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1. A CERCA DE LA NATURALEZA DEL AJEDREZ

La complejidad y rápida transformación del mundo moderno hacen que, junto con las más altas reivindicaciones, se le planteen a la humanidad desafíos intelectuales y problemas cada vez más difíciles de superar. En la sociedad de la información en que vivimos se nos exige ponderar cada vez con mayor precisión nuestra decisión final, y eso requiere una permanente apertura mental hacia los recursos y una inagotable capacidad de estudio en los adultos. Como consecuencia de la transformación de la naturaleza del trabajo, el constante desgaste psiconervioso, que forma parte del proceso de producción, resulta asimismo considerable la exigencia paralela de creatividad y capacidad para resolver con eficacia los problemas profesionales que se le plantean al ser humano. La persona que pretenda ver coronada por el éxito su actuación vital debe preocuparse por integrar en sus actividades la dinámica competitiva imperante y un buen bagaje intelectual, psicológico y psíquico. A fin de dar una respuesta apropiada a las cuestiones que continuamente se plantean, es preciso desarrollar el rendimiento mental y poner en el punto de mira de las distintas consideraciones un pensamiento crítico y constructivo. En muchos ámbitos la economía, la ciencia y la política exigen la comprensión y resolución de difíciles cuestiones intelectuales, y sólo una progresiva sofisticación intelectual y la capacidad para resolver problemas concretos permitirán tomar las decisiones que la sociedad requiere.

Las aspiraciones deportivas de la población van en aumento, habida cuenta del gran número de practicantes. Para la práctica deportiva se requiere buena salud, espíritu de lucha y también de equipo. Es preciso saber sobreponerse a la tendencia a rendirse, contar con capacidad de sacrificio y con una acusada personalidad. La cultura física y el deporte se proponen generar en el individuo impulsos sociales y biológicos que actúen de forma conjunta, con el fin de desarrollar fuerza física y mental.

La actual consideración del ajedrez como disciplina deportiva se ha logrado tras una larga brega por parte de las organizaciones ajedrecísticas sociopedagógicas, basándose en los méritos del juego-rey en los planos mental y cultural, lo que cubre las necesidades de buena parte de la población, y en virtud también de su facilidad para desarrollar aspectos positivos de la personalidad y la capacidad creativa, de modo que es un buen instrumento para el desarrollo de los jóvenes. De círculos de amigos, asociaciones de vecinos y solucionistas de problemas, el ajedrez pasó a integrarse en asociaciones de ámbito nacional, pasando a preocuparse por los semilleros de jóvenes y la organización de competiciones propiamente dichas. Podemos establecer los siguientes hitos:

– Los honores de haber reivindicado los valores mentales, culturales y deportivos del ajedrez corresponden, de pleno derecho, a las asociaciones vinculadas con el tiempo libre, quienes se mostraron especialmente interesadas y activas en la organización de competiciones de ajedrez.

– Las peculiaridades específicas del ajedrez, en tanto que juego estratégico, son altamente aprovechables para inculcar en los niños el pensamiento lógico, la capacidad de concentración y el espíritu autocrítico, además de desarrollar cualidades como la fantasía, la capacidad analítica y combinatoria, introduciéndose, a raíz de estas conclusiones, en las escuelas.

– Gracias al fomento del ajedrez como disciplina deportiva, se ha podido comprobar su influencia en el desarrollo de la mente y el cultivo del carácter y la personalidad, contribuyendo también a la expansión de otras valiosas cualidades, como fuerza de voluntad, determinación, valor, aplicación, perseverancia y fijación de objetivos.

– La facultad de crear combinaciones y la capacidad de concentración, la resolución de problemas y el sentido espacial, la capacidad de asimilar conocimientos, la toma de decisiones, son todas cualidades muy provechosas a la hora de determinar una orientación o desarrollo profesional. Según Bleis y Hofmann, debe propugnarse la lucha cotidiana por la vida y competencia,“no lo que tiene éxito, no lo más claro, sino aquello que,como la concentración, constancia, elaborar ideas, flexibilidad, fantasía, creación de combinaciones, capacidad de discernimiento y compromiso personal, se pone en juego.” (1980, página 61.)

El ajedrez, en tanto que juego de lucha estratégica, requiere y retribuye aquellas premisas en el marco de una rivalidad moderada. “Exige concentración, realismo, perseverancia, creatividad, flexibilidad mental, fantasía e iniciativa, para perfeccionar el instinto que nos permite movilizarnos para luchar, nos enseña la identificación de las posiciones y requiere un compromiso personal sin condiciones. El ajedrez desarrolla la fuerza de voluntad y el valor con un riesgo calculado.Apenas hay juegos cuya práctica pueda favorecer tal desarrollo de facultades y virtudes, puesto que en el ajedrez la ejecución de las jugadas orienta el pensamiento hacia la resolución de problemas, además de cultivar el análisis, las decisiones, la motivación, alcanzar objetivos y el indispensable control de todo el proceso reflexivo.” (Citado, 1980, página 60.) La competición exige de los jugadores la mayor sensibilidad hacia el empleo del tiempo, de modo que, por ejemplo, los niños aprenden a homogeneizar su tiempo de reflexión, lo que, por otro lado, les permite tomar conciencia acerca del valor del tiempo. La práctica moderada de la competición desarrolla la inteligencia emocional. El ejercicio autocrítico, además de analizar los puntos fuertes y débiles de las propias partidas, ayuda a conseguir mejores resultados. Las partidas perdidas, en particular, requieren un examen autocrítico, pues es un hecho que en la competición se aprende mucho más de las derrotas que de las victorias. Por otro lado, el hecho de que entre en escena la contrariedad por la derrota puede representar un elemento estimulante para una buena sesión de entrenamiento.

Según Kasparov, hay que tener siempre presente en cada lucha el componente intelectual del ajedrez, incluso con un efecto educador asociado. “Además de la atracción intelectual del ajedrez, está la importancia de su valor educativo. Yo deseo, tanto como ser campeón del mundo, que en todas las escuelas se imparta un curso de ajedrez a los niños de seis o siete años, porque el ajedrez enseña al colegial lógica, desarrolla su fantasía y le inculca determinación y autodisciplina. Pensemos en que quienes deciden enseñar, por ejemplo, ajedrez a los niños de trece años, deberán asumir la responsabilidad de su decisión, es decir, que quizá no puedan llegar a realizar, por culpa suya, las jugadas correctas ni evitar sus errores, porque a los siete años el niño asimila los conocimientos con total naturalidad, incluso sin ser consciente de ello. El ajedrez le resulta tanto más sencillo cuanto que es un juego atractivo, y eso le permitirá desarrollar, como ya hemos dicho, la lógica, la fantasía, la autodisciplina, la determinación y el sentido de la responsabilidad, cualidades todas incomparables. Por otra parte, más allá del juego en sí, existe un componente artístico: la satisfacción de haber descubierto una valiosa combinación eleva el corazón del hombre como lo hace la música.” (Prólogo, Runkel, página 8.)

Vale la pena reseñar también las investigaciones psicológicas a que está siendo sometido el ajedrez por parte de distintos campos científicos, en especial en lo que se refiere a ciertas proezas del pensamiento humano, ilustrando e imitando la forma de actuar de la estrategia heurística. El juego, según el filósofo Georg Klaus, en el complejo de lenguaje, matemáticas y lógica, hace su aparición en los círculos sociales, dando lugar a una conciencia esencial, característica de los datos reales. “El ajedrez está vivo como la dialéctica. En él encuentran los seres humanos un juego en cuyas reglas y campo de fuerzas de sus figuras se reflejan, en abstracto, pero al mismo tiempo de forma clara, los fundamentos de la dialéctica, que son las reglas universales del movimiento de la naturaleza, sociedad y pensamiento. En el ajedrez, el ser humano puede asociar una pieza esencial de su propia naturaleza.” (1969, página 234.) En todas las concepciones fundamentales de la inteligencia, según Kauke, el ajedrez actúa como modelo paradigmático que contiene los principios fundamentales para resolver la teoría de los juegos matemáticos. “Juegos como el ajedrez determinan el pensamiento estratégico y especulativo del jugador, iluminando el pensamiento y la formulación de teorías lúdicas, no por razones económicas o políticas, sino porque es utilizable como fundamento de la investigación biológica y psicológica.” (1998, página 9.)

En esencia, el ajedrez es un-juego-silencioso-para-dos-personas, en el que intervienen elementos deportivos, artísticos y científicos. En sus orígenes, el ajedrez, como categoría vital, y en tanto que juego, ejerce una función particular, como escribió el investigador de las formas de juego y cultura Johan Huizinga: “En su cualidad de diversión, de actividad regulada, se convierte en complemento de la vida, la completa en la medida en que resulta imprescindible para el ser humano, como función biológica, e imprescindible también para la comunidad, por el sentido que encierra, por su significación, por su valor expresivo y por las relaciones espirituales y sociales que origina: en una palabra, como función cultural. Satisface ideales de expresión y de convivencia. Tiene su radio de acción en una esfera que abarca los procesos puramente biológicos de alimentación, procreación y protección.” (1958, página 16.)

En la esfera social, el ajedrez fue incluido, históricamente, como muchos otros juegos, en el ámbito de los deportes. Anclado en la esfera de los juegos de intelecto, de la disputa de torneos reglamentados, campeonatos de países, etc., así como en la fuerte orientación de conseguir resultados como meta con esfuerzos condicionales y volitivos de la lucha entre dos adversarios, por ejemplo, competiciones por equipos.Asimismo, es el proceso de instrucción para el entrenamiento evolutivo. En ajedrez una actuación deportiva siempre es el reflejo de una manifiesta personalidad, que ofrece un perfil de perceptible exigencia psicológica, y también de disciplina deportiva, según toda una serie de factores congruentes. Un alto nivel de resultados ajedrecísticos requiere las necesarias cualidades y capacidad, como pensamiento creativo, retentiva, fantasía, intuición, facultad de representación, capacidad de cálculo, determinación, impulso especial, además de confianza en sí mismo, sentido autocrítico, optimismo y buen estado de forma física, así como también exigencia de criterio y demás factores predominantes en la práctica de toda disciplina deportiva.

Según altos intereses en la cooperación dialéctica entre los deportes llamados mentales, el ajedrez (donde estrategia y táctica representan elementos que constituyen la representación abstracta de la lucha, en forma de acciones de juego) y su pensamiento estratégico-táctico representa el sentido de determinada situación y su enfoque, la libertad de movimientos. Los sólidos códigos estratégico-tácticos remiten a la lucha, que, como es sabido, tiene la transparencia de una forma cristalina. De ahí que los modelos ajedrecísticos hayan servido de inspiración a investigaciones científicas, impulso declarado sobre un más amplio desarrollo de los juegos deportivos y competiciones en los que intervienen dos oponentes (Bönsch 1983, páginas 861-867). La necesidad de conocimientos genera los mejores resultados en todas las disciplinas deportivas, sumados siempre, como es lógico, a la efectividad y seguras operaciones intelectuales de los deportistas, especialmente la calidad de su pensamiento estratégico-táctico, que puede resultar decisiva. Métodos experimentados de entrenamiento en ajedrez han llamado la atención sobre determinados recursos mentales, puesto que resultan válidos para todos los que practican deporte. Sobre los fundamentos de la específica disciplina deportiva, existe la necesidad común de intensificar el rendimiento técnico y fisiológico, con el fin de evitar un posible agotamiento y ampliar el nivel de los propios resultados. El ascenso de nivel, sobre todo en el terreno teórico-estratégico/táctico es posible. La pregunta acerca de “la esencia del deporte” en las últimas décadas se ha reiterado, enfatizando la conveniencia de saber. Pero en estos campos especiales tampoco es respuesta suficiente. A menudo intelectuales y teóricos han utilizado ejemplos y abstracciones de la estrategia ajedrecística, como el profesor Georg Klaus, en su tratado Teoría del juego en perspectiva filosófica (1968), una obra de fundamental contenido téorico, en la que realiza investigaciones práctico-experimentales sobre el tema del ajedrez como modelo para el análisis estratégico-táctico de las capacidades del deportista en la competición entre dos adversarios, que también fueron realizadas por M. Keller (1985), con ayuda de programas específicos de ajedrez para ordenadores.

A mediados del siglo XIX creció la motivación deportiva del ajedrez, de manera que en el contenido de las partidas fueron surgiendo categorías estéticas esenciales. El elemento artístico se incorporó a la competición, reconociéndose tácitamente que no cualquier partida tenía derecho a una calificación artística. Finalmente, la voluntad creativa de un jugador pasó a ser un pensamiento hostil hacia la voluntad de su oponente; cada jugada pasó a constituir un experimento al que se incorporaban la lógica y la noción de destruir los propósitos contrarios. Una victoria estética es proporcionada sólo por aquellas partidas de ajedrez en las que las reglas del pensamiento se muestran de forma lógica como agudeza, perfección y dinámica. Combinaciones profundas, planes de largo alcance, jugadas creativas e intuitivas y osados sacrificios de material despertaron en todos los expertos emociones que a su vez dieron paso a íntimas satisfacciones estéticas, de modo que también fueron surgiendo las formas artísticas reconocidas como tales. Hay que tener en cuenta que, en estos aspectos, partidas como La Inmortal o La Siempreviva de Anderssen, las brillantes combinaciones de Morphy y Tal, las hermosas producciones de Lasker, Capablanca, Alekhine, Tartakower y Rubinstein, además de otros grandes maestros actuales, reflejaron una marcada tendencia del ajedrez a formar parte del ámbito artístico, y que esa inclinación era apreciada por un público capaz de entender las genialidades de los grandes jugadores. Estas inclinaciones artísticas se plasmaron, por ejemplo, de forma inigualable en los problemas y estudios de ajedrez, lo que nos permite afirmar que millones de amantes del juego del ajedrez lo son en virtud de la capacidad que aquellas composiciones tienen de generar placer espiritual, y en tanto que representan una aventura intelectual de primera magnitud. De modo que el criterio estético del ajedrez “en la más legítima y plausible descripción del ajedrez sirve de base a momentos dialécticos, circunstancia que, por ejemplo, es claramente perceptible en las combinaciones de sacrificio o en la realización de profundos planes estratégicos, a base de peldaños interdependientes y en la perfección de los problemas de ajedrez, que permiten una gran independencia experimental.” (Kleine, 1961, página 647.) El género artístico desarrolla sus propias normas de belleza, y de igual forma, en ajedrez las jugadas fuertes hacen brotar la belleza, que nos permiten contemplar con intensa satisfacción estética las ingeniosas maniobras y combinaciones del maestro. Cuando Enmanuel Lasker declara que la jugada más fuerte es la más hermosa, está poniendo los cimientos universales de la alta cultura del juego, estableciendo parámetros de la nueva “obra artística”. Mientras determinados jugadores privilegiados pueden valorar y analizar de cerca el pensamiento y juego de los más destacados maestros, un buen número de jugadores aficionados y de amantes del ajedrez contribuyen también, de modo significativo, a engrandecer el ajedrez por su reiterada práctica cotidiana y su disfrute de la aventura espiritual ante el tablero. El placer y la satisfacción intelectual derivados de la contemplación de un espectáculo artístico se dan, por tanto, en ajedrez gracias a la presencia de capacidades intelectuales y fantasías creativas en juego, sobre lo cual reposa en gran parte el aspecto esencial de la vieja atracción y fascinación que ejerce sobre sus practicantes. Mediante ese empleo privilegiado del tiempo libre en una actividad puramente mental, el ajedrez aporta una preciosa contribución a la cultura humanística. El ajedrez es como un elixir del espíritu que estimula la alegría de poder disfrutar del tiempo libre, un componente cultural que da paso a un modo de vivir, a una mayor calidad de vida en múltiples planos de una existencia más plena dentro de la sociedad moderna.

Ahora, apenas sobrepasado el siglo, podemos efectuar un pequeño recorrido por las muchas formas artísticas y trabajos intelectuales que participan del ajedrez, en grabados y cuadros, en películas, en obras de teatro, además de la maravillosa literatura a la que sirve para subrayar su valor estético, entre los numerosos narradores y poetas en cuya obra se encuentran rasgos éticos, pero al mismo tiempo del ajedrez moderno. Entre los numerosos autores de éxito en cuya obra tiene el ajedrez una significada presencia, se cuentan Marcel Achard, Leonid N. Andreiev, Fernando Arrabal, Jacob Balde, Samuel Beckett, Bertholt Brecht, Omar Khayyam, Jacobus de Cessolis, Fiodor Mihailovich Dostoievski, Hans Fallada, Lion Feuchtwanger,Abu’l Kasim Mansur ben Hasan Firdausi, Theodor Fontane, Marie de France, Max Frisch, Johann Wolfgang von Goethe, Graham Greene, Wilhelm Heinse, Ernest Hemingway, Ephraim Kishon, Gotthold Ephraim Lessing, Georg Christoph Lichtenberg, Vladimir Vladimirovich Maiakovski, Vladimir Nabokov, Katherine Neville, Jean Paul, Edgar Allan Poe, Alexander Pushkin, Erich Marie Remarque, Jean-Jacques Rousseau, Friedrich Rückert, Arthur Schopenhauer, William Shakespeare, León Nikolaievich Tolstoi, Iván Sergueievich Turgueniev, Marcus Hieronymus Vida, François-Marie Arouet Voltaire, Carl Zuckmayer y Stefan Zweig.

El elemento artístico en ajedrez se percibe en tres direcciones: en primer lugar, en la investigación metódica para mejorar resultados en las tres fases del juego, desde las sutilezas de la teoría de aperturas hasta la geometría del final, pasando por los profundos recovecos del medio juego; en segundo lugar, en la optimización creciente del algoritmo ajedrecístico, con ayuda del proceso de elaboración y composición de problemas, y en tercer lugar, en la esfera de conocimientos de la estrategia heurística, en el proceso de solución de problemas.

En el primer círculo del problema su presencia es análoga a otros ámbitos científicos, en lo que supone de explosión de conocimientos. La abundancia de las publicaciones regulares de ajedrez apenas sería posible sin una permanente universalización de nuevas formas de conocimiento ajedrecístico, desde las partidas reales que se disputan al máximo nivel, hasta las investigaciones analíticas que continuamente se “producen” en Internet y en los medios impresos, como revistas especializadas, libros, boletines o colecciones de partidas (en CD), ya sean comentadas o sin comentar. El material desnudo de actualidad, conocimientos, trabajo en ajedrez, bancos de datos electrónicos, forma parte integrante de las investigaciones y estudios teóricos sobre aperturas y defensas. Variantes de hasta 25/30 jugadas apenas son ya una rareza y resultan características de los altos conocimientos actuales en materia de aperturas. Las numerosas bases de datos electrónicas, con más de un millón de partidas al alcance de cualquier usuario, son hoy moneda corriente. En los últimos años se ha generalizado la práctica de que la mayoría de los sitios específicos de Internet permiten la descarga gratuita de partidas de la escena internacional.

Entender la difícil fase del medio juego, con sus elementos estratégicos y tácticos, explica el abundante número de tratados sobre estrategia y táctica, así como los cursos multimedia interactivos. Una gran parte de la teoría de finales se ha investigado en profundidad, y aunque al respecto existe una bibliografía más reducida, se ha ampliado con ayuda de las bases de datos especializadas.

En cuanto a la exploración y organización de un algoritmo de ajedrez que proporcione muchos años de conocimientos, nos encontramos en un punto más o menos remoto en el largo camino sobre el que se desarrolla el proceso relativamente desconocido del pensamiento humano, que necesita saber y seguir penetrando en sus profundidades. A esa necesidad de saber contribuye la programación de computadoras de ajedrez, a fin de que los métodos que puedan descubrirse permitan a un jugador la exacta valoración de la posición y, en consecuencia, la estimación de una jugada válida o utilizable. Acerca de las posibilidades de construcción y de la producción lógica u operativa de máquinas electrónicas, el ex campeón mundial Mijail Botvinnik publicó, en 1969, su opinión sobre el tema: “El progreso en el campo de las máquinas de ajedrez se encuentra en un desarrollo sin duda bien orientado. La máquina más fuerte acabará siendo como todos los grandes maestros, e incluso jugará como los campeones mundiales.” (Página 224.) Contra esta hipótesis reinó durante muchos años entre los especialistas una estricta reserva. Así, la réplica del campeón del mundo, Gari Kasparov, a comienzos de 1988 sobre la cuestión de si, a la vuelta del siglo, las computadoras podrían vencer a un gran maestro: “Es imprevisible, por no decir imposible, que un gran maestro tenga dificultades para vencer a una máquina, pero si es así, estoy dispuesto a aconsejarle.” (Según Hsu, manifestado en 1990, página 94.) Diez años más tarde, a propósito de su derrota (2,5-3,5) ante Deep Blue, declararía a Larry King, el presentador de CNN, lo siguiente:“Tenía a todos contra mí. Mi desafío individual era sólo contra la máquina.” (Según Löffler, 1997, página 20.) En el evento Frankfurter Chess Classic 2000, se probó el programa Fritz on Primergy, con motivo de un campeonato mundial oficioso de partidas rápidas, clasificándose el programa en tercer lugar, tras Anand y Kramnik. Este excelente resultado se basó en su capacidad para analizar 2.800.000 posiciones por segundo y una profundidad de cálculo de 16 medias jugadas. La regularidad con que se están organizando y celebrando campeonatos mundiales oficiales para programas de juego y microcomputadoras dedicadas parecen responder a las tesis de Botvinnik, confirmar la factibilidad de la hipótesis, de modo que gracias al continuo desarrollo se están generando calculadoras creativas que obtienen resultados, y el perfeccionamiento de métodos de los programadores ha logrado la mayor calidad, jamás alcanzada, de “inteligencia artística”.

El propio ajedrez, como disciplina compleja, trata sus funciones de desarrollo (situaciones problemáticas especiales) como un perpetuo objeto de investigación científica. Los planteamientos metodológicos resultan, al mismo tiempo, piezas suplementarias esenciales en la utilización del ajedrez como juego de combinaciones lógicas, aplicables a otros campos de conocimiento. El psicólogo Friedhart Klix utilizaba ejemplos del juego, en particular para extraer propiedades heurísticas de la estrategia ajedrecística como modelo de reflexión, es decir, para ilustrar la forma de actuar de la estrategia heurística en el proceso de resolución de problemas. En el capítulo “Decisiones heurísticas en ajedrez: estrategias horizontales y verticales del dominio de la información, como expresión primaria de la estrategia” (1971, páginas 735-743), hace referencia a anteriores trabajos de Pushkin, Tijomirov, De Groot, Newell y Samuel, en posiciones prácticas de ajedrez, como prueba de la alternativa sobre decisiones primarias cognitivas, acerca de la estrategia de la victoria, y para obtener información en sólidas situaciones estructurales. Hans-Dieter Schmidt asumió la explicación de los procesos especiales de pensamiento bajo el epígrafe “La solución de problemas como génesis” (1972, páginas 178-185), mediante las combinaciones de final (rupturas de peones), la situación de conflicto psicológico, el “contrapensamiento” que interfiere en la ejecución de lo proyectado por el pensamiento. Su conclusión es que esta representación o descripción simbólica de los sucesos cotidianos permite extrapolar problemas esenciales de la sociedad, ya sean científicos, políticos, etc. También ejemplifica el debate sobre el caso, por ejemplo, de los exámenes, otorgando al examinando unos derechos peculiares.

Las consideraciones sobre la influencia del ajedrez deportivo en la construcción de la personalidad y las exigencias científicas son componentes que utiliza la ciencia y la aplicación de su contribución “analogías entre el juego del ajedrez y los procesos de resolución de problemas científicos” (Ajedrez y formación de la personalidad, 1972, páginas 50-54). Las relaciones entre causa y efecto son evidentes y le permiten al fuerte jugador de ajedrez desarrollar la capacidad de concentración, combinación y asimilación. Analistas de problemas y jugadores de ajedrez bosquejan sus planos específicos en cierto modo: reconocimientos heurísticos, valoraciones y toma de decisiones, que respaldan, respectivamente, sobre determinados principios profesionales. Se han manifestado, asimismo, nuevos puntos de vista sobre “altos resultados intelectuales en campos complejos”, con los puntos fuertes “solución de problemas complejos” y “el pensamiento de los expertos”, con intervención de Michael Waldmann y Franz E. Weinert bajo la inclusión del ajedrez a estudio en su trabajo “Inteligencia y pensamiento” (1990, páginas 158-160).

La relación del ajedrez con las matemáticas fue investigada por Gik (en 1986), aportando el autor sustanciosos ejemplos (problemas mínimos y máximos, problemas con secuencias de jugadas), con ayuda de medios combinatorios y aritméticos, respaldados por gráficos teóricos, llegando a la conclusión de que el pensamiento matemático y el ajedrecístico discurren por caminos paralelos.

En cuanto a la cuestión de en qué medida puede el ajedrez –dada su indudable capacidad para potenciar propiedades intelectuales– contribuir al desarrollo intelectual de los niños o los efectos positivos que puede ejercer sobre los adultos, existen numerosas aportaciones y trabajos científicos al respecto, formulados, por ejemplo, en la “Primera conferencia científica de la Federación Alemana de Ajedrez”, celebrada en Halle, en 1972, el “Congreso Internacional” de Hamburgo, en 1984, el “Seminario FIDE sobre métodos científicos de enseñanza”, Leningrado, 1985, además de los cursos especiales impartidos en Dresde, en 1988 y 1989.

En relación con las implicaciones psicológicas y las reivindicaciones de los juegos mentales, para todos los practicantes, tanto del ajedrez como de todos los demás juegos de tablero, es altamente encomiable el trabajo de la teórica y ensayista del juego Marion Kauke, Spielintelligenz (1992). En esta obra no sólo ensalza la influencia positiva de tales juegos para desarrollar la capacidad de concentración o los factores que propician el cociente de inteligencia, sino también la calidad del pensamiento creativo, la originalidad, la flexibilidad, la fluidez y las facultades estructurales, que la enseñanza del ajedrez permite desarrollar. Mientras tanto, quizá convenga reclamar también para el ajedrez su facultad de estimular un pensamiento racional, que permite tomar decisiones oportunas en temas que implican incertidumbre y riesgo.

Los vínculos del ajedrez moderno con las disciplinas científicas y otros órdenes de la vida en general pueden considerarse resumidos en los puntos siguientes:

• Ajedrez y psicología. Descripciones científicas de los elementos del juego, motivación de los jugadores, juego instintivo, utilidad educativa de un entrenamiento racional y actuación competitiva. Importancia del ajedrez en la vida cotidiana. Normalización de la psicología, con ejemplos de ajedrez extrapolables.

• Neurología y ciencia cognitiva, investigaciones mentales y ajedrez.Aplicaciones de la información en aras de la humanidad, antecedentes de estudios mentales, vínculos neuronales del ajedrez.

• Ajedrez y computadoras. Aplicaciones de la información, inteligencia artificial, lógica heterodoxa, neurocomputadoras de ajedrez, el ajedrez como modelo de simulación para la resolución de problemas complejos en el proceso de pensamiento, bancos de datos electrónicos con colecciones de partidas, programas de juego para ordenador para rivales de alto nivel.

• Teoría del caos y de la complejidad, y su relación con el ajedrez. El ajedrez como fenómeno complejo ordenado/caótico.

• Teoría de la evolución. Estrategia de la supervivencia en cualquier ámbito del mundo High-Tech actual.

• Pedagogía y ajedrez. Mejora de los resultados escolares, al realzar la capacidad intelectual de aprendizaje. Educación del entendimiento y forja del carácter, desarrollo de las cualidades personales, pensamiento productivo y coherente, fantasía, fuerza de voluntad, creatividad, capacidad de concentración, aplicación y perseverancia.

• El ajedrez como desafío psíquico y sociopedagógico. Estímulo y actividad terapéutica para enfermos e impedidos, autosuperación y educación para afrontar las dificultades de la vida real, mantenimiento de la actividad mental, dinamismo y fuerza de ánimo en las personas de la tercera edad.

• Ciencia y psicología deportivas y ajedrez. Transferencia del proceso de pensamiento lógico relativo a estrategia y táctica a las competiciones individuales y colectivas.

• El ajedrez como metáfora y paradigma de la ciencia. Físicos y economistas, entre otros, se han inspirado reiteradamente para sus tesis en la teoría del juego, como, por ejemplo, Nash, Selten y Harsanyi (Premio Nobel en 1994), además de modelo para el planteamiento de objetivos y solución de problemas en la formación empresarial.

• El ajedrez como componente cultural de una vida plena. Presencia del juego de reyes en la literatura universal, teatro y cine (véase diálogo con Reinhard Munzert, 1997, página 50).

En resumen, el ajedrez como manifestación consciente de la sociedad fue y sigue siendo la esencia de los juegos intelectuales. El desarrollo histórico puede ser relacionado con una forma moderada de la competición deportiva. Las partidas, estudios y composiciones más importantes dejan, a través de su impronta estética, un placer intelectual para que esta progresión se refleje en la aparición de formas artísticas. En definitiva, el estudio didáctico-metódico para mejorar resultados y obtener un mayor desarrollo en el proceso analítico que los seres humanos efectúan, con la exigencia de crear una “inteligencia artificial”, constituye un proceso esencial para la evolución del pensamiento propiamente dicho. La oferta de bases de datos con partidas en representación multimedia, así como la posibilidad de jugar por Internet y por E-Mail, han impulsado aún más el ajedrez a través de los medios más modernos de comunicación. En la espectacular partida de Kasparov contra internautas de todo el mundo han participado 3,5 millones de jugadores de 79 países, transmitiéndose más de 25 millones de jugadas a la Gaming Zone de Microsoft, la mayoría de ellas en el segundo semestre de 1999. Según Kasparov, el ajedrez ha tenido una mayor presencia en Internet que el fútbol, el baloncesto y el tenis, por citar los deportes más populares que, con ayuda de programas de ordenador, permiten al usuario la disputa de partidas simuladas.

La nueva generación que está creciendo y que pretenda tener éxito en esta vida plagada de nuevos conocimientos científicos y tecnológicos deberá aprovechar los métodos de enseñanza, pensamiento y capacidad para resolver problemas que el ajedrez puede enseñarle, para salir al paso de los cada vez más exigentes requerimientos profesionales.A través del juego rey encontrarán el camino hacia una formación universal, que enriquecerá la educación que puedan recibir en la escuela. El aprovechamiento de sus propiedades puede resultar fundamental para el ajedrecista, con aplicación y perseverancia, siempre acompañadas de un espíritu autocrítico que permita detectar los puntos fuertes y débiles en su juego y extraer las apropiadas conclusiones. La autocrítica debe resultar especialmente fructífera en el análisis de cada derrota. Los reveses y las partidas perdidas estimulan el propio desarrollo ajedrecístico y forjan la maestría. El ajedrez obliga a cada jugador a pensar por sí mismo y a emprender una aventura intelectual independiente, lo que le permite, al mismo tiempo, vivir una experiencia personal única, puesto que ahora un jugador puede disputar una partida contra un adversario de cualquier continente en el momento en que lo desee. Más allá de los países y de los idiomas, los jugadores tienen en el ajedrez un lenguaje común. Este aspecto social de la comunicación no deja de ejercer una fuerte fascinación intelectual, lo que augura que en el siglo XXI el tiempo libre podrá ser ocupado de forma activa y que el ajedrez pasará a tener un papel aún más preponderante.

Cómo enseñar ajedrez

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