Читать книгу Confesiones de Dorish Dam - Delia Colmenares - Страница 7
ОглавлениеLima, fecha, siglo XX
Desde el abordaje, no he vuelto a ver a Dorish Dam. Sé que se quedó en Lima, mas no me quiso decir dónde se iba a alojar. La busqué en vano por todas partes. No la encontré. A esta mujer la envolvía un solemne misterio…
Tengo en mi poder las páginas que me entregó en el barco y que ella ha titulado Confesiones de Dorish Dam. No sé por qué han temblado mis manos ante el contacto de los papeles que los hay de todos los colores. Seguramente, fue escribiendo al azar, en cualquier sitio, en cualquier momento, cuando su capricho la empujaba a dejar anotado en papel lo que iba viviendo.
Todavía no me he atrevido a leer las Confesiones de Dorish Dam. Es inaudita la pereza a pesar de que Dorish me ha interesado enormemente. ¿Será miedo o desilusión de saber de su vida puesto que ella ha dado a la mía una nota de profunda meditación?
Los muchachos vocean por las calles «El Comercio». Vocean: «El suicidio de una noble dama».
Mi corazón ha dado un brusco vuelco de angustia: me he quedado muda… Los muchachos siguen voceando: «El extraño caso de Dorish Dam».
La boca se me puso amarga y los ojos se me humedecieron y entre mí repetía: ¿Dorish, pero fue cierto lo que me dijiste? «Voy a hacer un largo viaje, pero no sé en qué estación he de quedarme, si en el Purgatorio, el Cielo o el Infierno». Dorish, ¿en qué solemne misterio te envolvió la vida? ¿Eras tan aventurera que quisiste ir a la última aventura de la vida que es la muerte? ¿Quién te inoculó la sangre del pecado? No sé cómo juzgar el último acto de tu vida si de heroico o de cobarde. Yo creo que es mitad heroísmo y mitad cobardía. Sí, heroico, porque te has ido a lo desconocido, penetrando al misterio; y de cobardía, porque has sido débil al no soportar la lucha de la balumba de tentaciones que danzan incesantemente en el mundo terrestre. Pero, con todo, el suicida es un admirable y formidable loco, es un enfermo de sensaciones. Quién sabe qué espíritu malévolo o divino le tira de la mano…
Dorish, ¿tan pronto te cansaste de la jornada de tu vida? ¿Sangraron mucho tus plantas de zigzagueo del camino? ¿Fue tan pesada la cruz que doblegó tus hombros y rendida del peso protestaste de ella? ¿Fue intencional o sin querer penetraste por todas las puertas del pecado? ¿Fue que caíste al abismo descuidadamente o alguien te arrojó a él? Si así fue ¿por qué no te levantaste de la fatal caída y te erguiste como águila o león y devoraste al traidor? ¿O te gustó la caída y te quedaste ahí para que los demás se rieran de ti haciendo de tu persona un cínico instrumento? ¿Acaso te vendaron y te lanzaron al mundo al azar, a la merced de los payasos y los vampiros? Pero ¿y tu alma y tu corazón qué hicieron? ¿Protestaron, consintieron? No lo sé, Dorish. Eras demasiado bella para ser buena y demasiado sensible para ser mala. ¿Había en tu persona una doble naturaleza? Dorish, ¿o fuiste una mártir o una criminal? Lo ignoro aún. Voy a dar lectura a tus confesiones.
Principian así: