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Introducción

La inmigración europea en la Argentina comprende un complejo proceso histórico–político–social–económico–cultural–ligüístico–artístico de gran impacto familiar, temporal y espacial.

La reconstrucción de un derrotero de un inmigrante europeo de fines del siglo XIX, al comenzar el siglo XXI, se enfrenta no solo al paso del tiempo, sino también a la complejidad de situaciones propias del devenir histórico y cambios culturales que impuso en su momento la política estatal o que refleja de algún modo, hoy, la posmodernidad...

La conocida Generación del 80 (1880), inspirada en las ideas liberales impulsadas por Juan Bautista Alberdi: “Gobernar es poblar y poblar con inmigrantes europeos”, en ocasión de gobernar a nuestro país, cuando este comenzaba a organizarse como Estado, no dudó en crear las condiciones políticas para atraer a una gran masa de trabajadores y familias con ansias de progreso que más tarde fueron los que sirvieron de base para el desarrollo económico, social y cultural de la nación.

Estas ideas se vieron favorecidas por la pujante Revolución Industrial, iniciada años antes en Inglaterra, que con la invención del barco de vapor mejoró las comunicaciones transoceánicas entre Europa y América, sustituyendo la navegación de vela, reduciendo la duración de los viajes de ultramar y logrando importantes cambios en los puertos de embarque.

Dentro de las políticas de fomento de la inmigración europea, el gobierno argentino desde 1853 crea una serie de condiciones jurídicas para la incorporación de tierras e incrementación del poblamiento humano en un vasto territorio nacional que estaba muy lejos de controlar de manera eficiente y eficaz. Por ello inicia un proceso casi conjunto de ocupación militar, creación de fortines y poblamiento con inmigrantes europeos que fundaron las colonias agrícolas, que dieron años más tarde lugar a la fundación de los pueblos.

Una muestra de ello podemos apreciar en el texto de la Constitución Nacional en los siguientes apartados:

1) preámbulo: convoca... “a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”;

2) Art. 25: “El gobierno federal fomentara la inmigración europea, y no podrá restringir, ni limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las artes y las ciencias”;

3) Art. 75, Inc. 18, señala como atribución del Congreso: “Promover la inmigración”;

4) Art. 125, otorgando “... a las provincias la atribución de fomentar la inmigración” dentro de sus territorios.

Otras medidas posteriores fueron:

– la Ley n.º 346 de 1869 en materia de ciudadanía: por nacimiento, adopción o naturalización;

– la Creación de Comisión Central de Inmigración, en 1872 y la Oficina de Trabajo, para la colocación de jornaleros y empleadas domésticas en Capital Federal y el interior;

– la Ley 817, conocida como Ley Avellaneda de 1876, que dio gran impulso a la inmigración y colonización, calificando como inmigrante: a aquella persona que llegue en un barco de vapor o vela, en segunda o tercera clase y que no tenga menos de 60 años libre de defectos físicos o enfermedades...,derogada en 1902.

Otros elementos que condicionaron el proceso de la inmigración europea fueron:

– el auge del ferrocarril,

– el mercado de tierras y

– la guerra del Paraguay.

Sobre estas líneas se trazó el complejo plan de la inmigración europea, al amparo de estas leyes y en esas condiciones llegó siendo un niño de tan solo 11 años el protagonista de este relato: Giuseppe Monticone... el nonno Lito o tío Pinin.

Elizabeth Vilma Rodríguez Monticone

Quimilí, dpto. Moreno, Pcia. de Santiago del Estero, Argentina.

25 de julio de 2018

El inmigrante piamontés I

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