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NUESTRA TRADUCCIÓN
ОглавлениеDesde la segunda mitad del pasado siglo, al calor del debate historiográfico acerca de Diodoro y su obra y su rehabilitación crítica, han proliferado las traducciones a varias lenguas modernas de los libros que nos ocupan. Entre las bilingües destacan la traducción pionera al inglés, completa y en doce tomos, de la Loeb Classical Library (London-Cambridge Mass., 1953-1967) a cargo de C. H. Oldfather, C. L. Sherman, C. B. Welles et alii; y en francés, la supervisada por François Chamoux de las que tenemos para nuestro período el libro XVIII (P. Goukovsky, 1978) y XIX (Fr. Bizière, 1975), así como los fragmentos de los libros XXI-XXVI (P. Goukowsky, 2006), pero no el libro XX. Completa también es la italiana, coordinada por el profesor Ambaglio (Rusconi, Milano, 1985-2008); pero también de la editorial Sellerio de Palermo disponemos de un volumen con los libros XVIII-XX (D. P. Orsi, I. Labriola y P. Martino, 1993) y XXI-XL (P. Martino, 2000). Recientemente ha concluido la publicación íntegra de los libros de Diodoro en la Bibliothek der griechischen Literatur (O. Veh, Th. Nothers, W. Will et alii, Hiersemann-Verlag, Stuttgart, 1992-2009).
La traducción en la Biblioteca Clásica Gredos, con cinco volúmenes ya editados, libros I-III (F. Parreu Alasá, Madrid, 2001), IV-VIII, IX-XII y XIII-XIV, XV-XVII (Madrid, 2004, 2006, 2008 y 2012, respectivamente, a cargo de J. J. Torres Esbarranch), avanza con buen ritmo y se está trabajando en el último, con los fragmentos. Nuestra traducción va acompañada de notas a pie de página que tratan, fundamentalmente, de cuestiones de historia, prosopografía, cronología, equivalencias de medidas y reenvíos internos.
1 Esta parte de la introducción se centra específicamente en los tres libros de la Biblioteca Histórica que presenta este volumen. Para una noticia biográfica de Diodoro, aspectos generales de su obra y una bibliografía más completa, véase la Introducción de F. PARREU ALASÁ, Diodoro de Sicilia. Biblioteca Histórica Libros I-III (BCG 294), Madrid, 2001. La traducción del texto que reproducimos es de esa edición.
2 La lengua de Diodoro no presenta especiales problemas de comprensión. El vocabulario también es sencillo, propio de la koiné de su época. No obstante, algún excurso, como la descripción del carro fúnebre de Alejandro Magno, está lleno de tecnicismos y detalles que probablemente se encontraban ya en la fuente que Diodoro usó. Los estudiosos han destacado, igualmente, la originalidad de los proemios que encabezan cada uno de los libros que se conservan. Cf., en general, K. S. SACKS, «The Lesser proemia of Diodorus Siculus», Hermes 110 (1982), 434-442; y más en concreto, I. ACHILI, Il Proemio del Libro 20 della «Biblioteca Storica» di Diodoro Siculo, Lanciano, 2012.
3 También Diodoro es la fuente más coherente y completa que tenemos para la época clásica y sin él sería imposible escribir sobre la historia de Sicilia o sobre la hegemonía ateniense durante la pentecontecia (480-431 a. C.) y la guerra del Peloponeso. Esta importancia de Diodoro de Sicilia ha sido justamente valorada en los últimos años. Cf. P. GREEN, Diodorus Siculus. Books 11-12.37.1. Greek History, 480-431 BC. The Alternative version, Austin, 2006; Diodorus Siculus, The Persian Wars to the Fall of Athens: Books 11-14.34 (480-401 BCE), Austin, 2010.
4 Concretamente los libros XIII-XV de este epítome cubren el período que va desde la muerte de Alejandro Magno hasta la muerte de Casandro (323-297 a. C.).
5 Diodoro es, de nuevo, nuestra fuente principal para la vida y la carrera de Jerónimo de Cardia: DIOD., XVIII 42, 1, 50, 4; XIX 44, 3 y 100, 1-3 = FGrH 154 (JERÓNIMO DE CARDIA) T 3-6. Sobre el uso de la obra histórica de Jerónimo en Diodoro, cf. I. L. MERKER, «Diodorus Siculus and Hieronymus of Cardia», Ancient History Bulletin 2 (1988), 90-93; y R. H. SIMPSON, «Abbreviation of Hieronymus in Diodorus», American Journal of Philology 80 (1959), 370-379. Sobre Jerónimo de Cardia en general, cf. J. HORNBLOWER, Hieronymus of Cardia, Oxford, 1981.
6 La mayoría de los fragmentos de Duris de Samos proceden de citas de Ateneo y Plutarco. Sobre Duris de Samos, cf. R. B. KEBRIC, In the Shadow of Macedon: Duris of Samos, Wiesbaden, 1977; y F. LANDUCCI GATTINONI, Duride di Samo, Roma, 1997. Otro importante historiador para este período cuya obra no se ha conservado, pero que Diodoro menciona en otros libros, es Diyllus de Atenas, que trató los eventos de Grecia y Sicilia en veintiséis libros desde el año 356 a. C. hasta el año 297 a. C. Cf. DIOD., XVI 14, 5; 76, 6 y XXI frag. 5. Finalmente hay que mencionar a Demócares, sobrino del orador Demóstenes, que, en línea con su tío, fue un firme enemigo de los tiranos de Atenas, como Demetrio Poliorceta y Demetrio de Falera
7 El Marmor Parium, en sus lacónicas indicaciones, preserva los principales eventos acaecidos entre el 323 a. C. y 302/301 a. C. La Crónica de los diádocos da cuenta de los sucesos acaecidos entre el cuarto año del reinado de Filipo III (320/319 a. C.) y el octavo año del reinado de Alejandro IV (309/308 a. C.). Para una visión general de esas fuentes, cf. M. M. AUSTIN, The Hellenistic World from Alexander to the Roman conquest. A selection of ancient sources in translation, Cambridge (MΑ), 2006 (2.a edición aumentada); R. S. BAGNALL y P. DEROW, The Hellenistic Period: Historical Sources in Translation, Maiden (MA), 2004. Para el uso de estas fuentes en Diodoro de Sicilia, cf., en general, R. DREWS, «Diodorus and His Sources», The American Journal of Philology 83 (1962), 383-392; y, en concreto, C. BOTTIN, «Les sources de Diodore de Sicile pour l’histoire de Pyrrhus, des successeurs d’Alexandre le Grand et d’Agathocle», Revue belge de philologie et d’histoire 7 (1928), 1.307-1.327; M. J. GELLER, «Babylonian Astronomical Diaries and Corrections of Diodorus», Bulletin of the School of Oriental and African Studies 53 (1990), 1-7.
8 Por ejemplo, en DIOD., XVIII 44, 1, nuestro autor menciona el nombre del arconte de los años 319/318 a. C., Apolodoro, pero omite el nombre de los dos arcontes anteriores, Arquipo (321/320) y Neecmo (320/319) y de los cónsules para esos años y el vencedor de la carrera de las Olimpiadas del año 320 a. C. Cf. R. M. ERRINGTON, «Diodorus Siculus and the Chronology of the Early Diadochoi, 320-311 B. C.», Hermes 105 (1977), 478-504; L. C. SMITH, «The Chronology of Books XVIII-XX of Diodorus Siculus», American Journal of Philology 82 (1961), 283-290, y J. WALSH, «Historical Method and a Chronological Problem in Diodorus, Book 18», en P. WHEATLEY y R. HANNAH. Alexander & His Successors: Essays from the Antipodes, Claremont (CA), 2009, 72-87.
9 Como los acuerdos de Triparadiso. Véase en concreto, E. M. ANSON, «Diodorus and the Date of Triparadeisus», The American Journal of Philology 107 (1986), 208-217.
10 Por ejemplo en DiOD., XVIII 9, 1 y 18. 1 se dice que el decreto revocando el exilio de los griegos fue promulgado «poco antes» de la muerte de Alejandro, cuando realmente en un párrafo anterior (en XVIII 8, 3) ha dicho que la vuelta de los exiliados fue proclamada en los Juegos Olímpicos del año 324 a. C.; es decir, un año antes.
11 Los «sucesores», porque habían recibido (diadéchomai) el poder de Alejandro Magno.
12 Propiamente los «nacidos después» (epigígnomai), pues eran los hijos de los compañeros de Alejandro Magno.
13 En general, sobre el mundo helenístico, cf. S. M. BURSTEIN, The Hellenistic Age from the Battle of Ipsos to the Death of Kleopatra VII, Cambridge, 1985; C. MIRALLES, El helenismo: épocas helenística y romana de la cultura griega, Barcelona, 1989 (2.a edición); G. SHIPLEY, El mundo griego después de Alejandro. 323-30 a. C., Barcelona, 2001; G. PRÉAUX, Le monde hellénistique: La Grèce el l’Orient de la mort d’Alexandre à la conquête romaine de la Grèce. (2 vols.), París, 1978; F. W. WALBANK, A. E. ASTIN, M. W. FREDERIKSEN (eds.), The Cambridge Ancient History. 2nd edition. Vol. VII Part 1. The Hellenistic World, Cambridge, 1984. En concreto sobre el convulso período de los diádocos, cf. principalmente H. BEGNSTON, Die Diadochen. Die Nachfolger Alexanders (323-281 V. Chr.), Múnich, 1987; A. B. BOSWORTH, The Legacy of Alexander. Politics, Warfare, and Propaganda under the Successors, Oxford, 2002; M. J. FONTANA, Le Lotte per la successione di Alessandro Magno dal 323 al 315, Palermo, 1960; PH. HARDING, From the End of the Peloponnesian War to the Battle of Ipsos, Cambridge, 1985; W. HECKEL, The marshals of Alexander’s empire, Londres-Nueva York. 1992; y Who’s who in the Age of Alexander the Great. Prosopography of Alexander’s Empire, Malden (MA), 2006; J. ROMM, Ghost on the throne: the death of Alexander the Great and the war for crown and empire, Nueva York-Toronto, 2011; J. SEIBERT, Das Zeitalter der Diadochen. Darmstadt, 1983; R. WATERFIELD, Dividing the Spoils. The War for Alexander the Great’s Empire, Oxford, 2011.
14 F. HOLT, Alexander the Great and Bactria: the Formation of a Greek Frontier in Central Asia. (Mnemosyne Suppl. 104), Leiden-Nueva York, 1988. La Bactriana estuvo en manos de los seléucidas hasta mediados del siglo III a. C., cuando esta región se declaró independiente, creándose un nuevo reino greco-bactriano que sobrevivió hasta finales del siglo II d.C. Cf. F. HOLT, Thundering Zeus: the Making of Hellenistic Bactria, Berkeley, 1999.
15 Sobre la guerra Lamíaca, cf. O. SCHMITT, Der Lamische Krieg, Bonn, 1992. Sobre Foción y el régimen oligárquico que se instaló en Atenas tras ese desastre, cf. C. BEARZOT, Focione tra storia e trasfigurazione ideale, Milán, 1985, y L. TRITLE, Phocion the Good, Nueva York, 1988. Sobre la historia de Atenas en época helenística, cf. CH. HABICHT, Athens from Alexander to Antony, Cambridge (MA), 1997, y G. J. OLIVER, War Food and Politics in Early Hellenistic Athens, Oxford, 2007.
16 Sobre Pérdicas y su papel en esos convulsos primeros años, cf. M. RATHMANN, Perdikkas zwischen 323 und 320, Viena, 2005.
17 Sobre Olimpia, cf. J. C. CHIRINO, La reina de los cuatro nombres: Olimpia, madre de Alejandro Magno, Madrid, 2005; y E. CARNEY, Olympias. Mother of Alexander the Great, Londres-Nueva York, 2006.
18 Sobre el papel desempeñado por la mujer en el mundo helenístico, cf. D. OGDEN, Polygamy, prostitutes and death. The Hellenistic dynasties, Londres, 1999.
19 Para la vida de Eumenes de Cardia, cf. E. M. ANSON. Eumenes of Cardia. A Greek among Macedonians, Boston-Leiden, 2004.
20 Aparte de la ciudad de Antigonia en el Orontes, Antígono fundó otras «Antigonias» en Asia Menor, como la que posteriormente fue rebautizada como Nicea por Lisímaco (hoy Iznik) y Antigonia de la Tróade, rebautizada como Alejandría de la Tróade (cuyas ruinas se encuentran en la provincia turca de Çanakkale). Sobre estos dos personajes, cf. R. A. BILLOWS, Antigonos the One-Eyed ad the Creation of the Hellenistic State, Berkeley-Los Ángeles-Oxford, 1997; P. BRIANT, Antigone le Borgne, París, 1973; O. MÜLLER, Antigonos Monophthalmos und ‘Das Jahr der Könige’. Untersuchungen zur Begründung der hellenistischen Monarchien 306-304 v. Chr., Saarbrücken, 1972, y CL. WEHRLI, Antigone et Demetrios, Ginebra, 1968.
21 Ambas ciudades trataban de legitimar su poder en Macedonia y regenerar el reino. Casandrea, edificada sobre las ruinas de la antigua Potidea (arrasada por Filipo II en el 356 a. C.), recibió el nombre del propio fundador en el año 316 a. C.; mientras que Tesalónica, fundada en el 315 a. C., homenajeaba a la princesa argéada a la que había desposado Casandro. Sobre Casandro y el breve dominio de la dinastía que él fundó, cf. en particular, F. LANDUCCI GATTINONI, «Cassander’s Wife and the Legacy of Phillip II and Alexander III in Diodorus’ Library» en E. Carney, D. Ogden (ed.), Philip II and Alexander the Great: Father and Son, Lives and Afterlives, Nueva York-Oxford (2010), 113-121; y, más en general, del mismo autor antes mencionado, L’arte del potere. Vita e opere di Cassandro di Macedonia, Stuttgart, 2003.
22 Sin lugar a dudas Seutes III no era un don nadie. Ya en el año 331 a. C. sus hijos gozaban de la ciudadanía ateniense, quizá como una manera de legitimar sus pretensiones de alzarse con el poder independiente. Su ciudad, Seutópolis (Kazanluk), capital fundada en el 320 a. C., estaba en contacto con las principales colonias griegas del mar Negro e incluso con la propia Atenas, y con Tasos, cuyo afamado vino regaba las comidas de la mesa de la élite tracia. En aquella época el griego aparece usado como lengua oficial de su corte. Sobre Seutes III y el reino odrisio, cf. Z. H. ARCHIBALD. The Odrysian Kingdom of Thrace: Orpheus Unmasked (Oxford Monographs on Classical Archaeology), Oxford, 1998.
23 El primer encontronazo entre el rebelde Seutes y Lisímaco aparece en Diodoro de manera un tanto brusca: aparte de revisar las tropas de uno y otro bando, no da detalles del desarrollo de la lucha, la orografía del campo de batalla, la disposición de los ejércitos en combate o la táctica utilizada.
24 No debe confundirse, pues, este Agatocles con el tirano de Siracusa del mismo nombre.
25 Para la vida y obra de Lisímaco, cuyo estudio es imprescindible para comprender estos convulsos años, consúltese, además de la clásica monografía de H. S. LUND, Lysimachus. A Study in early Hellenistic kingship, Londres-Nueva York, 1992, la monografía en italiano de F. LANDUCCI GATTINONI, Lisímaco di Tracia nella prospettiva del primo ellenismo, Milán, 1992.
26 Para cuestiones más generales sobre el reino seléucida, cf. S. SHERWIN-WHITE, A. KUHRT, From Samarkhand to Sardis, Berkeley, 1993, y L. CAPDETREY, Le pouvoir séleucide. Territoire, administration, finances d’un royaume hellénistique (312-129 avant J. C.), Rennes, 2007.
27 La ciudad de Antioquía (Antakya) formaba parte de la tetrápolis siria, las cuatro ciudades que Seleuco I fundo en sus últimos años de reinado en Siria-Palestina: Antioquía, Seleucia Pieria, en la desembocadura del Orontes (cuyas ruinas se encuentran cerca de la moderna ciudad turca de Samandağ), Laodicea (Latakia, fundada en honor a su madre, Laodice) y Apamea (Afamiyya, fundada en honor a su esposa persa, Apama).
28 En época romana, Antioquía se convertiría en la tercera ciudad más poblada del imperio (después de la propia Roma y de Alejandría) y un centro cultural heleno que aún en el siglo IV a. C. produjo figuras tan relevantes como el prolífico escritor Libanio, quizá el último gran representante de la cultura pagana. Un terremoto la destruyó en el siglo VI a. C. y los cruzados y los otomanos la despojaron de prácticamente todos sus tesoros, pero el Museo Arqueológico de Antakya alberga una espléndida colección de mosaicos, que dan una idea del lujo cotidiano de los habitantes de la villa y sus suburbios. Cf., recientemente, CH. KONDOLEON, Antioch: The Lost Ancient City, Princeton, 2000; además de otras obras más clásicas como GL. DOWNEY, Ancient Antioch, Princeton, 1963.
29 J. D. GRAINGER, Seleukos Nikator: Constructing a Hellenistic Kingdom, Londres-Nueva York, 1990; A. MEHL, Seleukos Nikator und sein Reich, Lovaina, 1986.
30 Sobre Ptolomeo I, cf. W. E. ELLIS, Ptolemy of Egypt, Londres-Nueva York, 1994, y CH. A. CAROLI, Ptolemaios I. Soter – Herrscher zweier Kulturen, Constanza, 2007.
31 Sobre la ciudad de Alejandría, la monografía clásica sigue siendo P. M. FRASER, Ptolemaic Alexandria, Oxford, 1972. Sobre la famosa biblioteca de Alejandría, cf. L. CANFORA, The Vanished Library. A Wonder of the Ancient World, Berkeley-Los Ángeles, 1990: R. MACLEOD (ed.), The Library of Alexandria. Centre of Learning in the Ancient World, Nueva York-Londres, 2004 (2.a edición).
32 Ptolomeo I murió un año antes de que Lisímaco y Seleuco se enfrentaran en la batalla de Curupedion y este último saliera victorioso, haciéndose con toda Asia y Europa. Lógicamente, Seleuco puso sus miras en Egipto, pero su repentina muerte dio al traste con sus planes e inauguró una época de inestabilidad en su propio reino, que Ptolomeo II aprovechó para extender sus dominios por Siria-Palestina, Arabia, Asia Menor, Tracia, Chipre y las islas del Egeo. El reinado de Ptolomeo II es considerado el período más glorioso de la dinastía ptolemaica en Egipto. Cf. J. G. MANNING, The Last of the Pharaohs. Egypt Under the Ptolemies, 305-30 BC, Princeton-Oxford, 2010.