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De una condena a muerte a un tratamiento inyectable

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Los avances en la medicina han hecho posible que en la actualidad podamos hablar de una evolución en los tratamientos antirretrovirales. Y es que, pese a no existir una cura eficaz para la infección por VIH, con una atención médica adecuada y tratamiento al día, se puede controlar.

Fue un 22 de agosto de 1984 cuando se registró en Chile el primer fallecimiento de un paciente producto del sida. Ocurrió en una época donde no existía información, ni tampoco certeza de que pudiese existir una cura efectiva para controlar el virus, uno que, sin duda, había llegado para quedarse. Mientras la ciencia trataba de comprender lo que sucedía y frenar un virus que destruía progresivamente las células de nuestro sistema inmune, cientos de personas (en su mayoría homosexuales), comenzaban a experimentar notorios cambios en su condición física: pérdida de peso, neumonías atípicas y lesiones de color rojizas en su piel. Una época marcada por la incertidumbre y desesperanza por parte de los pacientes, pues al no existir lo que hoy se conoce como la triterapia, llegar a etapa sida era considerado una condena a muerte. Recién en el año 1987 comenzó a distribuirse en Estados Unidos la AZT (azidotimidina, zidovudina). El medicamento aprobado por la FDA15 ( US Food & Drug Administration) fue considerado dentro del mundo científico como la primera terapia antirretroviral (TAR o TARV) contra el VIH (teniendo en cuenta que el fármaco no detenía la propagación del virus, pero sí prevenía la propagación de este).

Debido a la falta de estudios y a la inexperiencia en torno al tratamiento, las dosis prescritas a los pacientes presentaron alta toxicidad. Incluso, la mayoría presentó efectos secundarios tales como: anemia, problemas hepáticos, problemas en la médula ósea, trastornos cardiovasculares, escalofríos matutinos, orinas oscuras, piel amarillenta, entre otros. Síntomas que se sumaron a las constantes náuseas, mareos y vómitos, que llevaron a muchos pacientes a desistir del tratamiento. Es más, algunos preferían vivir con el virus, aunque fuese una condena inevitable, antes que seguir con la terapia.

El primer TAR conocido como monoterapia se comenzó a usar en Chile en 1993, aunque solo algunos podían acceder a ella. Con el tiempo pasó a terapia bi-asociada, para continuar con una terapia tri-asociada (fármaco que se asemeja al que conocemos actualmente, el cual llegó al país el año 1998)16. Este importante hito simbolizó un aumento significativo en los índices de sobrevivencia de los pacientes con VIH. Recién en 2001, se comenzó a masificar su distribución a nivel nacional. Para el 2003, la cobertura fue del 100 % para todo paciente que necesitase comenzar su triterapia, y desde el año 2005 la garantía se hizo obligatoria para los prestadores privados de salud.

El presidente de la Agrupación por la Vida de personas viviendo con VIH, familiares y amigos, Sótero del Río, Óscar Huenchunao, hace un desgarrador relato sobre los primeros años del sida en Chile y lo que significó la llegada del medicamento a su vida:

“El sida fue una enfermedad bien miserable, porque debido a la desinformación, a muchos pacientes los dejaban solos en un hospital y a la suerte del destino. Además, en ese tiempo no había tratamiento para todos. Teníamos que esperar a que muriese un paciente para obtener la pastilla que te podía salvar la vida. Yo estuve siete años esperando por el tratamiento. Llegó un momento en que hasta el agua me provocaba vómitos e indigestión. Mi piel estaba de color grisáceo. Cuando fui al médico, lamentablemente, había fallecido un paciente y me dieron el tratamiento. Muchos otros nunca pudieron obtener la terapia y fallecieron durante la espera. Era fuerte, porque nuestros propios amigos fallecieron de sida. Algunos comenzaban con sarcoma de Kaposi y sabíamos que ese cáncer era el camino hacia la muerte. Con mi amigo Luis conversábamos y nos preguntábamos quién de los dos se iba a morir primero y eso era normal. Un día comenzó con fuertes dolores de cabeza. En ese estado recibió su terapia, pero fue tarde. Se encontraba lleno de tumores. Era una ruleta rusa. Uno no sabía cuándo le podía tocar una enfermedad oportunista y esa enfermedad era fatal”.

El avance en torno al TAR se produce el año 2010, cuando llegaron los primeros tratamientos de un solo comprimido diario al país. La Single-Tablet Régimen (STR) es el resultado del compuesto de tres tipos de fármacos combinados en una sola tableta. La estrategia del tratamiento: mejorar la calidad de la vida de los pacientes y aumentar su longevidad.

“Esto ha sido una revolución en las terapias del VIH, debido a su efectividad y por una disminución de la mortalidad. Además, ha provocado en pacientes mayor adherencia y menos efectos adversos. En Chile tenemos varios ejemplares de STR, donde cerca del 60%-70% de los pacientes están con ese sistema. Esto ha permitido que permanezcan con cargas virales indetectables, evitando la transmisión del VIH a otras personas. Al principio, el objetivo del tratamiento era lograr carga viral indetectable, subir las defensas y lograr una mejor calidad de vida. Sin embargo, ahora se agrega un cuarto objetivo, que es evitar la transmisión del virus hacia otras personas. Por lo mismo, las guías clínicas nacionales e internacionales establecen que todo paciente inicie con TAR en base a STR. Es algo muy positivo, vanguardista y está asegurado por el GES”. (Andrés Soto, internista e infectólogo de la Unidad de Infectología del Hospital del Salvador).

Pero si nos referimos a avances en relación con prevenir la propagación del virus, una noticia que ha generado expectación en el mundo científico establece que un prototipo de vacuna contra el VIH ha llegado a la última fase de ensayo (fase 3)17. Después de cuatro décadas en que la pandemia ha golpeado al mundo entero, esta es la primera vez que se ha tenido un progreso significativo en la lucha contra el virus. El fármaco ha sido desarrollado por la farmacéutica belga-estadounidense Janssen en conjunto con la Red de Estudios de Vacunas para el VIH (HVTN por sus siglas en inglés), de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH)18. El componente emplea la misma tecnología utilizada en el desarrollo de su vacuna contra el covid-19: un adenovirus modificado. Incluso otros científicos ya están hablando de una posible erradicación del virus; sus miradas se encuentran puestas en las últimas investigaciones que tienen relación con alcanzar la cura de la infección por VIH, en especial, en pacientes que tienen una mutación genética, la cual les permite deshacerse del virus a través del trasplante de médula ósea.

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