Читать книгу Nómada de Época - Eduardo Guerra José - Страница 7
ОглавлениеCapitulo 2
“Instituto Universitario Casa de Luna, relación de horario de clase y aulas para alumnos de nuevo ingreso”, se podía leer sobre una gran roca de granodiorita gris humo perfectamente pulida salvo, por los jeroglíficos que contrastaban en una interesante oposición entre brillo y opacidad, producto del relieve en cada grafía que tanto Mathías como Grace conocían y leían a la perfección. Cuando los chicos se acercaron a la piedra, un ligero nervio invadió a Mathías que aunque entusiasmado apenas un segundo atrás, se sintió algo nervioso. El chico sabía perfectamente que querer hacer nuevos amigos no era su mejor cualidad, por ese pequeño pero significativo detalle que en más de una ocasión había frustrado sus planes de socializar, Mathías se decidió por echar un vistazo alrededor detenidamente para tratar de localizar a cualquier conocido, guardando la esperanza de evitar el incómodo proceso de iniciar una conversación. Para infortunio de Mathías, en ese grupo de personas consultando su horario, él no conocía a nadie. Plan de socialización 1.1 de Mathías ¡cancelado!
Mathías se acercó junto con Grace a consultar lo que se leía en la roca.
—Mmm, Escritura jeroglífica 1 —leyó en voz alta el chico—, tengo el presentimiento que ya habíamos visto algo sobre el egipcio demótico anteriormente será que este tratará del jeroglífico y la hierática… no estaría nada mal, me vendría de perlas repasar un par de temas.
—¿Solo un par? —Preguntó Grace seria.
Mathías tomó con humor la incisiva pregunta de su amiga, ya que su uso de la ironía jamás pretendía ser hiriente, sino atinada y hasta como bien lo mencionaba su nombre, llena de gracia.
—Bueno, vaya, quizá más de dos. Pero tengo algo a mi favor, porque Grace, pasa que me quieres comparar contigo y tú jamás te equivocas en ninguna lectura y es ahí donde la cosa se pone fea. Pero recuerda lo que decía nuestro director, el señor Hassam, yo tengo un nivel de lectura bastante destacado —dijo fingiendo arrogancia.
—Eso es cierto. Y no puedo refutar tu alegato porque el señor Hassam es un excelente maestro y director. Creo que fue mi preferido en el colegio.
Mathías solo recordaba a Hassam, así que no podría decir si era su favorito.
Grace podía ser una chica fría en ocasiones, así como exigente con el perfeccionismo y la autoexigencia, pero después de notar que un tema era sensible para Mathías, rectificaba su conducta a fin de no herir la autoestima de su amigo. En ese sentido, se podía decir que Grace era una chica sensible y perceptiva, aunque solo en ese sentido.
—Esoterismo latinoamericano 1 —leyó de nuevo en voz alta Mathías—. ¿Será similar a la clase que tomamos sobre curanderos Grace? Espero que sí, porque esa clase me encantó.
—Supongo que sí, pero quizá por tratarse de la universidad, la abordaremos de manera más amplia —respondió la chica—. Oye Mathías ¿no te parece que la carga académica es muy parecida a la que llevamos en el colegio?
—Siendo honesto no recuerdo tanto, se me vienen a la mente alguna que otra materia...
—Bueno, pero recuerdo cómo el maestro de curandería nos respondió que “ese era un tema de universidad” cuando le preguntamos sobre cuál era la diferencia entre un chamán y un curandero.
—¡Sí, también lo recuerdo porque nos dio una respuesta general, pero cuando quisimos saber más, salió con eso! —dijo Mathías a quien el tema lo apasionaba y había quedado un tanto frustrado por aquella respuesta tan escueta de su instructor—. Por esa respuesta me decidí.
—¿A qué Mathías?
—A estudiar acá —respondió el chico muy seguro—, tienen un programa sobre historia de la curandería muy interesante al que le pude echar un ojo antes de los exámenes de admisión, ya desde ese momento estaba emocionado por ser parte de esta universidad.
—Eso no me lo habías contado —replicó su amiga—. Pensé que se debía a los estudios que se llevan a cabo sobre astrología maya.
—Ah claro, también por eso, pero ese tema me interesa más para desarrollarlo en mi tesis de maestría o quién sabe
—La vida académica requiere de mucha disciplina y constancia —hizo notar Grace amablemente.
—Lo sé, lo sé, y te lo juro —dijo Mathías tomando de los hombros a Grace y mirándola a los ojos—, desde hoy seré el alumno más puntual que conocerás en esta universidad.
Grace sonrió satisfecha, pues aun sabiendo que muchas veces las palabras se las lleva el viento, conocía también cómo su amigo era alguien a quien, cuando una cosa se le metía en la cabeza, no podía estar tranquilo hasta obtenerla y lograrla.
El chico volvió a la roca para seguir echándole un ojo a las materias por cursar y dio con una que aunque interesante, no era su preferida, pero estaba seguro que su amiga sí disfrutaría más que cualquier otro alumno.
—Uh Grace esta tiene todo tu nombre escrito sobre ella “Conociendo la tecnología del 50”.
—Tengo grandes expectativas para esa clase —dijo Grace con un aire discreto pues, fallaba un poco en expresar emociones fuertes—, espero cumpla con lo prometido.
Grace era una gran fanática de todo lo que representara la tecnología de los años cincuenta, pero no solo eso, sino que esa inclinación se veía en su gusto por la música, el arte, la cultura y todo lo que encarnara ese periodo. Esa preferencia se podía notar en su forma de vestir en la cual, los vestidos, la silueta en forma de reloj de arena, y el gusto por lo femenino se impregnaba en ella y su estética que pese a ser ella tan joven, irradiaba un toque de elegancia muy a lo Audrey Hepburn o lo Grace Kelly.
—Y si no lo hiciera, tú te asegurarías de que lo haga. Pero por favor —imploró el chico—, en la universidad si el maestro no deja tarea u olvida revisarla, no le recuerdes nada por lo que más quieras.
—La educación tiene un objetivo Mathías, si un maestro deja tarea cumple una finalidad dentro de un cumplimiento mayor. Si ambos objetivos no se cumplen, estamos ahí solo para pasar el tiempo, no para invertirlo en nuestra formación para el futuro ¿en verdad quieres una educación así?
—Eres incorregible —respondió Mathías resignado—. Ven, vamos a la primera clase.
Los chicos tomaron un camino estrecho que los llevó a uno de los parques del campus, en él se podía apreciar una impresionante piscina cuadrada y rodeada por palmeras, frente a ella, estaba el edificio principal, una pirámide que servía de área de estudio y en la cual, había paredes con escritos tallados que servían como biblioteca, cestas con pescados que representaban la cafetería, pasadizos y puertas falsas que llevaban a un aula o a otro extremo de la pirámide.
—Todo esto es muy bello —dijo Grace de la nada.
Mathías se sorprendió un poco y sonrió complacido, Grace no era una chica fácilmente impresionable.
—Es que la pirámide es linda pero, esa piscina le va perfecto.
—Es la arquitectura del paisaje egipcio —quiso intervenir Grace—, la estética favorecía la fauna nativa pero además, sirve para resguardar el clima y optimizar el uso de los recursos naturales como el sol e incluso, el barro como materia prima para la construcción menos formal.
—Y además de todo eso, algo se traían con los gatos —hizo notar Mathías señalando un par de figurillas y pinturas alusivas a los felinos.
—¡Ah!, eran más que simples motivos de arte Mathías, los gatos eran venerados.
—Eso no ha cambiado mucho —bromeó el chico.
—Comprendo tu ironía pero, sí ha cambiado. Los gatos Mathías, no simplemente eran queridos como lo son hoy en día, sino que los felinos en general eran tratados como deidades dignas de ser reverenciadas; eso por asociación a Ra, el dios egipcio del sol y de la creación de la vida misma. Este dios se llegó a representar como un león, y por consorcio, los gatos eran solo uno de los varios animales que solían venerarse en el antiguo Egipto —mencionó la chica que gustaba mucho de las charlas didácticas.
—¡Venerados!
—Así es, así como también rendían pleitesía a las serpientes, los escarabajos, los toros y algunos animales más.
—¿Pero por qué animales Grace? Nosotros los comemos o son nuestras mascotas…
—Porque se asociaban con deidades; aunque también algunos eran usados como ganados al igual que nosotros lo hacemos. Vacas, ovejas, cabras, cerdos y perros eran alimento y para ello se criaban. Pero no todos los animales sufrían el mismo destino, por ejemplo, los escarabajos eran venerados por el dios Jepri.
—Comer perro.
—Sí, pero era algo común.
—Pero bueno, solo viéndolo como una deidad tiene sentido que uno se arrodille frente a un escarabajo, son tan chiquititos… —dijo Mathías prestando atención a un par de sarcófagos que adornaban el lugar, para después hacerlos notar a su amiga—. Oye Grace, la decoración un tanto mórbida ¿no te parece?
—Encuentro belleza en ellos sabes. Una pieza tallada como esa estaba destinada a ser vista ya que, como se sigue haciendo hasta la fecha, los mausoleos eran lugares para visitar.
—Sí, son bonitos ¡pero tenerlos acá en la universidad espanta!
—La universidad nos traerá experiencias bonitas y otras no tan gratas —dijo con tino la chica.
—Por ejemplo, si llegamos tarde a nuestra primera clase no será nada grato.
—Así es, aunque seguimos con buen tiempo a nuestro favor —respondió Grace sonriente.
Frente al salón de clases, una imponente aula redonda dentro de la pirámide y al final de uno de sus múltiples pasillos, un pequeño grupo de jóvenes conversaba amenamente. Grace reconoció a uno de ellos.
—Mira Mathías, ahí está Félix.
—Félix, Félix —repitió para sí el chico como tratando de hacer memoria.
—Sí, te hablé de él, lo conocí en los cursos pre-universitarios.
—¡Ah ya, ese Félix!
Mathías fingió un poco esa mala memoria pues, si bien su amiga era solo eso, una amiga, Grace era una de esas camaradas entrañables que se llegan a asemejar demasiado a una hermana, y por ello, guardar un poco de recelo frente a todo nuevo amigo de su mejor amiga era la norma para Mathías, quien solo después de conocer y aprobar la rectitud del sujeto en cuestión, lograba incluirlo en su estrecho grupo de amigos. Para Félix no habría excepción pues, cuidar de Grace era una de las prioridades de Mathías, aunque ella pudiera hacerlo perfectamente por sí misma.
—Y bueno, vamos a conocer a ese Félix —invitó muy seguro el chico.