasa de caídas. Además, los cambios en la vista asociados con la edad contribuyen a elevar el riesgo de caídas. Los tipos específicos de cambios en la vista asociados con el incremento del riesgo de caídas se abordan en el capítulo 1.


Figura 2.1. Modelo de factores de riesgo para las caídas de los adultos mayores. Reproducido con autorización de WHO, 2008. Global Report on falls prevention in older age. Ginebra, Suiza, Organización Mundial de la Salud, 5.

La presencia de ciertos tipos de enfermedades, como Parkinson, accidente cerebrovascular, artritis y demencia, tiene un valor predictivo de moderado a importante en el aumento de caídas. El incremento del riesgo probablemente se deba, al menos en parte, al efecto negativo de estas enfermedades sobre las distintas dimensiones del equilibrio y la movilidad, así como sobre la cognición. El aumento de los dolores articulares y la reducción de la movilidad, algo propio de las enfermedades artríticas, también guarda una estrecha asociación con el aumento de caídas en los ancianos. Las enfermedades habituales en la población adulta que suelen afectar negativamente el equilibrio y la movilidad se describen con más detalle en la sección siguiente.

Factores de riesgo de la conducta

Varios factores de la conducta aumentan el riesgo de caídas y lesiones asociadas con caídas entre los adultos mayores. Son ejemplos el consumo de múltiples medicamentos, la ingesta excesiva de alcohol, la inactividad física, una mala alimentación, un calzado inadecuado y las conductas de riesgo. Está bien documentado en la literatura que los adultos mayores que toman cuatro o más medicamentos prescritos, con independencia del tipo, corren un riesgo significativamente mayor de sufrir caídas (Campbell, Borrie y Spears, 1989). En concreto, las benzodiacepinas (p. ej., sedantes y somníferos, antidepresivos y ansiolíticos) se asocian mucho con un mayor riesgo de caídas de los adultos mayores (Leipzig, Cumming y Tinetti, 1999a). El efecto de la medicación específicamente sobre el equilibrio y la movilidad, y sobre las caídas en general, se aborda con gran detalle en una sección posterior de este capítulo. Cantidades inadecuadas de actividad física, junto con una alimentación deficiente, ciertamente exacerban los cambios asociados con la edad que experimentan los ancianos al tiempo que también elevan el riesgo de sufrir caídas. La práctica habitual de actividad física (30 minutos de actividad casi todos los días de la semana) no sólo es importante para mantener la fuerza muscular, la capacidad aeróbica, la flexibilidad y el equilibrio, sino que también es crítica para mantener una buena función cognitiva (Nelson y otros, 2007). De forma similar, seguir una dieta equilibrada es parte integral de la salud del cuerpo y la mente. Llevar calzado inapropiado también constituye un factor de riesgo de la conducta de sufrir caídas. Con demasiada frecuencia, los adultos mayores prestan poca atención a lo que llevan en los pies y, como resultado, son propensos a resbalones y tropezones. Se evitará el calzado de tacón alto, los zapatos con suelas muy blandas o resbaladizas, o el calzado mal ajustado que no sujete bien el tobillo (Lord, Sherrington, Menz y Close, 2007).

Factores de riesgo sociales y económicos

Aunque no vinculados directamente con un aumento del riesgo de caídas, una renta baja, un nivel bajo de estudios y la falta de redes de respaldo social o de acceso a servicios sanitarios o sociales aumentan el riesgo de que los adultos mayores sufran enfermedades crónicas que acrecienten el riesgo de sufrir caídas. El vivir en desventaja social, académica y económica también influye negativamente en la salud física y la alimentación de los adultos mayores, así como en la capacidad para beneficiarse del material divulgativo sobre temas de salud y caídas.

La buena noticia es que muchos de estos factores de riesgo son modificables. Cambios modestos en la seguridad del hogar (p. ej., instalación de pasamanos en el cuarto de baño, despliegue de luces nocturnas por pasillos oscuros, eliminación de objetos innecesarios) reduce significativamente el riesgo general de caídas de los adultos mayores (véase la figura 2.2). También se ha identificado la debilidad muscular, así como el deterioro del equilibrio y la marcha, como un factor de riesgo biológico que mejora significativamente con una intervención específica. De hecho, muchas de las actividades de equilibrio y movilidad introducidas en la segunda parte de esta guía para profesores están pensadas para los factores de riesgo biológicos y de la conducta que contribuyen a las caídas y lesiones asociadas con caídas entre los adultos mayores.

Efectos de las enfermedades habituales

A una gran proporción de adultos mayores inscritos en el programa FallProof ya se les ha diagnosticado una o más enfermedades crónicas que influirán en su capacidad para ejecutar ciertas actividades de equilibrio y movilidad. Aunque el grado de afectación del rendimiento variará en función del tipo y gravedad de la enfermedad, familiarízate con los signos y síntomas de las enfermedades más corrientes para eliminar o adaptar las actividades de equilibrio y movilidad que podrían estar contraindicadas o ser nocivas para los participantes. Esta sección se dedica a exponer las enfermedades que se pueden observar en los participantes adultos mayores. Las enfermedades expuestas son: accidente cerebrovascular, artritis, osteoporosis, enfermedad de Parkinson, diabetes y disfunción vestibular. También se hablará de las consideraciones que hay que tener en cuenta cuando algún participante se haya sometido a cirugía de sustitución articular.

Accidente cerebrovascular

Infarto. Muerte de las neuronas del área del cerebro que resulta privada de riego sanguíneo tras un accidente cerebrovascular.

Isquemia transitoria. El producto de la interrupción temporal del riego sanguíneo al encéfalo.

Cuando una persona sufre un accidente cerebrovascular (ictus) es porque ha sucedido una de dos cosas posibles: o se ha bloqueado un vaso sanguíneo del encéfalo, o el cerebro ha sufrido una hemorragia (se ha roto una pared vascular). La pérdida de riego sanguíneo que acompaña a cualquiera de estos procesos provoca un infarto en el área que irrigaba el vaso sanguíneo y causa muerte neuronal. Otro episodio menos grave, en el cual el riego sanguíneo se reduce (isquemia) pero no se bloquea, es la isquemia transitoria. Las personas que sufren este episodio pueden mostrar síntomas de debilidad, parálisis temporal o pérdida del habla, y confusión.


Figura 2.2. La instalación de elementos que eleven la altura de la taza del váter (a) aumenta la seguridad durante las actividades realizadas en el baño y (b) reduce el riesgo de caídas durante las maniobras de transferencia.

Dada la prevalencia de ictus en la población adulta mayor (aproximadamente tres cuartas partes de todos los accidentes cerebrovasculares se producen en adultos mayores de 65 años; Centers for Disease Control and Prevention, 2008), es probable que tengas en tus clases a adultos mayores que hayan sufrido un ictus y que a menudo mostrarán debilidad o incluso parálisis en una o más extremidades de un lado del cuerpo. Dependiendo de la localización del ictus, también pueden resultar afectados el lenguaje, la cognición y la memoria. Las personas con alteraciones de la cognición suelen ser impulsivas o no calculan bien su capacidad. Otras personas que experimentan pérdidas de memoria pueden tener problemas para completar el cuestionario de salud y actividades sin ayuda de alguien, o para seguir las órdenes verbales en las clases. Lo lógico es que su progreso sea mucho más lento que el de los clientes sin alteraciones cognitivas ni de memoria.

Conocer la naturaleza exacta de los déficits que sufren los clientes después de un accidente cerebrovascular te ayudará a decidir la progresión de ejercicios más apropiada y, más importante aun, qué ejercicios deberían suprimirse. Con estos conocimientos ofrecerás un ambiente seguro a tus clientes. Recordarás que Larry Divine, el segundo caso descrito en el capítulo 1, sufrió un ictus en 2004 que le dejó debilitado el costado derecho. Su ictus se debió al bloqueo de una arteria principal del hemisferio izquierdo del cerebro.

Enfermedad cardiovascular

Hipertensión (HTN). Se diagnostica cuando la tensión arterial sistólica es mayor de 140 mmHg y la tensión arterial diastólica es mayor de 99 mmHg.

Debido a la elevada prevalencia de enfermedades cardiovasculares en adultos mayores (aproximadamente el 84% de las muertes por enfermedad cardiovascular se produjeron en personas de 65 años o más [American Heart Association, 2002]), muchos clientes del programa FallProof rellenarán uno o más de los apartados sobre cardiopatías cuando completen el cuestionario sobre salud y actividades al inicio del programa. Los clientes con cardiopatías pueden experimentar fatiga o mostrar respiración entrecortada cuando hagan ejercicio, sobre todo en casos de insuficiencia cardíaca congestiva. En personas con hipertensión (HTN), la tensión arterial tiene que tratarse médicamente para que puedan participar en el programa. Repasa la sección de medicamentos del cuestionario para determinar el tipo de medicinas prescritas para controlar la hipertensión. Al mismo tiempo, revisa si algún cliente toma anticoagulantes para prevenir la formación de trombos. Estos clientes serán susceptibles de sufrir una hemorragia excesiva si sufren algún corte, por lo que necesitarás precauciones adicionales para garantizar su seguridad durante las clases.

Insuficiencia cardíaca congestiva (ICC). Se produce cuando el corazón no puede administrar suficiente oxígeno a los tejidos del organismo.

Aunque el programa no comprenda ejercicios de gran intensidad, necesitarás controlar a los clientes que tengan antecedentes de cardiopatía. Asegúrate de comprobar con regularidad si ha habido algún cambio en el tipo o las dosis de los medicamentos que les hayan prescrito. Recuerda que la señora Phoebe refirió que padecía hipertensión y que había tenido un ataque grave al corazón en 2006 que comprometió en gran medida su equilibrio y movilidad. Se le diagnosticó con posterioridad insuficiencia cardíaca congestiva (ICC). Familiarízate con esta enfermedad para saber cómo responderá la señora Gain a la evaluación inicial y si necesitarás adoptar precauciones adicionales para efectuar las evaluaciones descritas en el siguiente capítulo.

Artritis

Más del 21% (46,4 millones) de los adultos de Estados Unidos padecen artritis diagnosticada por un médico y por el autoinforme del paciente (Helmick y otros, 2008). La osteoartritis afecta aproximadamente al 50% de los adultos mayores de 65 años y al 80% de los mayores de 75 años (Brandt y Slemenda, 1993). Esta forma de artritis suele afectar las articulaciones en carga, reduciendo su capacidad para transmitir o absorber adecuadamente las fuerzas asociadas con impactos. Factores predisponentes a esta enfermedad son la obesidad, la hipermovilidad, los traumatismos, el uso excesivo, las infecciones, las inflamaciones y la genética. El dolor articular que acompaña la osteoartritis comporta invariablemente mayores niveles de inactividad y una reducción de la fuerza, el grado de movilidad y la resistencia cardiovascular. Aunque se ha demostrado que el ejercicio es una intervención eficaz, no cura la enfermedad.

Los programas en tierra consistentes en preparación aerobia, ejercicios de resistencia y ejercicios de flexibilidad han cosechado mejoras funcionales moderadas; los programas de ejercicios acuáticos también han logrado mejoras moderadas en la fuerza y la flexibilidad, sobre todo en adultos mayores con daños articulares de moderados a graves (Deyle y otros, 2000; Ettinger, Burns y Messier, 1999). También se han documentado mejoras significativas en la función física y el dolor tras la asistencia a programas de ejercicio acuático (Foley, Halbert, Hewitt y Crotty, 2003; Fransen, Nairn, Winstanley, Lam y Edmonds, 2007). También Phoebe y Larry sufren ambos osteoartritis en múltiples articulaciones. Aunque Phoebe informó de que no experimentaba mucho dolor a diario, la señora Phoebe indicó que sentía ciertos dolores que la obligaban a buscar ayuda para terminar las tareas domésticas.

En contraste con la osteoartritis, las deformidades articulares asociadas con la artritis reumatoide (AR) suelen ser más graves y afectar toda la articulación. Como la AR se caracteriza por un proceso inflamatorio generalizado, suele afectar múltiples articulaciones del cuerpo. La naturaleza sistémica de la enfermedad también genera síntomas como fatiga, trastornos del sueño y anemia. Como en el caso de la osteoartritis, se ha comprobado que el ejercicio es una intervención eficaz para los adultos mayores con artritis reumatoide. Se han registrado mejoras moderadas en la capacidad aerobia y la fuerza muscular sin efectos indeseables en la progresión de la enfermedad (Van den Ende, Vliet Vieland, Munneke y Hazes, 1998; Brady, Kruger, Helmick, Callahan y Boytaugh, 2003).

Las actividades de equilibrio y movilidad presentadas en el programa FallProof también han demostrado su eficacia en adultos mayores con osteoartritis o artritis reumatoide (Rose, Jones y Lemon, 2001). Además de las mejoras significativas en el nivel de fuerza y flexibilidad, los adultos mayores artríticos que hemos estudiado también mostraron mejoras en el equilibrio y una reducción del riesgo de caídas pasadas ocho semanas de entrenamiento. La naturaleza multidimensional, de bajo impacto y poco repetitiva del programa FallProof parece ser un método eficaz para atender las necesidades especiales de los adultos mayores artríticos.

El objetivo principal de todo programa de ejercicio para adultos mayores artríticos es limitar la progresión de los daños existentes en las articulaciones afectadas. Teniendo esto presente, tu meta como profesor debe ser seleccionar actividades que favorezcan la conciencia de la alineación ortostática, potencien una buena mecánica corporal cuando se practiquen actividades dinámicas y logren un aumento de la fuerza y la flexibilidad. Cuando se dirijan actividades de fuerza asociadas con el programa, anima a este grupo de participantes a realizar un número mayor de repeticiones (hasta inducir fatiga) con bandas/tubos elásticos o mancuernas que ofrezcan un nivel menor de resistencia. Esto es especialmente importante cuando se utilicen tubos elásticos, porque el nivel de resistencia aumenta al estirarse la banda. La máxima resistencia se encuentra al final de la amplitud del movimiento, cuando el músculo que se ejercita supera su grado de ventaja mecánica.

También se debe aconsejar a los participantes artríticos que dejen de practicar ejercicios que agudicen el dolor. En algunos casos, podrás modificar el ejercicio, mientras que en otros, tendrás que eliminarlo porque el plano de movimiento requerido irrita la articulación. Observa a estos clientes durante las progresiones de los ejercicios que pienses que pueden causar dolor y pregúntales con regularidad durante la clase si ciertos ejercicios les causan dolor innecesario. Muchos adultos mayores pueden ser reacios a decir que experimentan dolor durante cierto ejercicio porque quieran complacerte o no deseen que se los etiquete de quejicas. Repite continuamente a estos clientes el mantra «cuando hay dolor no hay mejora».

Anima a los participantes con artritis a interrumpir cualquier ejercicio que agudice el dolor. Repite el mantra «cuando hay dolor no hay mejora».

Cirugía de sustitución articular

Por desgracia, cuando los métodos incruentos más conservadores no consiguen mejorar la función y calidad de vida de los adultos mayores con osteoartritis y artritis reumatoide, a menudo es necesario sustituir quirúrgicamente una articulación con una prótesis. En 1997, aproximadamente el 60% de las sustituciones primarias de cadera y el 69% de las sustituciones primarias de rodilla practicadas en Estados Unidos fueron para adultos de 65 años o más (Helmick y otros, 2008). Otras enfermedades corrientes que pueden motivar una sustitución articular son deterioro articular, pérdida de cartílago articular, artralgia aguda que comprometa la movilidad funcional, reducción importante del grado de movilidad articular y deformidad acusada (Kisner y Colby, 1990).

Aunque los participantes que se hayan sometido recientemente y con éxito a cirugía de sustitución articular suelen poder realizar todas las actividades descritas en este manual para profesores, necesitarás revisar el alta del médico para comprobar si se describen restricciones al ejercicio. Los adultos mayores que hayan diferido la cirugía hasta ser absolutamente necesaria, después de años de dolor e inestabilidad crónicos, pueden mostrar niveles inferiores de autoconfianza y rechazo a «confiar» en la nueva rodilla o cadera durante algunas de las actividades más exigentes. Es especialmente importante para estos clientes incluir actividades de equilibrio que aumenten su confianza durante las fases iniciales del programa.

Hacer hincapié en una buena alineación y simetría ortostáticas durante las actividades en bipedestación y de locomoción también será necesario para este grupo de clientes por su tendencia a adoptar malas posturas (es decir, inclinación anterior de la pelvis, carga asimétrica del peso del cuerpo) con el fin de reducir el dolor en la articulación afectada. Muchas de las actividades de equilibrio en bipedestación descritas en el capítulo sobre la capacitación del control del centro de gravedad (véase cap. 4), que trabajan el desplazamiento del peso y las transferencias con los ojos abiertos y cerrados, serán especialmente beneficiosas para los participantes con sustitución articular. Practicar actividades de transferencia entre escalones de distinta altura y luego entre sillas de distinta altura también es beneficioso para fortalecer los grupos de músculos que rodean las articulaciones de la rodilla y la cadera. Finalmente, las actividades descritas en el capítulo para la mejora y variación del patrón de la marcha (véase capítulo 7) deben practicarse con regularidad.

Practicar actividades de equilibrio que aumenten la confianza será especialmente importante para clientes que se hayan sometido recientemente a cirugía de sustitución articular.

Osteoporosis

La osteoporosis es una enfermedad ósea metabólica caracterizada por la pérdida progresiva de masa ósea que aumenta la susceptibilidad a las fracturas. De hecho, la osteoporosis es la causa principal de fracturas óseas en mujeres y adultos mayores. En Estados Unidos se calcula que 10 millones de adultos padecen osteoporosis de cadera (Surgeon General’s Report on Bone Health and Osteoporosis, 2004) y que aproximadamente cuatro de cada 10 mujeres y uno de cada 10 hombres mayores de 50 años se romperán la cadera, la columna vertebral o la muñeca debido a su mala salud ósea. Se miden los niveles de densidad mineral ósea (DMO) para determinar si las personas están dentro de los límites normales. Las personas con niveles por debajo de lo normal pueden ser diagnosticadas de osteopenia (baja masa ósea) o de osteoporosis (WHO Study Group, 1994).

Cifosis. Aumento de la curvatura posterior de la columna vertebral.

Las personas con osteoporosis suelen sufrir fracturas por compresión en las regiones dorsal y lumbar de la columna vertebral. Este tipo de fracturas suelen causar un aumento de la cifosis (arqueamiento de la porción superior de la espalda) y dolor de espalda en muchos adultos mayores. En casos avanzados de osteoporosis, las fracturas pueden ser producto de la práctica de actividades de la vida diaria tales como inclinarse, recoger objetos o levantarse de una silla. Aunque ciertas fracturas por compresión sean muy dolorosas, muchas no lo son y sólo se detectan después de una exploración radiográfica. La ausencia de síntomas dificulta a los profesores la selección de actividades de movilidad y equilibrio apropiadas para este grupo de adultos mayores.

Las mujeres corren mayor riesgo de osteoporosis que los hombres por sus niveles inferiores de masa ósea en general y por la pérdida acelerada de masa ósea después de la menopausia. Las mujeres muy delgadas corren mayor riesgo, al igual que los hombres y mujeres blancos. Además del tratamiento médico de la enfermedad, se recomienda encarecidamente el ejercicio en carga como método eficaz para prevenir nuevas pérdidas óseas en personas con osteoporosis. Los ejercicios de resistencia, isotónicos e isométricos, también han demostrado ser un método eficaz para fortalecer los músculos y los huesos.

Tabla 2.1. Clasificación de osteopenia y osteoporosis de la Organización Mundial de la Salud

NormalLa DMO está en 1 DE de un adulto joven normal (puntuación T por encima de –1)
Baja masa óseaLa DMO está entre 1 y 2,5 DE por debajo de la de un adulto joven normal (osteopenia) (puntuación T entre –1 y –2,5)
OsteoporosisLa DMO está en 2,5 DE o más por debajo de la de un adulto joven normal (puntuación T en o por debajo de –2,5)

DMO = densidad mineral ósea. Las puntuaciones T (T-score) derivan de las mediciones obtenidas mediante absorciometría por rayos X de doble energía (DXA). Los valores se basan en mediciones obtenidas en mujeres de raza blanca.

Reproducido de la Organización Mundial de la Salud, 1994. Report of a WHO study group. WHO technical report series 843: 1-129.

Al plantearte las actividades más apropiadas para adultos mayores con osteoporosis, necesitarás revisar el cuestionario de salud y actividades o entrevistar al participante para determinar si ya existe una historia de fracturas por compresión. Aunque la mayoría de las actividades de equilibrio y movilidad asociadas con el programa FallProof no deben someter a estos adultos mayores a un riesgo indebido, es conveniente evitar cualquier ejercicio que requiera anteroflexión de la columna combinada con arqueamiento o rotación vertebrales (p. ej., levantar objetos pesados a baja altura, tocarse los dedos de los pies, hacer girar la columna). En su lugar, debe hacerse hincapié en ejercicios que requieran extensión de la columna (p. ej., posteroflexión de la columna en bipedestación, extensión isométrica de la columna, extensión de la columna en decúbito prono para personas que toleren tumbarse en el suelo). También se recomiendan ejercicios de resistencia para el hemicuerpo superior que induzcan tensión en carga sobre la columna y las muñecas. No obstante, empieza con un nivel bajo de resistencia que aumente con lentitud. Las actividades en carga y bipedestación también son aconsejables para este grupo. Asignar una serie de ejercicios de resistencia (isotónicos o isométricos) para hacer en casa también será especialmente beneficioso para estos participantes.

Es importante que los adultos mayores con osteoporosis no realicen actividades que exijan anteroflexión de la columna combinada con encorvamiento o rotación vertebrales.

Debido al miedo a caerse que suele acompañar los diagnósticos de osteoporosis, necesitarás seleccionar actividades bastante exigentes, pero también con una gran dosis de éxito. Ser capaz de realizar actividades de equilibrio que se consideren un reto para este grupo generará a largo plazo un aumento de la autoconfianza y una disminución del miedo a caerse. Este aumento de la confianza debería trasladarse a la vida diaria y derivar en mayores niveles de actividad en carga que difieran la progresión de la enfermedad. El miedo a las caídas se expone en una sección posterior de este capítulo. Aunque el miedo a las caídas no sea una afección médica, necesitarás identificar a los adultos mayores con este síndrome durante la evaluación inicial para individualizar el programa y cubrir sus necesidades.

Enfermedad de Parkinson

Bradicinesia. Enlentecimiento extremo del movimiento.

Marcha festinante. Aumento anormal y voluntario de la velocidad de la marcha.

La enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad neurológica progresiva producto de una reducción de la disponibilidad de un neurotransmisor vital llamado dopamina en la sustancia negra de los ganglios basales. Debes esperar que los participantes en tu programa con esta enfermedad muestren uno o más de los siguientes síntomas: temblor estático, bradicinesia (lentitud de movimientos), anomalías en la marcha y el equilibrio y aumento de la rigidez. Son posibles problemas a los que te enfrentarás: dificultad al iniciar los movimientos; patrón de marcha lenta y torpe con pasos cortos festinantes (precipitados e incontrolables); reducción del balanceo de los brazos, y una incapacidad general para mover las extremidades con rapidez y responder con eficacia a la pérdida inesperada del equilibrio.

Como el equilibrio y la movilidad resultan particularmente afectados por la presencia de EP, el riesgo de caídas es muy elevado en este grupo de posibles participantes, y requiere medidas de seguridad adicionales para garantizar un entorno fiable. Estos participantes deben emplear algún apoyo adicional como una silla o pared cuando realicen ejercicios de equilibrio en bipedestación, así como una estrecha supervisión durante cualquier actividad para la mejora y variación del patrón de la marcha. Lo que todavía aumenta más la dificultad para el profesor con participantes con EP es que es probable que los síntomas varíen de una a otra clase o incluso en la misma sesión dependiendo del momento del ciclo de la medicación del participante. También será necesaria una cuidadosa detección sanitaria de los adultos con EP para asegurarse de que son candidatos apropiados para ciertos ejercicios. En algunos casos, lo más adecuado para los adultos mayores con EP son clases individuales con un fisioterapeuta (si el deterioro del equilibrio es lo bastante grave) o un entrenador personal bien preparado.

Diabetes

Durante la década pasada ha aumentado considerablemente el número de adultos mayores a quienes se diagnostica diabetes, y muchos clientes de tu programa probablemente estén afectados por esta enfermedad metabólica crónica. Existen dos tipos de diabetes mellitus: tipo I o diabetes insulinodependiente, y tipo II o no insulinodependiente. La diabetes tipo I es la más grave de las dos y precisa un cuidadoso tratamiento médico. El ejercicio, combinado con una dieta adecuada para controlar la glucemia, ha demostrado ser particularmente beneficioso para los diabéticos. Los beneficios comprenden mayor tolerancia a la glucosa y una respuesta menor a ésta. Es probable que los adultos mayores implicados en programas de ejercicio intenso reduzcan el nivel global de grasa, lo cual en ocasiones deriva hacia la necesidad de dosis menores de insulina o medicamentos orales. Además de sus otras enfermedades, a Larry también se le diagnosticó diabetes tipo II en 2002.

Hipoglucemia. Está causada por niveles bajos de glucemia. Puede deberse a un exceso de insulina (o medicamentos orales), a una ingesta insuficiente de alimentos (respecto a la dosis medicamentosa) o al exceso de actividad física (respecto a la dosis medicamentosa).

Como profesor del programa FallProof, debes conocer algunos de los efectos secundarios adicionales asociados con la diabetes, así como los signos y síntomas de la hipoglucemia. Son signos y síntomas de hipoglucemia los siguientes:

Signos y síntomas de hipoglucemia
Ansiedad, desasosiegoSudoración, palpitaciones
IrritabilidadCefaleas
NáuseasPérdida de coordinación motora
Hambre extremaPulso rápido y fuerte
ConfusiónInsomnio
Piel húmeda y pálidaDiplopía

La hipoglucemia ocurre cuando el nivel de glucosa en la sangre cae por debajo de 60 miligramos por decilitro. Los expertos consideran que este cuadro es mucho más problemático que la hiperglucemia (nivel elevado de glucosa en la sangre), porque sobreviene con rapidez y provoca una reacción de la insulina ante la presencia insuficiente de glucosa en la sangre o ante el exceso de insulina circulante por el cuerpo (Rimmer, 2005). También necesitarás saber si alguno de los participantes en el programa diagnosticados de diabetes está experimentando una pérdida importante de visión (retinopatía diabética) o pérdida de sensibilidad, sobre todo en los pies. Los ejercicios que implican permanecer de pie o moverse por una superficie blanda pueden ser problemáticos para los participantes con reducción o ausencia de la visión, o con pérdida de sensibilidad en los pies, porque no les resulta posible obtener buena información acerca de la superficie. Los participantes que presenten úlceras sin curar en los pies necesitarán ejercitarse sentados para evitar nuevas complicaciones. Ciertos ejercicios de coordinación entre cabeza y ojos descritos en el capítulo 5 pueden ser también ineficaces si es evidente una pérdida grave de visión.

Hiperglucemia. Niveles altos de glucosa en la sangre.

Como precaución general, comprueba siempre que los diabéticos hayan ingerido un aperitivo ligero antes de la clase o que tomen uno si aparecen síntomas de hipoglucemia durante la sesión de ejercicio. También hay que animar a los clientes diabéticos a llevar un glucómetro portátil a clase para comprobar los niveles de glucosa antes y después del ejercicio. El ejercicio no se debe iniciar si el nivel de glucosa en sangre no se encuentra en unos límites seguros (es decir, menos de 100 o más de 300 miligramos por decilitro). Aunque la intensidad de las actividades de equilibrio en este programa a menudo ejerciten más la mente que el cuerpo, debes vigilar a los clientes diabéticos y asegurarte de que estén siempre hidratados cuando hagan ejercicio.

Trastornos vestibulares

Enfermedad de Menière. Trastorno del oído interno que provoca un desequilibrio grave que puede durar de 30 minutos a 72 horas durante una crisis.

Vértigo posicional benigno (VPB). Enfermedad del oído interno que causa vértigo (ilusión de movimiento) cuando se produce un rápido cambio de posición de la cabeza.

Otoconia. Cristales de carbonato cálcico en las membranas otolíticas del oído interno.

La última serie de enfermedades que expondremos en esta sección son los trastornos del sistema vestibular. Aunque a menudo sea difícil identificar por qué un adulto mayor experimenta problemas en el sistema del oído interno, debes aprender a salvaguardar a los participantes sin hipertensión de que experimenten vértigo. En los adultos mayores, la disfunción vestibular está causada por enfermedades específicas del oído interno como la enfermedad de Menière o enfermedades vasculares del laberinto, que es un área importante del sistema vestibular (Diener y Nutt, 1997). En algunos casos, un trastorno transitorio de la función vestibular es el vértigo posicional benigno (VPB), una afección por pequeños cristales (otoconia) que se depositan en los conductos semicirculares y producen vértigo durante ciertos movimientos de la cabeza. Aunque el último problema pueda tratarlo con facilidad un fisioterapeuta preparado, no es infrecuente ver a adultos mayores que padecen el problema desde hace tiempo y no han recibido tratamiento.

Aunque quede fuera del alcance de tus cometidos profesionales especular sobre la causa de vértigo de un adulto mayor durante una clase, debes vigilarlo con atención, sobre todo durante las actividades que requieran inclinar la cabeza o girarla con rapidez, o en actividades en que la visión esté ausente y la superficie del suelo sea blanda o inestable. Los adultos mayores con alteraciones del sistema vestibular corren mayor riesgo de perder el equilibrio durante estos tipos de actividades. Una cuidadosa revisión de los resultados de pruebas seleccionadas de la Escala de Equilibro Avanzado de Fullerton (EAF), del que hablaremos con más detalle en el capítulo siguiente, ayudará a identificar a las personas que experimentan problemas con la información del sistema vestibular para el equilibrio. Aunque en el cuestionario de la señora Phoebe no aparezca un diagnóstico vestibular específico, ella señaló que había sufrido una crisis grave de vértigo en 1993 que afectó su equilibrio y movilidad. Necesitará estrecha monitorización mientras practica el ítem 7 de la escala EEA (permanecer de pie sobre una tabla de gomaespuma con los ojos cerrados), porque este ítem de la prueba exige una mayor dependencia del sistema vestibular para mantener el equilibrio. El ítem 9 de la prueba de la escala EEA tal vez resulte complicado para Phoebe, puesto que implica girar la cabeza hacia uno y otro lado mientras camina.

Cuando trabajes con clientes con problemas de vértigo, anímales a sentarse y descansar si una actividad concreta causa el problema hasta el punto de correr el riesgo de perder el equilibrio. En algunos casos, puedes animar a los clientes a que impongan su propio ritmo durante un ejercicio para que los síntomas no se agraven demasiado. Como algunos tipos de vértigo mejoran con actividades que estimulan el sistema vestibular, puede resultar beneficioso enseñar a los adultos mayores a moverse con un poco más de lentitud durante una actividad particular en vez de detenerse. También es una buena idea emplear una escala de 10 puntos y pedir a los clientes que valoren su nivel de vértigo de 0 (nada) a 10 (el vértigo les hace caer) para conocer mejor su grado de afección. Por lo general, si un cliente refiere un nivel 5 o mayor de vértigo, debería sentarse y descansar. Si una actividad genera un aumento del vértigo con cada repetición, también es un signo de que debe interrumpirse de inmediato. Podría ocurrir mientras el adulto mayor se inclina para recoger objetos que se desplazan por un desnivel. Si un cliente experimenta repetidamente vértigo por actividades realizadas durante la clase, debes animarle a que hable con su médico de cabecera sobre este problema recurrente. También existen algunos medios formativos excelentes que ofrecerán a los adultos mayores más información sobre los trastornos vestibulares. La página Web de la Vestibular Disorders Association (VEDA) (www.vestibular.org) es sólo un ejemplo.

Si algún cliente experimenta repetidamente vértigo durante las actividades en clase, anímale a consultar a su médico de cabecera.

Efecto de la medicación sobre el equilibrio y la movilidad

Además de ciertas enfermedades, el tipo y número de medicamentos prescritos a los adultos mayores contribuyen a elevar el riesgo de caídas. Se ha demostrado que los adultos mayores que toman más de cuatro medicamentos prescritos corren un riesgo cuatro veces mayor de sufrir una caída en comparación con personas similares que toman menos medicamentos (Tinetti, 2003; Neutel, Perry y Maxwell, 2002). Ciertos tipos específicos de medicamentos también han demostrado elevar el riesgo de caídas de los adultos mayores (Leipzig y otros, 1999a). Efectos secundarios, como mareos, reducción de la receptividad, debilidad, fatiga e hipotensión ortostática, que son producto del consumo de estos medicamentos, probablemente contribuyen a aumentar el riesgo de caídas.

Dado que la mayoría, si no todos, de los clientes inscritos en tu programa de equilibrio y movilidad estarán tomando uno o más medicamentos prescritos, necesitarás pedir a los participantes del programa que te den los nombres de toda la medicación, así como las enfermedades para las que se prescribe. Aunque numerosos estudios de investigación han identificado muchos medicamentos concretos que aumentan el riesgo de caídas por sus efectos sobre la función del SNC, se sabe poco sobre el modo en que los efectos interactivos o adictivos del consumo de múltiples medicamentos afectan más todavía el equilibrio y la movilidad. Las clases de medicamentos que se asocian positivamente con el aumento del riesgo de caídas comprenden casi todas las clases de psicotrópicos, como antidepresivos tricíclicos, neurolépticos, sedantes y somníferos, así como las benzodiacepinas (de acción rápida o prolongada). La tabla 2.2 resume los efectos indeseables asociados con ciertos tipos de medicamentos que es probable que aumenten el riesgo de caídas.

Tabla 2.2. Potenciales efectos indeseables de los medicamentos que contribuyen a las caídas de los adultos mayores

Efectos indeseables del fármacoMedicamentos*
AgitaciónAntidepresivos, cafeína, neurolépticos, estimulantes Arritmias
AntiarrítmicosDeterioro cognitivo, confusión
Benzodiacepinas, narcóticos, neurolépticos, cualquier fármaco con efectos anticolinérgicos
Mareos, hipotensión ortostáticaAnticonvulsivos, antidepresivos, antihipertensivos, benzodiacepinas, narcóticos, neurolépticos
Anomalías de la marcha, reacciones extrapiramidalesAntidepresivos, metoclopramida, neurolépticos
Aumento de la deambulaciónDiuréticos
Trastornos posturales (p. ej., problemas de equilibrio)Anticonvulsivos, benzodiacepinas, neurolépticos
Sedación, somnolenciaAnticonvulsivos, antidepresivos, benzodiacepinas, narcóticos, neurolépticos
SíncopeBloqueadores beta, nitratos,vasodilatadores (p. ej., bloqueadores adrenérgicos alfa, como doxazosina)
Trastornos visuales (p. ej., visión borrosa)Neurolépticos, cualquier fármaco con efectos anticolinérgicos

* No se trata de una lista exhaustiva; muchos otros agentes pueden causar los efectos indeseables especificados. Reproducido con autorización de B. Ruddock, 2004. “Medications and falls in the elderly”. Revue Des Pharmacies Du Canada, julio/agosto.

Ciertas clases de medicamentos recetados se asocian con un mayor riesgo de caídas en adultos mayores, como psicotrópicos, sedantes/hipnóticos y antidepresivos.

Los antidepresivos en concreto se asocian con un aumento del riesgo de caídas, y quienes empiecen a consumirlos corren un riesgo mayor que aquellos que llevan un tiempo tomándolos. También se ha demostrado que los adultos mayores que toman una dosis mayor de antidepresivos experimentan una tasa más alta de caídas. Existe poca diferencia en las tasas de caídas de los adultos mayores a los que se prescriben distintos tipos de antidepresivos (Thapa, Gideon, Cost, Milam y Ray, 1998). Los adultos mayores que toman más de un agente psicotrópico o que presentan otros factores de riesgo de caídas corren un mayor riesgo (Leipzig y otros, 1999a). También se han estudiado los medicamentos cardíacos y analgésicos (p. ej., digoxina, antiarrítmicos de tipo Ia y diuréticos), pero se documentó una débil asociación con el aumento del riesgo de caídas (Leipzig y otros, 1999b).

El consumo de antidepresivos es más elevado en los adultos mayores que viven en residencias de ancianos (35,5%) o en residencias de apoyo (39,8%) en comparación con los adultos mayores que viven por su cuenta (8%; Ray y Griffin, 1990). La pérdida percibida de independencia y control sobre la vida contribuye, sin duda, a un mayor consumo de antidepresivos por los adultos mayores que ya no pueden vivir independientemente en su casa. El aumento de la fragilidad también se acompaña a menudo de un aumento de los casos de depresión. Además, la pérdida del cónyuge o un miembro de la familia es probable que precipite el consumo de este tipo de fármacos. Aunque las intervenciones destinadas a reducir el número de medicamentos psicotrópicos consumidos por los adultos mayores hayan demostrado ser muy eficaces para reducir las tasas de caídas, los beneficios son a corto plazo. Un gran porcentaje de los adultos mayores estudiados comenzaron a consumir medicamentos de abstinencia en los tres meses siguientes a la finalización del estudio (Campbell, Robertson, Gardner, Norton y Buchner, 1999). Los investigadores llegaron a la conclusión de que, para que tenga éxito este tipo de estrategia de intervención, necesita combinarse con un programa de asesoramiento sobre la conducta.

Miedo a las caídas

Aunque el miedo a las caídas no sea un cuadro médico per se, este síndrome psicológico se ha identificado como un factor de riesgo. Estudios previos sobre el síndrome pos-caída (Murphy e Isaacs, 1982) revelan que entre el 35% y el 56% de los adultos mayores independientes restringían significativamente sus actividades por miedo a las caídas (Howland, Peterson y Ohayon, 2000). Aunque el aumento del miedo a las caídas sea habitual cuando se ha sufrido una, incluso si la caída no causó lesiones, también se ha observado en adultos mayores que no han sufrido caídas. Algunos de los factores de riesgo asociados al miedo a las caídas son una historia de múltiples caídas, mareos, ciertos cuadros que afectan la movilidad (p. ej., AR, osteoartritis, EP, ictus) y una mala salud valorada por uno mismo (Lach, 2005). Como profesor de programas de equilibrio y movilidad, es probable que descubras que cierto número de participantes tienen miedo a caerse y requieren atención especializada durante el programa. En el programa FallProof, el miedo a las caídas, así como la autoconfianza asociada con el equilibrio, se evalúan antes del inicio del programa y a intervalos regulares una vez iniciado. La pregunta 13 del cuestionario sobre salud y actividades interroga a los adultos mayores sobre qué grado de preocupación tienen sobre las caídas. Las respuestas oscilan entre «ninguno» y «extremadamente» en la escala de Likert de 7 puntos. Como aprenderás en el capítulo 3, es posible recabar más información incluso sobre la confianza de los adultos mayores al realizar tareas asociadas con el equilibrio haciendo que completen el test de la Escala de Eficacia del Equilibrio (EEE; Rose, 2003; Gunter y otros, 2003). A diferencia de la pregunta general del cuestionario sobre salud y actividades, la EEE ayuda a identificar las tareas específicas y los entornos que afectan negativamente el nivel de confianza de los adultos mayores.

Una vez sepas qué participantes tienen miedo a las caídas o no tienen confianza en sus capacidades para realizar tareas que requieran equilibrio, podrás estructurar el entorno de las prácticas de manera que eleves su nivel de confianza. Deberás elegir cuidadosamente las progresiones de ejercicios para que los participantes gocen de una dosis elevada de éxito en las clases y sesiones de entrenamiento. La inclusión habitual de actividades que disminuyan la ansiedad, como ejercicios respiratorios, ejercicios de relajación y de visualización, también es un medio eficaz para tratar el miedo a las caídas. Las técnicas de intervenciones cognitivas-conductuales también han tenido éxito para reducir el miedo a las caídas y aumentar los niveles de actividad física de los adultos mayores con este síndrome. Estas técnicas constituyen la base de un programa bien conocido, A Matter of Balance (Una cuestión de equilibrio), que fue diseñado por investigadores del Roybal Center de la Universidad de Boston y que demostró ser un programa eficaz para aumentar la autoeficacia de los adultos mayores (Tennstedt y otros, 1998).

¿Son iguales los riesgos para todos los mayores?

Como se mencionó con anterioridad en este capítulo, el nivel de riesgo de caídas no es el mismo para todos los adultos mayores y se ha comprobado que cambia con el tiempo. A edades avanzadas y con el declive de las funciones físicas, no sólo cambia el nivel de riesgo, sino también los tipos de factores de riesgo que lo potencian. Los adultos mayores que se mantienen físicamente activos a medida que envejecen y, en consecuencia, conservan un nivel elevado de competencia ortostática, corren menos riesgo de caídas que sus iguales que limitan o recortan su nivel de actividad física a medida que cumplen años. Es muy probable que los adultos mayores más sedentarios experimenten un aumento de la dificultad para realizar actividades que exijan equilibrio y movilidad a medida que declina su nivel de forma física. Aunque su riesgo de caídas pueda disminuir a corto plazo como respuesta a su menor exposición, el riesgo a largo plazo aumenta significativamente a medida que declina su nivel funcional físico y su confianza en la capacidad para realizar ciertas actividades o aventurarse en entornos más exigentes (Tinetti, Mendes de Leon, Doucette y Baker, 1994).

El nivel de riesgo de caídas no es el mismo para todos los adultos mayores y cambia con el tiempo.

El entorno en que residen los adultos mayores también influye en el tipo de factores de riesgo asociados con el aumento de caídas. Por ejemplo, los adultos mayores débiles que residen en instituciones sanitarias pocas veces se caen por factores del entorno. Es mucho más probable que factores de riesgo intrínsecos (p. ej., debilidad general, alteración cognitiva, episodios indeseables con fármacos, enfermedades) sean las razones primarias del aumento de caídas en este grupo de adultos mayores (Lipsitz, Jonsson, Kelley y Koestner, 1991). En contraste, al menos de un tercio a la mitad de todas las caídas que sufren los adultos mayores que viven en su domicilio pueden atribuirse a factores de riesgo extrínsecos o del entorno (Rubenstein y Josephson, 1992; Tinetti, Speechley y Ginter, 1988).

Los investigadores que han analizado los patrones de las caídas en domicilios particulares han identificado varios patrones. El choque con objetos a oscuras, la incapacidad para evitar peligros o situaciones temporales en el hogar, el contacto negativo con distintos tipos de superficies, el orientarse y moverse sin prestar atención son sólo algunos de los patrones identificados. También se ha comprobado que los adultos mayores que están experimentando un declive en su capacidad física, pero se mantienen activos en sus poblaciones, corren riesgos innecesarios cuando realizan actividades diarias o se exponen a peligros, corren un riesgo especialmente elevado de sufrir caídas (Studenski y otros, 1994).

Implicaciones prácticas para la planificación de programas

¿Por qué es importante que los profesores del programa FallProof conozcan los tipos de factores de riesgo intrínsecos y extrínsecos que más probablemente contribuyan a elevar el riesgo de caídas? Los profesores que conozcan los factores de riesgo relacionados con el aumento de la incidencia de caídas en ancianos descubrirán claves vitales cuando repasen las distintas secciones de la historia completa sobre los antecedentes fisiológicos y actividad física de un cliente, que les ayudarán a valorar su nivel funcional inicial (p. ej., edad, sexo, número de diagnósticos, tipo y número de medicamentos, dolor articular valorado por el paciente). Este conocimiento también ayuda a elaborar un plan de ejercicios más individualizado para tratar mejor las alteraciones de cada cliente.

Como a menudo las caídas se deben a factores muy distintos, los ejercicios que prescribas para tus clientes adultos mayores deben tratar directamente los factores de riesgo biológicos y de la conducta que sean más aptos para cambiar (p. ej., la fuerza muscular, el equilibrio y la marcha, el miedo a las caídas). las alteraciones intrínsecas que con más probabilidad contribuyan a elevar el riesgo de caídas. Por ejemplo, un adulto mayor que exhiba niveles bajos de fuerza muscular, sobre todo a nivel de los tobillos, rodillas y caderas, debería realizar actividades para el equilibrio, tanto en las clases como en casa, que fortalezcan específicamente estos grupos de músculos (véanse ejercicios apropiados en el cap. 8). De forma parecida, a un adulto mayor que muestre pocas destrezas en su movilidad o una alteración de la velocidad de la marcha deberían prescribírsele actividades progresivas que traten dichas alteraciones. Varias actividades de la sección del capítulo 7 dedicada a la variación y mejora del patrón de la marcha, junto con actividades descritas en las subsecciones sobre el desplazamiento y transferencias del peso del cuerpo en el capítulo sobre capacitación del centro de gravedad, deben mejorar estas alteraciones.

Aunque el objetivo primario como profesor del programa FallProof sea tratar los factores de riesgo intrínsecos que contribuyen a aumentar la tasa de caídas de los adultos mayores, tal vez tengas varias oportunidades de ofrecer enseñanzas valiosas sobre factores de riesgo extrínsecos como los peligros del entorno y las conductas temerarias. Puede ofrecerse material adicional a los clientes sobre distintos temas, como la seguridad en el domicilio, el consumo y abuso de medicamentos, los programas de ejercicio en casa o las posibilidades que ofrece la comunidad, una vez hecho un repaso de los antecedentes personales fisiológicos de los clientes. También es una buena idea que éstos completen una lista sobre seguridad domiciliaria y la entreguen la primera semana de clase (véanse las fuentes de Internet relacionadas con la seguridad en casa y las modificaciones en el domicilio enumeradas en la página 51). Esta actividad no sólo aumenta la percepción que el cliente tiene sobre los aspectos importantes de seguridad en el hogar, sino que también te permite saber si hay peligros en el domicilio de los clientes que aumenten el riesgo general de sufrir caídas. Si la comunidad dispone de medios, tal vez puedas entrar en contacto con una agencia pública que realice inspecciones y reparaciones de seguridad a domicilio. Muchos hospitales y residencias de ancianos ofrecen este tipo de servicio. También se puede preguntar si las autoridades cuentan con una delegación local de Rebuilding Together, una organización nacional sin ánimo de lucro que ofrece inspecciones para la seguridad de los domicilios y también servicios de reparación.

Haz que tus clientes completen una lista sobre seguridad domiciliaria la primera semana de clase. Esta actividad aumentará su percepción sobre los aspectos de seguridad del hogar y te permitirá saber si existen peligros en sus casas que probablemente incrementen el riesgo general de caídas de los clientes.

Además de que los clientes elaboren una lista de aspectos sobre seguridad domiciliaria, plantéate incorporar actividades de rol en alguna clase para ayudar a que ellos tomen decisiones correctas sobre la ejecución de ciertas actividades diarias y los tipos de contextos en que probablemente encuentren problemas. Por ejemplo, un cliente con neuropatía sensorial periférica necesita aprender que sacar la basura hasta el bordillo por las noches puede no ser tan prudente como realizar la misma actividad por la mañana. La pérdida de sensibilidad en los pies, junto con la pérdida de visión por la noche, plantea un riesgo innecesario de caídas porque la misma actividad puede realizarse con mucha más seguridad cuando mejora la visión. Asegúrate de inquirir regularmente sobre cualquier cambio en la medicación o en los niveles de las dosis para poder llevar una lista actualizada de los distintos medicamentos que consumen. Como muchos adultos mayores consumen medicinas alternativas complementarias (MAC), también necesitas tener una lista de esos medicamentos (Eisenberg y otros, 1993, 1998). Aunque poco se sepa en la actualidad sobre los posibles efectos de la interacción entre las MAC y los medicamentos más tradicionales, es una buena idea llevar un registro de todos los medicamentos con receta y suplementos sin ella que tomen los participantes en tus clases.

Además de saber qué medicamentos han recetado a tus clientes, ten una lista de las medicinas alternativas complementarias (MAC) que consuman los clientes adultos mayores.

Fuentes de Internet

Hay fuentes en Internet muy buenas dedicadas a temas sobre la prevención de caídas. Recomiendo invertir cierto tiempo en familiarizarse con el contenido de estas fuentes. Suministran información puesta al día sobre temas importantes relacionados con la prevención de caídas, como medicamentos, evaluación y modificación del domicilio, y el ejercicio, así como materiales formativos excelentes para que los clientes aprendan sobre el modo de evitar caídas y cómo mantener un estilo de vida independiente. La página web presentada por el Fall Prevention Center of Excellence es una de mis fuentes favoritas de Internet para la prevención de caídas. Cuenta con secciones que ofrecen información pertinente para adultos mayores, cuidadores, profesionales e investigadores. Internet puede ser una fuente maravillosa de información siempre y cuando los lugares que visites estén respaldados por organizaciones con buena reputación y se actualicen con regularidad.

Prevención de caídas

Una de las páginas web más novedosas y que más rápido está creciendo que aporta información sobre la prevención de caídas y fuentes de formación se encuentra en el Fall Prevention Center of Excellence de la Universidad del Sur de California. Al entrar en www.stopfalls.org accederás a la última y mejor información sobre la prevención de caídas para adultos mayores. La página aporta información a los adultos mayores y a sus familias, profesores, investigadores y profesionales sanitarios, así como hojas informativas que podrás usar para formar a tus clientes y sus familias sobre la prevención de caídas.

Seguridad y modificaciones del domicilio

Una de las direcciones más exhaustivas de Internet que aborda el tema de las modificaciones y seguridad de la vivienda es el National Resource Centre on Supportive Housing and Home Modification. Esta organización sin fines lucrativos, con sede en la University of Southern California, está dedicada a la promoción de la vida independiente de los ancianos en sus propios hogares, así como de personas de todas las edades y discapacidades. También podrás bajarte de Internet una lista de seguridad de la vivienda que puedes distribuir a los participantes en tus clases cuando inicien el programa. La dirección de Internet es www.homemods.org.

Medicamentos

La información sobre los medicamentos y sus efectos secundarios conocidos la obtendrás entrando en cualquiera de las siguientes páginas web:

www.nlm.nih.gov/medlineplus/druginformation.html. Además de ofrecer información sobre la prescripción de medicamentos, esta web establece links con Natural Standard, una página web que aporta información sobre medicamentos alternativos y complementarios.

www.rxlist.com. Esta página web es especialmente útil para que los adultos mayores aprendan más sobre los medicamentos que se les hayan prescrito, así como sobre los tipos de efectos secundarios derivados de su consumo.

Resumen

Son muchos los factores que contribuyen al aumento del riesgo de caídas en los adultos mayores. Aunque no te sea posible como profesor eliminar ciertos factores de riesgo que contribuyen a aumentar la tasa de caídas –como el sexo o la edad avanzada–, sí puedes influir positivamente en muchos factores de riesgo intrínsecos mediante una cuidadosa planificación del programa. También resultará muy valioso ayudar a que los clientes entiendan las actividades y entornos que deben evitar hasta que mejore su equilibrio. Que los clientes realicen una lista de seguridad domiciliaria también los volverá más conscientes de los peligros potenciales del hogar y su entorno, y tal vez les llevará a introducir algunos cambios que probablemente reduzcan las posibilidades de caerse. Por supuesto, tu objetivo primario como profesor es mejorar el equilibrio y la movilidad de tus clientes como medio para reducir de forma importante el riesgo general de caídas. Asimismo es probable que a medida que aumente su nivel de competencia ortostática, también lo haga su confianza hasta llegar a un nivel que los motive a llevar una vida físicamente más activa.

PRUEBA DE CONOCIMIENTOS

1. ¿Cuál de los siguientes no es un ejemplo de un factor de riesgo intrínseco de caídas?

a. Enfermedades.

b. El nivel de actividad física.

c. Problemas podales.

d. Felpudos y alfombras inseguras en casa.

e. Alteraciones cognitivas.

2. ¿Cuál de los siguientes síntomas se asocia con un accidente cerebrovascular?

a. Una postura encorvada.

b. Patrón de marcha asimétrica.

c. Respiración entrecortada.

d. Anemia.

e. Marcha torpe.

3. Se diagnostica hipertensión a una persona cuando:

a. La tensión arterial sistólica es mayor de 140 mmHg y la tensión arterial diastólica es menor de 90 mmHg.

b. La tensión arterial sistólica es mayor de 100 mmHg y la tensión arterial diastólica es mayor de 140 mmHg.

c. La tensión arterial sistólica es mayor de 200 mmHg.

d. La tensión arterial diastólica es mayor de 110 mmHg.

e. La tensión arterial diastólica es mayor de 90 mmHg y la tensión arterial sistólica es mayor de 140 mmHg.

4. Se diagnostica osteoporosis una vez que el nivel de densidad mineral ósea:

a. Alcanza una desviación estándar (DE) entre 1 y 2,5 por debajo de los niveles de un adulto joven normal.

b. Presenta al menos una DE 2,5 puntos por encima de los niveles de un adulto joven normal.

c. Se sitúa en una DE de 1 respecto a los niveles de un adulto joven normal.

d. Presenta una puntuación T de –2,5 o menos.

e. Se sitúa en una DE entre 2 y 2,5 por debajo de los niveles de un adulto joven.

5. ¿Qué tipos de ejercicios no deberían practicar los adultos mayores con un diagnóstico de osteoporosis?

a. Anteroflexión de la columna combinada con encorvamiento de la espalda.

b. Ejercicios para fortalecer el hemicuerpo inferior.

c. Extensión de la columna.

d. Actividades en carga.

e. a y c.

6. La bradicinesia es un síntoma asociado con la enfermedad de Parkinson que se caracteriza por:

a. Un aumento anormal e involuntario de la velocidad de la marcha.

b. Movimientos extremadamente lentos.

c. Un patrón de movimientos inestables.

d. Un aumento de la rigidez.

e. Un patrón de marcha torpe.

7. La siguiente categoría de medicamentos se ha relacionado positivamente con un aumento del riesgo de caídas:

a. Fármacos para el corazón.

b. Psicotrópicos.

c. Ibuprofeno.

d. Diuréticos.

e. Gingko biloba.

8. ¿Cuál de los siguientes no es un síntoma de hipoglucemia?

a. Pulso rápido y fuerte.

b. Insomnio.

c. Piel húmeda y pálida.

d. Pérdida del apetito.

e. Náuseas.

9. Una característica observable de la cifosis es:

a. Un aumento de la curvatura posterior de la columna.

b. Una reducción de la curvatura posterior de la columna.

c. Niveles por debajo de lo normal de DMO.

d. Niveles por encima de lo normal de DMO.

e. Edema en las estructuras articulares.

10. Al menos de un tercio a la mitad de todas las caídas que sufren los adultos que viven en sus casas pueden atribuirse a:

a. Factores de riesgo intrínsecos.

b. Errores de juicio.

c. Factores de riesgo extrínsecos.

d. Un nivel bajo de actividad física.

e. Debilidad muscular.

PROBLEMAS PRÁCTICOS

Repasa los cuestionarios de salud y actividades asociados con los dos casos estudiados en el capítulo 1. Completa las siguientes tareas:

1. Identifica los signos y síntomas primarios asociados con el diagnóstico médico del señor Divine y la señora Phoebe. Indica si son necesarias precauciones especiales cuando se hagan pruebas a estos clientes antes del programa y para elaborar un programa de ejercicios para ellos.

2. Estudia los medicamentos enumerados en los cuestionarios de salud y actividades del señor Larry y la señora Phoebe. Anota la enfermedad para la que se receta cada medicamento, así como los efectos secundarios que afecten negativamente el equilibrio y la movilidad. Identifica también los medicamentos de la lista que se asocien con un aumento del riesgo de caídas. Cualquiera de las direcciones de Internet de la página 44 ofrece información adicional sobre los efectos secundarios asociados con estos medicamentos.

3. Elabora una lista de factores de riesgo intrínsecos de cada persona que se base en la revisión de sus cuestionarios de salud y actividades.

Equilibrio y movilidad con personas mayores

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