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¿Quién pinta mejor, Vencedor o Max Factor?
ОглавлениеCon una semana de diferencia, en el otoño de 1960, el 4 estrenó sus dos espacios mejor pagados: El show de Max Factor y Venciendo con Vencedor. Todavía los programas llevaban el apellido del auspiciador pero la producción era total hechura del canal. El primero fue un musical aparatoso que intentaba competir con los shows que Pablo de Madalengoitia conducía y Alberto Terry decoraba en el 13. Max Factor recurrió al escenógrafo Ronald Cárdenas, al productor peruano Samuel Pérez Barreto, al director cubano Santiago García, la orquesta de Domingo Rullo y a Coco Hawie, un animador nuevaolero que pasó inadvertido. Con esta variété de sones internacionales, que incluyeron efectos de lluvia para montar Singing in the rain y fondos venecianos para que Piero Solari animara la secuencia Una visita de Italia, América pretendió dar estabilidad en la programación a una variedad que nació como ocupación provisional de la televisión. Pronto, los canales aprendieron que el público quería reconocer un estilo, familiarizarse con una estrella, preferir una música. El canal 2, que agotó la variedad musical, se mantuvo solo gracias al gancho de sus contratados.
Mejor pintaba Vencedor, óleo para brocha gorda que decidió auspiciar un concurso culturalista al mejor estilo de Helene Curtis pregunta... Este sí era un filón explotable; bastaba encontrar un animador locuaz que tuviera empatía con los concursantes, construir podio y cabinas, y lanzarse al aire. Ricardo Neri defraudó como conductor, así que Kiko Ledgard vino al rescate ayudado por Norma Belgrano, una modelo de ciertas virtudes ejecutivas que le permitieron alternar la conducción con todos los maestros de ceremonias que acompañó. Aunque Vencedor estaba invadiendo el terreno de los cosméticos y Kiko los dominios de Pablo, este concurso que se ufanaba de ser el primero en el que hasta los perdedores ganaban (el sistema era tan simple como contestar preguntas doblando los premios), sobrevivió la temporada y retornó en 1961 con un conductor que era, él mismo, una coartada culturalista: César Miró.
Con estas experiencias algo tuvo que aprender canal 4 de géneros y variedades. Los anunciantes se disputaban por ponerle nombre a sus concursos: A fines de 1960 Juan Sedó animó Hágalo y triunfe con Mister, show de pruebas simplificadas, nada que incomodara a Scala regala; y David Odría condujo los remates de La tienda de los gordos. Kiko dejó la brocha gorda de Vencedor para honrar los auspicios de Kontra, pastilla antigripal. En los avisos promocionales de Kontra pregunta sí o no radicalizó su vestimenta informal, y lució una pinta atrabiliaria posando en camiseta con el dinero cayéndosele de las manos. Al mismo tiempo conducía otro concurso con juegos musicales, Do, re, mi. Agotado, Kiko ya no pudo hacerse cargo de Pesque su Cristal, divertimento con el que la Backus & Johnston quería contrarrestar la solemnidad de sus festivales. Se improvisó para la tarea a Julio Coloma, encargado de aportar las pistas para que el público busque las botellas escondidas en la ciudad mientras en el set se pescaba la cerveza a punta de caña.
Como no podía haber canal sin estrellas musicales, Umbert y González firmaron algunos contratos memorables. En junio de 1961 tuvieron a Domenico Modugno cantando Volare para la afición local y un mes después convencieron a José Mojica, el célebre galán mexicano retirado en un convento de Chancay, a comparecer en una larga entrevista con César Miró. Animado, el cura tenor retornó el día de Santa Rosa a cantarle una ofrenda musical. Gaspar Pumarejo, aunque prefería ocuparse en pescar talentos locales, tuvo una leyenda viva en su Hogar club de 1963, a la “diosa de ébano” Josephine Baker. En 1964 estuvo coronado por la máxima atracción musical del sur, Leo Dan, rey de la nueva ola romántica. No tantas como las del 13 o las del 2, pero sí estrellas de calibre.