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CAPÍTULO I

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1. Así como la poesía está dividida en versos, como, por ejemplo, los versos cortos1, los hexámetros y los otros, así también la prosa está dividida y diferenciada en los llamados «miembros» (kṓla)2, que, por así decirlo, conceden reposo al que habla y al tema mismo; ponen límites en muchos lugares a lo que se dice, pues de otra manera el discurso sería largo e ilimitado y dejaría simplemente sin respiración al orador.

2. Estos miembros quieren señalar el final de un pensamiento, unas veces un pensamiento completo, como hace Hecateo3 al principio de su historia: «Hecateo de Mileto narra de la siguiente forma». Aquí un pensamiento completo es abarcado por un miembro completo y ambos terminan a la vez. Sin embargo, a veces, el miembro no concluye un pensamiento completo, sino una parte completa del total. Porque, así como el brazo, que es un todo en cierto modo, tiene partes, como los dedos y el antebrazo, que son a su vez ellos mismos un todo, desde el momento que cada una de estas partes tiene sus propios límites y sus partes propias, así también un pensamiento completo, cuando es grande, puede comprender en sí un número de partes que son en sí mismas también completas.

3. Un ejemplo lo tenemos en el principio de la Anábasis de Jenofonte4 desde «De Darío y Parisátide» hasta «el más joven Ciro». Todo forma un pensamiento completo. Cada uno de sus dos miembros son partes del mismo, pero dentro de sus límites cada uno comprende una idea completa. Así: «De Darío y Parisátide nacieron dos hijos». Este pensamiento está completo en sí mismo, es decir, que Darío y Parisátide tuvieron dos hijos. Lo mismo ocurre con el segundo miembro: «El mayor era Artajerjes, el más joven Ciro». De modo que, como yo sostengo, el miembro comprende totalmente un pensamiento, que es un pensamiento completo o una parte del mismo que forma un todo.

4. No hay que hacer los miembros muy largos, pues, en ese caso, la composición resulta pesada y difícil de seguir. Incluso la poesía, a no ser en raras ocasiones, no usa versos más largos que el hexámetro, pues sería absurdo que un verso no tuviera un final y que al terminar el verso nos hubiéramos olvidado de cuándo empezó. Pero, si los miembros largos no convienen a la prosa debido a su carácter pesado; tampoco convienen los miembros breves, ya que el resultado sería la llamada composición «árida», como por ejemplo: «la vida es breve, el arte largo, la oportunidad pasajera»5. La composición aparece desmenuzada y cortada, y no impresiona por ser todo tan menudo.

5. Algunas veces es apropiado el uso de un miembro largo, por ejemplo en los pasajes elevados, como cuando Platón6 dice: «A veces la divinidad misma guía la marcha de todo el universo y le ayuda a dar vueltas». Aquí la longitud del miembro se puede decir que contribuye a la elevación del pasaje. Es por esto por lo que el hexámetro es llamado heroico por su longitud y es apropiado a los temas heroicos. La Ilíada de Homero no estaría escrita de forma apropiada en los versos cortos de Arquíloco7, como por ejemplo:

Báculo triste

y

¿Quién trastornó tu mente?,

ni en los versos de Anacreonte8, como:

Trae agua, trae vino, muchacho.

Pues es el ritmo propio de un anciano ebrio, pero no de un héroe luchador.

6. A veces, por los motivos aludidos, un miembro largo puede ser apropiado; otras veces lo será un miembro breve, como cuando hablamos de algo pequeño. Jenofonte9, por ejemplo, dice del río Teleboas, cuando los griegos llegaron a sus orillas: «Éste no era grande, pero sí hermoso». Con la pequeñez y la ruptura del ritmo se pone de manifiesto al mismo tiempo la pequeñez del río y su belleza. Si, extendiendo la frase, hubiera dicho: «Éste por su tamaño era menor que la mayoría de los ríos, pero por su belleza los superaba a todos», hubiera perdido en naturalidad y tendríamos lo que llamamos un estilo «frío»10. De la frialdad, sin embargo, se ha de tratar más adelante.

7. En los pasajes enérgicos se pueden emplear también los miembros cortos. Pues es más vigoroso y más intenso lo que se dice en pocas palabras. Por eso los lacedemonios son concisos al hablar a causa de su vehemencia. Las órdenes se dan en un lenguaje conciso y breve, y todos los señores se expresan con monosílabos al dirigirse a su esclavo. La súplica, por el contrario, y la lamentación son prolijas. En Homero11, las súplicas son cojas y rugosas debido a su lentitud, que es tanto como decir a su prolijidad, y los ancianos son prolijos debido a su debilidad.

8. Un ejemplo de composición breve: «Los lacedemonios a Filipo: Dionisio12 en Corinto». Una expresión tan breve es mucho más fuerte que si ellos alargándola hubieran dicho: «Dionisio, aunque en cierta ocasión fue un tirano poderoso como tú, ahora vive como una persona privada en Corinto». Esta frase, por sus muchos detalles, no se parece en nada a un reproche, sino a una narración y sugiere más una información que una intimidación. La pasión y la energía de la expresión se pierden al extenderse de este modo. Así como los animales salvajes se encogen para atacar, así obraría la concentración de un discurso que, por así decirlo, se esparciera para incrementar su fuerza.

9. En la composición tal brevedad se llama «frase» (kómma). Una frase se define así: «Lo que es menor que un miembro». Por ejemplo, las palabras que hemos citado anteriormente: «Dionisio en Corinto» y los dichos de los sabios: «conócete a ti mismo» y «sigue a la divinidad». La brevedad conviene a las sentencias y a las máximas. Es un signo de una inteligencia superior el resumir muchos pensamientos en una frase pequeña, así como en las semillas están en potencia árboles enteros. Si uno alargara una máxima en toda su extensión, tendría una lección y una pieza retórica, en lugar de una máxima.

10. De la unión de tales miembros y frases unos con otros se forman los llamados «períodos» (períodoi). Pues el período es la unión de miembros o frases diestramente dispuestos en relación con el pensamiento que ha de ser expresado. Por ejemplo: «Sobre todo, porque pienso que es de interés para la ciudad el que se derogue la ley y, después, por el hijo de Cabrias, me he comprometido para defender, lo mejor que yo pueda, el caso de estos clientes»13. Este período que consta de tres miembros tiene un cierto redondeamiento y concentración al final.

11. Aristóteles14 define el período del modo siguiente: «Período es una expresión que tiene principio y fin», realizando una definición muy bella y apropiada. Pues, al usar la palabra «período», indica en seguida que allí ha habido un principio en un punto y que habrá un final en otro y que uno se apresura hacia un fin, como los corredores al partir. Pues con la salida de éstos se muestra al mismo tiempo la meta de la carrera15; de ahí que el nombre de «período» sea comparado a caminos que son en círculo y serpentean. En resumen, se puede decir que el período no es otra cosa que una especie de composición. Ciertamente, si se destruye su forma periódica y se cambia el orden, el contenido permanece el mismo, pero no habrá ya período. Como si, por ejemplo, uno, introduciendo alguna modificación en la frase citada de Demóstenes, dijera así: «Yo defenderé a estos clientes, oh atenienses. Pues el hijo de Cabrias es amigo mío y mucho más que éste lo es la ciudad, cuya causa es justo que defienda»16. Aquí ya no se encuentra por ningún sitio el período.

12. El origen del período es el siguiente. Un estilo se llama «enlazado» y es el que está compuesto de períodos. Se halla en los artificios retóricos de la escuela de Isócrates, de Gorgias y de Alcidamante17, en todos los cuales los períodos se suceden unos a otros con igual regularidad que los hexámetros en la poesía de Homero. El segundo estilo se llama «suelto», pues los miembros de que está compuesto no están estrechamente unidos. Un ejemplo es el estilo de Hecateo, de la mayoría de los libros de Heródoto y, en general, todo el estilo antiguo. He aquí un ejemplo: «Hecateo de Mileto narra de la siguiente forma: Yo escribo estas cosas como a mí me parece que son verdad. Pues los relatos de los griegos, tal y como a mí me parecen, son muchos y ridículos»18. Aquí los miembros parecen amontonarse unos sobre los otros sin conexión ni soporte, sin prestarse ayuda mutua, como ocurre en los períodos.

13. Los miembros en un estilo periódico se parecen ciertamente a las piedras que soportan techos abovedados y se mantienen unidas. Los miembros de un estilo «suelto», por el contrario, se parecen a piedras que han sido puestas sin más, unas junto a otras, y que se encuentran desunidas.

14. Por ello, el estilo de tiempos antiguos tienen algo de pulido y sin adornos, como las estatuas arcaicas, cuyo arte parece consistir en una gran sencillez. Por el contrario, el estilo de los escritores de época posterior, se parece a las esculturas de Fidias, que revelan a la vez grandeza y perfección.

15. A mí me parece que todo el discurso no debe estar compuesto por períodos, como en el caso de Gorgias, ni tampoco ser completamente suelto, como en las obras antiguas, sino que debe ser una combinación de ambos estilos. De esta forma será a la vez elaborado y simple, y tendrá el atractivo de los dos, sin ser demasiado vulgar ni demasiado artificial. Las cabezas de los oradores, que emplean períodos en abundancia, no se sostienen, como la de los borrachos, derechas, y los oyentes se marean a causa de lo inverosímil del discurso. A veces, incluso chillan y van declamando por anticipado los finales de los períodos, porque los saben de antemano.

16. Los períodos más cortos constan de dos miembros, los más largos de cuatro. Cualquiera que tuviese más de cuatro no estaría dentro de la proporción debida del período.

17. Hay períodos también de tres miembros y otros que tienen un miembro, que se llaman períodos simples. Cuando un miembro tiene una cierta longitud y está redondeado al final, entonces forma un período «unimembre» (de un solo miembro). Por ejemplo: «Ésta es la exposición de las investigaciones de Heródoto de Halicarnaso»19, y de nuevo: «la expresión clara inunda de luz las mentes de los oyentes»20. El período simple tiene dos propiedades: su longitud y su final redondeado. Si falta una de las dos, no hay período.

18. En los períodos compuestos el miembro final debe ser más largo que los demás, como si incluyera y encerrase a los otros. Así el período será elevado y majestuoso, al terminar con un miembro majestuoso y largo. Si no es así, será cortado y como vacilante. He aquí un ejemplo de este período: «Lo hermoso no es decir cosas hermosas, sino que el orador ponga en práctica sus palabras»21.

19. Hay tres clases de períodos: histórico, conversacional y retórico. El histórico no debe ser demasiado redondeado ni demasiado suelto, sino estar entre los dos; estar construido de tal forma que no parezca retórico ni poco convincente a causa de su forma redondeada, sino que su majestuosidad y poder de exposición le vengan de su simplicidad. Como en: «De Darío y Parisátide nacieron» hasta «el más joven Ciro»22, pues la cadencia de este período se parece a una terminación firme y segura.

20. La forma de un período retórico es entrelazada y redondeada; necesita de una abertura de la boca redonda y de una mano que gire con el ritmo. Por ejemplo: «Sobre todo, porque pienso que es de interés para la ciudad el que se derogue la ley y, después, por el hijo de Cabrias, me he comprometido para defender lo mejor que yo pueda el caso de estos clientes»23. Casi desde el principio tal pensamiento contiene algo entrelazado y una señal de que no tendrá un final simple.

21. Período conversacional se llama a aquel que es todavía más suelto y más simple que el histórico, y que apenas muestra que es un período. Por ejemplo: «Bajé ayer al Pireo» hasta «que celebraban ahora por vez primera»24. Los miembros se echan encima unos de los otros, como en el estilo suelto, y cuando vemos que estamos al final descubrimos sólo con dificultad que lo que hemos dicho era un período. Es necesario, pues, que el período conversacional, por su forma, esté entre el estilo suelto y el periódico y sea una mezcla igual de ambos. Tales son los distintos tipos de períodos.

22. Hay períodos formados también por miembros opuestos, cuya oposición puede residir en el tema, como: «navegando a través del continente y marchando sobre el mar»25, o en ambos, en la expresión y en el tema, como ocurre en este mismo período citado.

23. Miembros opuestos sólo por las palabras los tenemos cuando se compara a Helena con Heracles y se dice: «a él le dio Zeus una vida laboriosa y llena de peligros, a ella le concedió una belleza admirable y causa de contiendas»26. Aquí el artículo se opone al artículo, la conjunción a la conjunción, lo semejante a lo semejante y todo de este modo. «Dio» a «concedió», «laboriosa» a «admirable» y «causa de contiendas» a «llena de peligros», y, en general, una cosa se opone a la otra, lo semejante a lo semejante; es un paralelismo total.

24. Hay miembros que, aunque no sean opuestos, muestran una cierta antítesis por la forma antitética en la que están escritos. Así, por ejemplo, el gracioso pasaje de Epicarmo: «Tan pronto estaba yo entre ellos, como junto a ellos»27. Las dos veces se dice lo mismo y no hay oposición alguna. La forma de la frase imita una antítesis y parece a alguien que quiere inducir a error. Pero Epicarmo probablemente usó la antítesis para hacer reír y también para burlarse de los rétores.

25. Existen miembros simétricos (parómoia), cuya simetría puede estar al principio, como en:

Ellos eran aplacables con los dones y accesibles a los ruegos 28

o al final, como en el pasaje que abre el Panegírico: «Con frecuencia admiré a los que convocaron las asambleas y a los que establecieron los juegos gimnásticos»29. Una clase de miembros simétricos es el isokṓlon, cuando los miembros tienen igual número de sílabas, como en el pasaje de Tucídides: «Pues ni a quienes se pregunta niegan su profesión, ni aquellos que quieren enterarse la reprueban»30. Éste es un ejemplo de isokṓlon.

26. Homoiotéleuta son miembros que tienen igual terminación. Pueden terminar con las mismas palabras, como en: «tú eres el que cuando él vivía hablabas mal de él y ahora que está muerto escribes mal de él»31, o pueden terminar con la misma sílaba, como en el pasaje mencionado del Panegírico.

27. El empleo de tal clase de miembros es arriesgado. No es apropiado al orador de estilo vehemente, pues la sutileza y el cuidado con el que están hechos destruyen su vehemencia. Teopompo nos lo muestra claramente cuando, criticando a los amigos de Filipo, dice: «siendo asesinos por naturaleza, eran libertinos en sus costumbres; se llamaban camaradas, pero en realidad eran concubinas»32. La igualdad de los miembros y la antítesis debilitan la vehemencia del pasaje a causa de su amaneramiento. Porque la indignación no necesita del arte, sino es preciso que en tales invectivas las palabras sean en cierto modo espontáneas y simples.

28. Tales recursos, pues, no son necesarios, como he demostrado, en los pasajes vehementes ni en los que expresan estados emocionales, ni en descripciones de carácter. Tanto las emociones como también las descripciones de carácter quieren ser simples y naturales. Por ejemplo, en los libros de Aristóteles Sobre la justicia, en los que se queja de la ciudad de Atenas, si dijera así: «¿Qué ciudad tomaron a los enemigos igual a su propia ciudad, que ellos perdieron?»33, hubiera hablado con pasión y sentimiento. Pero si hubiera construido miembros simétricos y hubiera dicho: «¿Qué ciudad de sus enemigos pudieron ellos conquistar igual a la propia ciudad que ellos no pudieron conservar?»34. Por Zeus, que no hubiera movido a piedad ni a compasión, sino a lo que se llama «risa entre lágrimas». Ya que usar falsos artificios en los pasajes emocionales no es mejor que aquello que dice el proverbio: «Bromear en un funeral».

29. Sin embargo, alguna vez, este empleo es útil, como cuando dice Aristóteles: «Yo fui desde Atenas a Estagira a causa del gran rey, y desde Estagira a Atenas a causa de la gran tormenta»35. Si, por ejemplo, suprimes el segundo «gran», destruirás también el encanto de la frase. Tales miembros tienden a un estilo sublime como las numerosas antítesis de Gorgias y de Isócrates. Esto en relación con los miembros simétricos.

30. El «entimema»36 se diferencia del período en que éste es una composición circular de la que deriva su nombre, y aquél tiene su fuerza y su formación en el pensamiento. El período incluye al entimema del mismo modo que comprende a los otros asuntos, pero el entimema es un pensamiento expresado por una disputa o como una consecuencia lógica.

31. Una prueba de lo anterior es lo siguiente. Si destruyes la composición del entimema, has hecho desaparecer el período, pero el entimema permanece intacto. Si, por ejemplo, uno rompiera el siguiente entimema de Demóstenes: «Del mismo modo que si alguno de aquellos hubiera sido condenado, tú no habrías propuesto este decreto, así, si tú eres condenado ahora, otro no lo propondrá»37. Si lo escribiera así: «No confiéis en los que hacen proposiciones ilegales, pues si se les hubiera impedido, éste no propondría ahora estos decretos, ni ningún otro los hará en el futuro, si ahora éste es condenado». Aquí la forma circular del período ha sido destruida, pero el entimema se mantiene en donde estaba.

32. En general, el entimema es una especie de silogismo retórico y el período no supone ningún tipo de reflexión, solamente es una combinación de palabras. También ponemos períodos en cualquier parte del discurso, por ejemplo en los proemios, pero no los entimemas. El uno, el entimema, es como una consecuencia, mientras que el período es autónomo. El primero es como un silogismo incompleto, mientras que el segundo no es un silogismo ni completo ni incompleto.

33. Puede suceder que un entimema sea a la vez un período, porque su construcción sea periódica, pero no es un período. Así, un edificio puede suceder que sea blanco, si lo es por casualidad el color de sus materiales, pero un edificio no es necesariamente blanco. Esto es lo que se puede decir sobre las diferencias entre un entimema y un período.

34. Aristóteles define así el miembro (kṓlon): «Un miembro es una de las dos partes de un período», y después añade: «Hay también un período simple»38. Al definirlo así: «una de las dos partes», quería decir claramente que el período tenía dos miembros. Y Arquedemo, combinando la definición de Aristóteles y su adición a la misma, lo describía de una forma más clara y completa así: «Miembro es o un período simple o parte de un período compuesto»39.

35. Ya se ha dicho qué es un período simple. Al decir que el miembro es una parte de un período compuesto, no parece que Arquedemo limite el período a dos miembros, sino que puede tener tres o un número mayor. Nosotros hemos expuesto los límites propios del período, ahora vamos a hablar de las clases de estilo.


1 Mejor que hemistiquios, ya que pensamos que la referencia métrica es más general. De todas formas el texto y la interpretación son dudosos. Cf., por ejemplo, INNES, Ancient..., pág. 173. ORTH traduce trimeter, y DURASSIER, dimètres.

2 Sobre este término, sobre períodos y kómma, cf. J. MARTIN, Antike Rhetorik, Munich, 1974, págs. 316-320. En general, sobre la composición o estructura de la frase, cf. la misma obra, páginas 315-318. Para los términos técnicos empleados en Sobre el estilo es imprescindible todavía el libro de R. VOLKMANN, Die Rhetorik der Griechen und Römer, Hildesheim, 1963 (Leipzig, 1885), y muy útil el citado de Martin, a pesar de tratarse de una obra incompleta y publicada tras la muerte de su autor. En castellano se puede consultar la traducción de la obra de LAUSBERG, citada en la Bibliografía.

3 Fr. 332 (Müller).

4 Anábasis I 1: Daréiou kai Parysátidos gígnontai páides dýo, presbýteros men Artaxérxes neṓteros de Kýros.

5 HIPÓCRATES, Aforismos I 1. El pasaje completo en RHYS ROBERTS, Demetrius..., pág. 212. El aforismo continúa diciendo: la experiencia, engañosa, y el juicio, difícil.

6 Político 269 C.

7 Los dos fragmentos que se citan a continuación son el 89 y 94) (Bergk 4). La medida de los versos griegos es: _ _ _, y _ _ _ _ _ ̮ _.

8 Fr. 396 (Page). La medida en griego de este verso es: _ _ _ _.

9 Anábasis IV 4, 3. Cf. el párrafo 121. La cita no es exacta, como ocurre en otros pasajes empleados por Demetrio para ilustrar su doctrina. Parece citar de memoria, y nosotros, en adelante, sólo de vez en cuando haremos alusión a este detalle en notas sucesivas. El ritmo de la frase, aquí estudiada, cinco troqueos que siguen a una sílaba larga, parece haber sido considerado por toda la crítica griega como un ritmo entrecortado, no apropiado a un tema noble, dice GRUBE, A Greek critic..., pág. 62.

10 Sobre este estilo cf. los párrafos 114 ss.

11 Ilíada IX 502.

12 Dionisio II, tirano de Siracusa. Acogió en su corte a hombres como Platón, Esquines, Aristipo, etc. Después de enfrentarse militarmente a Dión y Timoleón, se rindió a este último y consiguió un salvoconducto para ir a Corinto, en donde vivió muchos años. Cf. nota 1 a la traducción de Sobre lo sublime.

13 DEMÓSTENES, Contra Leptines 1.

14 Retórica III 9, 1409 a 35.

15 Esto era así, porque el corredor volvía al punto de partida, que era también la meta.

16 DEMÓSTENES, Contra Leptines 1.

17 Rétor y sofista nacido en Elea de Asia. Seguidor ortodoxo de Gorgias, concedió gran importancia al poder de improvisación. Entre sus obras perdidas destacaba el Museo, una recopilación en la que se encontraba el certamen entre Homero y Hesíodo.

18 HECATEO, Fr. 332 (Müller). Cf. el párrafo 2.

19 HERÓDOTO, I 1.

20 Autor desconocido.

21 Autor desconocido.

22 JENOFONTE, Anábasis I 1. Cf. el párrafo 3.

23 DEMÓSTENES, Contra Leptines I. Cf. los párrafos 10 y 11.

24 PLATÓN, República I 327 A. El pasaje platónico completo es: «Bajé ayer al Pireo, acompañado de Glaucón, hijo de Aristón, en parte para orar a la diosa y en parte también para ver cómo hacían la fiesta, que celebraban ahora por primera vez».

25 ISÓCRATES, Panegírico 89. Se refiere al puente sobre el Helesponto y al canal a través del monte Atos, mandados construir por Jerjes en su avance sobre Grecia.

26 ISÓCRATES, Encomio de Helena 17.

27 Fr. 147 (Kaibel). Epicarmo, comediógrafo siciliano de Siracusa (s. v. a. de C.) y contemporáneo de Hierón, según Aristóteles (Poética 1449b5), introdujo el argumento (mthos) en sus comedias, de las que se conservan los títulos de 35.

28 HOMERO, Ilíada IX 526. Habla Fénix a Aquiles. En griego se aprecia bien la figura con palabras de igual terminación al principio de cada frase: dōrētoí te pélonto, parárrētói t’epéessin.

29 ISÓCRATES, Panegírico I. De nuevo el original griego es imprescindible para comprender la figura; las palabras con que finalizan las frases son: synagagóntōn y katastesántōn.

30 I 5. En griego hay igual número de sílabas en las dos frases, como lo hemos intentado en la traducción castellana.

31 Autor desconocido.

32 Fr. 249 (Müller). En castellano, como en griego, hemos construido dos miembros de igual número de sílabas, conservando la antítesis posterior. Teopompo de Quíos (s. IV a. de C.) fue discípulo de Isócrates; sólo nos quedan fragmentos de dos obras suyas, de las Hellēniká y las Philippiká.

33 Fr. 82 (Rose).

34 En griego la primera frase termina en élabon y la segunda en apélabon. Esta simetría es la que rechaza el autor.

35 Fr. 669 (Rose). En el original griego ambas frases terminan en ton mégan. Cf. el párrafo 154.

36 Sobre el «entimema» cf. ARISTÓTELES, Retórica 1, 2, 1356 b.

37 Contra Aristócrates 99.

38 ARISTÓTELES, Retórica III 9, 1409b16. Cf. nota 2.

39 Fr. Probablemente se refiere a Arquedemo de Tarso, filósofo estoico, discípulo quizá de Diógenes de Babilonia, que vivió hacia el año 130 a. de C.

Sobre el estilo. Sobre lo sublime

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