Читать книгу Mariposas - Edinson Coley Coronado - Страница 10
¿Ejemplares vivos o muertos?
ОглавлениеEn el ejercicio que se hizo de la fotografía, siempre se buscó capturar imágenes de insectos vivos en aras de intervenir lo menos posible en el mundo natural. Además de razones estéticas, las imágenes de las mariposas en su entorno natural pueden brindar, de algún modo, información sobre su ecología. Sin embargo, hay que admitir que esta peculiar forma de trabajar trae consigo una enorme dificultad. Por ejemplo, una buena fotografía al natural de un ejemplar con sus alas cerradas no garantiza que se esté mostrando la cara ventral de dicho individuo en su plenitud, porque aun en estos casos el ala anterior no se muestra o se muestra muy poco o de forma parcial, es decir que es posible que aún haya rincones del ala anterior que no se muestran y que pueden ocultar caracteres taxonómicos que sean definitivos para reconocer a qué especie pertenece dicho ejemplar. Lo mismo podría decirse de una buena fotografía de una mariposa con sus alas abiertas.
A lo anterior se le puede sumar otro impasse: “algunas especies tienen diferencias tan sutiles entre sí, que solo analizando sus genitales o con pruebas de ADN se puede confirmar la especie a la que pertenecen” (Garwood y Jaramillo, 2017b, p. 3). Entonces, si no se van a hacer sacrificios de ejemplares como en este caso, lo más indicado es fotografiar ambas caras de cada ejemplar. No obstante, en la práctica esta metodología poco ortodoxa trae otras dificultades.
Los insectos no posan para las fotos, y en el caso de los piéridos (mariposas blancas y amarillas) rara vez se encuentran con las alas abiertas. Algo parecido sucede con los papiliónidos (mariposas colas de golondrinas), que agitan permanentemente sus alas cuando se posan en las flores y no suelen colaborar para obtener una foto de la cara dorsal de ellas. Qué decir además de los hespéridos (las llamadas saltarinas) y de los riodínidos (mariposas con manchas metálicas que con frecuencia se posan en el envés de las hojas) y licénidos (mariposas que en su mayoría poseen delicadas prolongaciones en sus alas posteriores), familias cuyos miembros por lo general son pequeños individuos, lo que dificulta todavía más el problema.
Con este panorama, se decidió, con ayuda de la hija del autor, capturar ejemplares, abrirles las alas suavemente, tomar las fotos de ambas caras y, por último, liberarlas nuevamente. Solo de esta manera se podía asegurar conocer la identidad de muchos individuos y hacer un trabajo más completo y rápido, sin dejar a un lado, en especial, la posibilidad de la emoción de una foto de estos insectos en su hábitat natural. Sin embargo, vale aclarar que la manipulación de individuos tan delicados puede provocar el desprendimiento de patas o antenas, por lo que tal procedimiento debe ser en extremo cuidadoso y llevarse a cabo solo cuando sea estrictamente necesario. Aun así, en aquellos ejemplares en donde quedó la duda sobre la especie a la que pertenecían, se le añadieron las letras “sp.” al nombre del género.
En muchos muestreos el autor iba acompañado por sus hijos, aún niños en ese entonces. No habría estado tranquilo si ellos hubiesen visto cómo presionaba el tórax o cómo utilizaba otra técnica para acabar con estos insectos, sobre todo cuando en las mismas excursiones también se les indicaba que cada insecto y cada organismo es una pieza fundamental de un todo que se llama bosque, paramo u océano. Cuando falta una pieza, el todo puede funcionar mal. En algunos casos se encontraban ejemplares muertos en buen estado, que se aprovecharon para estudiarlos mejor y, si calificaban, añadirlos a la lista de fotografías.