Читать книгу Intensas decisiones - Delfina Falzone - Страница 9

Оглавление

Capítulo 5

El viaje de vuelta a la residencia pasó sin más inconvenientes, no volví a mencionar lo del dije y el pareció estar de acuerdo con eso.

Al terminar la comida continuamos charlando sobre cosas sin mucha relevancia, sobre cuestiones relacionadas con la universidad y demás.

Me contó que tenía un hermano al que no veía mucho, puesto que estaban algo distanciados. Se abrió bastante en cuanto a lo personal, lo cual me extrañó porque no era algo que hubiese preguntado.

Empecé a sentir que él era mucho más, había un hombre tranquilo, dedicado y protector detrás de esa fachada de <<chico malo>> que quería aparentar.

La cena y el rato que pasé con el provocaron sentimientos en mi interior difíciles de callar.

Sabía que no debía darle tantas vueltas a lo que fuera que sucedía con el en su ámbito personal, el hecho de que haya encontrado ese collar no debía significar nada, y más si me ponía a pensar en que Benito y mi padre no serían los únicos poseedores de aquel dije.

La música del carro generaba un ambiente agradable, el silencio no era incomodo y sentí que Luca pensaba lo mismo. A pesar de mis prejuicios contra él, habíamos pasado un rato agradable y me hacía ilusión que, en el fondo, muy en el fondo, quizás podríamos comenzar a llevarnos bien.

Aparcó en la puerta de la residencia así que cogí mis cosas y le dediqué un saludo rápido.

— Gracias por traerme — Le dije con una sonrisa tímida en los labios, ojalá estuviera ocultando muy bien el hecho de que lo había pasado bien con él esta noche —.

— No hay de que — Dijo mirándome a los ojos con un aire despreocupado, como si aquello no significara nada. La verdad es que no se en que estaba pensando, pero con ese pequeño gesto me demostró que no nos encontrábamos en la misma sintonía, me sentía una idiota por creer que lo de esta noche cambiaría algo —.

Fui a abrir la puerta del coche para bajarme, pero con su mano me cogió del brazo e hizo que volviera a ponerme en mi lugar. Lo miré directamente a los ojos esperando que dijera o hiciera algo.

— No puedo decirte qué oculto, porque no oculto nada. Mi vida es esta, no tengo secretos, así que deja de mirarme como si trataras de descifrar algo oscuro en mí, no descubrirás nada — Me dijo aun sosteniéndome del brazo, su mano era tan grande que lo cubría a la perfección y sin ningún tipo de esfuerzo —.

— De todos modos, no me interesa saber nada sobre tu vida, ni siquiera te conozco — Le contesté enfadada. ¿Por qué carajos se porta así conmigo? Ni que hubiera querido hurgar en sus cuestiones personales —.

Me bajé del carro sin siquiera esperar una respuesta. Tenía demasiados problemas en mi vida, como para agregarle uno más llamado Luca.

Era sábado así que no escatime en horarios y me permití dormir un poco más de la cuenta. Los deberes de la universidad los tenía al día y trabajo no tenía, así que aproveche para descansar.

La noche de anoche fue un tanto extraña, en un principio pensé que podíamos llegar a llevarnos bien con Luca, pero descubrí que no sería así con el correr de las horas.

Tuve un sueño un tanto raro... Nos encontrábamos en la finca que poseemos con mi padre, charlábamos, reíamos, éramos felices, pero aparecía Benny y todo se tornaba oscuro, de repente Benny me agarraba por la espalda e intentaba llevarme, no sin antes dispararle a mi padre. Gritos, sollozos, intentos de huir y al final del camino estaba él, y de verdad no entiendo porque mi cabeza relacionaba aquella situación con Luca, pero estaba él, esperándome.

Decidí que hoy sería un día productivo así que me cambie el pijama por unos jeans negros, una camiseta blanca y una campera color verde militar que poseía en la parte trasera un estampado de rosas, era mi campera favorita. Decidí escoger unos converse cómodos, ya que iba a dar una vuelta por la ciudad. Tenía muchas ganas de conocer NY, no había tenido nada de tiempo desde que había llegado aquí.

Para mi sorpresa, Charlie seguía durmiendo en su cama, algo que me resultó extraño y gracioso a la vez, dado que, si la he visto tres o cuatro veces desde que llegue, era mucho.

No quise hacer mucho ruido para no despertarla, así que cogí mis cosas lo más cautelosa posible y salí de la habitación.

No había mucha gente en los pasillos, lo que no me resulto extraño dado que anoche se había celebrado una fiesta en una casa de fraternidad. Britt había insistido en ir, pero no tenía ni energía ni ganas, después de la espantosa cena con Luca.

Una vez fuera de la residencia, me puse los cascos y comencé a caminar. El día era hermoso y me acompañaba la hermosa voz de Kehlani, sin dudas una de mis artistas favoritas.

Diez minutos más tarde, y muchísimo más animada, tomé el metro y me dirigí hacia el Times Square. Había soñado con conocer esta ciudad desde pequeña. Y no es que no hubiese podido venir antes, simplemente mi padre estaba en contra de salir de Italia. Cuando era más pequeña no comprendía el porqué, simplemente me echaba a llorar y decía cosas como “tu no me quieres”, “nunca hacemos lo que quiero yo”, entre otras cosas. Lo sé, era bastante caprichosa de niña. Hoy lo comprendo.

Mi padre tenía más de un enemigo, no sólo en Italia, si no alrededor del mundo.

Paseé por un montón de tiendas, compré algunas cosas que necesitaba, como ropa interior, algunas prendas nuevas y otras cosas para el cuidado personal. La verdad es que no había tenido mucho tiempo para mí misma así que aproveche el día al máximo.

Estaba alucinada con la vista, era impresionante e imponente lo que me rodeaba. Saqué mi móvil para hacer unas cuantas fotos.

Seguí caminando y paseando por las calles neoyorquinas, ahora sí con un café en mi mano.

Este tiempo a solas me permitió despejar un poco mi mente de malos pensamientos y de cosas de las que no debería preocuparme.

Mi teléfono comenzó a sonar sacándome de mis pensamientos. Número desconocido.

— ¿Hola? — Traté de contestar con cautela... Tenía instrucciones de no contestar a números desconocidos, quizás rastrearían las llamadas.

— 2704 — Contestó una voz. Era mi padre, mi maldito padre. 2704 era nuestro código. Si él llamaba desde un número desconocido y yo desobedecía y atendía, ese sería nuestro código, así lo identificaría como él. De lo contrario, si atendía y del otro lado de la línea nadie decía eso, debería cortar la llamada —.

— No me lo creo, ¿Cómo estás? ¿dónde? — Necesitaba hacerle mil preguntas, lo extrañaba muchísimo.

— Tita, hija, estoy bien, no dispongo de mucho tiempo, es una conversación rápida mi amor, sólo te llamo para que sepas que estoy bien, que no corro peligro, pero la que corre peligro eres tú hija mía — Hacía tanto no me llamaba por mi apodo... pero ¿Qué me estaba diciendo? ¿Peligro? Pero si me había mudado a la otra punta del mundo esperando estar a salvo... —.

— Pero ¿Cómo es eso posible? ¿Acaso no vine a este lugar a propósito? Me habías prometido que aquí estaría bien, que no debería seguir huyendo, ¿Qué pasa? — Pregunte preocupada, sabía que no tenía más tiempo, que debía irse, pero no podía dejarme sin respuestas.

— Hemos hecho una investigación del lugar en el que te encuentras y nos dimos cuenta de que hay alguien, una persona que no logramos identificar aún, que es peligroso y se mueve en nuestro ambiente.

— No puedes dejarme así, ¿Cómo lo identificaré? ¿Cómo me daré cuenta si estoy en peligro o no? Te necesito — Estaba totalmente angustiada, mi día estaba oficialmente arruinado —.

— No lo sé Tita, ya lo veremos, no tengo más tiempo, debo cortar la llamada, cuando sepamos algo más nos comunicaremos, hasta tanto cuídate mucho, trataremos de protegerte desde aquí — Y cortó —.

La sensación que tenía era de angustia total, era un desastre emocional. Extrañaba a mi padre, era la primera vez que estábamos separados por circunstancias ajenas a nosotros. Necesitaba que me protegiera y odiaba la idea de estar en peligro.

Sin dudas, debía volver al campus, la idea de recorrer en profundidad NY la dejaría para otro momento.

Comencé a caminar hacia el metro y otra vez sentí como si alguien estuviera calculando mis pasos detrás de mí. Me giré para comprobar si había alguien, pero como es obvio, estaba lleno de personas yendo y viniendo de todos los lugares posibles.

Tragué saliva acompañada de una sensación extraña. La cabeza comenzó a dolerme, como era de costumbre, así que no le di mucha importancia.

Seguí caminando, esta vez sin audífonos debido a que tenía que estar alerta. Todo esto me resultaba tan extraño, se salía de mi cotidianeidad y me aterraba lo que podría suceder si alguien me encontraba.

Era la primera vez, desde que había huido de Italia que me sentía totalmente aterrada. Y no quería admitir que todo aquello era culpa de mi padre, pero realmente lo era.

Intensas decisiones

Подняться наверх