Читать книгу Intensas decisiones - Delfina Falzone - Страница 10

Оглавление

Capítulo 6

Tuve que estar alerta todo el viaje de vuelta. No sé si la llamada de mi padre fue para peor, por mi bien o porqué fue. Sabía que mi padre no me anunciaría nada a menos que fuera importante, así que este asunto sí lo era.

Durante todo el trayecto no pude parar de pensar en Luca, en lo raro que es todo a su alrededor, en las cosas que sé que oculta, pero no quiere que salgan a la luz...

El día estaba bellísimo, me angustiaba no poder terminar de disfrutarlo. Amaba caminar despreocupadamente, observando el paisaje que me rodeaba, escuchando música, ya saben, lo normal que hace uno cuando sale a pasear por la cuidad.

Toda esta situación me generaba furia, estaba furiosa con mi padre, lo estaba con mi madre y con todo aquel que atentaba contra mi tranquilidad.

Nunca fui una persona que se metiera en problemas, me gustaba mantener un perfil más bien bajo. Odiaba tener que lidiar con problemas ajenos y más aún si esos problemas también me involucraban a mí.

Pero sabía que todo esto era por mi bien, sabía que era para protegerme y para que no me sucediera nada. Aun así, maldecía todas las noches por tener que vivir esto.

Mi mente era una máquina imposible de parar, en todo el viaje de vuelta no me he detenido un solo segundo para pensar en que debería dejarlo estar.

Sin embargo, mi maldita mente me jugó una mala pasada, porque también incluyó pensamientos sobre Luca.

Nunca he tenido un novio, creo que ningún chico jamás se fijó en mí de esa forma. Quizás por el <<miedo>> que generaba en otras personas la idea de que mi padre era una persona demasiado peligrosa, o quizás el hecho de que no me considero tan atractiva como para que un hombre se fije en mí. ¿Quién en su sano juicio se fijaría en una mujer bajita, con ojos grandes, pelo ondulado y cachetes rechonchos llenos de pecas? Digamos que no soy el tipo de nadie.

Se que no debo hacerme ilusiones, ni siquiera es que me haya dado una señal, pero tenía algo, algo especial, sabía que era diferente, sabía que no íbamos a poder ser amigos por el simple hecho de que ninguno de los dos tiene esa intención.

Cada vez que estamos cerca siento que hay algo que nos une más allá de un vínculo <<amistoso>>. Sentía que compartíamos historia, pero no podía entender por qué.

Algo en él me atrae más de lo normal, no quiero estar lejos suyo, pero tampoco quiero estar cerca, me da temor y a la vez intriga.

Eran cerca de las ocho treinta de la noche cuando sonó mi teléfono.

— ¿Qué hay Britt? — Respondí media soñolienta. Al llegar a la residencia decidí que había muchas cosas en que pensar así que me recosté, pero caí rendida en un sueño bastante profundo.

— No me digas que te pasaste todo el puto sábado encerrada, sin llamarme y sin hacer nada —Me contestó —.

— No, de hecho, salí por un rato, pero decidí volver, no me encontraba con muchos ánimos.

— Debes contarme que sucedió ayer. No creas que lo he olvidado...— Dijo riéndose y mofándose de mí. Puse los ojos en blanco.

— No hay mucho que contar, salvo el hecho de que quise hacerle unas preguntas y no quiso responder ni una sola, evasor a la vista — Y me reí yo también ante el recuerdo —.

— ¿Sabes qué? Paso por ti en veinte minutos, iremos a comer algo por ahí y me contarás absolutamente todo, desde el momento en que te recogió hasta el color del calzón que traía puesto — Diablos, Brittany podía tornarse muy pesada —.

Corté la llamada y me dispuse a cambiarme. Debería darme una ducha rápida si no quería apestar a zorrino, así que cogí mis cosas y me fui directo a las duchas.

No eran la gran cosa, pero servían para cumplir su función, es decir, botar agua para que puedas sacarte la peste.

Noté que no había nadie, raro. Sin embargo, cuando me dispuse a buscar una ducha lo más lejana posible, para no sufrir alguna especie de <<espionaje>> por parte de algún desquiciado, escuché sonidos que provenían de la última ducha del pasillo. Cuanto más me acercaba, más fuertes se oían, pero ya no eran sonidos al pasar, sino más bien gemidos.

No es que no sucediera nunca... Todos sabemos que las residencias universitarias se caracterizan por estas cosas. Pero algo logró llamarme aún más la atención.

Noté que hablaba la misma voz que había escuchado en el bar, esa que me había espetado que <<dejara de mirar a su novio o sufriría consecuencias>>. Me reí mentalmente por eso.

Me resultó asqueroso, como era capaz de tener sexo en las duchas de la residencia.

Una voz masculina, aquella que ya conocía bastante bien, se unió a la voz de aquella barbie chillona. Debo admitir que se me hundió un poco el corazón, pero igual, ¿qué esperaba? ¿qué por llevarme a cenar una vez ya sería mi próximo marido? Que puta ilusa.

El agua se cerró y la cortina se abrió, sin darme tiempo a esconderme para que no me vieran.

— ¿Otra vez tú? — Me espetó la plástica, claramente molesta.

— Los baños son públicos — Me limité a contestarle. Noté que empezó a cabrearse porque empezó a acercarse a mí de una manera un tanto amenazadora. Quise correrme del lugar en donde estaba, pero para mí desgracia choqué con una pared, lo que me imposibilitaba salir de ahí —.

— No me interesa si los baños son públicos o no, aléjate de mí y de mí novio si no quieres que te arranque esos pelos espantosos que tienes — Me miró desafiante. Empezaba a cabrearme y eso no era nada bueno —.

— Venga, te voy a dar una buena noticia... — Me acerqué a ella de la misma manera que ella se acercó a mí hacía menos de un minuto — Me importa un carajo tu novio, y me importas un carajo tú — Y sin más la empuje para que me dejara pasar de una buena vez. Que se vaya enterando quien es Lina Salvatore... —.

— Bueno pues no lo parece, te entrometes en el bar, vas de puta metiéndote en su apartamento, luego te vas a cenar con él... A mí no me parece que te importe una mierda — Me miró con esa cara tan particular. Definitivamente estoy a un solo paso de arrancarle todas esas malditas extensiones de pestañas que lleva puestas, pero algo se interpone entre las dos, y como no, Luca —.

— Ya basta, ¿Qué carajos te pasa Steff? — Dijo mirándola a ella.

— Bueno ya veo, ahora también estas de su lado... ¿Sabes qué? Estoy harta de tus mierdas —Agarró todas sus cosas y se marchó, dejando a un Luca semi desnudo enfrente mío —.

— Oye mira, discúlpame ¿sí? — No sonaba muy sincero.

— No tienes que disculparte, me importa un carajo — Dije revoleando los ojos, esta situación ya me tenía cansada —.

— Pues, claro que no tengo que disculparme, pero lo hago para ser educado contigo, maldición.

— No necesitas serlo, Luca — Le contesté lo más cortada que pude, necesitaba que me dejara en paz. Necesitaba paz —.

Lo dejé con la palabra en la boca porque entre a una de las duchas más cercana para poder terminar con lo que quería desde un principio.

Estaba sacándome la remera cuando alguien abrió la cortina de la ducha y entró. Me asusté demasiado pero enseguida bajé a la tierra cuando me di cuenta de que quien había entrado era Luca.

No dijo nada, sólo me empujo contra la pared de la ducha y se acercó peligrosamente a mi boca. Tenerlo tan cerca hizo que mil mariposas revolotearan en mi estómago provocándome una sensación extraña y nueva.

Sus ojos no se apartaron de los míos en ningún momento. Su mirada era intensa, demasiado intensa y oscura, y rogué internamente para que me besara.

Sus manos se encontraban a ambos lados de mi cabeza, pegadas a la pared. No sé cuánto tiempo habremos pasado así, sentí que fue un siglo.

Desprendía un aroma espectacular, aquello se había convertido en una nueva droga para mí, al mismo instante que supe que necesitaría más de aquello.

Estaba torturándome, lo sabía, pero no sería yo quien diera el paso siguiente. Si quería seguir en esa posición lo que restaba del año, adelante, no me movería ni un solo centímetro.

Pero entonces sucedió, como si hubiese podido escuchar mis pensamientos, estampó su boca contra la mía, primero de manera un poco violenta, como si quisiera demostrar algo que no comprendía, como si quisiera sacar toda la furia que contenía en ese instante.

Fue intenso, demasiado. Jamás me habían besado de aquella forma y se sintió jodidamente bien.

Me obligo a abrir mi boca cuando paso su lengua por mi labio inferior, así podría profundizar aún más el beso.

Estaba extasiada, me gustaba aquella sensación, pero algo me obligó a parar.

— ¿Qué estás haciendo? Tu novia acaba de irse, acabas de tener sexo con ella hace menos de cinco minutos, ¿Qué mierda haces? — Le dije exasperada por aquella situación.

No dijo nada, sólo me miró y se marchó, dejándome semi alborotada y confundida.

Intensas decisiones

Подняться наверх