Читать книгу El libro del mal de ojo y de los hechizos - Equipo de expertos Osiris - Страница 4
Conceptos fundamentales
Diferencias entre el mal de ojo y la hechicería
ОглавлениеComo ya hemos dicho en la introducción, el mal de ojo y el hechizo son cosas distintas, si bien las dos son envíos de energía negativa hacia alguien. El mal de ojo es energía negativa enviada involuntariamente (es esencial en el mal de ojo tener en cuenta que es completamente involuntario), sobre personas o cualquier tipo de ser vivo, por parte de alguien que alimenta sentimientos malévolos hacia los mismos. El hechizo es una acción totalmente voluntaria (la voluntad, existente en el hechizo, es el principal rasgo que lo distingue del mal de ojo). Si se habla de hechizos se habla de un encantamiento de magia baja, de brujería y sus objetivos son muy definidos. Se trata de un móvil mágico y pensado que por medio de un ritual pone en marcha fuerzas altamente negativas El que opera con este tipo de energías recibe todo aquello que maquina. El hechizo es negativo, es malo, sea cual sea el fin, sea amoroso u homicida.
En cuanto al hechicero, hay que decir que no todo el mundo puede serlo. El hechicero posee un tipo de conocimiento especial, un conocimiento orientado hacia el mal, por supuesto, pero superior al fin y al cabo. Los que se quieran adentrar en la parapsicología llegarán a ser buenos adivinos o videntes, pero no podrán utilizar más medios externos que las cartas, el péndulo o la esfera de cristal. Los brujos son compadecidos y ayudados por pensamientos de amor. Estas personas creen haber alcanzado el conocimiento y, en cambio, son las primeras víctimas de sus encantamientos. Se venden ellos mismos por dinero, el que sonsacan a personas que por ignorancia piden los hechizos, pensando resolver de este modo sus problemas. Con este comportamiento, perjudican también a las personas que han ordenado el rito, y alimentan las fuerzas negativas que, subyugando a los hombres necios, combaten las fuerzas del bien. Por ello, hay que tener en cuenta que, aunque las dos materias están dentro de la llamada parapsicología, hay que distinguir entre hechizos, videncia, tarot o poder mental. La hechicería está orientada hacia el mal, el resto simplemente se valen de fuerzas desconocidas pero no perjudiciales.
Los hechizos de amor son los más conocidos y, por su nombre, se tendría que pensar que son los únicos que se salvan de ese carácter negativo de los hechizos en general. Hay que tener en cuenta que un hechizo actúa directamente sobre otra persona, en beneficio del egocentrismo de otra, y la víctima no elige, mejor dicho, no se defiende porque no sabe lo que le está pasando. Así pues, aunque de amor, los hechizos de este tipo también están regidos por el mal, por lo tanto, también son negativos. A pesar de que nombrarlos no porporciona ninguna información práctica a los lectores (quiero decir, con ello, que no se va a enseñar ninguna brujería), merece la pena explicar algunos de ellos para averiguar qué tipo de pensamiento hay bajo tales hechizos.
Los elementos utilizados para tales hechizos están cargados de mensajes sexuales; la sangre menstrual es básica para conseguir el amor de un hombre, y en el caso de querer obtener el amor de una mujer el esperma será la materia prima para el hechizo. También servirán los pelos o el sudor. El lazo es el símbolo más típico y tópico del amor. Un ejemplo de ello es el hechizo que consiste en enrollar tres cabellos, uniéndolos con tres gotas de sangre sacadas del dedo anular izquierdo, el dedo del matrimonio, el de la «verdad». Todo ello se coloca en una botellita, y se mantiene entre los senos durante nueve días y nueve noches; después, se le da al hombre amado un medallón o colgante. En los hechizos de amor, la principal finalidad del encantamiento se basa en el envío, en el plano físico, de sustancias, símbolos, imágenes que, por correspondencia vibratoria, crean una resonancia en el plano anímico.
En los atados se utiliza preferentemente la imagen del corazón. Quien quiere atar a otra persona dibuja dos corazones superpuestos, uno de ellos dirigido hacia arriba (el masculino), y el otro vuelto hacia abajo (el femenino). En los hechizos de amor son muy utilizados los lazos. Las cuerdas a unir son dos: una representa al hombre y otra a la mujer. El nudo se estrecha, de un modo oculto, en presencia de la pareja. Se actúa con otra técnica durante siete días consecutivos: cada día se hace un nudo, pensando de este modo enlazar a la persona amada. Es mejor iniciar el encantamiento en viernes, el día dedicado a Venus, y por tanto al amor, y utilizar un lazo de color rojo, el color de la pasión.
Otros encantamientos se basan en la atracción, pues del mismo modo que el imán atrae al hierro, puede atraer a la persona amada. La tradición popular aconseja a quien busca el amor que lleve encima un imán, o bien que construya un verdadero atado, haciendo incidir sobre dos imanes los nombres de la pareja, y uniéndolos en viernes. De este modo, también se unen simbólicamente los corazones.
En los ligados de amor se utilizan asimismo las fotografías. Se ponen en un sobre las de las dos personas que forman la pareja, vueltas una hacia otra, y se une alguna parte de sus cuerpos, como por ejemplo los cabellos. Se coloca el sobre en un lugar oscuro, y cada noche deben enviarse pensamientos de amor hacia la persona que se desea atar.
Otro importante ingrediente de los atados de amor lo constituyen las hierbas, que la mayoría de las veces son suministradas en los alimentos.
Por último nos queda la denominada atadura del huevo. Se toma un huevo fecundado; en la parte terminada en punta se escribe el nombre del hombre, y sobre la parte más redonda el de la mujer. Después, se tiene en la mano izquierda (la del corazón) hasta que alcance la temperatura corpórea. Al mismo tiempo se envían intensos pensamientos de amor hacia la pareja. Después, se coloca el huevo en el propio dormitorio, en un lugar oscuro, y en el ángulo dirigido hacia la casa del amado. En esta ligazón el huevo representa el acto fecundante (pues es una célula), que cataliza los pensamientos de amor proyectándolos hacia la pareja.
Vistos los hechizos de amor, vayamos a ver de qué manera se puede frenar un hechizo o, mejor dicho, hacer que el hechizo no llegue a su fin, es decir, a someter a la víctima. Los que no quieran enamorarse de alguien que les está hechizando, tomen nota de este apartado. El efecto que origina un estado de hechicería en el atacante, provocado por la víctima, recibe el nombre de contrahechizo. Hay tres tipos de contrahechizo: el efecto boomerang, el contrahechizo de disgregación y el contrahechizo de absorción. El primero es involuntario (parecido al mal de ojo) y se caracteriza por el hecho de que el atacante recibe todo aquello que había planeado para la víctima, automáticamente; en este contrahechizo la víctima no recibe ningún mal. El segundo no es tan simple. Exige la dirección de un buen mago, que no hechicero, porque se trata de enviar una energía opuesta al atacante, de forma que es necesario saber «qué cantidad de energía negativa ha sido enviada», a la par que hay que lograr que el método que se emplee para el contrahechizo sea meramente de defensa y no de «contraataque». El último de ellos es el que se caracteriza por el uso de cristales y piedras preciosas que son unos muy buenos absorbentes de la energía negativa; más adelante, cuando hablemos de la protección hacia los hechizos explicaremos de qué se trata.
La limpieza de los utensilios utilizados para los hechizos recibe el nombre de neutralización. En ocasiones, los hechizos son realizados con posesiones de las víctimas, por lo que estas deben liberarlas de la energía negativa que hay impregnada en ellas. Los objetos utilizados para el hechizo reciben el nombre de frutos que con la neutralización vuelven a un estado normal. El profano en la materia, para llevar a cabo la neutralización, deberá mojarse las manos en agua salada y untarse las yemas de los dedos con cera blanca antes de tocar cualquiera de los frutos; después deberá envolver todos los frutos en papel negro. El experto tendrá suficiente con un talismán protector.