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Capítulo I

Fuentes principales para el estudio de la liturgia cartujana

Conviene advertir, ante todo, que, siendo los Cartujos verdaderos monjes, procuraron conformarse con el rito monástico, sobre todo, por lo que hace al Oficio divino. Según eso, la Regla de San Benito es la primera fuente para el estudio de la liturgia que nos ocupa. Por lo demás, según dice Dom Inocencio Le Masson,3 la Orden cartujana tomó mucho del rito de Lyón, y para la Misa, se conformó casi en todo con el rito que observaba la Iglesia de Grenoble en el siglo xi.

Dentro de la Orden, las principales fuentes para el estudio de su liturgia son las siguientes:

I. Las Consuetudines Guigonis: Son el documento más antiguo, así litúrgico como disciplinar, que se halla en la Orden cartujana. Fueron compuestas por los años 1127 por Guido de Castro-Novo, quinto Prior de la Cartuja.4 San Bruno no dio a sus monjes ninguna legislación escrita; el reducido número de religiosos de que constaba entonces la Orden no reclamaba, por cierto, un gran cúmulo de leyes. Bastaba seguir los ejemplos del Fundador y de sus primeros discípulos. Cuando Guido entró en la Orden, esta contaba dos monasterios solamente, pero bajo su gobierno, empezó a extenderse por diferentes comarcas de Francia. Entonces fue cuando Guido, por orden de san Hugo, obispo de Grenoble, redactó una recopilación y codificación de los usos y costumbres recibidos de los mayores, y que llevan por título: «Statuta et consuetudines Ordinis Cartusiensis». Este documento, que lo conoceremos con el nombre de Consuetudines, empieza por la sagrada liturgia, según dice el autor en el Prólogo: a digniori parte, officio videlicet divino, sumentes exordium.

II. La segunda fuente son las llamadas Constituciones de Basilio, cuya composición no puede ser posterior al año 1173. Fue Basilio borgoñés de origen,5 y gobernó la Orden por espacio de veintitrés años. Las Constituciones que compuso merecieron ser aprobadas por el papa Inocencio III, y estuvieron en uso hasta el año 1222.

III. Statuta Jancelini, llamados así del nombre del General que los compuso en 1222.

IV. Statuta antiqua. El Capítulo general celebrado en 1259 aprobó esta nueva compilación redactada por Riffer.6 Estos estatutos vienen a ser una fusión de toda la legislación precedente y de las ordenaciones capitulares promulgadas entre 1222 y 1259. Se llamaron en un principio Consuetudines Cartusiae, para distinguirlas de las Consuetudines Guigonis, pero más tarde, se conocieron con el nombre de Statuta antiqua. Riffer dividió su obra en tres partes. La primera, que consta de 56 capítulos o artículos, trata de los divinos Oficios; la segunda, en 32 artículos, se ocupa de los monjes; los 34 artículos de que consta la tercera parte tratan de los hermanos conversos y de las religiosas cartujanas.

V. Statuta nova, redactados por D. Guillermo Raynaldi, en 1368.7

VI. Tertia compilatio statutorum. En 1380, la Orden se dividió en dos partes, como estaba dividida también la Iglesia por el cisma de Occidente. Cada rama tenía su General8 y celebraba sus Capítulos, en los que cada bando ventilaba a su manera los asuntos de la Orden. En materia litúrgica, puede decirse que se limitaban a incluir nuevas fiestas en el calendario cartujano. Al extinguirse el cisma en 1411, se hizo una revisión de ordenaciones capitulares, y la Orden volvió a su antigua unidad. La Tertia compilatio statutorum se publicó en 1509.

VII. Ordinarium cartusiense. Apareció a últimos del siglo xvi. La primera edición fue hecha en París, el año 1582. Hasta ahora, las leyes litúrgicas estaban mezcladas con las disciplinares en las Consuetudines o Statuta, a ejemplo de la Regla de San Benito, que contiene también la distribución del salterio y el cursus del oficio monástico. En este mismo año, el Capítulo general pidió al Prior de la Gran Cartuja9 que nombrara una comisión de monjes, quos magis idoneos et aptos ad id munus portandum judicaverit, encargada de revisar todos los libros litúrgicos de la Orden. El primer trabajo de la comisión fue la revisión del leccionario, que apareció en tres volúmenes impresos en Lyón el año 1585. En 1587, se imprimió, también en Lyón, el Breviarium sacri Ordinis Cartusiensis. Esta revisión del Breviario no satisfizo a la mayoría. Parece que se llevó a cabo con alguna precipitación, y por eso, en 1593, se ordenó una nueva revisión para corregir los errores y enmendar quae minus considerate inserta aut mutata fuerint. En 1588, apareció el Diurnale Cartusiense. En 1603, tocó el turno al misal, el cual, en muchísimos puntos, se conformó con el publicado por san Pío V.

No vaya a creerse, con todo, que al aparecer el Ordinarium se borraran de los Estatutos las leyes litúrgicas. Estas han seguido ocupando su lugar, así en los estatutos redactados en la Gran Cartuja el año 1581, con la intervención del español Dom Andrés Capilla,10 y que el monje Dom Gaspar Gil,11 también español, llevó, más tarde, a Roma, con el fin de obtener la confirmación apostólica, como en los novísimos Estatutos, revisados según las prescripciones del Código de Derecho Canónico, y que fueron aprobados por la Santidad del papa Pío XI, con su Constitución Apostólica Umbratilem, del día 8 de julio de 1924.

Enumeradas ya, bien que sumariamente, las principales fuentes de la liturgia cartujana, procuraremos estudiar, a la luz de las mismas, este tan interesante como desconocido rito.

3 Es el XLIX General de los Cartujos. Nació en Noyon el 10 de marzo de 1628, y entró en la Cartuja de su ciudad natal contando diecinueve años de edad. Ocupó sucesivamente diferentes cargos en la Orden, y siendo Visitador de la provincia de Picardía fue elegido General el 15 de octubre de 1675. Un voraz incendio redujo a cenizas la Gran Cartuja, y Le Masson cuidó de reedificarla. Fue acérrimo impugnador del Jansenismo. Murió el día 8 de mayo de 1703. Dejó escritas varias obras siendo las principales: Annales Ordinis Cartusiensis; una versión del Cantar de los Cantares con notas muy curiosas; Vida de Juan de Aranton de Alejo, obispo de Annecy; Ilustraciones sobre la anterior Vida, etc., etc.

4 Guido, nació en San Román (Delfinado), el año 1083, de una noble familia. Abrazó la vida cartujana en 1107, y como era aficionadísimo al estudio, halló sus mejores delicias en la transcripción y corrección de códices antiguos. A los tres años de haber entrado en la Orden fue elegido Prior de la Gran Cartuja, y dio gran impulso a la Orden. Estaba Guido ligado con santa amistad con personajes célebres y santos de su tiempo: entre las cartas de San Bernardo se hallan dos (la 11 y la 12) dirigidas a Guido. También frecuentó correspondencia con Pedro el Venerable, Abad de Cluny. Murió con fama de santo el día 27 de julio de 1137, a los 54 años de edad.

5 Bajo su dirección se formaron hombres consumados en virtud, entre los que descuella san Hugo, monje cartujo y obispo de Lincoln. Escribió Basilio un opúsculo en alabanza de la vida solitaria y eremítica.

6 Riffer fue el XIV General de la Cartuja. Su generalato es célebre no solo por la revisión de los estatutos, mas también por los privilegios que, en favor de la Orden, obtuvo del papa Clemente IV. Murió con fama de santo, el día 29 de agosto de 1267.

7 Guillermo Raynaldi, natural de Aubernia, era Prior de la Cartuja de Valbonne cuando en 1367 fue elegido General. Cuéntase de él que rehusó un capelo que le ofrecía el papa Urbano V, y que a la muerte de este Pontífice de los veintiséis cardenales que se reunieron para la elección de Papa, once dieron su voto a Raynaldi. También rehusó el titulo de Abad e indulto de comer carne en caso de enfermedad que le quería conceder el Papa. En su tiempo se incendió la Cartuja y él cuidó de reedificarla. Murió el 5 de junio de 1402.

8 Después de la muerte del Prior General Dom Guillermo Raynaldi, acaecida el 5 de junio de 1402, fueron elegidos Priores Generales, por una parte Dom Esteban de Sena, y por la otra Dom Bonifacio Ferrer, hermano de San Vicente Ferrer. Esteban fue secretario de Santa Catalina de Sena, y como a tal escribió la mayoría de los diálogos de la santa. Bonifacio (su elección tuvo lugar el día 23 de junio) era amigo, consultor y embajador de D. Pedro de Luna (Benedicto XIII) a quien reconoció durante algún tiempo, de buena fe, por Papa legítimo. Entre otras obras, escribió Bonifacio: Tractatus de caeremoniis monachorum cartusiensium. Como ambos Generales eran sumamente piadosos, bastó que se les propusiera la idea de renunciar el cargo para que al instante lo ejecutaran gustosos.

9 En 1140 reconoció toda la Orden por General de la misma al Prior de la Gran Cartuja. Bajo su autoridad se reúne anualmente el Capitulo general en el que, a mayoría de votos, se deciden los intereses de la Orden.

10 Nació en Valencia en cuya Universidad cursó Teología y se graduó de Doctor. A los 18 años de edad tomó el hábito de cartujo en Porta Cœli, pero su escasa salud le obligó a abandonar el monasterio. Entró entonces en la Compañía de Jesús en donde desempeñó los cargos de Rector y Maestro de Novicios. Habiendo mejorado de salud obtuvo del papa Gregorio XIII permiso para volver a la Cartuja. Profesó en Scala Dei el 17 de enero de 1510. Fue Prior de varias Cartujas. y varón de tantos méritos que fue promovido al obispado de Urgel. Escribió varias obras, una de ellas, a saber, el Libro de la oración, vertida al francés, la cita san Francisco de Sales en su Introducción a la vida devota. Murió el 22 de septiembre de 1610.

11 Natural de Forcall (diócesis de Tortosa). Tomó el hábito en la Cartuja del Val de Cristo por los años de 1656, y allí mismo tuvo los cargos de Procurador, Vicario y Prior. Fue también Prior de otras Cartujas (Vía Cœli, S. José y Scala Dei), y Visitador extraordinario de algunas Cartujas de Francia, Italia y España. A su acendrada piedad reunía una gran erudición, y una elocuencia poco común. Compuso dos tratados con el fin de defender los nuevos estatutos, pues había aún algunos monjes que no estaban resueltos todavía a recibirlas. Asistió al Capítulo general de 1688, y pronunció en él un notable discurso.

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