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ОглавлениеLos milagros de Jesús que narran los Evangelios son un tema polémico: algunos se preguntan si corresponden a la verdad histórica o si más bien se trata de una ficción interesada, de unos relatos míticos de fenómenos que ahora serían explicables por medios naturales.
Los milagros de Jesucristo son muy variados y conllevan una cierta gradación: en primer lugar, sobre las fuerzas naturales, más adelante sobre los demonios y al final sobre la misma muerte (Legasse, 2000, p. 256). Estos forman parte de su biografía y es interesante anotar que los contemporáneos de Jesús no dudaron de ellos; ni siquiera sus enemigos, que los atribuyeron al demonio. Sin embargo, a partir del siglo XVIII surgieron dudas en ambientes agnósticos y racionalistas. En cualquier caso, la exégesis contemporánea afirma que no es posible negarlos con rigurosidad científica (Casciaro, 1994, p. 314).
Más interesante es el significado último, el objetivo que tenía Jesús al obrar tales hechos maravillosos. Como señala el subtítulo de este libro, los milagros de Jesucristo son, ante todo, signos, señales que muestran su divinidad, que confirman la verdad de sus enseñanzas, que ayudan a creer en Él. Esa era la intención de Jesús al ejecutar esos portentos: revelar a Dios, mostrar que había llegado el Reino, que no era una promesa política, sino un regalo del Padre. Por eso también decimos que son “los signos del Mesías”, pues manifiestan su divinidad: es el enviado del Padre, el Hijo de Dios, el salvador y el siervo sufriente anunciado en el Antiguo Testamento. Jesús no vino para acabar con todos los males, sino con el único verdadero mal: el pecado. Y los milagros manifiestan que Satanás comenzaba a ser derrotado, aunque la victoria final solo se dará en la Parusía (cf. Casciaro, 1994, p. 313; Gnilka, 1995, p. 169).
Esta obra no pretende ser un estudio pormenorizado ni una exégesis abstrusa, sino más bien una meditación que aúne el rigor científico y la piedad cristiana, a la luz de la liturgia de la Palabra dominical. Después de haber meditado el misterio de la Encarnación del Verbo en el libro El Hijo de María, la vocación de los discípulos —y la nuestra— en la obra Como los primeros Doce, y un aspecto de la predicación de Jesús en el tomo de El secreto de las parábolas, accedemos en este volumen al estudio y a la meditación de varios milagros de Jesús, que pueden servir para aumentar la fe en el Hijo de Dios y para obrar en consecuencia.
Bogotá, 7 de agosto de 2019