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Chabuca Granda: carta íntima a Chabuca

TERESA FULLER GRANDA


Cortesía de la autora.

Quisiera contarles mucho de mi madre, pero intentaré hacerlo brevemente. Chabuca, la madre, nos dio a mis hermanos y a mí todo el amor y comprensión, lo que nos ha permitido enfrentar la vida con valentía, honestidad, entereza y amistad. Era una persona generosa, inteligente, tierna, sagaz, íntegra, veraz, muy divertida y, a la vez, muy justa. Nunca nos castigó, sólo nos miraba fijamente y nos levantaba una ceja. No teníamos necesidad de mentirle, conversaba siempre que podía con nosotros y, además, no queríamos perder su confianza. Detestaba las mentiras y la injusticia social. No toleraba la brutalidad. Nada la hacía callar. Era muy estricta, no sólo consigo misma, sino con nosotros y con los demás. Tenía un humor negro, a veces no sabías cuándo hablaba en broma o en serio. Sumamente generosa y respetuosa con todos. Decía que “a sus padres, les debía que de niña no supiera que las gentes eran de colores. Después ya nadie pudo deformarla.” Me emociona hablar de mi mamá, aún sigo descubriéndola.

Vida y trascendencia de Chabuca

María Isabel Granda y Larco, conocida como Chabuca Granda, nació el 3 de septiembre de 1920 en Las Cotabambas Aurarias (a 4800 metros sobre el nivel del mar), asiento minero ubicado en el distrito Progreso, en la provincia de Grau, departamento de Apurímac, Perú. Su padre fue Eduardo Granda y San Bartolomé, ingeniero de minas; y su madre, Isabel Larco Ferrari de Granda. En 1923, la familia se mudó a Lima, donde Chabuca estudió en el Colegio León de Andrade. Desde muy niña descubrió su vocación por el canto, y se unió al coro y a la Asociación de Canto de la escuela. Más tarde, durante su juventud, ingresó a la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), en la cual aprendió teatro, ópera y ballet. Asimismo, incursionó en la interpretación de boleros y música mexicana a través del dúo Luz y Sombra, conformado con Pilar Mujica, y en un trío junto a las hermanas Martha y Rosario Gibson, con quienes se presentó en espacios como Radio Miraflores y Radio Nacional.


Cortesía de la autora.

Su actividad como compositora profesional comenzó en 1948 con los temas “Lima de veras”, “Callecita encendida”, “Zaguán” y “Tun, tun, abre la puerta”. Dos años después, el 7 de enero de 1950, Chabuca terminó de escribir “La flor de la canela”, una de sus canciones más emblemáticas, dedicada “a la señora doña Victoria Angulo, de finísima raza negra; a ella y desde ella, esta canción [es] como un ínfimo homenaje a esta admirable raza que nos devuelve con ritmo, con sonrisa y con bondad, los hasta ahora incomprensibles años de injuria de la esclavitud, lo que la historia aún no ha calificado”. A esta misma época pertenecieron creaciones como “Fina estampa”, “El puente de los suspiros”, “José Antonio”, “Zeñó Manué”, entre otras. También compuso temas en inglés y francés.

La creación artística de Chabuca Granda está formada por un vasto catálogo musical que reúne más de treinta años ofrendados a la composición de canciones populares que transitan por los distintos géneros peruanos, principalmente los costeños, y géneros internacionales. Su obra abarca también poemas, guiones para cine, televisión y teatro musical, como Limeñísima (y otros títulos inéditos), Misa Criolla de Bodas, villancicos y la Historia y geografía de América, entre otros. Su producción musical ha sido publicada en innumerables partituras editadas en diversos países de América y Europa. La audaz profundidad literaria, su capacidad de síntesis y el buen uso del idioma castellano que caracteriza su estilo, en absoluta concordancia con la riqueza melódica de sus creaciones, no sólo enriquecieron el cancionero popular peruano, sino que además lo dotaron sensiblemente de algunas de sus más logradas páginas. Como autora, compositora e intérprete peruana, Chabuca Granda legó a la cultura material e inmaterial de su país grabaciones de su valiosa producción. Fue precisamente a este campo al que dedicó inspirados esfuerzos y donde se concretaron algunos de los álbumes musicales más vanguardistas de nuestra música popular, como Navidad, en el que incluyó sus tres villancicos; Dialogando, con la guitarra de Óscar Avilés; Voz y Vena, con arreglos de Martín Torres y Rafael Amaranto; Chabuca Grande de América, con el acompañamiento del Mariachi Vargas de Tecalitlán y arreglos de Rubén Fuentes; Chabuca Granda y… don Luis González, con arreglos de Jaime Delgado Aparicio; Chabuca Granda, con la dirección artística de Hugo Videla; Tarimba Negra, con arreglos de Ricard Miralles y Cada canción con su razón, con la dirección artística de Hugo Casas. Asimismo, dirigió la grabación de dos producciones discográficas: Lo mejor de Chabuca Granda. Doce nuevos valses de Chabuca Granda y Misa Criolla de Chabuca Granda. Posteriormente, una disquera peruana editó el CD Chabuca inédita, con temas que habían sido grabados previamente.

Otro rasgo que le da valor a la trayectoria de la comprometida carrera de Chabuca Granda es su aporte a la internacionalización de la música popular peruana. Si por un lado ofreció siempre conciertos en las principales plazas latinoamericanas, norteamericanas y europeas; por otro, sus composiciones viajaron tanto y más en boca de los más encomiados músicos e intérpretes nacionales e internacionales, entre quienes podemos destacar a Yma Sumac, Raphael, Bola de Nieve, Mercedes Sosa, Armando Manzanero, Julio Iglesias, Caetano Veloso, Plácido Domingo, Celia Cruz, María Dolores Pradera, Nati Mistral, Betty Missiego, Olga Guillot, Lucha Villa, Libertad Lamarque, Juan Diego Flórez, Carmina Cannavino, Tania Libertad, Los Panchos, Guadalupe Trigo, Lola Beltrán, entre otros. Su canción más emblemática, “La flor de la canela”, ha sido traducida a varios idiomas, interpretada en los cinco continentes, y es considerada uno de los más contundentes símbolos de la identidad peruana en todo el mundo. Con estilos conservadores y otros más revolucionarios, sus composiciones se han adaptado a distintos ritmos, desde la música sinfónica, de la mano de directores tan importantes como los franceses Frank Pourcel y Paul Mauriat, hasta la música electrónica, como se ha escuchado en los últimos años. Muestra de su vocación por la integración iberoamericana son sus composiciones “Guayaquil puerto abrigado”, dedicada a Ecuador; “Mi nave cautiva”, a Chile; “Dónde estás, Adelita y Canterurías”, a México; “El sereno y la Almudena”, a España; “El no sé qué de Cuba”, a Cuba; “Bandera reverdecida”, a Panamá y “Baguala para Argentina” y “La Argentina agredida”, a Argentina. En varios de estos países, como signo de reconocimiento, hay calles, plazas y alamedas que llevan su nombre. En Argentina está “Paseo Chabuca Granda” en La Recoleta, Buenos Aires; en España, “Plaza de Chabuca Granda” en La Hortaleza, Madrid; en Chile, “Plazuela Chabuca Granda” en Conchalí, Santiago de Chile; en Estados Unidos, hay una placa de azulejos con un poema a Chabuca Granda en Miami. En el Perú, varios lugares llevan su nombre.

Su aportación a la música afroperuana propició su difusión, investigación y renovación, un ejemplo que seguirían compositores como Andrés Soto y Kiri Escobar. Además, Chabuca Granda impulsó a intérpretes como Susana Baca, Tania Libertad, y a Carlos “Caitro” Soto y Félix Casaverde, en su eterno afán de apoyar a los jóvenes y dar a descubrir lo mejor de lo nuestro. Eso nos demuestra su grandeza. También apoyó al conjunto Perú Negro para llegar a mercados internacionales.

Chabuca Granda recibió una vasta cantidad de reconocimientos por su fecunda carrera y el valioso mensaje cultural que instaló en la memoria de muchas generaciones en distintos países del continente americano. Algunos de los premios más importantes que recibió fueron las Palmas de Oro de la Fundación Kennedy, el homenaje de la Unión Panamericana en Washington D.C., la Medalla de la Gratitud otorgada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile en 1964, y la declaración como Huésped de Honor por el alcalde de Bogotá en 1969, quien le entregó las llaves de la ciudad y la proclamó “Mujer Panamericana”, entre muchísimos más.

Homenaje de Chabuca a México

En mayo de 1966, el productor Antonio Matouk le solicitó a Chabuca Granda trabajar en los temas musicales de la película Bromas S. A., donde ella también actuaba. Acompañé a mi mamá en ese viaje y conocimos a Armando Manzanero. Recuerdo que cuando mi mami le dijo: “Hijo, tienes que cantar tus canciones”, él contestó, sorprendido: “No, señora, no tengo voz”. Y Chabuca le responde: “Yo tampoco y me atreví. Sólo te pido una cosa, no te disfraces porque eres muy chiquito.”

Cortesía de la autora. Tengo tan presente esta anécdota porque aquella noche, gracias a Manzanero, conseguí permiso de mi mamá para fumar un cigarrillo Raleigh.

Otra anécdota con él: una mañana suena el teléfono en el dormitorio de mi madre en Lima y es Armando Manzanero. Había viajado en una línea aérea peruana hacia Colombia y no había llegado el equipaje que contenía su vestuario, que era muy especial; estaba tan preocupado que pensó que sólo Chabuca podía salvarlo. Tenía una presentación en la noche y le pedía apoyo a mi mamá para encontrar sus maletas. Chabuca contactó a las personas indicadas y, luego de varias llamadas telefónicas para rastrear las valijas, logró solucionar el problema. ¡Armando volvió a llamar, feliz, para agradecerle!


Cortesía de la autora


Cortesía de la autora.

A continuación, trataré de hacer un resumen de algunos de los homenajes y premios que recibió, y de las giras que realizó en México. Se le distinguió con el premio “Recuerdo de México” y participó en una recepción de bienvenida ofrecida por la señora María Teresa de la Puente de Benavides, esposa del Embajador del Perú en México. Fue homenajeada por la Asociación de Mujeres Periodistas y por los artistas mexicanos. Aceptó el Trofeo de Escritoras y Periodistas de México. Se presentó en diversos programas de la televisión mexicana. Actuó en el Palacio de Bellas Artes para el Instituto Mexicano de Asistencia a la Niñez. En Puebla, se presentó en el Teatro del Bosque y también en el Auditorio de la Reforma, en una función en beneficio del Instituto de Protección a la Infancia. De hecho, fue invitada por el gobernador del Estado de Puebla para presentarse en dicha ciudad. De modo similar, Carlos Hank González, gobernador del Estado de México, la invitó a presentarse en Toluca con motivo de la celebración del sesquicentenario de la independencia del Perú. También, acompañada por Perú Negro, se presentó en el teatro al aire libre Agustín Lara, en el marco del Festival Internacional de la Danza, organizado por el Distrito Federal. Participó en el programa de TV 24 Horas, conducido por Jacobo Zabludovsky, así como en Musicalísimo, conducido por Enrique Guzmán, entre otros. Recibió homenaje de la Sociedad de Autores y Compositores de México. Ofreció un concierto en el Auditorio Justo Sierra de la UNAM, en la Facultad de Filosofía y Letras. Se presentó en un show especial de Guadalupe Trigo. Participó en el homenaje a las madres en el Festival de la Alameda Central e Isleta de Chapultepec. También formó parte del Festival de Estrellas, organizado por el Diario Excélsior y en otro homenaje a las madres, en el Auditorio Nacional. Se presentó en la Casa del Lago. Participó en el décimo aniversario del gran Raphael, en Puebla. Inició temporada con Guadalupe Trigo en La Posta. Participó en el programa Las Voces Libres en el Teatro de la Juventud del Polyforum Siqueiros. De igual manera, dio recitales en ciudades como Los Ángeles, San José, Sacramento, San Francisco, San Antonio, Chicago y Nueva York. Apareció en el programa de despedida en Canal 13, “Homenaje a Chabuca Granda”, conducido por el comentarista Jorge Saldaña en Sábados con Saldaña. Fue invitada de honor del homenaje ofrecido a Enrique Esparza por el Trío Calavera. Fue parte del programa Semana Cultural del Perú, organizado por el Dr. Jorge Pérez Uceda, Cónsul General del Perú en México, en ocasión del 157º aniversario de la independencia y realizó en el Teatro de la Ciudad “3 en Concierto” junto a Guadalupe Trigo y Viola. Y asistió al Primer Festival Internacional Cervantino, entre muchos otros reconocimientos. “La flor de la canela”, “Fina Estampa” y “José Antonio” aparecen en varias películas mexicanas, argentinas y españolas.


Cortesía de la autora.


Cortesía de la autora.

Canterurías (coplas)

Estas coplas las hizo Chabuca para los cantereros, los picapedreros y colaboradores de Ángela Gurría, gran escultora mexicana.

En Perú, en enero de 2017, por Resolución Viceministerial N° 001-2017-VMPCIC-MC, se declaró Patrimonio Cultural de la Nación, en el rubro de Obra de Gran Maestro, la obra musical de Chabuca Granda, “por su gran valor simbólico dentro del imaginario nacional cuyo aporte a la continuidad y renovación de la música criolla abrió nuevas sendas en la música popular peruana”. Asimismo, en septiembre de 2019, se le otorgó póstumamente la Orden El Sol del Perú en grado de Gran Cruz y, a principios de 2020, la Medalla de la Ciudad de Lima.

Cuando una palabra basta para identificar a una persona, es que esa persona encierra un mensaje. Así es el caso de Chabuca, que en una palabra lo dice todo: Chabuca significa Perú.


Cortesía de la autora.

Transcripción de la contraportada del álbum Chabuca Grande de América

A continuación se presentan extractos de textos de Chabuca Granda, editados para efectos de claridad.

R. C. A. de México me hace el honor de permitirme dejar mi voz y canciones, que son apenas “bisagra y pequeña juglaría” dentro del más elevado e importante acompañamiento musical: el pueblo. La banda de pueblo más conmovedora y dulcemente recia y elegante, el más panamericano nexo musical: el mariachi. El tierno Mariachi Vargas, con el genio de Rubén Fuentes y su poderoso e indiscutible duende misterioso.


Así como la iluminación es a base de sombras, la música es a base de silencios. En el Mariachi Vargas acontece la magia del “silencio sonoro”. Si se interesa el oyente, notará la maestría de Rubén en la infinidad de tejidos, de finísima textura, sobre una notable guitarra, y me hace favor, creciéndome, al permitirme hacer entrega de mis canciones a la manera del mariachi.

En manos de Rubén, el Mariachi Vargas no es sólo México. Es todo el mundo de tempo di vals. Sobre todo, toda la América de 6/8 y 3/4… Es Venezuela, es Colombia, es Ecuador, es Chile; en este caso, es Perú y Argentina. Los mariachis han suavizado las fronteras, ganando el puesto de honor de nuestro mundo, con su auténtica embajada y derrotado su origen de apenas.

Chucho Ferrer fue siempre un largo sueño de compositora: “sentirle junto a mí, en mis elementales melodías”. En este disco, la hondura de sus frases estremecidas, el alma en sus pinceladas, traslúcida, sobre el órgano, respetuosa a “la primera guitarra del Perú”, Ferrer y Avilés me permiten levantar la voz, confiada, para contar mis pequeñas cosas a la manera de juglar afortunado, ante los pueblos que quieran escuchar lo que es mi pueblo. Todo llega… Chucho, “mi escondido contra canto sueño”, está conmigo, y su admirable presencia, con la humildad del grande, escondida, resaltando la forma inigualable y el acento de Óscar Avilés.

Notarán un pedestal inconfundible: el corazón de Vitillo latiendo loco abrazado a su amigo contrabajo. Si con sólo verles de pie, juntos y erguidos, uno sabe de su amistoso coloquio: Vitillo exige, el bajo le responde. Vitillo lo acaricia, le ruega… Así se produce la asombrosa resonancia que retoza dentro de la canción.

Yo sólo dejo la palabra, el silencio de mi canto y una torpe manera de quererles, entregándome a ustedes en mi anhelo viejo, con mis guitarras peruanas revestidas del más incomparable y musical México: el Mariachi Vargas, Rubén Fuentes, Chucho Ferrer y Vitillo…

Mis guitarras peruanas…

Don Luis González: es la guitarra base, firme y nueva, sobre la que ahora canto. Y en este disco también juega el genio de Rubén Fuentes. Don Luis con su joven guitarra múltiple y viajera, casi inalcanzable, compañero querido de años de trabajo. En su ya logrado valor musical, tiene “luz propia”. Es el compositor más importante de nuestro César Calvo. A quien no vuelve letrista, lo mantiene poeta. A él, a don Luis González, a su infinita dedicación, debo un ciclo de mi trabajo: el más importante hasta ahora, inédito aún.

Oscar Avilés: los acentos peruanos se yerguen desde la magia de la guitarra de Avilés. Plasmó nuestra esencia para siempre cuando esta languidecía en sus formas europeas de 3/4. De no ser por Avilés, nuestro pequeño vals criollo habría muerto de “tundete” (1, 2, 3, 1, 2, 3), tun-dete, tun-dete…

Hoy se escucha con majestad desde sus manos a los grandes del Perú, mi País: Felipe Pinglo, Bocanegra, Covarrubias, el Chino Soto, Pablo Casas, Polo Campos, Serafina Quinteras, Alicia Maguiña, Leonor García, Gonzalo Rose, Mosto, Rafael Otero, y tantos… que yo me escondo entre ellos, para, aunque a mi manera, amar medio cantando, y agradecer así haber entrado al corazón de los pueblos, componiendo…

De haber sido Imelda, o Lola, o Rafael Matallana, o acaso Cecilia Barraza, habría cantado, cantado… yo.

Este disco, Coplas de la Adelita, es mi homenaje a la más valiosa mujer anónima de América, la revolucionaria mexicana de 1910, a quien nadie osaría llamar hoy rabona o cantinera. A ella van estas coplas, con mi mayor admiración y respeto, tratando de estrecharla dentro en mi corazón cuando me la encuentre en cualquier calle, almacén o fábrica; a cualquier hora, o sencillamente en cualquier vuelta de esquina, en alguna nieta, también anónima. Aquí en este México, siempre tan luz, tan hermano, tan musical eterno y colorido, en donde en constante milagro, me ha dado por morir y vivir últimamente, “recuperando el corazón”.

En este disco, también: “El Puente de los Suspiros”. Debajo de él, en su quebrada, viví mi niñez, cerca del mar, en el Barranco; “En la margen opuesta”, al olvido y a la ausencia; “María Sueños”, mi profunda preocupación por toda la América grave, es de una obra de teatro que escribí; “Camarón”, a un gallo de riña, ariqueño, invicto y supongo que con ancestros nuestros; “Fina estampa”, a mi mejor amigo, mi padre, bajo cuyo cuidado y ternura viví cuarenta y tres años de mi vida; “José Antonio”, al señor de Lavalle, quien preservó el Caballo de Paso Peruano; “Zeñó Manué”, al cronista limeño, Manuel Solari, quien implora infatigablemente por la conservación de nuestras hermosas ciudades; “El dueño ausente”, a doña Aurelia Canchari, bella indígena, empleada cocinera de la casa de mi madre; “La flor de la canela”, a doña Victoria Angulo, de finísima raza negra, la más elegante limeña, por quien tendría que alfombrarse Lima, para que ella volviera a pasearla…

Mi agradecimiento profundo a R. C. A. de México; al tiempo generoso de Eduardo Magallanes, quien, pasando por alto mis defectos e imperfecciones, me enaltece entregándome al cuidado de Rubén; y al deseo antiguo, del siempre R. C. A., Mariano Rivera Conde…

Mi corazón a Rubén Fuentes, al Mariachi Vargas, a Chucho Ferrer y a Vitillo, a los técnicos de R. C. A. de México, que con su infinita paciencia me construyen; además, mi público, de quien dependo, y “mis guitarristas”, en este caso: don Luis González y “la primer guitarra del Perú” Oscar Avilés. Y a ti, campesina ilusión, oyente amado, generoso y querendón, que “a lo que mi voz… te iré cantando”.

Chabuca Granda

México, enero de 1973

Sabor peruano

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