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Primera parte

El escenario de la historia

Nosotros no estamos bautizados en nombre de un rey, ni de un príncipe ni de ninguna autoridad, sino en nombre de Cristo y del propio Dios... Hay que dejar que cada uno corra el riesgo de creer tal como él lo entiende. Es él quien se tiene que preocupar de tener una verdadera fe. Lo mismo que otro no puede ir por mí al cielo o al infierno, tampoco puede creer o no creer por mí; lo mismo que no puede abrirme el cielo o el infierno, tampoco puede obligarme a creer o no creer... Sería preferible, en el caso de los sujetos que están en el error, que las autoridades civiles los dejaran en el error, mejor que inducirles a mentir y a decir cosas distintas de las que piensan, puesto que no está permitido combatir el mal con sistemas aún peores. Es la Palabra de Dios la que tiene que llevar la batalla. Si ella no obtiene nada, el poder temporal conseguirá aún menos, aunque bañara al mundo en sangre. La herejía es un fenómeno de orden espiritual. No se la puede atacar por el hierro, quemarla con el fuego, ahogarla en el agua.

—Martín Lutero

Lo primero que tenemos que explorar para comprender la Reforma es el escenario sobre el cual se desarrolló. Pensemos primero en el espacio geográfico. Nos encontramos, entonces, con la Europa occidental y dentro de ella, especialmente con los Estados o naciones del norte europeo. Si pensamos en el escenario temporal, la Reforma sucede a finales de la Edad Media, una etapa de fuertes transformaciones sociales y culturales. En esta primera parte, vamos a explorar brevemente este escenario espacio-temporal. Primero describiremos el complejo contexto político que caracteriza al tardo medioevo europeo. Nos llamará la atención el nivel de fragmentación y de superposición de formas estatales y de gobierno. También trataremos de mirar los procesos de cambio que estaban generando una transición hacia un nuevo orden político y económico. En el marco de esos cambios lentos pero seguros, nos detendremos a considerar un acontecimiento clave, generado en parte por un Estado naciente: el español. Nos referimos al descubrimiento de América, como uno de los hitos que marcan el paso de lo medieval a lo moderno. Luego consideraremos los desarrollos menos constatables o discernibles en el corto plazo, como lo son los cambios en la cultura. Pero podremos comprobar —a pesar de los ocultamientos que provoca lo contemporáneo, también en su propio tiempo— que el Renacimiento y el humanismo fueron percibidos como fenómenos de alto impacto social. Aquí trataremos de describir las mutuas influencias entre la Reforma y estos fenómenos que experimentó la cultura europea. Llegado a ese punto, nos detendremos a considerar que los acontecimientos que consideramos bajo la etiqueta “Reforma” no fueron sucesos imprevistos y aislados, sino transformaciones emergentes de un conjunto de experiencias reformadoras que la iglesia vivenció casi desde sus inicios. Luego del rico proceso que vivió la iglesia en la Edad Media, rescatamos con más detalle una descripción de la escolástica, que fue a la vez una escuela y un método teológico. Importa ocuparnos de ella tanto para entender contra qué reaccionaron los teólogos protestantes, como algunos de los métodos que usaron, dado que no pudieron escapar a su influjo. El capítulo “Una sociedad de diferentes” explora algunas de las dimensiones de la sociedad europea de la época. ¿Cómo vivían las personas comunes y corrientes? ¿Y las clases dirigentes? Las respuestas a esas preguntas, también nos ayudarán a entender la Reforma. Cerramos esta primera parte volviendo al escenario de la experiencia religiosa; en especial, a algunas de las ideologías dominantes articuladas desde la iglesia oficial de aquel tiempo. Habremos cubierto así un panorama sencillo, pero suficientemente descriptivo de la sociedad en la que la Reforma nació y se desarrolló. Estos escenarios explican en parte el derrotero que tomó el proceso reformador. Vamos a explorar estas guías de ruta.

Para comprender la Reforma Protestante

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