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Prólogo

Un encuentro de historias

La celebración de los 500 años de la Reforma Protestante (1517-2017) ha dado lugar a una avalancha de libros, conferencias, conciertos musicales, foros académicos y nuevas investigaciones acerca de la controversial figura de Martín Lutero y del significado de su gesta reformadora para la iglesia y la sociedad. Sobresalen textos que, como el de Lynda Roper, Martín Lutero: renegado y profeta, se acercan a la figura del ex monje alemán con iluminadoras contribuciones provenientes de la psicohistoria; o el Thomas Kaufmann, Lutero: vida, mundo y palabra, que en escasas 136 páginas revela las paradojas del personaje y busca conciliar con ingenio sus perfiles de místico, revolucionario, político, escritor y teólogo apasionado. A esa ilustre lista de textos se suma ahora el escrito por los profesores y pastores argentinos Eduardo Tatángelo y Sergio Richaud. Este no es un libro más acerca de Lutero y los reformadores. Su diferencia consiste en que con audacia académica, sus autores han entrelazado tres enfoques diferentes que, por lo general, se suelen abordar por separado: histórico, teológico y pastoral. Esta es la novedad que tenemos entre manos y a la cual le doy entusiasta bienvenida.

En las tres primeras partes del libro, sus autores nos exponen, con lujo de detalles, el contexto histórico en el cual surgieron las reformas protestantes. No fue solo una reforma, ni tampoco un solo reformador (ni todos los protagonistas eran varones). Fueron historias que acontecieron hace cinco siglos en contextos diferentes a los nuestros. De allí que el libro nos ofrezca elementos críticos de sumo valor para comprender ese contexto histórico y explicar de qué manera providencial (porque el Dios de la historia ha estado siempre presente en ella) aquellas protestas teológicas ofrecieron propuestas integrales para las sociedades del siglo xvi. Tatángelo y Richaud saben que la historia no solo debe ser contada, sino también explicada e interpretada a la luz de sus circunstancias particulares. No de otra manera, la historia de ayer sirve como fermento de renovación para las situaciones de hoy.

El objetivo del libro es claro y de él dan fe cada una de sus páginas: no es un libro “…para discutir con expertos o un material en el que los especialistas puedan profundizar su conocimiento sobre los acontecimientos o el pensamiento de la Reforma. Busca, más bien, generar una comprensión vívida y sentida de lo que la Reforma puede significar como herencia histórica y teológica en América Latina, no sólo para nuestra generación, sino en los desafíos que presentará a la iglesia el futuro inmediato”. Es, entonces, un libro que nos invita a un diálogo entre los personajes de ayer y los de hoy, entre la Europa de aquellos siglos y la América Latina de nuestro tiempo, entre esa Iglesia decadente y estas iglesias decaídas, aunque exitosas por su presencia mediática. En cada sección del libro hay una provocación a entablar el diálogo entre esas historias, la de aquella iglesia reformada y las nuestras en búsqueda de transformación.

En la parte final, y después de recorrer el escenario histórico, el libro se adentra en los temas teológicos, pastorales y espirituales más sustanciales de las reformas, pero aquí tampoco para que los lectores y lectoras nos detengamos en ellos como quien pasea por un museo de tesoros: mirando, observando, pero sin llevarse ninguno de ellos para la casa. No, en esta sección se abren los tesoros más ricos de las teologías reformadas para que sirvan de insumo transformador para las realidades teológicas y pastorales de hoy. Recuerden: los autores son pastores que conocen de primera mano las realidades de la fe y las luchas en las que nos debatimos los cristianos y cristianas de hoy. Ellos confiesan en sus palabras para qué puede ser útiles las reformas: “Pensamos que no basta leer la historia o conocer la teología; es necesario ponerlas en relación con nuestra propia historia, nuestras experiencias contemporáneas y la vivencia actual de la Palabra de Dios. Es decir, para que el proceso sea caudaloso en sugerencias, en inspiraciones, en evocaciones, en alternativas, es necesario iniciar un diálogo en el que la encarnadura de la historia, la rica trama del saber teológico de los reformadores y la comprensión de nuestros desafíos presentes nos ilumine, nos cuestione y nos inspire”.

Hay una conocida frase de Martín Lutero que por estos días se refrenda sin descanso: Ecclesia reformata semper reformanda est, que no significa otra cosa que la iglesia que ha experimentado la reforma debe estar siempre en camino de seguirla experimentando. Porque la experiencia de Reforma no puede instalarse en un recuerdo del pasado, sino que debe ser un espíritu que caracterice a las iglesias de siempre. Y este libro llega en el momento más oportuno para emprender ese camino.

Como pastor y teólogo, también como servidor de World Vision para América Latina, una organización de protección de la niñez que trabaja con las iglesias ayudándolas a ser efectivas en su ministerio social, recibo este libro con sumo entusiasmo y lo recomiendo como fuente de información histórica, reflexión teológica e inspiración espiritual.

Harold Segura Carmona

World Vision International

Director de Relaciones Eclesiásticas para América Latina y el Caribe

Para comprender la Reforma Protestante

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