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Introducción

“El contra-peregrinaje”

en los versos de Donald Wellman

David Rich Gloucester, Massachusetts, USA

“MOUNT DESERT ISLAND”: INICIO DEL VIAJE LITERARIO DE DONALD WELLMAN

La costa de Maine está envuelta en un manto irregular y asimétrico, que se caracteriza por los dedos escleróticos de piedra que serpentean junto al tumultuoso y agitado Atlántico, formando ensenadas, estrechos, bahías y abismos de agua, y se posa como una cabeza de tulipán abatido. Configura, de esta manera, una de las islas más extensas en la costa oriental de los Estados Unidos: Mount Desert Island, un espacio que emerge en medio de las aguas del océano como un tubérculo enorme de granito de un tamaño de unos 280 kilómetros cuadrados. Habitada por una insignificante población de unos 10.000 habitantes, casi la mitad de su territorio forma parte de un plan de preservación de la naturaleza, núcleo principal del Parque Nacional de Acadia.

En este paradisíaco emplazamiento, los bosques, que siempre mantienen su verdor, se deslizan hacia la orilla del océano y junto con las morrenas son testigos de las enormes placas de los glaciares que hace tiempo han ido paulatinamente retrocediendo. Y es aquí, en Mount Desert Island y en las islas más pequeñas que la rodean donde el poeta Donald Wellman sitúa el inicio de su viaje literario a lo largo de la costa de Nueva Inglaterra, una costa golpeada y maltratada por las olas y el viento.

La percepción de la realidad a través del sentido de la vista

A partir de estos entrañables y cercanos lugares, el poeta inicia un periplo de su vida y una parte importante de su obra poética, de su labor cotidiana y de peregrinaje que, en realidad, es un “contra-peregrinaje” que Wellman describe y asemeja al despegue de una gaviota:

Flight seems so simple at first

It pulls or pushes the body

headfirst into time

not by the feet

But the wings clearly spread

open / as they shd

So the limbs grow all ways

into a milk-blue soul

And the horizon snares the oarsman

passing through the starting point

For the start is not less

because / hunger

like a newborn

cries

Estos versos son extraídos de su poema “Beginning at the Shore” y nos muestran dos metáforas centrales que se entrelazan a lo largo de la obra poética y crítica de Wellman: en primer lugar, la idea de que al escribir un poema tenemos como objetivo principal detallar la percepción visual del paisaje. A continuación, sobresale la figura del remero, coordinando el movimiento de avanzar con la vista y el ritmo de los remos. De este modo, el autor sugiere que (el remero) debe guiarse por lo que percibe a través de los ojos al igual que la gaviota, cuya presencia es típica y omnipresente en la costa de Nueva Inglaterra.

Desde 1981 Wellman ha privilegiado en su obra poética metáforas acerca de la grandiosidad y percepción del paisaje, que han quedado reflejadas en el primer número de la publicación de su revista O.ARS, que, por cierto, él mismo inició. En su editorial dejó constancia de su criterio sobre las nuevas corrientes poéticas: The new poetics, like the old, musty strip off the protective gauze of justification. The work of poetry is to help us to see.6 Desde esta perspectiva, el objetivo de la poesía, para Wellman, es ayudar a vislumbrar y ver la realidad.

La figura del remero emerge en esa fecha inicial, facilitando e inspirando, de este modo, el título de la revista, O.ARS (oars = remos). Además, percibimos el perfil de un hombre con los ojos fijos en el paisaje y, a continuación, a un ser humano involucrado en un esfuerzo rítmico próximo a la danza. Querría haber escrito que el remero sigue su curso “con los ojos fijos en el horizonte”. Sin embargo, Wellman en el prólogo del libro Prolog Pages (2009) nos desvela que:

Horizons give perspective.

Here they have been abolished.

En la orilla originaria del amanecer, Wellman describe el llanto de un recién nacido, como un gemido de hambre; es el hambre por indagar en los lazos invisibles que unen el yo a la Tierra, a la Historia y al Tiempo. Estos hilos tienen sus orígenes en una urdimbre generativa, una bruma primordial que aún continua. Desde esta reflexión, apreciamos también uno de los paralelismos existentes entre Wellman y el poeta modernista norteamericano, Charles Olson, que se apodó a sí mismo como el “archaeologist of morning” —el arqueólogo de la mañana— y en cuya obra maestra, la serie The Maximus Poems, evidenció un asiduo interés acerca de los primeros colonos de la ciudad de Gloucester (Massachusetts), por cierto, el lugar en el que escribo esta introducción.

NUEVA INGLATERRA: SUS PUEBLOS, RELIGIÓN Y CULTURA EN LA OBRA LITERARIA DE WELLMAN

No cabe la menor duda de que la preocupación del poeta por sus orígenes es primordial en su obra poética. Destaca también su desvelo por los pueblos indígenas originarios, principalmente los abenaki de Mount Desert Island y The People of the Dawn, los cuales habían prosperado como nación y, al mismo tiempo, formaban parte de la Confederación Wabanaki de pueblos de habla algonquina, que aún sobreviven en reservas dispersas y llegan hasta la frontera con Canadá e incluso van más allá de estos límites.

Para comprender la poesía de Donald Wellman, es necesario tener cerca las imágenes icónicas de Nueva Inglaterra: las iglesias calvinistas de color blanco, las decorosas plazas de los pueblos caracterizadas por la uniformidad del estilo inglés y las de los colonos protestantes que se distinguen por su higiénica ideología castiza y de pureza racial.

El noreste, sin embargo, es étnicamente la región más heterogénea y criollizada de Estados Unidos donde predomina la religión católica. A ella llegaron hace muchos años inmigrantes procedentes de Irlanda, este de Europa, Grecia, Italia y Alemania y más recientemente de los países de América Latina, África y Asia. Se casaron y mezclaron sus culturas con las familias ya establecidas, es decir, las de origen francés e inglés. Los franceses, en particular, lograron entremezclarse con los indígenas americanos con los que a menudo compartían la fe católica y, asimismo, lograron mantener alianzas políticas.

Incluso los hombres con apellidos ingleses como es el caso de Donald Wellman y el mío, Rich, cuyas familias formaron parte de la colonización de Mount Desert Island y las islas periféricas en el siglo XVIII, son criollos, es decir, una mezcla o fusión de diferentes etnias e innumerables culturas creando un complejo sistema de vínculos que nos unen más allá de lo que nosotros mismos, desde el punto de vista social, somos conscientes y, evidentemente, más allá de lo que nuestro propio autoconcepto pudiera abarcar. Por este motivo, me gustaría hacer hincapié en este punto porque a Wellman no debemos confundirlo con un inglés calvinista que puede resultar exótico al “otro”, mediterráneo, mexicano o católico, proyectando las fantasías lawrencianas del noble salvaje o de la sensualidad latina.

Donald Wellman, indudablemente, al igual que un americano criollizado, percibe los pliegues de una continuidad barroca de tensión, contención y amor. Para nuestro poeta, el hibridismo, más que una reconciliación sencilla de un conflicto interior, se convierte, por el contrario, en el escenario en el que el conflicto se desarrolla de la manera más íntima y apasionada. El hibridismo es la interioridad en la que el conflicto se practica. Indudablemente, Wellman ha dejado constancia en otros escritos de su preocupación por “el despliegue de espacios”, los cuales se “pliegan dentro de las cortinas y cavidades de nuestro cuerpo”.

La manifestación topográfica de este conflicto se ve reflejada, por ejemplo, en el segundo poema de esta colección, “Saint-Sauveur”. El poema se sitúa nuevamente en Mount Desert Island. Aquí, el navegante francés Samuel de Champlain fue el primero que zarpó rumbo a Norteamérica con la determinación de conseguir pieles para el mercado europeo en 1604, dio nombre a esta tierra que aún perdura —Ile des Monts-deserts. Nueve años más tarde, en 1613, sacerdotes jesuitas franceses fundaron provisionalmente la misión de Saint-Sauveur que está situada en una bahía que ahora se denomina Somes Sound y es considerada el primer asentamiento europeo en la isla del cual tenemos conocimiento e información. En años posteriores se produjo un ataque de un grupo de colonos protestantes ingleses procedentes de Virginia, quienes mataron y capturaron a los misioneros, quemaron su campamento y derribaron la cruz católica que había sido erigida junto a la costa.

En los siguientes versos, el poeta capta nuestra atención y nos muestra los primeros signos de un contencioso hibridismo:

In meadows

The indigenous mint mixes with English Plantings

Milfoil is yarrow, a potherb

La misión francesa fue quemada, y, a partir de este momento, surgieron una serie de topónimos para un solo lugar, destacando los nombres de Norumbega Fernald Point y Ile des Mont-deserts. Esta serie de nombres, lenguas y culturas diferentes fue, sin duda, el modelo para la concatenación que logra Wellman de imágenes, referencias, incidentes, lugares y frases de otros idiomas que fueron traducidos y reelaborados. Mientras tanto, la violencia de la contienda intercultural por la tierra del Nuevo Mundo produce el trazo que es también el surco del arado y la línea de verso.

LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE MOUNT DESERT ISLAND Y SUS PEQUEÑAS ISLAS

Permítanme detenerme y reflexionar sobre Mount Desert Island con el fin de dar a conocer a los lectores en lengua castellana un paisaje desconocido y presentar, de este modo, la serie de pequeñas islas que están situadas al sur de Mount Desert, en las que se incluyen las islas de Cranberry, las islas de una isla, doblemente remotas. Mount Desert indudablemente siempre fue un lugar fronterizo y objeto de lucha entre los imperios, francés e inglés. Al concluir el conflicto que los norteamericanos llaman la Guerra de los franceses e indios, The Seven Years’ War, en 1763, los yankees de Massachusetts y New Hampshire comenzaron con más determinación a colonizar la región y fue durante este periodo histórico cuando la familia Bunker se estableció en la isla de Great Cranberry, permaneciendo hasta la actualidad.

Después de la revolución americana, un conflicto durante el cual Mount Desert y sus islas asociadas se mantuvieron como un gran territorio neutral, ni bajo la jurisdicción de los militares británicos ni de los insurgentes americanos, la industria de la madera y otras empresas se establecieron junto a las antiguas explotaciones de pesca y pastos de ovejas.

La presencia de la familia Wellman en Great Cranberry Island

En el poema “Prolog: Cranberry Island Series”, vislumbramos Great Cranberry como una isla de dos millas de longitud, que los familiares maternos de Wellman fueron los primeros en colonizar, hace aproximadamente doscientos cincuenta años. Se percibe, asimismo, la sensación de una reclusión, de una intimidad que se acerca al confinamiento y esa sensación envuelve todo el poema; incluso las lápidas que, como el olvido familiar, son devoradas por el Tiempo, al igual que los líquenes corroen las losas que identifican a los familiares ausentes, ahogados, desaparecidos, mientras los restos de los últimos naufragios se recogen en la orilla:

Lichen hides an eye.

Cut in stone

Brothers, ‘lost at sea’

After storms, some

walk the shore path

seeking salvage.

A shell heap

under fallen spruce.

Pebbles and sod

adhere to roots.

Abstractly.

Según mi apreciación, el verso del Prolog: Cranberry Series es el punto de partida para la futura peregrinación o “contra-peregrinación” (un concepto que desarrollaré con más detención con posterioridad) y que, ciertamente, da comienzo al arco de la vida, imagen implícita en “Night Rowing” o “Remando de noche”, como reconocimiento de Wellman a esta pequeña isla que tiene la apariencia de una luna creciente —“The graveyard is the oldest village”.7 La narrativa se aleja, podemos decir, zarpa de Great Cranberry Island, el lugar donde están depositados los huesos de los antepasados.

Mientras las cortinas de los acontecimientos se abren en este libro, Wellman se aleja cuidadosamente como poeta “de los sin hogar”, del “glamour” asociado con el viajero internacional y de los “exiliados” acomodados de la época moderna, los cuales son sus precursores literarios y a quienes interroga. Se distancia, asimismo, de “los que alcanzan un brío cosmopolita” y “bizquean con el dolor de ese rictus en el corazón”. La identificación del poeta con el inmigrante, con aquel que busca asilo, es otra manera que tiene para expresar su “conciencia criolla” y culmina con estos versos de forma improvisada y sensual en “Parador de los Reyes Católicos”:

Mine the pilgrim’s staff, conch shell from Fisterra.

Not mine the cudgels laid upon the immigrants

whose raft capsized off North Atlantic islands

Mine the crusty bread: cheese, clams, onions, and wild chanterelles

shared on a homely bench with friends and refugees.

El concepto de “contra-peregrinaje”

Las influencias barrocas que Wellman persigue nos recuerdan a Teseo en el laberinto y, al mismo tiempo, evocan la fenomenología de Leibniz; es decir, la “mónada”, que refleja el universo como si fuese un espejo en el que cada partícula de materia tuviese un exuberante jardín o un estanque ondulado de peces. Nada sucumbe a la esterilidad, escribió Leibniz, ningún fenómeno muere totalmente, ni existe el término caos tal como lo concebimos, ni apariencias confusas difíciles de penetrar.

La “contra-peregrinación” en Wellman desvela la gracia subcelestial, tanto en lo común como en lo espectacular. La conciencia, que el poeta centra en las circunstancias del viaje, tiene un carácter sacramental que abarca las exigencias que surgen a lo largo del camino, los incidentes apenas perceptibles o los momentos fortuitos, los aspectos turísticos efímeros o el contorno del paisaje. Todos ellos son tan cautivadores como la misa de los peregrinos en la catedral, la muchedumbre y el humo del incienso que se eleva al movimiento pendular del botafumeiro.

La forma del peregrinaje, al parecer, es una reafirmación de la doctrina de la Iglesia, y hace posible el “contra-Peregrinaje” heurístico de Wellman, una investigación que va más allá de las restricciones o del horizonte. Desde este punto de vista, estimamos que el “contra-peregrinaje” de nuestro poeta se corresponde con la “contra-conquista” de José Lezama Lima, donde el poeta cubano, en su obra literaria La expresión americana contribuye a dar luz sobre la readaptación del barroco por los indígenas americanos. Los símbolos incas infiltran la iconografía eclesiástica, y el impulso acumulador y los mecanismos del barroco permitieron, de este modo, la “contra-infiltración” y un grado de resistencia cultural aún cuando se llevaban a cabo actos de masiva agresión imperial.

Así pues, Wellman, consciente de su identidad como criollo de Nueva Inglaterra—postura valiente en una región notoriamente fetichista en relación al ideal del concepto inglés de pureza racial—, ha sido el primero, entre un grupo vanguardista de poetas anglófonos norteamericanos conscientes de su propio mestizaje, cuyo trabajo en el New World Baroque de América Latina ha alcanzado la madurez. En consecuencia, la obra literaria de Wellman es un modelo para aquellos poetas o estudiosos de las nuevas generaciones.

El paisaje del recorrido español llevado a cabo por Wellman será más familiar y conocido para un lector español que para mí. Pues la aportación que yo pueda brindar a los lectores españoles, al ofrecer un contexto desde el Nuevo Mundo y explicar la heterogeneidad de Nueva Inglaterra y del neobarroco, llega a su fin. Pero incluso aquí, al describir el poeta una España que nunca he visto, considero relevante desenredar los hilos que se tejen en este volumen.

EL POEMA “MEDIEVAL EXERCISE” PRESENTA EL DUALISMO O HIBRIDISMO EXISTENTE EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

En lugar del dualismo de las teorías enfrentadas en las que, por un lado, se nos muestra un Nuevo Mundo polimórfico e híbrido y por otro, un Viejo Mundo inalterable y armonioso, prefiero ver a un poeta, que sigue y persigue los hilos barrocos que nos conducen a las recombinaciones y sincretismos que impregnan la Península Ibérica.

En el poema “Medieval Exercise”, Wellman presenta figuras del hibridismo español —el hibridismo, en este poema, sirve para mostrar un enredo y su posterior fusión lograda por la violencia y el amor. El poeta hebreo y filósofo neoplatónico Gabirol, que escribió una gramática hebrea en verso, ha sido presentado con la misma reputación que El Cid, “despiadado / conquistador”, que capitaneó a los soldados cristianos y árabes. Este flash momentáneo obtiene su corolario lingüístico en el poema cuando una expresión del inglés antiguo perfora la superficie moderna de la lengua: “Me reweth marie thy son ond thee”.

Al llegar a la catedral de Santiago de Compostela, Wellman alcanza el cumplimiento de su santa peregrinación; se convierte, al igual que aquellos peregrinos que le precedieron, en el hombre de la concha. La concha de Santiago simboliza no sólo la peregrinación, sino también, el “contra-peregrinaje”. Como símbolo del peregrino: cada surco de la concha empieza en un punto diferente del perímetro y todos convergen en la bisagra, punto de comunión que representa el sepulcro del apóstol Santiago. Como un símbolo del “contra-peregrino”, sin embargo, el punto de convergencia representa el yo y los surcos que se unen simbolizan los hilos barrocos que emanan del yo, diseñando, de este modo, un arco de unión umbilical que conduce hacia lo desconocido. Tal lazo de relación traslada a Wellman a la costa noroeste de Galicia, cuyas rías sumergidas son los reflejos de las bahías y fiordos de Mount Desert Island al otro lado del Atlántico.

EN “THE CROWD MILLED” EL POETA OTEA Y DESCUBRE LOS MITOS EUROPEOS

El poeta, en su poema “The Crowd Milled” nos sitúa aún en la provincia de A Coruña, y la “contra-conquista” de Lezama Lima emerge de otra forma: el poeta ha llegado desde el “otro lado de la puesta del sol” como un emisario del mítico pantano más allá del cual, según la leyenda de los antepasados, se encuentra el pórtico por el que las almas tienen que pasar para entrar en la tierra donde tendrá lugar el juicio divino. Wellman es un americano que se asoma a los mitos europeos respeto a América los primeros de los cuales están relacionados con las almas acorraladas en un continente lejano, en un más allá terrenal, antes de atravesar el portal de la vida después de la muerte.

El nombre de Finisterre proviene del latín “finis terrae”, que significa el fin del mundo. Por un momento, Wellman hace suya la mirada y otea el Atlántico como un recorrido desde una perspectiva final europea, a la vez que vuelve los ojos hacia el hemisferio occidental. Es aquí donde finalizaban los conocimientos del mundo clásico sobre geografía y empezaban las proyecciones de un “mundo más allá”. Los pescadores que llegaron a América del Norte antes de que los ingleses desembarcaran en Plymouth Rock tenían más conocimientos que los geógrafos oficiales y los navegantes de la corte. Desde esta perspectiva, el poeta reflexiona sobre los pescadores gallegos de aguas profundas que seguían los bancos de peces hasta el Nuevo Mundo, e inevitablemente dejaron tras de sí “rejillas” para secar pescado y sal en la Isla Sable. Desde hace mucho tiempo, a esta isla, situada a unos 300 kilómetros al sureste de la provincia canadiense de Nueva Escocia, se le conoce como el cementerio del Atlántico. En otro paralelismo con Charles Olson, que también considera a los pescadores como los primeros exploradores, Wellman hace hincapié en signos de descubrimiento que se diferencian de los de conquista.

En su viaje, el poeta vislumbra destellos de un más allá; en su poema “Navacerrada” inspecciona una cantera abandonada de donde “la muerte sube serpenteando” y la zarzamora le araña la cara. Aquí vislumbramos el infierno, pero es el cielo en donde Wellman se demora. Una teología del trabajo y del sacramento emerge a la superficie en el poema “Granada” cuando se pregunta:

In what sense did I earn the privilege

of sitting in the courtyard of the Fountain of the Four Lions?

A continuación, Wellman añade más textura a esta pregunta y resalta los aspectos del paisaje español que evocan el resplandor del reposo divino:

At night, looking over the valley of the Darro toward the Alhambra

the view approximates my conception of heaven.

“JACK” Y “MY BROTHER WILLIAM”: REGRESO A UN MUNDO FAMILIAR PARA FINALIZAR EL “CONTRA-PEREGRINAJE”

Ningún peregrinaje y, en particular, ningún “contra-peregrinaje” puede finalizar en visiones celestiales experimentadas en tierras lejanas, pues debe haber un retorno. En el caso de Wellman se evidencia un panorama paternal en el que se desvela el mundo del padre. Después de este largo peregrinaje, nos encontramos con una ciudad industrializada donde nació su padre y que moldeó al hijo. Lejos han quedado ya las remotas islas de Maine que dieron a luz a su madre. En definitiva, en el poema “Jack”, hallamos en Nashua, New Hampshire, un centro de manufacturación textil que prosperó en la confluencia de los ríos Merrimack y Nashua, y donde la fuerza motriz de sus aguas proporcionaba a la maquinaria textil la energía necesaria para llevar a cabo la actividad industrial. Aprovechando esta riqueza industrial, se edificaron grandes edificios de ladrillo rojo como si fuesen fortalezas que se asemejaban a armerías o prisiones. El poema “Jack” nos presenta un paisaje imaginario de los orígenes que hace tiempo han sido enterrados, la “protective gauze”( la venda protectora), como escribió Wellman, ha sido retirada. En un instante, y sólo fugazmente, se nos ofrece la imagen de una Nueva Inglaterra mecanizada y proletaria, de una vida urbana heterogénea que actúa como corolario del isleño criollo.

La figura del padre aparece en distintos instantes de reconocimiento, como si fuera necesario aceptarla, enfrentarse con él, identificarlo, antes de que el viaje pudiera llegar a su fin:

My dad had yellow teeth.

Like my father, I have one eye.

My father dreamed that showgirls

danced in the alley

Incluso, y quizás especialmente, en estos versos, al aparecer el padre, Wellman instintivamente vuelve a las islas maternas; el nombre de su héroe imaginario de la infancia, el sargento Gott, proviene de la isla Gotts, otra más de las aisladas partículas que forman un semicírculo a lo largo de la orilla sur de Mount Desert. Una mirada fugaz al padre desplaza la atención al hermano, William, que muere en una cama moderna de hospital, y al igual que su padre, fue uno de “los niños perdidos, no amados”.

El poema “My Brother William” está escrito con la dolorosa claridad de un testigo y se percibe, en sus versos, que Wellman no sólo pierde a un hermano, sino que al mismo tiempo ve un augurio de su propia muerte. Al debilitarse el corazón, los pies de su hermano se enfrían, incapaces de dar calor al cuerpo, “tan similares a los míos, a los de nuestra madre”. La familia se vuelve a reunir al ser agrupados. El padre, la madre, el hermano y el poeta aparecen en el mismo campo de descripción, sobreponiéndose los parecidos y los cuerpos interrelacionados que pronto van a ser “ahogados”. Se logra la deseada comunión.

En definitiva, el “contra-peregrinaje” de Wellman no termina con el dolor de una muerte medicada. El poeta reflexiona sobre la imagen del “carpín dorado” en el estanque del Emperador, que reaviva la idea de Leibniz de la mónada como un estanque de peces, donde cada partícula y cada espacio existente entre las partículas es asimismo un estanque. De la putrefacción de la muerte, de la putrefacción de los toros, emergen las abejas como seres comunitarios eficientes, que llevan en el polen que recogen las matrices de mundos aún no alcanzados.8

Remando de noche

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