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ОглавлениеFrontispicio para Donald Wellman,
pastor de las aguas primitivas1
Antonio Gamoneda
(Premio Cervantes 2006)
Te reconozco en las aguas, bajo el cielo amarillo,
media hora antes de la nocturnidad eterna;
es decir, te reconozco en las arrugas líquidas que descienden
hacia pueblos de los que tan sólo permanece el nombre atravesando la
[imperceptible sustancia
que sucede a la desaparición.
Donald Wellman, dime: ¿aún ante tus ojos el chamán levanta una llama y los
[abenaki, del alba, se arrodillan ante dioses falsificados por los emisarios
[de otros dioses falsos a la vez?
Ciertamente, los antepasados que ascienden a la luz, quiero decir los antepasados
[perdidos en la inmensidad vacía,
ya no pisan descalzos los huertos excavados en las sombras.
Tú te abandonas al esquife que conducen los pequeños caballos del agua,
eres atrapado por el horizonte
y adviertes que el hambre grita como un recién nacido.
Pienso que vas a escribir la historia que nadie quiso escribir y que, sin embargo,
[sucedió y aún sucede
en el río más azul, el que rodea tu corazón.
Sé que respetas a los ancianos sentados, inmóviles ante el dominó
y que te delata la ropa, ¡tan gastada!, con que abrigas tu espíritu
y no ves otra cosa que el lirio rojo en el desierto,
vagones abandonados oxidándose lentamente en la acidez de la brisa química
y abejas de diseño merovingio, inmortales como el carpín dorado
en los baños del sápatra.
Tú querrías hallar en las laderas de la plata líquida rosas rugosas, verdolaga
[(de ésta, la púrpura se arrastra en el baldío y abandona la simiente negra),
zarzamora y laurel
en amistad con el acero,
pero has visto ya el lirio rojo en el desierto y, finalmente, te persuades
de que el cementerio es la aldea más antigua.