Читать книгу Nómada de Época - Eduardo Guerra José - Страница 8
ОглавлениеCapitulo 3
Félix no era distinto de los chicos que se veían a su alrededor, así como no lo eran Grace o Mathías salvo por pequeños detalles que los hacían destacar del montón. En el caso de Mathías, su piel pálida, complexión bastante delgada y cabello castaño oscuro que peinaba descuidadamente hacia arriba le daban un interesante aire a lo Sid Vicious, aunque él vistiera formal y no tuviera ninguna inclinación hacia lo punk sino más bien al rock and roll, la astrología, los rituales mayas y pasar el tiempo con Grace. La chica por su parte, no resaltaba tampoco del todo pues su piel blanca melocotón era típica a su pelo castaño claro, pero lo que sí hacía que uno se fijara en ella y lo hiciera detenidamente, eran sus transparentes ojos grises que atrapaban el color y lo hacían suyo, una característica hermosa pero que solo podía ser apreciada por los más observadores o por quien tuviera a la chica frente a frente. Félix aunque quisiera no podría resaltar entre la multitud pues era un joven común, pero muy amable y educado, por lo que había agradado bastante a Grace.
—¡Grace, Grace! —Saludó Félix que alcanzó a ver a la chica apenas ella se acercaba a él.
—Félix, cuanto gusto volver a verte —saludó ceremonial Grace, que aunque era sincera, no era propio de ella demostrar una actitud demasiado familiar—. Estábamos buscando nuestra primera aula y te vi.
—¡También me alegra muchísimo volver a verte! —sonrió el joven—. ¿Qué clase tienes cuéntame?
—Tenemos Escritura jeroglífica I —dijo Mathías adelantándose a ser presentado.
—Ah buenísimo, nosotros también —aclaró Félix un poco desconcertado pero, adivinando que se trataba de un amigo de Grace.
Grace que conocía un poco sobre el carácter de hermano mayor que en ocasiones afloraba en Mathías, comprendió todo en un segundo y quiso intervenir:
—Félix, te presento a mi amigo Mathías. Mathías, él es mi amigo Félix de quien te hablé.
—Mucho gusto —saludó Mathías dando un fuerte saludo de mano.
—Mucho gusto. No me digas —dijo Félix volteando a ver a Grace—, que incluso soy famoso.
—¿Cómo dices?
—Sí, ya le has contado de mí y todo —bromeó Félix aunque su risa parecía forzada.
—Ah ya, sí un poco.
—Por favor olvida lo que dije, trataba de ser gracioso pero sonó un poco arrogante —se disculpó Félix.
—No te preocupes.
—Este tipo es un pesado —dijo Mathías al oído de Grace.
—Por favor —reprendió Grace a su amigo.
Un segundo un poco incómodo envolvió a los chicos y por fortuna, quien reaccionó fue Félix:
—Grace —el chico titubeó un momento parecía que hacía memoria de lo que iba a decir—, Mathías, disculpen mis malos modales, no les he presentado a mis amigos. Luna, Víctor, ellos son mis amigos Grace y Mathías.
Detrás de Félix los chicos prestaron atención a una pareja bastante singular pues, la diferencia de edad los hacía destacar del montón, un chico que lucía considerablemente joven, como de unos 11 o máximo 14 años según calculó Mathías y una persona que para los jóvenes parecía una anciana pero, para ella misma era una adulta mayor en sus mejores años.
—¡Hola qué tal! —Dijo alegremente el chico que por su saludo tan afable lució incluso más joven.
—Mucho gusto —respondió Grace.
—Mucho gusto —titubeó Mathías que no gustaba de quedarse con dudas por su forma de ser curiosa—. Víctor ¿cierto?
—Así es, el único e irrepetible —respondió para después sonreír de oreja a oreja.
Los dientes blancos de Víctor relucieron en su rostro moreno y marcado por el sol, donde algunas pequitas se dejaban ver denotando que el chico seguramente, le gustaba bastante estar al aire libre.
—Oye pero, ¿no eres demasiado joven para estar tomando clases en la universidad? —preguntó Mathías curioso y quizá siendo un poco impertinente— ¿Cuántos años tienes? ¿11 o 12?
—Mathías —reprendió en un segundo Grace.
—¡Qué! Es una pregunta legítima. Cualquier maestro estaría loco por dejar tomar clases a un chico tan pequeño.
—No te preocupes —respondió Víctor—. Estoy acostumbrado a que supongan que soy más joven pero sabes, tengo 13 años.
Víctor por su estatura no muy alta y su complexión un poco robusta, estaba acostumbrado a lo que acababa de pasar, y pese a no tomarlo como un cumplido, tampoco se lo tomaba a pecho pues, no era una persona que se complicara mucho la vida, por el contrario, él amaba jugar, aprender, divertirse y hacer bromas en todo momento, por lo que parecer más joven incluso lo divertía, ya que se lo tomaba como una broma más de su personalidad.
—¡Ah, eso lo explica todo! Los maestros ni locos te dejan entrar a la universidad antes de los 13.
—Disculpe —pidió Grace dirigiéndose a la mujer que había visto todo lo ocurrido pero sin atreverse a intervenir—, usted es Luna ¿cierto?
—Mucho gusto —saludó la mujer—. Mi nombre es Luna y voy a ser su maestra en este curso, yo sería la loca que dejaría entrar a Víctor a clases de ser él más pequeño; es bastante bueno para los jeroglíficos saben.
Al decir esto, Luna miró a Mathías que no pudo sino sonrojarse
—No maestra, por favor no se lo tome a mal, yo solo hablaba por hablar, no me preste atención, se lo ruego.
Luna, trató de esconder su risa pero la mirada que se dio entre Félix, Víctor y ella fue la gota que derramó el vaso, los tres rieron con ganas. Luna le estaban gastando una broma a Mathías.
—No te creas nada Mathías —dijo Luna entre risas—, es una broma que juego cada que puedo, porque con mis 58 años de edad nadie me supone como una estudiante más, me encanta asustar a los chicos de nuevo ingreso con el cuento de que yo soy la maestra.
—¡Cómo! —exclamó Mathías desconcertado— ¿No es usted la maestra?
—No —respondió Félix pues Luna rió con más fuerzas—, es una alumna de tercer semestre.
—Sí, empecé el año pasado mis estudios —aclaró Luna con los ojos llorosos de tanto reír—, pero como por mi horario no había podido llevar esta clase, apenas la tomo este semestre.
Grace rió discretamente siguiendo la broma y Mathías sin más remedio, cedió ante la sensación de haber sido engañado y rió también con buena gana. Mathías tenía la sensación de que haría un gran grupo con estos chicos, no sabía la razón, pero así lo sentía.
—Ese sí es el maestro —dijo Luna señalando discretamente a un hombre de mediana edad, moreno y con abundante así como grueso cabello negro—. Víctor, vamos a tomar asiento enfrente que ya me conoces, me distraigo tan fácil como tú.
—Sí, sí —secundó el chico.
El resto de los estudiantes siguieron al docente y por poco, Mathías y Grace no alcanzan un lugar al frente del aula, lo que su amiga no dejó de señalar diciéndole al oído.
—Mathías, si bien no llegamos tarde, sí nos distrajimos charlando.
—Ya, ya, Luna y Víctor son muy simpáticos.
—¿Sí, verdad? —Asintió Grace en voz baja y contenta.
—Sí —respondió finalmente el chico.
Mathías que reconocía ser un poco sobreprotector con su amiga, se arrepintió por un segundo de haber actuado un poco hostil con Félix, para después, prestar atención a la clase.
—Chicos de primer semestre, los que no han podido tomar antes la clase, todos sean bienvenidos a Escritura jeroglífica I, yo seré su maestro, el doctor en lenguas Akil Gamal, y estaré para ustedes todo el semestre, salvo para aquellos que no asistan a las clases y una semana antes quieran solucionar todo y me pidan ayuda para obtener una nota aprobatoria.
Los alumnos guardaron silencio para después reír, el maestro había señalado la ironía con una expresión de cinismo bastante elocuente.
—Si ustedes desean ser ese tipo de alumnos —continuó el docente—, bien por ustedes, pero no se los recomiendo si desean notas altas o por lo menos, aprobatorias. En esta clase veremos cómo empezar a leer jeroglíficos
Lo primero que tienen que saber a la hora de empezar su lectura, es que los jeroglíficos son una escritura sagrada, únicamente escrita por personas con altos cargos en el antiguo Egipto. Se usaba sobre todo en templos para colocar inscripciones o mandatos oficiales así como en…
—Monumentos funerarios —afirma Grace.
—Correcto mi estimada… —mencionó el profesor.
—Grace, mi nombre es Grace —contestó Grace e inmediatamente el profesor continúo.
— Bien, esas inscripciones tipo dibujo que encontramos en las paredes son un sistema de escritura, pero cada letra puede ser ambigua y significar varias cosas.
Si dividimos los signos por su tipo, podemos hablar de un signo ideográfico, también conocido como pictograma, este se inserta al final de una frase o palabra para darle sentido. Un ejemplo común es el símbolo con un círculo y un aspa para determinar lugar o región…
—Ey Grace, mira cómo está el Víctor —dice Mathías. Grace gira la cabeza y encuentra a un Víctor con la sonrisa más grande que haya visto en su vida.
—¿Alguien puede sonreír así por una clase? —Pregunta Grace a Mathías.
—Bueno, al parecer le gusta mucho, así que supongo que sí.
—Increíble —responde Grace. A lo que Mathías la mira con extrañeza y se ríe. No tienes remedio Grace
Tras terminar la primera clase, los chicos salieron del aula para encontrarse con Luna, Félix y Víctor.
—¿Cómo vieron la clase? —Preguntó Félix dirigiéndose a Grace.
—Bastante bien, se nota el dominio del tema del señor Gamal —respondió Mathías.
—¡Creo que es lo mejor que he visto en mi vida! —Respondió Víctor.
—Realmente, a mí me costó un poco seguirlo pero creo que lo entenderé si me prestas tus apuntes Víctor —dijo Luna un poco en broma, un poco en serio.
—¿Y a mí también? —Preguntó con una gran sonrisa aduladora Mathías.
—Claro.
Grace que contemplaba todo, quiso intervenir.
—Pero, si siempre robas mis apuntes Mathías.
—No los robo, estudiamos juntos que es distinto.
—Con mis notas, mi tarea y mis apuntes extras —detalló de nuevo la chica.
Divertidos, aquel grupo siguió charlando mientras se dirigían a la siguiente aula.
—Yo aquí los dejo chicos —anunció Félix.
—¿Cómo, no tomas Esoterismo latinoamericano? —Preguntó Grace.
—No, tengo un curso de introducción a la astrología maya.
—¿Es distinto al curso de astrología y rituales? —Preguntó muy interesado Mathías.
—Sí, es más a detalle, vemos los signos y ya debo llevarlos aprendidos por cierto… Cocodrilo, Imix; Viento, Ik; Casa, Akba; Lagarto, Kan; Serpiente… Serpiente… —titubeó Félix.
—¡Chiccan! —respondió Mathías.
—¡Cierto, Chiccan! Bueno, nos vemos.
Félix se despidió repasando los signos mayas en voz alta.
—Increíble que no recordara la serpiente —dijo Mathías con aire superior.
—Si mal no recuerdo —detalló Grace—, te costó bastante trabajo aprenderlos a ti también.
—Sí pero ¿me los aprendí o no?
—A la perfección —respondió sonriente Grace.
—¿Te interesa la astrología maya Mathías? —Preguntó Luna
—Está obsesionado con ella —bromeó Grace.
—Así como Víctor lo está con la lengua.
—No seas así Luna —quiso aclarar Víctor—, me gustan mucho los estudios de idiomas y la lingüística, la pragmática, la morfología, la sintaxis ¡uh la sintaxis! Es todo un lujo.
Mathías y Grace encontraron curiosos a sus nuevos amigos, sin duda formaban un par singular para la diferencia de edad que existía, pero con un cariño evidente entre ellos.
—Y este es el salón ¿cierto?
—Sí, el aula 401 —dijo Víctor—, pero aún no llega el maestro.
—Toca esperar —dijo Mathías—, qué pereza.
Aunque, los que supusieron serían tranquilos minutos de espera se cambiarían por unos de sorpresa, pues un grito de dolor se escuchó cerca del grupo de amigos, y al voltear curiosos, lo que vieron los inquietó por completo a cada uno de ellos, incluso a la objetiva Grace.