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Introducción

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El color es algo fascinante. Cuando me preguntan por qué he escrito este libro, solo hay una respuesta: es el mejor libro que se puede escribir.

Aproximadamente el 80 % de la información que llega al cerebro es a través de la vista. Formas, volúmenes, espacios, y, por supuesto, color forman una parte importante de los elementos que nos han ayudado a sobrevivir y evolucionar. Y más allá de esto, son elementos que nos han enseñado a apreciar la belleza y pasar de ser animales a ser humanos.

Aunque pueda parecer que la percepción del color es algo universal, nada más lejos de la realidad. En Japón el azul y el verde tienen el mismo nombre. Los esquimales tienen cientos de nombres, uno para cada matiz del blanco. En las culturas antiguas, el violeta era una variante del negro. El color naranja, en Occidente, se llamó así a partir de la llegada de las naranjas. Anteriormente era un tono de rojo. Un tintorero puede diferenciar cincuenta tipos de negro, mientas que una persona no entrenada en la visualización del color apenas diferencia el negro de un azul oscuro. Recientemente se han visto polémicas en internet sobre qué color se veían en un vestido u otros objetos. A lo largo de la historia se han creado numerosos sistemas para estandarizar los colores, especialmente para su uso en la industria. Sin embargo, esto nunca ha ocurrido con el lenguaje, donde no hay un consenso a la hora de nombrar los colores, más aún cuando se habla de matices sutiles. Y es que el color es un concepto que depende de la luz que emite una fuente luminosa, del objeto donde rebota, de la fisiología del ojo que lo percibe, de la capacidad y conocimiento del cerebro que lo procesa y del entorno cultural en el que ocurre todo este proceso. La percepción del color es algo mucho más complejo de lo que pueda parecer en un principio.

El color es algo que siempre ha fascinado al hombre. Desde las culturas más primitivas se ha buscado un modo de aplicar color a todo trabajo humano, ya sea en pinturas rituales, en objetos de uso cotidiano, en las telas de casas y vestimentas e incluso en los propios cuerpos. Y por supuesto, en el arte. Esta fascinación ha llevado a investigar cuáles son los mejores métodos para recrear los colores que se observan en la naturaleza. Materias animales, vegetales e inorgánicas han sido usadas para crear estos colores, y complejos procesos —en no pocas ocasiones secretos celosamente guardados— han servido para que perdurasen en el tiempo.

Qué lejos nos quedan aquellos tiempos en que para representar imágenes teníamos un puñado de ocres sacados de tierras vecinas, o complejos procesos que incluían el uso de miles de caracolas, lavados especiales, secados al aire matinal de las playas de Tiro, o el uso de fijadores, como la orina fermentada de joven impúber u hombre borracho que haya bebido vino fuerte. Materiales y procesos que han servido para dictar modas, crear industrias, cambiar leyes, interferir en guerras y enriquecer y empobrecer a generaciones enteras de personas dedicadas a este mundo.

Tras milenios de experimentación en el mundo físico, la aparición de los ordenadores fue una revolución en muchos sentidos, también en el uso del color. Los artistas y diseñadores que para su trabajo usaban tierras, tintas, óleos, acuarelas, rotuladores, lápices o pinturas sintéticas (por lo que la gama cromática que podían fabricar o comprar era limitada) pasaron de tener unos cuantos colores a su disposición a tener millones. Literalmente. Y el cambio no fue solo en la cantidad, sino también en su manipulación. Eliminarlos o cambiar unos por otros era ahora una acción limpia y rápida, por lo que experimentar con ellos nunca había sido tan fácil.

En paralelo con la evolución de los ordenadores, surgió un nuevo modo de entretenimiento: los videojuegos. Los videojuegos han pasado de ser el experimento de unos ingenieros a convertirse en la mayor industria del ocio de la actualidad. Y tras muchos años de desprecio por parte de sectores culturales, han pasado de ser un pasatiempo de adolescentes a obras de arte expuestas en prestigiosos museos.

A pesar de la impresionante evolución que han tenido, y de la inmensa cantidad de jugadores que hay en el mundo, el color sigue siendo uno de los temas menos tratados en artículos, libros, revistas especializadas y por críticos en general. Es muy común leer en revistas y escuchar en podcast y a youtubers que hablan sobre juegos que son muy bonitos, una obra de arte, impresionantes, y un buen número más de adjetivos y frases hechas alabando la dirección artística de algún videojuego. Sin embargo, rara vez profundizan en el tema y son capaces de explicar el porqué, probablemente porque no tienen el conocimiento suficiente sobre el tema ni tienen el vocabulario adecuado para poder hacerlo.

La historia de los colores es apasionante, no en vano hay numerosos libros dedicados a su estudio. Este libro está pensado para estudiantes que quieran dedicarse a la creación de videojuegos (ya sean diseñadores, artistas o técnicos de experiencia de usuario), a divulgadores, periodistas, bloggers, youtubers, a investigadores que quieran tener una visión global del alcance del uso del color y en general, a todos los amantes de los videojuegos que estén interesados en comprender un poco mejor este producto cultural, de cara a analizar y entender la compleja labor que llevan a cabo los desarrolladores para crear un gran producto. Durante el texto se tratan desde conceptos básicos que es necesario conocer hasta otros más complejos que pueden servir para comprender en profundidad este complejo mundo.

Finalmente quería dar las gracias a todas las personas que han hecho posible este libro. A la Doctora Ruth S. Contreras Espinos, directora de la colección, porque desde el primer momento confió en mí para participar en ella. A mi madre, que fue la que me enseñó a apreciar la belleza. A todas las personas que han estado presentes durante el proceso de escritura, mis hermanos, mis amigos, especialmente Mel Smith Window, que me han dado soporte y ánimos para continuar cuando me quedaba bloqueado, y al Doctor Francisco Merino, que me ayudó a organizar la bibliografía. Sin todos ellos y ellas no hubiera sido posible llegar hasta aquí.

Barcelona-Urubamba-Villarrubia de los Ojos

El uso del color en los videojuegos

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