Читать книгу Cómo vivir bien 100 años - Felipe Larraín - Страница 8
ОглавлениеPREFACIO
Vivir bien hasta edades avanzadas como un adulto mayor se ha convertido en una gran oportunidad y un enorme desafío para nuestros tiempos. Chile, al igual que otras sociedades del primer mundo, está experimentando un profundo cambio demográfico: la expectativa de vida promedio actual alcanza a 79-80 años de edad, lo que significa que se ha prolongado 25 años más allá de lo que se esperaba en 1950. Además, los adultos mayores chilenos se están convirtiendo en una proporción cada vez más alta de la población total, pasando de 8% en 1975 a un 20% previsto para el año 2025. Este cambio –que conlleva una presencia progresiva de personas adultas mayores en la sociedad chilena– es profundo. Su impacto se hará sentir en todos los ámbitos de la vida, incluyendo desde la economía y la atención en salud, pasando por la vivienda y el transporte, y alcanzando hasta las relaciones familiares y los servicios y programas sociales. A la luz de esta realidad demográfica, la publicación de este libro titulado “Cómo vivir bien 100 años” es muy oportuna y muestra una visión hacia el futuro de parte de sus autores. Para maximizar la calidad de vida del número creciente de personas adultas mayores que existirán en Chile, investigadores y profesionales de diversas disciplinas necesitan informarse mutuamente y planificar sabiamente el enfrentamiento requerido para la transformación que significa una sociedad que va envejeciendo.
Lo que se ha aprendido en todo el mundo sobre este cambio demográfico es que este desafío exige un enfoque multidisciplinario integrador, es decir, que incluya la importante contribución de expertos de todos los departamentos académicos que trabajan en las universidades complejas. Por lo tanto, es digno de elogio ver la gran variedad de temas abordados en este volumen, empezando por una destilación de datos demográficos y perspectivas epidemiológicas sobre los retos inminentes derivados de las futuras tasas de enfermedades y discapacidad que presentará Chile. En este contexto, una sociedad tiene, sin embargo, que hacer algo más que meramente prepararse para el manejo de patologías como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad coronaria y cerebrovascular; sino que también debe considerar la evidencia científica emergente de numerosos factores sociales, psicológicos y conductuales que pueden reducir los potenciales efectos adversos de dichas condiciones patológicas sobre la salud de la población.
Uno de los avances más relevantes de la última década en el campo del envejecimiento ha sido la demostración de una amplia variabilidad evolutiva que expresan diferentes subgrupos de adultos mayores –algunos muestran manifestaciones precoces de enfermedad y discapacidad, mientras que otros permanecen en forma y activos hasta edades muy avanzadas de la vejez–. Cada vez más estas diferencias se encuentran vinculadas a aspectos psicosociales, como la mantención de relaciones interpersonales y redes de apoyo adecuadas, la práctica espiritual y religiosa y el acceso a oportunidades de educación continua. Estos factores, a su vez, muestran relaciones importantes con la salud psicológica y mental, tanto la identificación de las personas en riesgo para el desarrollo de depresión, ansiedad y aislamiento, así como también en la detección de aquellos que evolucionarán con gran vitalidad, manteniendo un compromiso activo y significativo con sus vidas. Esta interacción de factores psicosociales tiene una gran relevancia en aspectos conductuales relacionados con el estilo de vida: las personas mayores que experimentan sus vidas con mayor sentido y plenitud son los que tienen más posibilidades de mantener o adquirir prácticas de alimentación saludable y actividad física regular. Por otro lado, los trastornos del sueño aumentan con la edad, aunque nuevamente manifestándose con una gran variabilidad, existiendo evidencia creciente que sugiere que una vida diaria activa, involucrada y comprometida es un importante factor que predispone a una mejor calidad de sueño en los adultos mayores.
Que este libro incluya todos los dominios anteriores es una característica destacada de las temáticas abordadas en sus diferentes capítulos. La sección sobre los problemas de salud física asociados al envejecimiento constituye un fundamento esencial para comprender mejor una mente y un cuerpo que envejecen. Sin embargo, el riesgo conocido de enfermedad y discapacidad asociado al envejecimiento se puede modificar: no depende solo de la herencia genética y de la exposición acumulativa al entorno que ha experimentado cada individuo a lo largo de su vida, sino que también es afectado –en forma significativa– por la presencia de lazos sociales positivos, compromiso con un aprendizaje continuo, involucramiento con una vida activa y bienestar general. Dicho de otra manera, mentes activas junto con la práctica rutinaria de actividades con sentido y propósito son factores conocidos por su capacidad para prolongar el tiempo y mejorar la calidad de vida de las personas adultas mayores. Esta realidad pone de relieve la importancia de contar con médicos geriatras que interactúen con los científicos e investigadores que están generando nuevos conocimientos sobre los aspectos psicológicos, sociales y de comportamiento asociados al envejecimiento. El progreso necesario para lograr vivir bien hasta los 100 años exige la integración de la investigación con su aplicación práctica, como está valiosamente representado por todos quienes han contribuido en este libro.
En la medida de que el campo de estudio del envejecimiento evoluciona, también debe estar abierto a incorporar nuevos conocimientos, incluyendo el efecto de las diferencias culturales sobre cómo se desarrolla y expresa esta etapa final de la vida en las personas. Los países difieren en sus perfiles demográficos (porcentaje de ancianos) y socioeconómicos (grados de desigualdad), los cuales definen factores clave que pueden socavar o favorecer un envejecimiento positivo. Por otro lado, el contexto cultural también puede establecer una variación importante en el estilo de vida (p. e., dieta y actividad física) y en la valoración de las experiencias psicológicas y emocionales (p. e., las culturas determinan qué emociones son normales y aceptables versus anormales y estigmatizables), y cómo se responde a ellas (p. e., el tipo de oferta de atención en salud mental). La interacción de estos factores puede variar en forma insospechada, subrayando así la necesidad de que cada país examine sus propias fortalezas y oportunidades versus las debilidades y amenazas con respecto a una sociedad que envejece.
A pesar de esto, las futuras líneas de investigación y estrategias de intervención pueden incluir elementos comunes en diferentes países y regiones del mundo. Por ejemplo, la promoción de un envejecimiento exitoso en cualquier contexto cultural no requiere solamente de planificación para enfrentar las demandas de una población creciente de adultos mayores, sino que también debe reconocer la necesidad fundamental de los individuos de todas las edades por contribuir de manera fructífera en sus familias, comunidades y sociedades. Esta perspectiva hace hincapié en la importancia de asegurar que los adultos mayores de una sociedad sean valorados por su contribución vital hacia la misma, sin que sean considerados una mera fuente de mayor demanda para los sistemas de salud cada vez más sobrecargados. Por otro lado, aunque el ámbito integrador de este libro es impresionantemente amplio, vale la pena señalar que ciertos segmentos de la academia –como las artes y las humanidades– no se incluyen en este esfuerzo interdisciplinario. El arte, la literatura, la música, la poesía, el teatro, el cine, la naturaleza y la filosofía –poderosos agentes que han enriquecido la experiencia humana a lo largo de la historia– probablemente tengan un enorme impacto y beneficio en lo que implica vivir bien hasta los 100 de edad. Como tales, las artes y las humanidades pueden aportar importantes orientaciones futuras a los académicos y los profesionales que buscan aproximarse a los desafíos del envejecimiento desde una perspectiva más amplia e integradora.
En conjunto, estas ideas y pensamientos representan un mensaje de reconocimiento a quienes fueron convocados a participar y preparar este importante volumen; y de estímulo a todos ellos para generar una visión que oriente y guíe hacia la meta de un envejecimiento positivo, saludable y exitoso en la población chilena.
Dra. Carol D. Ryff
Directora
Instituto del Envejecimiento
Universidad de Wisconsin-Madison, EE. UU.
Investigadora Principal
Estudio Edad Media de la Vida en EE. UU. (MIDUS)