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3.8 Los radioaficionados y el panamericanismo
ОглавлениеUna de las actividades más destacadas de la radioafición en la década de 1930 fue la campaña de Buena Voluntad impulsada por Jorge Vargas Escalante “en pro de la intensificación y estímulo de las vinculaciones espirituales de las naciones del continente americano” (La Crónica, 15 de diciembre de 1933). Vargas Escalante actuaba en coordinación con radioaficionados de Bloomington y colaboraban con él Enrique Gamio, Guillermo Lazarte (director de OAX4A) y Rosa Hernando. El primer programa de la campaña se emitió el 6 de enero de 1934 por onda corta a todas las capitales de América del Sur a través de la estación OA4B de Germán Gallo Porras, y participaron el ministro de Relaciones Exteriores, Solón Polo; el embajador de Estados Unidos, Fred Morris Dearing; el nuncio apostólico, monseñor Gaetano Cicognani; los embajadores de Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador y México; los encargados de negocios de Cuba y Chile; el alcalde de Lima, Luis Gallo Porras; el presidente del Rotary Club de Lima, W. F. Molina; el presidente del Touring Club, Eduardo Dibós Dammert; el presidente honorario del Radio Club, Óscar Miró Quesada; y el representante de la Associated Press, Luis León. La locutora fue Rosa Hernando; una orquesta tocó los himnos nacionales “a medida que cada diplomático daba su discurso” e interpretó Amanecer andino de Alomía Robles, “dedicado al pueblo peruano” (La Crónica, 7 de enero de 1934).
El 14 de abril tuvo lugar el segundo programa de Buena Voluntad, en homenaje al Día de las Américas, patrocinado esta vez por la Unión Panamericana de Washington. La transmisión se hizo en dos horarios (tarde y noche) por OA4B en onda corta y OAX4A en onda larga desde la casa de Germán Gallo Porras. Inició la transmisión de la tarde Óscar Miró Quesada, y participó el ministro plenipotenciario de España en Lima, Luis Avilés y Tiscar, además de los invitados al primer programa. Habló en inglés el embajador de Estados Unidos, Dearing, “quien exaltó el panamericanismo, traduciendo la nueva doctrina internacional que día a día va ganando terreno en todo el continente” (La Crónica, 15 de abril de 1934). Rosa Hernando fue nuevamente la locutora, acompañada de un intérprete que anunciaba los números en inglés; se interpretaron temas de Alomía Robles (otra vez Amanecer andino) y Dunker Lavalle (Quenas). Por la noche, la banda de la Guardia Republicana tocó el Himno Nacional, Guillermo Lazarte leyó un homenaje a España, Enrique Villanueva Valcárcel habló en nombre de los intelectuales españoles y Alberto Ureta recitó en representación de los peruanos.
El 29 de noviembre de 1934, después del fallido golpe de Estado orquestado por el Apra, el gobierno de Benavides suspendió las licencias otorgadas a estaciones de radioaficionados. Las licencias fueron restauradas el 31 de diciembre de ese mismo año, y el 14 abril de 1935 se volvió a celebrar El Día de las Américas, nuevamente bajo la iniciativa de Vargas Escalante, y con el concurso de OAX4A Radiodifusora Nacional, y la estación de onda corta del Germán Gallo Porras. El discurso de apertura en esa ocasión estuvo a cargo de Óscar Miró Quesada, quien dijo:
En el Día de América mi voz se torna continental, porque el milagro del radio dilata la palabra del hombre en la ruta ilimitada del espacio; viaje prodigioso del pensamiento, merced a la ciencia que da alas al verbo y enlaza a las mentes más remotas en instantánea comunicación [...]. El radio, señor del espacio y rey de la velocidad, vence todas las separaciones y unifica a todos los pueblos en la rauda soberanía del instante. Y en el Día de América las ondas del éter se pueblan de mensajes de buena voluntad, enlazando a los países del continente con la guirnalda expresiva de su sonora congratulación (Vargas y Gamio 1944: 186-187).
Luego hablaron el ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Carlos Concha; el nuncio apostólico, los embajadores de Chile y Argentina, y el ministro de España.
La actividad de radioaficionados se desarrolló también con entusiasmo en otros lugares del Perú, como Arequipa, donde los miembros del Rotary Club realizaron, en 1934, comunicaciones con sus colegas de Lima y La Paz con el fin de estrechar los lazos de amistad entre Perú y Bolivia.