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3JUSTIFICACIONESPARA LAAPLICACIÓN DEPRUEBAS DEAPTITUD FÍSICA

En la introducción de nuestro trabajo, hemos hecho referencia a las múltiples interpretaciones y perspectivas sobre las que se puede apoyar la evaluación de la CF en las Enseñanzas Medias, y afirmábamos que:

«La puesta en práctica de pruebas de aptitud física, como medio para obtener una información de la capacidad y estado físico de los individuos es, en la actualidad, conocida por todos; sin embargo, no sabemos hasta qué punto son utilizadas por los docentes en las clases de educación física y, mucho menos, por quiénes es compartida la idoneidad de su utilización».

No es nuestra pretensión discernir entre la afirmación o negación de la utilización de pruebas motoras, como elemento que ha de estar integrado o no dentro del proyecto curricular de EF, según el grado de escepticismo de los miembros de un determinado departamento.

Hay conflictos que son inherentes a cualquier tipo de actividad. En este caso, la crisis, por llamarla de alguna manera, que de forma generalizada se plantea entre los especialistas que promueven la utilización de pruebas de carácter físico y sus detractores afecta más al colectivo de los educadores. Parece claro que en el campo del entrenamiento deportivo su utilización está más que justificada; sin embargo, en el terreno de la EF sí existen discrepancias, que creemos están más relacionadas con la duda, razonablemente planteada, al cuestionarse la verdadera utilidad de las marcas registradas.1

En este sentido, nuestra aportación debe ser discreta, describiendo algunas experiencias y razones que puedan evidenciar su aprovechamiento. Tal vez, esto pueda tener alguna repercusión directa o indirecta, pero en ningún modo nuestra intención es abrumadora.

Quizás la primera apreciación que debemos realizar al hablar de la utilización de tests motores debe ser precisar, mediante un adjetivo, la forma de llevarlo a cabo. Porque no siempre se utilizan las pruebas motoras correctamente, de aquí podría emanar una idea que justificará una acepción negativa.

Son muchos los autores que coinciden en afirmar que el utilizar correctamente los tests de aptitud física permite determinar las capacidades más desarrolladas de un sujeto. Posteriormente, esta información se puede utilizar para tomar decisiones sobre la práctica de determinados deportes.

«Ninguna medición objetiva, realizada sobre individuos en reposo, revela su capacidad para el trabajo físico o su potencia aeróbica máxima. Un cuestionario puede revelar una información más útil de las que se obtiene mediante medidas efectuadas en reposo. Una baja frecuencia cardíaca en reposo, un gran tamaño del corazón o parámetros similares pueden indicar una alta potencia aeróbica, pero representar, por otra parte, un síntoma de enfermedad» (Astrand y Kaare, 1991).

La idea general del párrafo que nos precede justifica, mediante un razonamiento fisiológico, que si realmente deseamos conocer el estado de forma de un individuo y su capacidad de trabajo, debe ser mediante pruebas físicas que permitan alterar la homeostasis del sujeto para, a partir de ahí, comenzar a obtener información.

Los resultados finales del estudio realizado recientemente en la provincia de Buenos Aires (Argentina), por el Instituto Bonaerense del Deporte (1995) para evaluar el estado actual de aptitud física de una muestra de niños de entre diez y dieciocho años, exponen en su presentación:

«... es una experiencia piloto que permite a corto plazo sistematizar la evaluación de la aptitud física en todo el ámbito provincial. Demostrando que ello puede hacerse con rigor científico y el consenso de todos los profesionales de la educación física y el deporte».

Los integrantes de este estudio están convencidos del sentido de su trabajo, y más adelante afirman:

«... se normalizarán los tests que más se adecuen a la realidad provincial y que permitan sucesivos controles por un periodo de tiempo no inferior a los cinco años».

En el Informe final del Proyecto Antropométrico sobre los Torneos Juveniles Bonaerenses (Barbieri, Papini y col., 1995), se divulgan los resultados de la final provincial, supervisado por 23 técnicos en evaluaciones y expone en su presentación que la evaluación de la aptitud física, a través del biotipo de la muestra, informa de potencialidades o de déficit en los jóvenes deportistas y de características propias de las determinadas zonas de una geografía.

Por otra parte añade:

«Como toda investigación en este campo, la interpretación y aplicación de sus resultados, aparte de profesores, técnicos y médicos especialistas, permite a los deportistas evaluados la toma de conciencia del nivel de condición física, ayuda a aumentar su motivación para mejorar la forma y, consecuentemente, la autoestima».

Según estos autores, todo este conjunto de información inédita y específica de la zona podría ser utilizada para mejorar los niveles de condición física individuales y generales, y en la toma de medidas de salud individual y sanitarias.

MacDougall (1993) expone que el fin principal de los tests es suministrar información práctica para programar el entrenamiento que se ajuste más adecuadamente a cada sujeto. Afirma, además, que la evaluación de la condición física del individuo resulta adecuada si indica los puntos débiles y fuertes del deportista; a partir de aquí, la programación para mejorar las cualidades física debe ser correcta.

Para Vila (1993), la evaluación de la condición física debería ser una práctica común, realizada a través de cuestionarios o tests submáximos de campo, y con el propósito de:

1°. Informar y orientar.

2°. Mejorar la CF.

3°. Motivar.

4°. Promover la práctica de ejercicio físico.

5°. Actualizar la información.

6°. Formar especialistas en evaluación.

En realidad, se trata de conseguir que el adolescente demande el realizar la actividad física. Ya en 1932, Claparede, en el campo de la pedagogía, explicaba algunas bases sobre las carencias educacionales de los adolescentes, algunas de las cuales están vigentes en la actualidad. Atendiendo a alguna de ellas, la alegación con la que iniciamos el presente párrafo podría quedar explicada bajo la ley de la necesidad,2 según la cual:

«Toda necesidad tiende a provocar las reacciones apropiadas para satisfacerla».

Creemos que los fracasos metodológicos ocasionales, que genera la aplicación de pruebas de aptitud física, están relacionados, en parte, con la anterior afirmación. Aquí adquiere relevancia el concepto de test pedagógico3, el cual justificaría su utilización al crear en el niño una necesidad que, enfocada correctamente con los programas curriculares, provocaría reacciones apropiadas para satisfacerla y desembocaría en la mejora de sus resultados.

En realidad, el interés del alumno por una determinada cosa o por realizar una determinada actividad, en un momento dado, obedece a una necesidad, y es lo que de verdad le importa. Si el joven dispone de una gama amplia de pruebas a elegir, y puede escoger entre aquellas en las que le favorezcan buenos resultados, y eliminar de la misma manera otras que le causan miedo, desventaja, o simplemente el estrés indeseable, probablemente su conducta será más positiva, más abierta y se creará una necesidad basada en el interés aparecido por la posibilidad de destacar, aunque sólo sea, por lo menos, y para algunos, en alguna disciplina.

Siguiendo el párrafo anterior, habría que añadir que durante el tiempo que dure la motivación, el alumno pensará en la próxima evaluación. La duración de este interés es imprevisible, por lo cual la actuación del docente debe ser indiscutible. La psicología moderna propone técnicas basadas en el condicionamiento operante entre estas estrategias de intervención, y creemos que podrían ser efectivos los programas de reforzamiento.

Buceta (1998) clasifica estos programas según el momento y la forma de refuerzo realizado, presentando la siguiente distribución:

Programa de razón fija: Cuando se aplica un refuerzo (por ejemplo un “bien”, “eso es”) cada vez que se produce una conducta o un objetivo determinado. Podría realizarse, cada vez que un alumno realiza una repetición correcta de flexiones de brazos en barra fija. Si el reforzamiento tuviera lugar, por ejemplo, cada tres repeticiones, se estaría aplicando un refuerzo intermitente de “razón fija -3”.

Programa de razón variable: El reforzamiento se aplicaría inmediatamente después de que se produzca la conducta u objetivo un número-promedio de veces. Se podría utilizar cuando la consecución del objetivo es muy continuado o repetitivo; por ejemplo, en una prueba abdominal de un minuto de duración, el refuerzo se podría realizar cada (2-6-5-3) emisiones; en este caso se estaría utilizando un programa de ”razón variable – 4”.

Programa de intervalo fijo: En este caso, se produce el reforzamiento cuando se consigue un objetivo parcial por primera vez, después de un intervalo de tiempo fijo determinado. Se puede utilizar en las pruebas de resistencia cardiovascular, donde la motivación en modo de refuerzo como (“otra más”, “muy bien”) cada un tiempo o número de metros determinados, puede resultar determinante para determinados alumnos desmotivados.

Programa de intervalo variable: Aquí el reforzamiento se produce cuando se cumple el objetivo por primera vez después de un intervalo de tiempo-promedio determinado. En este caso, el refuerzo utilizado, por ejemplo durante una carrera de 12 m, puede realizarse variando la duración cada intervalo.

En definitiva, el tests pedagógico debe favorecer la práctica de actividad física y promover el siguiente control, utilizando todos los medios que existan al alcance. No se debe confundir con el tests científico, cuyo único objetivo es obtener un resultado lo más válido posible, aislando al máximo todos los factores que puedan influir en su resultado. Esto último es mucho más fiable; sin embargo, no responde a la realidad, y como tal, sirve muy poco para corregir o dirigir el programa de trabajo propuesto.

Un interés mantenido durante el tiempo suficiente es uno de los requisitos indispensables para lograr la adherencia a cualquier tipo de actividad física; a su vez, aparecerá la necesidad de anticipación a algo que ya conoce consiguiendo que a partir de ahora la conducta hacia las pruebas probablemente sea diferente y el alumno necesite conocer cómo y qué hacer para mejorar su rendimiento la próxima vez. Es decir, se forja la necesidad de elaborar un programa apoyado en los resultados anteriores.

Pero esta fuente de motivación sustentada por el interés momentáneo de la autocompetición puede derrumbarse si el planteamiento curricular no permite la suficiente continuidad. Por esta razón creemos que los tests, una vez elegidos, no se deben cambiar, al menos, a lo largo del mismo año. Hay autores que promueven su realización con una frecuencia de tres veces en el mismo curso, al efecto de mantener la motivación del alumno durante todo el período escolar.4

Sin embargo, en contrapartida, es necesario también aquí poner de manifiesto que existen otros estudiosos críticos a la utilización de tests de CF como sistema evaluador de la EF.

López Pastor (2000) recoge algunas críticas realizadas por varios autores sobre la utilización de estos sistemas de evaluación; entre ellos podemos encontrar a Devís y Peiró (1992), Seefeldt y Vogel (1989), Arnold (1991), Blázquez (1994). Casi todos coinciden en que los tests de aptitud física:

• No manifiestan el conocimiento o aprendizajes obtenidos durante un período de tiempo escolar (año, ciclo, o etapa).

• El diagnóstico que revelan no coincide generalmente con la información que necesita el profesor para actuar sobre el proyecto de las clases.

• Fomentan el espíritu competitivo.

• Confunden la capacidad medida con las potencialidades o capacidades reales del sujeto testsado.

• A través de su resultado se pretende globalizar una calificación. Esto hace que se preste más atención al resultado que al proceso de aprendizaje.

• La utilización de tests fomenta más la comparación entre sujetos que la toma de partida individualizada de un individuo para comprobar su posterior mejora.

Cada día es mayor la evidencia de que la falta de ejercicio provoca trastornos de salud, tanto en el crecimiento y desarrollo del adolescente como en la maduración posterior.

Guisado5 (1997) ha recopilado un listado de los principales beneficios potenciales sobre la salud de la práctica de actividad física regular. En este punto, hemos creído conveniente incluir estas precisiones, ya que aportan calidad al tema que tratamos.

Beneficios:

1°. Disminución importante del riesgo de padecer una enfermedad de las arterias del corazón, cardiopatía coronaria y, por tanto, de sufrir un infarto de miocardio.

2°. Protección contra el riesgo de tener la tensión arterial elevada (hipertensión).

3°. Prevención y control del exceso de peso o la obesidad, y en el mantenimiento del peso adecuado.

4°. Regulación del nivel de colesterol, triglicéridos y otras grasas de la sangre, especialmente incrementando la fracción de colesterol (saludable) y disminuyendo la cantidad de triglicéridos. El resultado es una protección contra la arteriosclerosis.

5°. Protección contra el riesgo de padecer una diabetes de adulto o de tipo II, no insulino-dependiente, con niveles elevados de azúcar en sangre.

6°. Reducción del riesgo de padecer osteoporosis (disminución del contenido mineral del hueso con riesgo de fracturas y otras complicaciones).

7°. Disminución del riesgo de padecer un cáncer de colon, y posiblemente otros tipos de cáncer.

8°. Prevención y control del dolor de espalda.

9°. Mejora de las funciones intelectuales, del estado emocional y de la capacidad de relación social.

10°. Mayor sensación de bienestar y reducción de la ansiedad, el estrés, los trastornos del sueño y la depresión.

11°. Mejora de la función y la estructura del aparato locomotor, que permite a las personas desplazarse, relacionarse con su medio y mantener su autonomía.

12°. Menores pérdidas funcionales y más lentas, como consecuencia del envejecimiento.

Si partimos de la base de que existe una relación entre el estado de forma física de una persona y su salud, el propósito de nuestro esfuerzo estará dirigirlo a la mayor motivación que permita la práctica regular de actividad física escolar y extraescolar.

Situados aquí, cabría preguntarse: ¿qué mejor justificación que la salud puede avalar la proyección, sobre la práctica de actividad física, que infunde la realización de pruebas de aptitud física?, ¿cuál es la razón por la que el alumno no debe acostumbrarse a medirse a sí mismo?, ¿por qué ha de convertirse en una epopeya el momento extraordinario en que el sujeto se someta un prueba, cuando en realidad podría formar parte de su propia iniciativa?

Algunas críticas, que siempre serían bien recibidas, podrían argumentar que la propuesta de ofrecer un ”menú” de pruebas influiría en un aumento de trabajo adicional derivado de la valoración de tan amplio número de prácticas; sin embargo, hay que decir que hoy día está más que superado con la existencia de nuevas tecnologías que ofrecen programas informáticos6 que minimizan el esfuerzo del docente en la fase más ardua: el tratamiento de marcas registradas.

Pero no sólo es necesario conocer los aspectos físicos relevantes que intervienen. La psicología moderna considera que existen variables psicológicas que pueden afectar al rendimiento físico o deportivo. Según Buceta (1998), todo profesor debe conocer las principales características de la relación de estas variables con el rendimiento, al objeto de analizar la problemática psicológica dependiente, y potenciar o modificar correctamente la situación de estas variables en beneficio del máximo rendimiento del alumno. Para este mismo autor, las principales variables que intervienen en la mejora del rendimiento físico deportivo son la motivación, el estrés, la autoconfianza, el nivel de activación y la atención.

La motivación, referida al grado de interés que un sujeto tiene por una determinada actividad y las consecuencias que son generadas de su práctica; a corto, medio, o largo plazo, la motivación que pueda generar la realización de una o varias pruebas se puede considerar como la responsable del seguimiento que pueda hacer un alumno del programa didáctico escolar y /o extraescolar al efecto de mejorar el rendimiento en los próximos tests.

El estrés, como resultado de interpretar algo, que puede provocar la realización de forma obligatoria de una determinada prueba o tests, como potencialmente amenazante. Esta variable puede afectar al alumno, provocando situaciones de ansiedad, hostilidad, estado de ánimo depresivo, miedo, etc. El resultado será pérdida de atención y autoconfianza, y si la situación persiste, agresividad.

Por otro lado, el término estrés está íntimamente vinculado a la adaptación al esfuerzo, provocando una tensión general en el organismo a modo de excitante, que permite una adaptación más rápida a los esfuerzos realizados, y pueden reflejarse en las PAF (Platanov, 1991).

La autoconfianza se refiere a la seguridad que un alumno puede tener en su capacidad de decisión, reacción y estado de forma para realizar una actividad física. Dependiendo del grado de autoconfianza, el alumno se sentirá, en mayor o menor medida, motivado o estresado para la ejecución de la prueba y el entrenamiento posterior.

El nivel de activación es para Buceta (1998) una respuesta fisiológica y cognitiva, determinada por la motivación o el estrés. Este autor, refiriéndose a las características y efectos del nivel de activación, explica que:

«Cuando está presente la motivación, predominan pensamientos, creencias y actitudes caracterizadas por el interés, el deseo y el reto por los objetivos deportivos o sus consecuencias, o relacionados con el placer y la satisfacción de realizar la actividad; pero en presencia del estrés, la activación cognitiva7 se relaciona con la incertidumbre de la situación, el miedo al fracaso por sus consecuencias, el temor a la evaluación social, la disconformidad con lo que está ocurriendo, etc., según sea el tipo de manifestación de estrés que esté presente (ansiedad, hostilidad, depresión, etc)».

Aunque esta variable está más en consonancia con la actividad mental, relacionada con la toma de decisiones en la actividad deportiva, en determinadas ocasiones puede estar presente en acciones físicas muy simples pero extremadamente complejas si el joven las interpreta como tales.

La atención está muy estrechamente relacionada con la toma de decisión y afecta en gran manera a la ejecución de una prueba. No en vano, de la atención prestada en el momento de la información de la prueba se obtendría un resultado. Asimismo, de la capacidad de mantener la atención y concentración durante la prueba, se concluirá con un resultado u otro. Se trata, en definitiva, de interpretar las demandas de una situación y actuar en base a ellas.

Esta variable está conectada con el nivel de activación; cuanto mayor sea éste, más atención se prestará a la prueba que se ejecuta, ya sea durante las prácticas en clases o en pruebas de control.

Por otra parte, el diseño educativo existente, y que persiste en su distribución horaria desde hace muchos años, no permite una correcta aplicación de los principios básicos en los que se sustenta cualquier mejora física. Por ejemplo, el principio de continuidad, apoyado en la adaptación al esfuerzo, necesitaría al menos la disposición de tres días semanales de clases de EF. Sólo a un nivel teórico muy precario se puede hacer entender este concepto a los escolares, siguiendo la estructura actual de horas lectivas.

«Las manifestaciones de la adaptación en el deporte son múltiples. Durante el entrenamiento, hay que amoldarse a cargas físicas de distintas tendencias, de coordinación, intensidad y duración complejas y utilizar un gran arsenal de ejercicios encaminados a educar las cualidades físicas, perfeccionar la maestría técnica y táctica y las funciones psíquicas»8.

Por otra parte, la EF no contempla en ninguno de sus objetivos, y en modo alguno tampoco es una de sus finalidades, el entrenamiento de los alumnos; sin embargo, sí existen consideraciones que deben tenerse en cuenta, y que pueden repercutir tanto a favor como en contra a la hora de programar y seleccionar pruebas para la evaluación.

Año (1997) propone una lista de riesgos y ventajas del entrenamiento con niños y adolescentes. Hacemos referencia, sin detenernos en cada uno de ellos, a este listado, debido a la relación que existe entre el entrenamiento y la competición, es decir, al programa que puede seguir un alumno, en actividades extraescolares, para obtener un rendimiento posterior en las pruebas o tests de aptitud física realizadas en el centro educativo, y sobre lo cual debemos tener en cuenta lo siguiente.

Ventajas del entrenamiento con jóvenes y niños:

• Produce un mayor nivel de actividad infantil.

• Produce un aumento generalizado del movimiento coordinado.

• Sienta las bases para el aprendizaje y el rendimiento posterior.

• Expansiona las posibilidades motoras.

• Permite al niño y al adolescente formarse una imagen deportiva general y de su deporte en particular.

• Permite una mejor adaptación a la competición.

• Aumenta el crecimiento.

• Puede corregir defectos físicos que pudieran existir.

• Permite una integración progresiva en la sociedad.

• Aumenta el nivel de responsabilidad social.

• Supone un aprendizaje en el éxito o fracaso deportivo y social.

• Potencia la creación y regularización de hábitos.

• Contribuye a desarrollar el placer por el movimiento.

• Anula las limitaciones del sedentarismo.

• Sirve de estímulo para la higiene y la salud.

Riesgos del entrenamiento con jóvenes y niños:

• Sobrecarga.

• Defectos físicos derivados de la práctica deportiva.

• Cambios en el metabolismo.

• La práctica del entrenamiento es fácilmente manipulable.

• Múltiples abandonos entre quienes comienzan muy pronto.

• Desadaptación social.

• Exceso de sistemas autoritarios.

• Excesiva repetición y empleo de métodos analíticos.

• Utilización excesiva de refuerzo.

• Limitación del desarrollo posterior y anulación de otros campos de acción.

• Aumento de la agresividad infantil.

• Exceso de responsabilidad.

Quizás una característica determinante estará definida por el carácter autotélico del test, es decir, se hace indispensable contar con que el test debe tener prioritariamente utilidad en sí mismo.

En este sentido, el joven debe relacionar el beneficio de estas prácticas con algo natural o propio; sería recomendable disponer de tests dirigidos hacia zonas concretas del cuerpo, y de los grupos musculares más importantes en adolescentes. A partir de doce años, son los formados por abdomen-espalda y pecho-hombros, quedando en un segundo plano los músculos de las piernas y brazos. Igualmente, para cada ámbito de aplicación y deportes practicados por el sujeto, los grupos musculares más importantes están definidos, lo cual debemos utilizar como fuente de motivación para la transferencia de mejora; por ejemplo, un alumno que juega al fútbol preferiría realizar pruebas que le midan la capacidad en los músculos más implicados y que intervienen en mayor medida para su transferencia a una mejora deportiva, que en este caso correspondería a la musculatura de las piernas, abdomen y espalda sobre otras (Grosser y Müller, 1992).

Del mismo modo, el conocimiento del rendimiento va a proporcionar una motivación especial en todos aquellos casos en los cuales los alumnos encuentren resultados inmediatos y transferibles. Así, una prueba de salto horizontal es obviamente medible por el alumno en cualquier espacio y tiempo, ya sea en período escolar o extraescolar; por otro lado, esta mejora es muy reforzante, debido a la trasferencia positiva que el beneficio puede tener en su posterior rendimiento deportivo (voleibol, baloncesto, balonmano, etc.); sin embargo, una prueba de dinamometría manual, independientemente de su validez científica, no es fácilmente entendible por el alumno. Por un lado, hasta el día de la prueba, el adolescente no conoce su marca, ya que él no dispone de este instrumental y, por otro, sólo muy de lejos puede vislumbrar alguna transferencia positiva hacia actividades deportivas que le interesen. En estas circunstancias, las posibilidades de un incremento de ejercicio físico se verían seriamente afectadas.

A estas alturas, y con la información que poseemos, no nos queda más remedio que expresar nuestro convencimiento de que no existen los tests pedagógicos como tales; sino que tendrán esta característica en función del servicio que hagan y del efecto que produzcan. La utilidad de un determinado test, que justifique su aplicabilidad a cualquier sexo o edad, estará determinada por el efecto posterior que provoque en los ejecutantes y que, de alguna manera, contribuya al reforzamiento de la práctica de actividad física, obteniéndose resultados directos o indirectos que reviertan en una mejora de la salud y sus relaciones afectivo-sociales.

NOTAS

1 Estas dudas quedan una vez más de manifiesto en el artículo de un profesor de Educación Física, donde plantea su incertidumbre tras utilizar los tests de aptitud física de la batería Eurofit. Al proceder a su valoración añade: «Desde mi punto de vista considero adecuadas estas pruebas para que el propio alumno sea consciente de sus límites, así como de su evolución en las capacidades físicas. Sin embargo, considero un error poner un sobresaliente a aquel que llegue al nivel 11 de la course-navette y suspender a quien no llegue al 5, por ejemplo. Aunque el alumno no es responsable de sus capacidades genéticas, sin embargo, en el resto de las asignaturas sí se valora la agilidad mental o la memoria, igualmente creadas a partir de las características genéticas». No sin razón, este profesor plantea varios interrogantes, una prueba más de la dificultad del tema que tratamos, y continúa: «¿Deberíamos poner más nota al alumno que más fuerza tenga o más corra? ¿Debemos medir únicamente la evolución de cada alumno?, ¿No debemos utilizar estas pruebas para calificar? ¿Qué opináis?». Ortega Díez, (2000).

2 La educación funcional (1932). También se refiere este autor a otros estudiosos, profundizando en las razones de la necesidad; donde el filósofo Pfuger, escribía en 1877 «... la causa de toda necesidad de un ser viviente es, al mismo tiempo, la causa de la satisfacción de esta necesidad». Y el biólogo Nageli, que decía: «la necesidad actúa como un excitante».

3 Se sustenta en la base de que éstos están adaptados a la edad escolar y su utilización no está supeditada a la simple recogida de información, que posteriormente será analizada y valorada, sino que ha de servir de referencia para generar una motivación en el alumno, sobre la causa que provoca el efecto de los resultados conseguidos. Telama (1982); Otañez (1988); Grosser y Müller (1992); Vila (1993); Harris (1998); Cale (1998).

4 Según Díaz Otañez, Evaluación y Estadística aplicada a la Educación Física y el Entrenamiento (1988), la periodicidad de los tests debe ser aquella que permita pasar las pruebas a los alumnos tres veces al año, para poder evaluar la evolución del rendimiento de los mismos.

5 Define salud como «el nivel más elevado de bienestar físico, mental y social, así como la capacidad de funcionamiento, que permiten los factores sociales en los individuos y la comunidad se hallan inmersos». La OMS propone dos objetivos en su ambicioso programa para mejorar la salud «salud para todos en el año 2.000». Lanzando el lema «añadir vida a los años» y «añadir salud a la vida». «Actividad física, condición física y salud: conceptos y criterios generales». Guisado. Salud, Deporte y Educación - ICEPSS (1997).

6 Por citar algunos ejemplos: La Evaluación informatizada de la Educación Física de la E.S.O. Martínez López (2000); Evaluación en centros docentes y deportivos, Calzada (1995).

7 En este sentido, el nivel de activación puede influir, a su vez, en los aspectos centrales del rendimiento; por un lado, en el funcionamiento mental, afectando en la toma de decisiones y, por otro, en la ejecución motora, incidiendo en variables relacionadas con el funcionamiento físico, como la tensión muscular o la coordinación. Buceta (1998).

8 En sentido general, la adaptación se entiende como la capacidad de un ser vivo a acostumbrarse o a amoldarse a las condiciones del medio ambiente. El fenómeno de adaptación, en la actividad física, debe entenderse como un proceso, durante el cual una persona se adaptará a factores internos y externos (pelota, campo, raqueta etc.), y como un resultado desencadenante de unas acciones. En este sentido, se hace preciso, promover una práctica extraescolar continua, que pueda motivar al alumno, y hacerle comprender no sólo en la teoría, sino en la práctica, que parte de la adaptación para obtener su mejora en el rendimiento se produce como consecuencia de su continuidad en el trabajo; y cómo no, es importante saber y hacer saber al alumno que cualquier nivel de competición, ya sea individual o colectiva, exige no sólo la continuidad y progresividad de las cargas físicas, sino también condiciones extremas de competición, que determinarán la formación de las reacciones de adaptación. Platanov (1991).

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