Читать книгу La estética musical de Hector Berlioz a través de sus textos - Enrique García Revilla - Страница 10
LA FIGURA DEL FILÓSOFO MÚSICO
ОглавлениеEl rasgo diferencial del pensamiento estético de Berlioz, respecto al de filósofos de la música pertenecientes a épocas anteriores, estriba en su condición de compositor. Ciertamente, algunos músicos notables también expresaron en prosa sus ideas estéticas, pero, por norma general, el filósofo que escribía sobre música lo hacía desde el punto de vista del outsider, del diletante musical. Alfred Einstein expresa esta misma idea con relación a los filósofos del Romanticismo: «En casi todos los casos los representantes de la filosofía carecían de la preparación técnica que les hubiera permitido expresarse con la suficiente autoridad sobre los problemas de la música».1
En el caso de aquellos autores para los que la estética musical supone un apartado secundario dentro de sus respectivos sistemas filosóficos (Kant, Hegel, etc.), las definiciones y opiniones de naturaleza estética sobre la música no suelen poseer mayor fundamento que el de la opinión que pudiera verter un simple aficionado dotado de cierto nivel cultural. Corresponden en su mayoría, eso sí, a una prolongación de las líneas principales de su propia filosofía. De este modo, ciertos escritores y filósofos que ocupan los índices de los tratados de estética musical nunca destacaron en ninguna de las disciplinas prácticas de la música.
No es nuestra intención calificar a estos como presuntos farsantes de la música, como si fuesen unos advenedizos que se permiten emitir juicios sobre ella aprovechando la notoriedad que han alcanzado en filosofía o literatura. Pretendemos en este capítulo establecer un estatus previo de Hector Berlioz como uno de los escasos personajes en que se aúnan las facetas de compositor y filósofo de la música. Se trata de un tipo de estética elaborada no solo por un oyente, sino por un creador, un verdadero conocedor del proceso musical completo. La capacidad de juicio de quien conoce técnicamente los procesos de creación, interpretación y recepción es evidentemente más completa que la del filósofo que opina únicamente desde la percepción de la experiencia sonora directa. Por ello su estética va a consistir en una reflexión empírica sobre el fenómeno musical como proceso comunicativo, desde la creación hasta su reelaboración tras la percepción por parte de un receptor.
En sus escritos, Berlioz expone sus ideas sobre la creación musical, es decir, sobre la naturaleza de la concepción del material artístico en la mente del compositor y las circunstancias que rodean su escritura. Del mismo modo, se considera capacitado para elaborar sus propias teorías estéticas acerca del agente emisor, es decir, del intérprete. Su faceta profesional de director de orquesta le proporciona la experiencia necesaria para ello. Él mejor que nadie conoce el complicado camino que ha de completar el intérprete desde el punto de partida, situado en la presencia física de una partitura, hasta la ejecución práctica de su último acorde.
En primer lugar, aunque invirtamos el orden del proceso musical de comunicación, dedicaremos un espacio al relevante tema de la percepción. Se trata de uno de los apartados sobre el que con mayor profusión se extienden los filósofos de la música desde época pitagórica. Como decíamos anteriormente, la mayor parte de los filósofos que han tratado la música en sus sistemas suelen ser melómanos y conocedores, hasta cierto punto, de las obras del repertorio universal de su propia época, así como de los nombres propios que triunfaban en los escenarios europeos y de los gustos y costumbres del público de cada ciudad. No obstante, ¿cuántos de ellos fueron compositores? O, con el fin de ampliar el círculo de la respuesta anterior, ¿cuántos conocían el solfeo o las leyes de la composición? La solución a ambos interrogantes comprende dos círculos de área considerablemente exigua. En el primero de los casos, Berlioz aparecería como destacado exponente del pensamiento romántico junto a nombres de otras épocas, como Zarlino, Rameau o Rousseau. También habría que incluir en este grupo a otros románticos sobresalientes como Schumann o Wagner, reconocidos, sin duda, como músicos en mayor medida que como filósofos. No obstante, respecto a este último, algunos autores, como Lewis Rowell, no dudan en situar su pensamiento filosófico en un lugar privilegiado dentro del Romanticismo y en considerarle uno de los filósofos más importantes de su época.2
Veremos a continuación cómo el músico romántico tiende a ampliar su área de actividad hacia otras artes, fundamentalmente en el ámbito literario. En este sentido será esta una época prolífica en compositores escritores, al menos en comparación con las épocas anteriores. Evidentemente, el caso particular de Berlioz es un ejemplo claro de que el tema literario preferido por los compositores será el musical en sus múltiples aspectos. Así pues, con la excepción de un puñado de compositores del siglo romántico, comprobamos que la mayoría de los filósofos de la música se limitan a elaborar una opinión desde el punto de vista exclusivo de la percepción y no de la creación o de la interpretación. Para ellos, cuando la música representa tal o cual cosa, se están refiriendo al efecto producido por su propia percepción de una música ya acabada como obra de arte. Sin embargo, Berlioz contempla la estética musical en los diferentes planos de la creación, de la interpretación y de la percepción. La estética berlioziana supone una superación de las corrientes existentes, puesto que ofrece una visión completa y empírica del proceso comunicativo de la música y no solo de una parte de él. No obstante, coincide con la línea general de los filósofos en la relevancia que concede a la percepción musical. Para él, el fin último de la música no es la obra en sí, sino el efecto que produce en el oyente cada vez que la obra, ya creada, es revitalizada en concierto («Tenerlo escrito no valía para nada. Era preciso hacerlo escuchar»).3